Tonalidades
FMA no es mío.
El pelo de Winry tomaba cientos de distintas tonalidades con el pasar del día. A la mañana, cuando el alba comenzaba, se veían casi rojizos. Más tarde, con la mañana encima se coloreaban de un hermoso rubio dorado. Luego, como al mediodía, eran del color de los limones maduros. Y al atardecer, sutilmente, parecían tener de a ratos un leve color cobrizo. Sí, algo así.
Todo aquello lo había descubierto en los últimos dos meses, aquellos que llevaban en una relación seriamente adulta.
Y cuando Ed pasaba las noches con ella, se desvelaba para ver el amanecer y el inicio de las mutaciones del pelo de ella. Y sonreía.
A veces, los más mínimos detalles podían ser la cosa más curiosa del mundo, Winry pensó, viendo como los ojos de Ed parecían cada vez más dorados, e incluso algunos días casi naranjas, según la fuerza del sol.
Ambos se miraron y se rieron.
Y en cada sonido, oh, curiosidad, miles de tonos distintos. Que tendrían la vida para descifrar.
