DISCLAIMER: El universo de los Juegos del Hambre no nos pertenece, es propiedad de Suzanne Collins
Nota de las autoras: Normalmente suelo poner estas aclaraciones al final de cada capítulo, pero teniendo en cuenta que este fic es algo peculiar, he decidido colocar esta nota al principio del mismo. He de decir que este fic es escrito por dos personas, The Secret Girl y yo; motivadas por el hecho de que queríamos que nuestros dos personajes, Chrysta y Samantha, se encontraran en unos Juegos alguna vez. Para poder conseguirlo, teniendo en cuenta la diferencia de edad entre ambas, hemos tenido que recurrir a un Panem donde la Rebelión no tuvo el triunfo esperado y donde se siguen celebrando Juegos del Hambre cada año.
Las brumas matinales no se habían despejado del todo sobre las altas siluetas de los elegantes edificios del Capitolio, como si unas manos fantasmales se hubieran aferrado a los edificios de la ciudad. Por las calles había una febril laboriosidad, los habitantes de aquel lugar se movían con la prisa de alguien que ha de atender miles de compromisos banales, pero dicho movimiento brillaba por su ausencia en la sede de los Juegos del Hambre, donde en una sala en penumbra, en torno a una alargada mesa, los miembros del Gobierno de Panem se habían sentado junto con los Vigilantes de los Juegos, examinando con ojo crítico miles y miles de posibilidades para los próximos Juegos que se iban a celebrar. A la cabecera de la mesa se sentaba Aphrodite Murray, una mujer de cabello azulado, piel decolorada hasta ser de un blanco enfermizo y ojos muy maquillados, que observaba a los congregados con sus finas cejas fruncidas. No muy lejos de ella, Rómulus, un hombre de pelo cano y ojos fríos, el Vigilante Jefe, pasaba un holograma tras otro, haciendo que las imágenes iluminaran el centro de la mesa.
―Como ya sabréis, este año se celebra la edición duocentésima de los Juegos del Hambr―e la voz cascada del hombre resonó en la estancia, atrayendo la atención de los congregados ―En primer lugar, quisiera darle la enhorabuena al gobierno que sigue permitiendo que dicha tradición siga celebrándose.
Un aplauso quedo se elevó sobre las cabezas de los asistentes, mientras que los adulados realizaban un sencillo gesto de reconocimiento, gesto en el que Aphrodite no participó, pues se limitó a clavar sus oscuros iris en el hombre que intentaba dar la ponencia.
―Como bien nuestra amada presidenta me ha indicado con anterioridad ―continuó ―Estos Juegos han de ser uno de los mayores eventos que hayan sido vistos en todo nuestro gran país, como un recordatorio de que, a pesar de la Rebelión pasada y de que durante varios años el gobierno capitoliano fuera derrotado, este ha vuelto a resurgir de sus cenizas.
Un nuevo aplauso recorrió la sala, mientras que el orador se sentaba. Justo al tomar asiento, una vigilante sentada en el otro extremo de la mesa, se puso en pie.
―Como bien el señor Field ha señalado, estos Juegos han de ser un verdadero acontecimiento, han de crear una impresión en todos los espectadores que jamás se pudiera olvidar. Es cierto que poco a poco, con el paso de los años, hemos ido cambiando un poco la dinámica de los mismos, alejándolos de la primitiva competición inicial para convertirlos más que en una lucha por la supervivencia, en una verdadera batalla entre sus participantes. Y ahora deberíamos darle un nuevo giro, un nuevo enfoque, para cincelar en toda nuestra nación que por mucho que hayamos sido derrocados, siempre hemos resultado más fuertes que los distritos.
La multitud asintió en reconocimiento mientras que la mujer tomaba asiento. Fue en ese momento cuando uno de los consejeros del gobierno, un hombre entrado en carnes y con una brillante calva, se levantó de su asiento.
―Hasta ahora, nuestros Vigilantes parecen decididos a hacer de esta edición la más inolvidable de todas ―proclamó ―Y yo personalmente creo que eso no solo se basa en el diseño del estadio o en la distribución de trampas; no voy a negar que han hecho un gran trabajo, pero un tablero sin buenas fichas, no es más que simple madera. Lo que yo propongo, es que en esta edición no solo tengamos el más mortífero de los estadios, sino que también enviemos a él a los más mortíferos tributos.
Un murmullo tenso recorrió la sala, mientras que la presidenta fruncía el ceño. Parecía algo desconcertada, pero si se miraba con atención, podía verse como bajo su aspecto impasible maquinaba algo, tramaba un nuevo plan.
―¿Los mejores tributos? ―inquirió un Vigilante ―¿Acaso propones que vayamos a los distritos y obliguemos a los chicos en edad elegible a hacer una exhibición?
―¡Eso sería una pérdida de tiempo! ―la Vigilante que habló antes, metió baza ―En los distritos profesionales no tendríamos problemas, pero en los demás no encontraremos a nadie que cumpliera ese requisito. ¡Pensad en el 12, por ejemplo, apenas si ha tenido ganadores! Sus tributos nunca han sabido manejar un arma.
―En eso te equivocas ―un consejero decrépito aprovechó para hablar ―A pesar de mi edad soy demasiado joven para haberlo visto, pero mi abuelo me habló de una ganadora de ese distrito que era una profesional.
―Tampoco hay que irse tan lejos ―señaló un Vigilante ―No olvides que cuando los Juegos se reanudaron después de la Rebelión, el 12 dio otra ganadora.
―Sea lo que sea, esas fueron excepciones ―la aludida negó con la cabeza ―No las vamos a encontrar otra vez.
―¿Y quien ha hablado de tener que elegir tributos en los distritos? ―inquirió una voz fría. El silencio se impuso de inmediato, mientras que cada cabeza se giraba hacia Aphrodite, que se había alzado de su silla ―Queremos a los mejores tributos de todos los tiempos, ¿no es así? Y podemos conseguirlos sin molestarnos en dejar el Capitolio...
Tomó asiento nuevamente, sacó un extraño dispositivo de la manga de su oscuro vestido y tecleó en él una secuencia, que hizo que la imagen del estadio que había venido presidiendo la mesa, se cambiara por una extraña lista de letras y números -Desde siempre, Panem ha mantenido un registro con muestras de sangre de cada uno de sus habitantes, sobre todo si son personas con cierto renombre, como un ganador de los Juegos, o un tributo. Poseemos un buen instrumental técnico en nuestros laboratorios, y con dichas muestras de sangre podríamos tener a los veinticuatro mejores participantes para estos Juegos.
―¿Está sugiriendo...? ―comenzó a preguntar Rómulus, algo tenso.
―Estoy sugiriendo que este año vamos a organizar estos Juegos con los mejores tributos habidos hasta la fecha ―sentenció la presidenta.
Varios pisos bajo tierra se extendía por debajo de la sede central de los Juegos un laboratorio donde los genetistas solían trabajar en el desarrollo de mutos. Sin embargo, aquel día estos se hallaban superados en número por varios Vigilantes, que en esos momentos pasaban las fichas de identificación de los numerosos tributos habidos hasta la fecha en las múltiples ediciones de los Juegos del Hambre. Ya habían sido seleccionados los candidatos para todos los distritos, un chico y una chica, no necesariamente ganadores, pero sí buenos contrincantes. Pero a la hora de escoger los tributos representativos del 12 habían tenido un problema: solo eran cinco los ganadores del mismo, justamente los que habían sido más notables, pero tres de ellos, entre los que se encontraban los dos únicos varones, estaban demasiado ligados a la Rebelión como para tratar de meterlos nuevamente en la arena. No era buena idea volver a emplear como tributos a aquellos que en un pasado se rebelaron.
―Esto no tiene solución alguna ―bufó Rómulus mientras que, exasperado, pulsó una sección de la pantalla, haciendo que la tarjeta de un chico de pelo rubio y ojos azules dejara paso a la de una chica de cabellos pajizos y piel tostada ―No tenemos candidatos aptos para el tributo masculino del 12.
Volvió a pulsar la misma sección, haciendo que todas las fichas de los ganadores del distrito minero volvieran al inicio, apareciendo ahora la imagen de una muchacha de pelo oscuro y aspecto feroz. Venus, una Vigilante que trabajaba como tal por primera vez, miró el rostro de la tarjeta con curiosidad.
―¿Quién es ella?― preguntó ―No es Katniss Everdeen, ¿verdad?
―Se llamaba Chrysta Clearwater ―leyó el Vigilante ―Fue la primera ganadora del Distrito 12, participó en los Segundos Juegos, se la consideró como la primera profesional del distrito. Es la única candidata apta, además de esta otra ―volvió a pasar las fichas, hasta que la chica de pelo rubio volvió a aparecer ―Samantha Thor, ganadora de los Septuagésimo sextos Juegos del Hambre. Parecía poca cosa, pero demostró ser algo más que una simple niña. Ambas serían buenas tributos, ¿pero a cual deberíamos mandar?
―Si me permite la sugerencia ―señaló la chica ―he visto como se quejaba de que el Distrito 12 no ha tenido ningún tributo reseñable salvo sus cinco ganadores, y luego se ha quejado de que tres de ellos eran poco aptos para ser clonados, por su relación con la Rebelión, lo que eso reduce a los candidatos a dos: estas chicas. Ya hemos cambiado bastante los Juegos desde su concepción... no creo que pase nada por que los cambiemos algo más.
―¿Estás sugiriendo que Chrysta Clearwater y Samantha Thor sean las tributos del Distrito 12?
―¿Por qué no?― la Vigilante apartó a un lado a Rómulus y tecleó algo en un teclado táctil, haciendo que ante sus ojos aparecieran dos resúmenes de diferentes Juegos: los Segundos y los Septuagésimo sextos ―Ambas chicas son muy similares ―musitó ―Mismo instinto, táctica similar... solo difieren en el uso de las armas. Básicamente podrían ser dos caras de una misma moneda.
Rómulus observó las dos imágenes que lo contemplaban con ojos huecos desde la pantalla. De una a otra había casi ochenta años de diferencia, pero las palabras de su empleada no dejaban de darle vueltas en la cabeza. Buscaban a los mejores tributos, y ellas dos eran las únicas candidatas a ese puesto en el distrito minero.
―Está bien ―suspiró ―Busca sus muestras y mándalas a clonar; son las únicas que nos quedan ara completar a los veinticuatro de este año.
Espero que os haya gustado este proyecto, porque a nosotras nos hace especial ilusión. Y como tal, pedimos que ya que os habéis tomado la molestia de leer, nos dejéis un Review.
¡Nos leemos!
