Los minutos pasaban pero el dolor que sentía en su cabeza no aminoraba, su semblante habitualmente tranquilo y sereno había adquirido un tono más pálido de lo normal y su rostro estaba desfigurado en una mueca de dolor. Sus manos apretaban su cabeza mientras su delgado cuerpo se retorcía, presa de la desesperación y el dolor. Era de noche y el cálido viento del verano acariciaba el mar y las templadas arenas que formaban la playa, la luna iluminaba tenuemente el cielo, ayudada de las pequeñas estrellas.
-¡Arg!-chillo Kessha mientras apretaba su cabeza más fuerte.- ¡Basta!-le gritaba a la nada.
Kessha se mira las manos y se horrorizo aun mas cuando vio que estaban cubiertas de sangre y lo peor es que era la suya, respiro hondo, intentando tranquilizarse. Se levanto lentamente y iba a echar a andar hacia algún punto de la playa cuando una extraña risa le lleno los tímpanos.
-Kuejejeje.-se oyó la extraña risa a sus espaldas, por algún motivo Kessha sintió un escalofrió y se giro.-Al fin apareciste, pequeño Comodín~.
-Conde.-sin saber por qué esa palabra se escapo de sus labios junto con una sonrisa. Kessha sintió ganas de correr y de huir lejos de aquel extraño gordinflón y eso hizo.- Adiós y muy buenas.
El Conde Milenario no se sorprendió por las rápidas palabras de la muchacha, después de todo, el Comodín no podía ser presionado, a pesar de ser un Noah, como sucedía con el molesto Allen Walker, pero su caso era completamente distinto. El Conde sonrió aun más de lo que lo hacía habitualmente, al fin de cuentas lo malo que tiene ser un Noah es que los demás Noah siempre podrán encontrarte.
Kessha corría por las calles de la antigua ciudad de Valencia, sin ningún rumbo más que alejarse de la playa. Se detuvo en una gran plaza, jadeando por el esfuerzo y casi se cae al suelo cuando vio su piel, antes pálida como la nieve, se había tornado de un color gris oscuro.
-¿pero qué diablos...?-dijo intentando por todos los medios no ponerse a chillar en medio de la calle a media noche.- ¿Qué es eso?
Kessha se acerco a la fuente para mirar su reflejo y se quedo completamente congelada. No solo su piel se había tornado gris oscuro, sus ojos antes verdes como esmeraldas, ahora estaban de un misterioso dorado, su frente libre de imperfecciones ahora tenía unos extraños diamantes consecutivos. Cogió agua de la fuente para, en vano intentar quitarse las extrañas cicatrices. Volvió a mirar, esperanzada su reflejo, y vio que todo estaba igual que antes, su piel había vuelto a su blancura original, llevándose consigo las cicatrices y el color dorado de sus ojos. Sonrió y acto seguido se desmayo, con la sonrisa congelada en sus labios.
A la mañana siguiente se encontró en su cama y en su casa o al menos lo que quedaba de ella. Supuso que todo lo vivido anteriormente había sido una mala pesadilla. Decidió ignorar el hecho de que estaba vestida con la misma ropa del día anterior y se dispuso a tomar una ducha caliente, preparo ropa limpia y una toalla. Al cabo de unos minutos salía de la ducha, se enroscó en la toalla, se miro al espejo y por un tortuoso segundo le pareció ver la misma imagen que se reflejo en el agua de su pesadilla. Una hora más tarde salió de su casa, corriendo, no por que tuviera prisa sino porque le gustaba sentir esa sensación del viento en su rostro. Tan ensimismada iba en sus deseos de volar que no vio como un joven se cruzaba en su camino y se lo llevo por delante.
-¡AAAAH!-grito el chico mientras salía despedido hacia el suelo. Kessha por su parte solo gimió por el dolor de la caída. Cuando se dio cuenta de que había atropellado a alguien mientras corría se apresuro a pedir disculpas.
-Lo siento mucho, no pretendía tirarlo…-se disculpaba Kessha mientras se quedaba ensimismada por la belleza del joven. Vestía ropas extrañas, parecía un exorcista, muchos hombres allí hablaban de ellos. Los ojos del joven eran grises y sus cabellos blancos, su piel tenía un tono cremoso y parecía delgado. Lo que más le llamo la atención era una extraña cicatriz en su ojo derecho en forma de estrella roja.
-No pasa nada-dijo el chico con una sonrisa.- Perdona que te moleste, pero… ¿podrías levantarte?
-¡AAHH!-ahora le toco a ella soltar un leve grito.- ¡Perdón, Neah!
-¿Cómo me llamaste?-pregunto Allen sintiendo que algo en su interior se removía de…¿alegría?- Me llamo Allen.
-Lo siento.-dijo ella levantando la mirada y levantándose, Allen se apresuro ha hacer lo mismo.
-¿cuál es tu nombre?-pregunto Allen.
-Kessha.- respondió ella.
-Encantado de conocerte, Kessha.-dijo Allen con una sonrisa mientras la tendía la mano derecha.
-Igual-…- algo en el interior de Kessha palpito con fuerza y sintió algo parecido a la repugnancia cuando toco la mano de Allen y la aparto de un manotazo en un acto reflejo.
Por su parte Allen se sorprendió al ver el gesto de la chica y retrocedió un paso.
-No se qué me pasa hoy…-dijo Kessha mientras se le ensombrecía el rostro.- Perdón, Ne…Allen.
-No pasa nada.-dijo Allen.-Kessha, ando un poco perdido ¿sabes dónde está esta dirección? –pregunto mientras le tendía el papel con la dirección.
-Sí, no está lejos, yo te guio.-dijo ella con una sonrisa.
Había mucha gente en esa calle y para evitar que Allen se perdiera, dado que le parecía un chico despistado le tomo la mano izquierda. El corazón de Allen comenzó a palpitar con fuerza, sentía que la conocía de algo pero no sabía identificar de que, jamás la había visto y tenía que reconocer que era incluso más hermosa que Lenalee.
Kessha llevo a Allen a una vieja posada de las afueras de la ciudad, la posada estaba rodeada de arboles y muy bien ocultada. Kessha advirtió un chico apoyado en la puerta.
-Llegas tarde Moyashi.-dijo un guapo ojinegro con tono arrogante.
-¡Bakanda! ¿Cuántas veces te tengo que decir que me llamo Allen?-dijo Allen enfadado mientras se acercaba al otro joven y soltaba la mano de Kessha.-No tenemos tiempo para que andes ligando con pobres.
-¿Perdón?-dijo Kessha con tono gélido.- ¿Quién es pobre, samurái de pacotilla?
-Tienes agallas, enana.-dijo kanda acercándose.- mas te vale que eches a correr o sino…
-¿o sino que, samurái de pacotilla?-dijo Kessha, amenazante.
-Kanda, para ya, ella me ha llevado hasta aquí y…
-Cállate, Moyashi.-dijo mientras miraba a Kessha y desenfundaba su Katana. Esta no retrocedió y se acerco a kanda, cuando estuvo lo suficientemente cerca hizo una pirueta y salto por encima de Kanda, que irónicamente le sacaba dos cabezas, llevándose la cinta que sostenía su larga coleta.
-¡Mía!-dijo ella mientras aterrizaba en el suelo. -¿vamos a jugar, señor samurái de pacotilla~?
-¡Serás…!-dijo kanda explotando.-Vas a morir.
Mientras tanto Allen observaba la escena intentando no reírse, Kessha corría rápidamente y detrás un kanda que solo veía cuando el mismo lo enfadaba .De repente su ojo derecho se activo, dejando ver un par de akumas de nivel dos y uno de nivel tres.
-¡Kanda! ¡Akumas!-este se detuvo y Kessha también.
-¿Qué es un akuma, Allen?-dijo Kessha, confundida.
-Kessha, ¡vete de aquí!-grito Allen.
-Pordiosera, hazle caso.-dijo kanda en guardia, olvidándose de la cinta.
-¿eh? ¿Por qué?
-¡eh!¿no es esa enana que tenemos que llevarle ..?-estaba preguntando una voz grotesca cuando un fuerte tortazo por parte del akuma de nivel 3 lo sacudió.
-¡Se mas respetuoso con nuestra ama, imbécil!
-¿ama?-pregunto Allen.
Unos cinco akumas se dejaron ver, y Kanda sin dudarlo un segundo ataco al más cercano que se situaba a unos cuatro o cinco metros, no le fue difícil eliminar a tres.
Kessha, por su parte había retrocedido, una parte de ella estaba divirtiéndose viendo como Allen y Kanda luchaban con aquellos demonios de extraño aspecto, la otra parte de ella se sentía aterrorizada, no por los akuma sino porque le resultaba muy familiar el verlos y sentía que no solo había esos en la zona. En menos de un segundo, Kessha se sintió apresada por unos huesudos y malolientes brazos.
-Lo lamento ama, pero el Señor Tyki requiere su presencia.
-¡Suéltame!-grito mientras se removía en los brazos del akuma.- ¡suéltame ya!
Mientras tanto Allen y Kanda acababan de exterminar al último akuma, no estaban malheridos, únicamente unos rasguños por parte del peliblanco. Allen escucho aquel grito y rápidamente ataco al akuma que apresaba a Kessha. Sin embargo, otro akuma intercepto el ataque de Allen.
-¡Vaya! ¡Exorcistas!¡que divertido!-dijo una voz aun mas horrible que la de los akumas normales.
-¡Un akuma de nivel 4! ¡Maldita sea! ¡Kessha!-grito Allen.
-Ya te puedes despedir de la pordiosera, Moyashi, vamos por el nivel 4.-dijo Kanda con determinación.
-¡No!-dijo Allen, pero no pudo decir ninguna otra palabra, el akuma de nivel 4 no espero ninguna queja y ataco con decisión.
-¡huy! ¡Hermano, no te diviertas tu solo! ¡Que hay más de un exorcista!-dijo otro akuma de nivel 4 aterrizando con un gran estrepito en el suelo.
Aquello era demasiado, difícilmente Allen y Kanda podrían acabar con un akuma de nivel 4, ¿Cómo competir contra dos?
Kessha seguía resistiéndose a ir con el akuma, se removía como una salamandra para intentar escapar. Se olvido de sí misma por un momento y alzo la vista, viendo como los dos exorcistas peleaban como podían contra los akuma de nivel 4. Lo que más capto su atención fue Allen, su rostro mostraba preocupación. El akuma de nivel 4 lanzo un ataque que fue repelido gracias a la inocencia de Allen, pero este vio con horror como el ataque del akuma era redirigido a Kessha, impactando en el cuerpo de la chica con rapidez.
Kessha ahogo un grito y sintió un terror enorme, parecía que iba explotar de un momento a otro, la sangre hermanaba de su cuerpo con rapidez, estaba casi muerta. No obstante, su cuerpo tomo una nueva fuerza que no había sentido antes y sin que ella fuese consciente de nada, su cuerpo adopto la forma del Noah de su interior, su piel se torno oscura, sus ojos cambiaron a un bello dorado y las marcas en su frente resurgieron junto una macabra sonrisa en sus labios. Kessha se vio libre del agarre del akuma, que había explotado con el impacto del ataque del otro akuma. La pelea se detuvo y los dos akuma se dieron la vuelta mirado a la Noah con miedo.
-Vaya, que niños mas malos, atacando a su dueña.-dijo ella con voz juguetona.-muy mal….muy mal.-ella seguía avanzando hacia los akuma mientras decía estas palabras.
Allen se quedo completamente congelado y la sensación de familiaridad aumento considerablemente junto con los latidos de su corazón que resonaron es sus oídos. Por su parte Kanda no espero un segundo a aquella oportunidad y ataco, matando a uno de los akumas de nivel 4. El restante se alerto y esquivo el otro ataque de kanda.
-¡oh! No, akuma, quédate quietecito, tienes que tener tu castigo ahora.-dijo ella ampliando su sonrisa.
-Pero…ama…
-jajaja, obedece ahora.-ordeno entre risas y el akuma no pudo hacer nada más que obedecer, el arma de kanda impacto en el cuerpo del akuma, partiéndolo en dos casi al instante.-buen akuma jajaja.
Kessha se giro hacia Allen que seguía quieto como una estatua, mirándola y se acerco. Kanda estaba indeciso, aunque no lo mostraba. No estaba seguro de si debía atacarla o no, durante los segundos de indecisión de kanda, la Noah hizo desaparecer la distancia entre el cuerpo de Allen y el suyo.
-Allen…Neah…-dijo mientras se acercaba aun más.
Allen no sabía qué hacer, pero se encontró deseando completamente que aquellos finos labios se juntasen a los suyos y lo habrían hecho de no ser por el ataque que la Noah tuvo que esquivar por culpa de kanda.
-¡Eh! ¡Moyashi, despierta ya! ¡Que es una Noah!-dijo Kanda mientras le daba una patada.
Un torrente de emociones sacudía a Allen, se encontraba enfadado por el beso no recibido por culpa de kanda, una sensación de necesidad urgente y un gran pesar. A pesar de todo esto Allen reacciono, miro a kanda y luego a la Noah, esta le sonrió.
-Allen…cógeme.-dijo esta antes de desmallarse. Allen acato la orden con una velocidad hasta entonces desconocida para él y para Kanda. Kessha volvió su forma humana mientras caía.
-Tenemos que llevarla a la Orden lo más rápido posible.-dijo kanda acercándose a Allen.
- Buenas tardes, chaval.-dijo una voz a sus espaldas, ambos se giraron.
-Tyki Mikk.-dijo Allen sorprendido.
