Buenos días, tardes o noches. Gracias por entrar en este fanfic, puede que te haya llamado la atención y por eso hayas decidido entrar y leer. Prometo hacer lo posible por que esa emoción con la que leerás esta historia no desaparezca.
Ah, y agradezco las ideas que todas las lectoras me dieron sobre opciones de carreras universitarias ¡Pero la idea de Beeth me encantó! Adoro el teatro y drama -Le encanta actuar aunque lo hace pésimo(?)- así que... Gracias Beeth, ¡Y gracias a todas ustedes! Aunque no sé... Creo que tal vez llegue a cambiar el título de la historia infinidad de veces ya que aún no puedo pensar en un buen título.
Antes de que leas quisiera aclarar unas cuantas dudas dudosas para que dudes dudedosamente (?)
-Blah Blah Blah Blah- (Diálogos)
'Etc etc etc etc' (Pensamientos)
"Fígaro fígaro fígaro" (Citas)
Este es un Fic AU Rivetra.
Ahora sin más preámbulo... Que rima con sonámbulo... Dejo que lean tranquilamente.
"Queda prohibido no sonreír a los problemas, abandonarlo todo por miedo y no convertir en realidad tus sueños."
Pablo Neruda
Había pasado un mes desde aquella tragedia. La muerte de esa mujer fue realmente un golpe muy duro para su familia, ya pasado tanto tiempo aún no eran capaces de superar su fallecimiento. Su marido, quien la amaba tanto, había enfermado gravemente a causa de la depresión y la tristeza que sintió cuando recibió la noticia. Pero la persona que posiblemente sufrió más la partida de la mujer, era su hija.
Ella era una chica tan dulce y risueña, optimista y cariñosa, madura y responsable, hacendosa y educada; todo lo que había aprendido a ser y hacer fue gracias a su madre. Todos los consejos que recibió, todas las responsabilidades que le fueron dadas... Técnicamente lo que esa muchacha era hoy en día, fue por la fallecida mujer. El día en el que supo sobre su muerte, la joven había sentido como si estuviera ahogándose en un hondo pozo, gritando mientras lloraba y pedía ayuda pero nadie respondía. Desde ese entonces se sentía sola, triste, vacía.
El día en el que su madre se fue... Se llevó toda la felicidad consigo.
La muchacha, de apenas 17 años, seguía siendo la misma de siempre... O al menos eso trataba de aparentar. Su padre, quien debía mantener un estricto reposo, sabía que aunque su hija se comportaba de una forma se sentía de otra forma. Él sospechaba que ella solamente trataba de contenerse y no quería mostrar su tristeza ya que no era de la clase de personas que desea la compasión de los demás. Y comprobaba su teoría todas las noches cuando se escuchaba un llanto proveniente de su habitación.
Eso ya hace un mes.
Pero el día llegó. El día en el que esa joven reflexionó que debía tratar de superar la muerte de su madre; aunque le haya dolido tanto su partida y la haya amado tanto debía aprender a vivir sin ella, recuperar su alegría, hacer lo que ama, perseguir sus sueños. Fue entonces cuando se decidió a ir a la Academia de Arte y Talentos Reinhart. Había deseado asistir esa Academia desde qué era una niña, porque era el mismo lugar al que su madre solía asistir.
Le encantaba la actuación y era muy buena para eso, muchos de sus compañeros de la escuela solían decírselo desde la primaria cuando ella participaba en una obra.
La Academia Reinhart era muy popular y famosa por forjar a los cantantes, actores y artistas más talentosos y darles la oportunidad de ser reconocidos por su talento a nivel mundial. Ella quería entrar allí, lo deseaba más que nada y ahora que su madre ya no estaba, lo anhelaba aún más, pues si lograba lo que ella pudo hacer mientras estaba con vida, sentiría que estaría a su lado.
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Todos los participantes que se habían anotado para la audición de admisión en la academia estaban presentes en la sala; habían demasiadas personas con innumerables talentos. La joven no podía evitar sentirse nerviosa, estaba sentada en el suelo mientras trataba de respirar para poder calmarse mientras escuchaba a la gente que la rodeaba. Muchos decían que de todas las personas que se presentaran en la audición al final los jueces terminarían escogiendo solamente a 5, por lo que era obligatorio convencer a los tres jueces que estarían observando que sus talentos valían realmente la pena, la academia era muy estricta y por eso debían hacerlo de esa forma. Cuando ya estaba cerca de ser llamada para ingresar a la sala donde se encontraban los jueces, se percataba de las muchas mujeres que entraban a la sala y salían llorando.
-Escuché que uno de los jueces es demasiado duro y frío. Su mirada puede congelarte y hacerte perder la concentración.- Explicaba un muchacho de los próximos en ser llamados. La joven muchacha escuchaba curiosa lo que todos decían.
-Yo también escuché eso...- Comentó una mujer. -¡Dicen que es Levi Ackerman!- La joven, que aún continuaba escuchando, pareció sorprenderse un poco al escuchar tal nombre. ¿Acaso era aquel nuevo joven actor que mostró un gran talento desde que se unió al mundo del espectáculo? Había escuchado hablar sobre él, pero realmente nunca supo como era él realmente.
-¿El reconocido actor Levi Ackerman? ¿Estás segura?- preguntó otra persona.
-Pero... Dicen que él da algo de miedo.- comentó otra mujer quien parecía algo nerviosa, de nuevo los nervios de la joven de ojos Ámbar crecieron aún más. Se presentaría frente a un verdadero actor, no sería fácil... Pero no dudaría, no dejaría que ese hombre la pusiera nerviosa. Segundos después, la puerta de la sala se abrió y salió una mujer con una lista en la mano.
-Número 72, es tu turno.- Llamó la señora. La muchacha respiró hondo una vez más antes de levantarse del suelo y caminar tranquilamente hacia la sala. Trataba de pensar en algo más que no fueran los nervios, se había preparado psicológicamente para presentarse ante los jueces; este era el momento de lucirse, debía hacerlo formidablemente.
Al entrar a la sala subió al escenario, sintió como sus piernas temblaban por los nervios y trató de disimularlo, pues mostrar inseguridad a los jueces podría afectar en su presentación. Al colocarse en el centro del escenario, se paró firme y seria, segura de si misma, pues esa era la postura correcta que debía mostrar. Miró a los tres jueces, que la estarían juzgando:
Primero estaba un hombre adulto, con una expresión sonriente y tranquila, el rótulo de identificación que decía "Director de la Academia. Dot Pixis". A su lado, en el medio, se encontraba un hombre rubio con una expresión neutra y el rótulo que decía "Miembro del aconsejo de elección. Erwin Smith". Y finalmente el último de los jueces; se trataba de un joven muchacho, azabache y con el ceño levemente fruncido, se encontraba con los brazos cruzados y la mirada fija en la muchacha, el rótulo que se encontraba en donde el estaba sentado decía "Representante de la Academia. Levi Ackerman"
Al sentir la fría mirada del joven, la expresión seria de la muchacha cambió repentinamente aunque siempre trataba de no parecer nerviosa.
-Muy bien. ¿Cuál es tu nombre, jovencita?- Preguntó finalmente el Director llamando la atención de la muchacha.
-Mi nombre es Petra... Petra Ral.- respondió ella haciendo una pequeña reverencia ante los tres hombres. Al escuchar su apellido los jueces, a excepción del azabache, se sorprendieron.
-¿Acaso tú... Eres la hija de Mary Ral?- preguntó el rubio un tanto curioso. Sintiendo algo de tristeza ante tal pregunta, ella suspiró y asintió con la cabeza.
-Así es.- Dijo únicamente.
-¡Impresionante! Eres igualita a ella...- comentó el Director Pixis mirando detenidamente a la muchacha. El azabache chasqueó la lengua y frunció el ceño.
-¿Esto es una entrevista o es una audición?- Interrumpió la conversación un tanto impaciente regañando a los dos hombres con su tono de voz severo. -¿Les molesta si seguimos con la audición?- cuestionó con algo de ironía.
-Es verdad; lamentamos las distracciones, Petra.- Se disculpó el rubio. -¿Qué sección nos presentarás?-
-Actuación.- Dijo ella.
-En ese caso... Toma este libreto.- Ordenó el director Pixis mientras le extendía un cuadernillo. Ella, sorprendida lo tomó y comenzó a hojearlo. ¿Tendría que actuar con ese libreto? Ella ya había preparado el fragmento de una obra para poder mostrárselos, fueron demasiado inteligentes al pedirle a los actores que actuaran con un libreto hecho por ellos. Los nervios aumentaban cada vez más. -Página 21, línea 4.- indicó el hombre haciendo que Petra buscara la sección que se le había pedido. -Los padres de Annabel se divorciaron hace no mucho tiempo, desde entonces el padre se convirtió en un flojo alcohólico y no hace más que echarle la culpa a Annabel por su separación con su esposa. Tú eres Annabel.- dijo.
Escuchando el breve resumen de la historia, la joven no pudo evitar mirar al azabache, Levi. Él la observaba con gran seriedad; sus ojos parecían dos filosas espadas que se clavaban en ella, tragó saliva y respiró antes de comenzar a recitar el fragmento.
-¿Por qué el amor se acaba? ¿Por qué después de casarse... Las parejas se echan la culpa de sus fracasos? Y cuando tienen hijos ¿Por qué les echan la culpa a ellos?- comenzó a leer mientras movía sus manos y miraba a los jueces, pues todo actor debía mirar hacia el público y hablar claro. -Hace seis meses que mis padres se separaron y yo... Cargo la culpa de su separación.- Dijo cerrando los ojos al mismo tiempo que se llevaba la mano que tenía libre al pecho y continuaba leyendo, sosteniendo el libreto con la otra mano. Parecía estar haciéndolo bien, sus expresiones y movimiento corporal parecían ir bien con las acciones que el personaje tomaría. Pero lo malo pasó cuando volvió a mirar a los jueces y al ver a Levi, con esa mirada que estremecería de miedo a cualquiera, comenzó a dudar.
Toda su confianza se fue de pronto. Su expresión se tornó nerviosa y comenzó a tartamudear.
- Y-yo... No entien-entien-entiendo por qué l-os humanos nunca p-podemos aceptar nuestros errores...- su hablado comenzó a fallar y cuando se dio cuenta, ya había entrado en pánico escénico. Estaba congelada, no sabía que hacer o decir. -Eh... eh... y yo... eh...-
-Detente.- Dijo Pixis notando la falla de la chica. -Entiendo que estás nerviosa, pero tranquila. Ignóranos.- Aconsejó; Petra asintió levemente e inhalo aire y exhalo. Tendría otra oportunidad para hacerlo, esta vez no lo desperdiciaría. -Ahora-.
- ¿Por qué él no pudo aceptar que todo ocurrió por su culpa? Mamá nos abandonó y fue culpa suya.- hizo una breve pausa al leer la acción que el personaje realizaba: "(Comienza a llorar)" ¡Maldición! Debía hacerlo, no podía ignorar tal acción o afectaría en la impresión que dejaría a los jueces. Inmediatamente pensó en su madre, en la tristeza que la invadía todas las noches al no tener a su madre a su lado, en todas las noches que lloraba desde hace un mes.
De pronto las lágrimas comenzaron a salir de sus ojos y ella sollozó levemente.
-Esas... Son lágrimas reales.- Pensó en alto Erwin Smith admirando la expresión de la joven.
- Desde entonces... Mi padre me desprecia, ¿Cómo se trata a alguien que tú amas y te desprecia? La mirada de odio que se forma en su cara cuando me mira. ¡Tan sólo tengo 15 años! ¿Cómo es que un padre... Puede a odiar a su hijo, a la sangre de su sangre? ¿Cómo puede ser tan... Vil?- recitó hasta comenzar a llorar y se arrodillaba en el suelo y cubría su cara con sus manos.
-¡Espléndido!- Expresó Pixis mientras se ponía de pie, asombrado y aplaudía al igual que Erwin mientras Levi continuaba sentado cruzado de brazos.
-¡Excelente! Lo hiciste increíble...- Felicitó Erwin mientras sonreirá. Petra se levantó del suelo y sonriendo levemente secó sus lágrimas con la manga de su chaqueta.
-Es verdad... Lo hiciste bien.- Dijo Levi. -Después de haber fallado una vez.- Le recordó levantándose de su lugar y caminando hacia la muchacha. -Éramos tan sólo tres personas... Me pregunto que hubiese pasado si un público entero te hubiese estado viendo. ¿Qué hubieses hecho?- Dijo haciendo una pregunta retórica arqueando una ceja.
-¡Levi!- Erwin llamó al azabache que era apenas unos cuantos centímetros más alta que Petra. Él se giró y miró al rubio. -Lo hizo bien, aunque fuera la segunda vez, pero lo hizo. ¿No es así?-
-Ya lo sé.- Respondió Levi mirando a Petra nuevamente. -Pero las segundas oportunidades a veces no sirven de nada.- Concluyó. Ella se quedó petrificada por un largo rato y trató de hablar pero antes de poder decir algo, Levi volvió a tomar la palabra. -Que pase el número 73.- Dijo dándose media vuelta para regresar a su lugar. Los ojos de Petra se abrieron como platos.
Sus sueños, todo por lo que luchó, todo el tiempo con el que había soñado unirse a la Academia Reinhart.
Todo... Se fue a la basura en tan sólo un segundo.
Cerró sus ojos con dignidad y comenzó a caminar fuera de la sala. Sus metas, sus esperanzas... No eran más que una fantasía ahora, sentía como si estuviera a punto de derrumbarse pero ella no saldría de esa sala como todas las chicas que salieron llorando. Ella saldría, destruida por dentro... Pero de pie, con la cara en alto.
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...
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Continuará.
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