Ese día había sido, de lejos, el peor de su vida.
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Theresa pensó que el día en que Julian, en su Kluu de Monstruos, había revelado eso, sería el peor día de su vida. Qué inocente había sido. Debió haberse quedado en casa cuando el autobús pasó frente a ella, salpicándola de barro de pies a cabeza. Realmente, realmente debió haberse ahorrado el castigo por llegar tarde.
Pero no podía ir a la escuela apestando a barro, así que se había dado una ducha y se había puesto la ropa más adecuada para ir a la escuela que tenía. Se había olvidado de poner a lavar la ropa, y como ésa era su responsabilidad, sólo tenía una camisa de círculos concéntricos rojos y blancos, un vaquero que no usaba años ha, y unas medias de invierno.
Era eso, o faltar a clase.
Y ella, había ido.
Qué equivocación tan grande.
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El peor día, sin duda, y había empezado con su abuela entrando a su habitación y tirando "todos esos trapos oscuros". Como las mangas de encaje que planeaba usar en ocasiones especiales, ésas que le habían costado casi todos sus ahorros, o la pollera de cuero violeta hecha en Europa. Y se iba a quedar dos meses por temas de salud, y Julian era el que tenía la habitación con más espacio, y si no cabía la abuela, entonces podría "dispner" de lo que encontrarse para tirarlo.
Julian metió su módulo de Rol, junto con sus dados de veinte caras, en su mochila, y metió lo más importante de su habitación dentro. Su abuela era de la clase que insistía en despertar a toda la familia para ir a la iglesia los domingos. Se había llevado sus velas negras, y en vez de su estatuilla de Cthulhu, había una serie de figuras de un material desconocido, representando a arcángeles cristianos.
Pero no iba a ir a la escuela de blanco, de eso ni hablar.
Qué pena que toda la ropa blanca, flúo, o de colores se hubiese caído pro su ventana hacia el charco de barro del patio trasero. Iba a tener que ir con el pijama, con diseño de telas de araña. Y su sombrero no se lo quitaba ni Dios. Frase que escandalizó a su abuela a un nivel nunca imaginable, y llamó a un sacerdote de cabecera para que exorcizase a su nieto.
De paso, sacó un conjunto de ropa verde claro y se lo lanzó a la cara, diciéndole que iba a ir a la escuela, en ropa interior o con eso.
Julian eligió el mal menor.
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-Y mamá está de acuerdo con ella, Cunningham. ¿Puedes creerlo?
-Sí, Howard, lo creo.
-¡Dieta! ¿Qué acaso no ven la belleza de unas buenas curvas masculinas?
-Como las que hacías en el arcade, sí, recuerdo eso- dijo Randy, algo más divertido.
-¡No me importa! ¡Te gané en ese videojuego y ganaré a esas dos!
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Ese día parecía empezar con el buen pie.
Randy se levantó después de un sueño en donde el Ninja derrotaba a McFist frente a toda la ciudad, y le enviaban a la cárcel. Viceroy volvía a Francia, de vacaciones quizás, con Nicolás en una canasta con cintas. Howard estaba allí, filmándolo todo para el programa de Heidi, quien le había dado a su hermano todos sus vales de descuento en el local de pollo frito de Charlie como pago adelantado. Algo sobre ventajas de ser de la prensa.
Su madre había salido temprano, así que aprovechó para hacerse su desayuno favorito. Sentía que tenía sus pilas cargadas a tope, y era Miércoles, así que ese día ni McFist ni el Hechicero harían de las suyas. Podría ir al Foso de los videojuegos, derrotar de nuevo a Howard…
El Nomicon brillaba.
Randy, curioso, miró hacia todos lados y apartó los restos de su desayuno. Abrió con cuidado el libro.
-¿Qué sucede, Nomicon?
El libro tiró de él hacia su interior, y Randy se encontró a sí mismo en el medio de un bosque de bambú, sobre un almohadón flotando sobre el agua.
Una frase empezó a formarse frente a él.
"Un ninja debe ver más allá de lo que ven sus ojos"
-¿Más allá?- preguntó Randy, confundido -¿Cómo con rayos X? ¿Puedo aprender eso?
El Nomicon se limitó a hacerlo volver a su cuerpo.
Su cuerpo con la cara contra la mesa de la cocina, babeando y con migas pegadas a la cara.
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-Pero Heidi no me va a apartar del flan, eso no. ¿Sabes lo delicioso que es?- protestaba Howard al entrar a la escuela.
-Si lo es tanto como dices, puede que me termine comiendo el tuyo- dijo Randy.
-¡Ni lo sueñes, Cunningham!
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La vestimenta había resultado ser mucho más incómoda de lo que había pensado.
Theresa se encontró con que las bastoneras ya no formarían parte de los grupos de la escuela, y que tenía que devolver su batuta. Batuta que ella había pagado y que, por ley, era de ella. Casi mordió al director, y al final logró quedarse con su preciada batuta. Se cruzó con Julian de camino a su siguiente clase, vestido con ropas verde claro.
-¿Qué te ha pasado?- le preguntó la muchacha.
-Mi abuela quiere exorcizarme, empezando por mi ropa- tiró de una de las mangas cortas de la camisa que llevaba –Ni siquiera tiene cadenas. Al menos, logré salvar el módulo de Rol- miró a la muchacha a la cara -¿Otra vez el director?
-Otra vez. Y llegué tarde así que tengo detención. Y llegué tarde porque el autobús me bañó en barro, así que tuve que ir a bañarme a casa. Y ahora tengo unas ganas bárbaras de jugar a tu módulo.
Julian sonrió.
-Toda persona es bienvenida.
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-¿Día vegetariano? ¿En qué están pensando?- Howard, ultrajado, observaba el menú del día de la cafetería -¡Y no hay siquiera un postre!
-Howard, dice que hay ensalada de frutas de postre- dijo Randy, leyendo el menú –Y dice que es el día saludable, o algo así.
Howard no lo escuchó, y avanzó hecho una furia hacia las bandejas con comida, buscando algo que pudiese considerarse, a sus ojos y a su boca, como comida. Fuera, la lluvia empezó a caer con fuerza, y Randy miró hacia la ventana, extrañado. Howard no le prestó atención, pero Randy miró las ventanas, confundido. No había pronóstico de lluvia hoy. Y no era lo único extraño en toda la escena.
La mesa dorada estaba allí, vacía, en el punto más deseado de la cafetería.
Randy observó que ni la cocinera estaba presente, y no se veían rastros de otros alumnos, pese a ser la hora de más actividad de la cafetería.
-¿Howard? Creo que hay algo extraño en…
Howard no estaba.
La lluvia golpeaba los vidrios con una fuerza nunca antes vista.
Y el agua subía como si la escuela fuese un submarino sumergiéndose.
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Ese día era el peor de su vida.
Por primera vez desde principios del año escolar, su auto no había sido destruido por el ninja.
Lo había chocado un camión.
Un camión sin el freno de mano, ya que su conductor había bajado y se había olvidado de esa precaución básica, y el vehículo había rodado cuesta abajo, hacia el hermoso auto recién lavado. Y encerado. ¿Es que nunca iba a aprender la lección? No más cera, se dijo, y lo volvió a encerar.
Y para peor, estaba flotando.
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En el primer día, Randy se despertó con una cola de sirena.
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Todo comenzó cuando ví cierta serie de Disney XD. Sólo por el diseño de personajes merecía una oportunidad. Y empezaron a ocurrírseme cosas, que empezaron siendo un fanfic, pero sobrepasaron el universo de la serie, y ya llevo sesenta páginas de la historia. Pero entonces me dije que podía hacer un fanfic basado en la historia que excedía al universo de la serie que me había inspirado en primera instancia.
Y allí voy.
Nos leemos
Nakokun
