Cena familiar
-Te voy a echar de menos Rose-. Dijo Louis, tumbada en la cama de Rose, que daba vueltas en su habitación metiendo las ultimas cosas necesarias en el baúl. –Es que no entiendo porque te tienes que ir tan lejos, las escuelas en la ciudad no son tan malas.
-Te lo he explicado un millón de veces Louis-. Louis Bones, era la vecina Muggle de Rose, su mejor amiga, con la que pasaba los veranos y con la que había ido a la escuela Muggle antes de entrar a los 11 años en Hogwarts. Louis no sabía nada de la magia, claro. –Es una tradición de mi familia ir a esa escuela, y no puedo hacer nada por impedirlo, tampoco quiero-. Dijo suspirando la pelirroja. –A demás si estuviera aquí todo el año, los veranos no serían tan especiales.
-En eso tienes razón, pero es que es un palo tenerte tan lejos, y te pierdes todos los cotilleos-. Louis era la típica adolescente de 16 años del siglo veintiuno. En la que su vida consiste en los cotilleos de los institutos, salir de fiesta los fines de semana y estar al día con la moda y las nuevas tecnologías. –Llévate a ese anticuado colegio tuyo el móvil y el portátil, quiero estar en contacto contigo en todo momento.
-Tranquila me los llevare, pero no te pases con los mensajes. Allí nos ponen deberes de verdad, y estoy en mi sexto año tengo muchas más asignaturas.
-Pero Rose, por favor tú vas de sobrada con los estudios, te has pasado el verano estudiando.
-¿Qué dices Louis? SI me has obligado la mayoría de fines de semana a salir de fiesta.
-Cosa que no estarás muy arrepentida, ¿O es que acaso te arrepientes a haber estado enrollada todo el verano con Charles Bass?
Rose miro a otro lado rodando los ojos, era cierto que había estado un par de meses con ese Charles, pero no era un amor de verano, simplemente un royito, nada serio, ni formal. Y como se iba a Hogwarts todo aquello había acabado.
-Tampoco me ha servido de mucho.
-Eres un caso perdido chica-. Suspiro Louis.
-Creo que ya está todo-. Dijo la pelirroja colocando la última pila de jerséis.
La noche era cálida, cálida para estar en un otoño de Londres. El cielo encapotado como de costumbre cubría la ciudad.
Guardo el último de los jerséis, y se acordó de aquel tan gracioso que su querida abuela Molly le había regalado las navidades pasadas. Aquel gracioso jersey de lana, con una R de color roja dibujada en el medio del jersey en grande. Lo rebusco en el armario de su pequeña habitación decorada con guirnaldas de todas las banderillas de Gryffindor y fotografías en movimiento con sus amigas Sam, Ann y Anthea, sus amigas inseparables de Hogwarts.
En el fondo del armario encontró el jersey, y como último, lo guardo en el baúl. Lo dejo abierto encima de la cama.
-¿Porque lo preparas todo ahora, y no luego? Solo son las 5-.
-¿Ya son las cinco? Merlín, mi padre estará de los nervios.
Louis rio. –Qué cosas más extrañas dices ¿Merlín?…-. Claramente Merlín no era una palabra que una Muggle utiliza, pero aunque Rose se intenta contenerse en presencia de Louis habían veces que le resultaba imposible. -¿Quién narices dice Merlín?-. Susurro Louis bajito.
Dejo preparado el baúl, como se iban a cenar a casa de los Potter, llegarían tarde y no tendría tiempo para acabarlo. Pero ya no tenía que preocuparse por eso, el baúl estaba listo, para todo el largo año.
Salió de la habitación, y se miró en el espejo que había enfrente, colgado en la pared de color gris oscuro. Estaba guapísima como siempre, con su habitual rizado pelo pelirrojo. Alta y corpulenta, lucía unos tejanos y una blusa lila, que resaltaba su melena y sus ojos azules.
Bajo las escaleras y se encontró con el rostro rojizo de su padre, enfadado. Detrás de ella una tímida Louis
-¿Qué se supone que estabas haciendo?-. Dijo gruñón Ron.
-Estaba acabando el baúl-. Se excusó Rose.
-Bueno yo ya me iba-. Louis se dirigió hasta la puerta, y se despidió de Rose con un abrazo. –Acuérdate de llamarme cada semana, y si hay alguno que este bueno dale mi número-. Le susurró al oído. –Tírate a muchos pendón.
Claramente no habrían muchos chicos que en Hogwarts tuvieran móvil, aunque si tenían contacto con el mundo muggle, algo que Rose había intentado mantener ya que su madre, le había enseñado el arte que estos tenían: la música, el cine y el teatro muggle que a Rose le encantaba.
Las chicas se separaron y se rieron a carcajadas. Ron se giró, y puso mala cara, al ver que algo tramaban esas dos adolescentes llenas de hormonas.
-Adiós señor Weasley-.
-Adiós Louis-. Dijo Ron dedicándole una sonrisa. Y al irse, el pelirrojo miro a su hija.
-Llevamos esperándote media hora Rose Weasley-. Ron cruzado de brazos, busco la chaqueta y se dirigió hacia la chimenea.
-Papa me estaba despidiendo.
-Supongo que ya tendrás el baúl listo ¿no?
-Sí papá, todo está listo. Mañana solo tendré que salir por la puerta subir al coche y llegar a la estación-. La joven se acercó a su padre y le beso en la mejilla.
Hermione entro en la sala desde la cocina con Hugo de la mano..
Viajarían con polvos flu. Así que todos se acercaron al estresado Ron que estaba al lado de la chimenea, y cogieron del bote un puñado de polvos, Ron sujetaba el bote. El primero en viajar fue Hugo, que se metió en la chimenea y pronuncio:
-¡Grimmauld Place numero 12!-. Grito, y en breve desapareció entre llamas verdes.
Ron le dio el bote con los polvos a su mujer, y le beso en los labios, suavemente. Cogió polvos y entro en la chimenea, y frunciendo el ceño: -¡Grimmauld Place numero 12!-. Y desapareció a continuación.
-Mama… -.
-¿Sí?-, contesto Hermione poniendo el bote con polvos en frente de su hija para que cogiera.
-Cuando conociste a papa, ¿supiste que él era el elegido?-. Pregunto la pelirroja, cogiendo un puñado de polvos Flu.
Hermione soltó una carcajada, y dejo en el aire un leve suspiro. Y en su segundo miles de recuerdos estallaron en su mente, y le dejo un buen sabor, a pesar de sus años en coma.
-¿Cielo a que viene esa pregunta?-. Dijo aun riendo levemente. – ¿A caso tienes algún pretendiente por ahí?-
-¡No!-, Rose se puso roja. –No hay nadie, solo era una pregunta-. Se metió en la chimenea.
En su mente estallo un destello rubio platino que se esfumo en menos de una milésima de segundo. Odio y amor envolvían su corazón.
-Tu padre y yo, como te he dicho miles de veces, éramos amigos desde que entremos en Hogwarts, pero nunca nos dimos cuenta de que eso no era solo amistad-. Una sonrisa tímida se esbozó en madre e hija.
-Ya hablaremos luego, papa estará de los nervios al ver que no llegamos-. Y grito: -¡Grimmauld Place numero 12!-.
Y a continuación una Hermione ya madre de dos hijos, entro en la chimenea, y gritó: -¡Grimmauld Place numero 12!-.
Y en la vieja casa de la Orden del Fénix, pronto estarían reunidas dos familias, los Potter y los Weasley.
Se reunirán porque, ahora la completa familia Weasley se había mudado a una bonita casa a las afueras de Londres, y los Potter se habían quedado en la casa de la Orden, como herencia de Sirius Black. Así que esa noche la pasarían cenando juntos, antes de que todos los niños marcharan al colegio de magia y hechicería.
Y cuando los Weasley llegaron a la casa, y cuando todos estuvieron cómodamente ubicados en la mesa, la cena dio comienzo y los elfos domésticos traían la abundante comida que habían preparado.
-Os vamos a echar mucho de menos, este año os vais todos-. Decía una melancólica Ginny. Ahora madre de tres niños, uno de ellos ya no tan niño. Pues James Sirius Potter, con su habitual pelo azabache revuelto y su arrogancia ya no era un niño, era todo un hombre de 16 años.
-Si mama, seguro que lo pasas fatal sin nosotros aquí-. Dijo James arrogante. –No tardaras en acostumbrarte. Ni tú, ni papá-. Dijo mientras le guiñaba un ojo a su madre.
Ella le puso mala cara, y le dio un golpe cariñoso en la espalda. –Cállate James.
Todos rieron.
-La cuestión es que Hugo y Lily también van este año, y ni tu ni Rose volvéis para Navidad-. Dijo Ron metiéndose en la boca un buen trozo de pollo.
-No entiendo porque ellos se pueden quedar y yo no-. Sin duda Albus Severus, el mediano de la casa, a veces era tratado más como trataban a Hugo y Lily ya que no era tan mayor como Rose, y James. –Yo también voy a tener mis exámenes este año, recordar que tengo los TIMOS.
-Si Al, pero Rose y James están preparando los exámenes que les esperan el año que viene, además que haríamos nosotros en navidad sin ti-. Le dijo su madre. –Me juego cualquier cosa que la mayoría de tu casa no se queda en Hogwarts por navidad.
Sí, aunque pareciera mentira, Albus Severus Potter no iba a la casa de la cual toda su familia provenía, él era una Slytherin. En sus primeros días en la casa estaba muy desilusionado por todo lo que su hermano le había dicho acerca de la casa de Salazar Slytherin, pero cuando se fue acostumbrando y habituando a ella, su idea de dicha casa cambio. Todos los ideales y prejuicios que comúnmente la casa Slytherin tenía y había tenido sobre los demás alumnos había desaparecido totalmente, aunque claro que aún quedaban excepciones.
-Mamá muchos se quedan-.
-¿Malfoy se queda?-. Pregunto Harry, puesto que Scorpius y su hijo se llevaban muy bien. A pesar de que Malfoy era un año mayor, ambos eran buenos amigos y jugaban en él mismo equipo de Quidditch, y se podía decir que eran mejores amigos.
Aunque solo fuera Albus. Porque digamos que James no era muy amigo de las normas y mucho menos si saltárselas implicaba pelearse con Malfoy.
-No he hablado con el aun de eso, no sé lo que hará, pero creo que se ira a casa-. Dijo el moreno de ojos verdes.
-Normal, nadie lo quiere en Hogwarts-. Dijo arrogante James.
Rose desvió la mirada, y Albus la acompaño.
-No entiendo como os podéis llevar bien Al, su familia es asquerosa y el seguro que es un asqueroso-. Dijo un Ron molesto por hablar de los Malfoy como si fuera una familia amiga.
Albus bajo la cabeza, a su tío jamás le había hecho gracia que él hubiera estado el Gryffindor, aunque Ron no le tenía manía ni nada, solo que Ronald Weasley no era muy amigo de esa casa por así decirlo. Y mucho menos le hacía gracia que se llevara bien con Scorpius Malfoy. Solo por tener el apellido Malfoy.
-¡Ron!-. Le regaño Hermione, -Ya sabemos cómo es su familia, pero eso no significa que él sea así.
-Es un Malfoy, no si recordareis pero su padre tiene en el ante brazo una marca, y su abuelo también. No sé cómo están libres por ahí, cuando deberían estar entre rejas.
-En eso tienes razón tío Ron, Al no te fíes de él-. Dijo James mirando a su hermano.
Rose que ya no tenía hambre, dijo:
-Mejor dejamos el tema-. Ron que la miro con mala cara por el comentario, ella se excusó señalando con la mirada a Albus que miraba su plato.
-¿Y bien ya tenéis los baúles acabados?-. Repuso Hermione.
-Sí-, dijeron los dos pequeños que comenzaban su primer año en Hogwarts.
-Para poder entrar en el equipo de Quidditch es has de estar en segundo año verdad?-. Dijo la preciosa Lily, de escasos 11 años, y unos preciosos ojos verdes esmeralda. –Me haría tanta ilusión entrar.
-Creo que le hará más ilusión al equipo entero de Gryffindor-. Dijo Harry muy orgulloso de que su hija fuera tan buena buscadora en Quidditch, aunque, que podía esperar era su hija y de Ginny. –Pero no te preocupes guapísima, seguro que te cogen, y más si la profesora Mcgonagall te ve jugando, ella me ficho a mí. Además el capitán es James, seguro que le da un puesto a su querida hermana pequeña-. Harry fulmino a su hijo con la mirada que ya ponía mala cara.
-Mi hermana no me va a quitar el puesto de buscador, y de momento no hay bacante-. James miro a la pelirroja que echaba chispas. Aunque habían tenido esa conversación desde hacía semanas James no cedía.
La comida se iba acabando y los elfos lo recogían mientras las alegres familias parloteaban. Ya eran las 8 pasadas, y en Londres la gente ya se retiraba a sus casas para empezar el 1 de Septiembre con rapidez y que un nuevo curso de comienzo junto a la rutina y el estrés.
Así que después de un buen postre por parte de los elfos domésticos y unas cuantas risas entre los adultos que ya estaban haciendo planes para cuando los niños no estuvieran, después de todo eso los Weasley se prepararon para irse por la chimenea despidiéndose uno a uno de los presentes, y recordando que a las 10:50 en el Andén 9 ¾ estarían todos allí.
Y pronto todos estuvieron es sus respectivas casas. Deseándose buenas noches, y con unas ganas terribles porque el día de mañana comenzara.
Rose que ya se había metido en la cama, se le hacía imposible dormir, el hecho de que su sexto año en Hogwarts comenzara en menos 12 horas le hacía enloquecer y saltar de alegría. Ella era perfecta, y aunque tenía un tacto especial para los niños pequeños que comenzaban su primer año y necesitaban ayuda, no le hacía ni pizca de gracia los líos en los que se metía James, y más de alguna vez se había llevado muchos castigos por parte de Rose. Y el hecho de que James ya tenía muchísimas ideas de locuras para hacer en Hogwarts junto a Will, le hacía hervir la sangre.
Aunque esa cena había sido magnifica odiaba cuando su padre le hacía eso a Albus por ser amigo de Scorpius Malfoy. Claro que ella tampoco se llevaba bien con él, era una persona que tenía sentimientos y entendía que no era justo que lo juzgaran por sus padres.
Pero Rose se repetía una y otra vez que ella no tenía que defender a ese rubio egocéntrico, porque él la había despreciado llamándola sangre-sucia en sus primeros años en Hogwarts, aunque ya no se lo decía hacia desde hacía años siempre la molestaba y aunque a veces no era del todo molesto, a Rose odiaba su arrogancia.
Le costó mucho rato, y pensamientos coger el sueño. Por eso miles de cuestiones, anhelos y expectativas le estallaban como bombas, y la intranquilizaban. Aun así, se sereno, y callo en un profundo sueño, dejando atrás los nervios y las dudas.
To be continues...
