Nerviosa estoy; Es el primer escrito de este año, me ha costado horrores pero lo eh disfrutado mucho. Amo esta época en la que se conocen pero no tengo la mentalidad suficiente para plasmarla con el respeto que se merece.

A quien pidió este relato: cruzo los dedos por que te agrade, esta echo con todo el corazón del que actualmente soy capaz.

Esta es mi nota, una carta de amor.

sososososososososososo

El instituto es aburrido, al principio me atrajo la idea de continuar los estudios, conocer gente interesante y por fin encontrar mi sitio en la sociedad.

—Margarite mi hijo desea ser detective—comenta una dama a otra de más edad.

— ¿Y lo permitirás? Sabes que es muy difícil encontrar respeto por esos barbaros uniformados—termina tomando un sorbo de té.

—Aun no lo decido madre—la incomodidad sale por cada poro de mi piel.

—Y eso que, sabes que Anastasia no resistiría que uno de sus hijos no sea el gran terrateniente que su padre ha soñado ser.

—Es lo que yo decida, no mi padre—termino la conversación dando media vuelta, alejándome de ambas damas.

Ellas no lo saben, lo único que les importa es cuánto dinero tienen, con qué hijo casaran con tal muchacha, quien es más rico cada día que pasa y quien se queda en la pobreza. La sociedad es pobre en educación y cultura, en sus cerebros solo almacenan los datos necesarios para un buen negocio, no se fijan más allá de sus narices. Los odio.

Sin embargo, hoy en clase de anatomía ha pasado algo interesante en todos los sentidos.

El foro es amplio, diez gradas reciben a los alumnos y curiosos, desde arriba la acústica es increíble sin embargo en la última hilera la vista de lo que se disecciona en la mesa es asombrosa. Suelo sentarme en medio hasta el frente de todo y gracias a mis capacidades deductivas y mi boca suelta desinhibida me puedo permitir estar solo en un radio de dos metros, cualquier queja de mis compañeros era recibida en el buzón vacío que era el Doctor William Brydon, el nuevo cirujano encargado de mostrarnos los órganos internos.

—Profesor…

—Sr Sarandon, si no es de la clase su comentario puede irse callando—recitaba mientras seguía concentrado en el pizarrón.

—Pero señor…

— ¡Basta!—interrumpía de nuevo. —el señor Holmes no tiene preferencia pero en esta clase lo único que se toma en cuenta es el conocimiento y hasta el momento el caballero es lo único que ha compartido.

—Pero es un perdedor—reclamaba el cabeza dura.

—Probablemente tenga razón, mas sin embargo él ya se sabe de memoria el nombre de cada órgano y ni siquiera los hemos visto, así que siéntese lejos de su persona y escuche con atención, tal vez aprenda algo.

—No me quedare aquí para ser víctima de insultos tan poco elegantes, indignos de un Profesor de esta institución.

—La puerta está muy ancha, caballero puede retirarse. —termino el profesor señalando la dirección hacia la salida.

Tomo sus cosas con molestia sobre-actuada y en el proceso de salida casi choca contra otro cuerpo que estaba por entrar. Incomodado por la imperiosa huida del otro el nuevo alumno se quedó congelado ante la visión de la sala observándolo con detenimiento.

—Señor Watson pase y póngase al corriente o vallase—comento el profesor con molestia.

—Lo siento profesor—dijo apenado y tomando el lugar vacío aun lado de mí.

— ¿Está seguro de donde tomo asiento?—dijo el maestro levantando una ceja.

El chico volteo hacia el profesor pasando su mirada hacia mí con lentitud y cara de interrogación perfectamente legible.

— ¿Está ocupado?—me pregunto señalándose.

—No—logre disfrazar el nerviosismo aclarándome la garganta.

—Señor Holmes, si vuelve a interrumpir mi clase será usted quien salga, ¿quedo claro?—me señalo levantando una ceja.

—No sé de qué me habla, profesor. —conteste lo más inocente que pude.

Sonriendo volvió a sus apuntes en la pizarra. El Doctor William Brydon era el único y primero que toleraba medianamente mis interrupciones, sarcasmos y peroratas hacia su clase y persona. Cuando recién lo vi entrar al aula supe que venía de una familia acomodada y que su pasión verdadera era el ejército, pero por algún motivo del caprichoso tiempo y espacio había terminado dando clases de anatomía para avanzados en los cursos de medicina. Según él, toleraba mis acciones por el simple hecho de que la brillantez de una mente prodiga como la mía no debe ser motivo de rechazo bajo ningún concepto. Sin embargo encontró divertido y eficaz el amenazarme con sacarme de clase para medianamente calmarme por instantes.

Hasta que algo interesante pasaba, no tenía que volver a utilizar la amenaza.

Sin embargo ese día, por circunstancias que en ese momento no analice a fondo, no tenía intenciones de ser enemistado con ningún comentario, acción o persona dentro de esa aula, respondía de manera directa pero no hiriente y dando a entender mi punto de vista sin pelear con alguno de los presentes, cosa que sorprendió al profesor y abusando de ese descubrimiento termine explicando a toda la clase el funcionamiento del intestino y algunos problemas básicos en la vida diaria de una persona adinerada contra otra de escasos recursos.

—Increíble.

Cuando termine de explicarlo y el silencio se hizo presente esa palabra, simple e inusual, reboto haciendo eco, salpicando a todos y coloreando de amarillo mi interior.

—Es decir, es fabuloso el estudio de donde sacaste esos conocimientos, no lo creerías hasta verlo comprobado. —expreso con un adorable enrojecimiento creciendo en sus mejillas.

—Yo hice ese experimento—comente con la urgencia de aclararlo.

—Muy bien caballeros, termino la exposición de la brillante mente de Holmes. Analicen los datos que se les dio y traigan un escrito de las zonas con más y menores problemas con el intestino.

—Profesor yo…

—Holmes, quiero ese experimento para analizarlo. Buen día. —comento de camino a la salida tomando su sombrero y abrigo.

Permanecí en mi asiento con la mirada perdida un poco sorprendido por lo que había pasado, nunca ningún profesor se interesó por mis experimentos y los pocos a los que les había mencionado la existencia de estos terminaban por decirme que eran una pérdida de tiempo o simplemente no les interesaban si no les traía fama instantánea.

—Así que eres un cazador de microbios.

Su voz, dulce y clara, se coló entre mis pensamientos sacándome de la inconsciencia, tomando mi mente y dominando mis acciones.

— ¿Perdón?

— ¿De verdad no sabes qué es eso?—me dijo un poco confundido.

—Yo solo hago experimentos que me interesan para poner en práctica lo aprendido en las investigaciones criminales—conteste tomando mis cosas.

—Policía.

—Detective Consultor. Primero y único en el mundo.

—Impresionante. —contesto con una sonrisa. Una verdadera y sincera sonrisa.

sososososososososososo

Ok, primer capitulo.

El doctor William Brydon es real, un real héroe de la Primera Guerra Anglo-afgana, lo pueden consultar en Wikipedia (la fuente de información actual).

Casi lo olvido: Nada de aquí me pertenece, salvo la trama, la mención de personas reales es pura referencia y no pretendo dañar bajo ningún concepto a nadie.

Este fic pertenece a la actividad de intercambio de San Valentin del foro... *olvida el nombre del foro*

Faltan mas capítulos, enmendare mi error en el que sigue.