Disclaimer: Aggretsuko pertenece a Sanrio.

N/A: Me enamoré de esta serie y espero segunda temporada.


Income Statement


Muchas veces se había prometido a sí misma no volver a beber de esa manera.

Era justo el mismo número de veces en las cuales había vuelto a recaer.

—Después de todo el alcohol es el escape de todos los adultos, ¿no creen? —decía Fenneko cuando debido a la cerveza le daba por filosofar.

Y es que era una verdad aplastante. Si no fuera por el alcohol, sus amigos y los escapes al karaoke —oh, sí, sobre todo eso—, Retsuko no sería capaz de sobrellevar su propia existencia.

Todo ello en conjunto era algo así como su receta médica para no volverse loca y asesinar a alguien en el proceso. O, siendo más realistas, para evitar que su bilis se derramara.

¿Pero quién podría culparla? ¿Una vida promedio, un sueldo apenas ajustable, un jefe de mierda y una personalidad dócil no eran acaso suficiente excusa como para querer emborracharse todos los días?

Que tampoco lo haría, apenas y con lo que gastaba sobrevivía la semana.

—Embriagarse es solo como inyectarte anestesia. Al final los problemas siguen ahí mientras tú solo estás en trance. —La opinión de Haida era aguafiestas, pero también bastante respetable.

Retsuko era un punto medio entre aquellas dos opiniones. Ni muy frío ni muy caliente, ni muy dulce ni muy salado, ni muy negro ni muy blanco. Ni fu ni fa.

Ella misma se alcoholizaba y siempre se servía un vaso de más del que podía aguantar, no obstante de igual manera siempre era capaz de regresar a casa por su cuenta. Sexto sentido de gente responsable, tal vez así lo llamaría Puuko. Y Fenneko. Y Haida. Y Washimi. Y Gori. Y todos quienes la conocían.

Al diablo con todos ellos.

Pero por lo pronto prefería desconectarse de la realidad de esta manera antes que volver a entrar en un trance muy distinto del que ocasionaba el sake. Uno del que apenas y había logrado salir hasta hace poco. E ilesa. Casi. Las ampollas aún dolían.

Ese trance de cuando las hojas verdes se volvieron rosas, Excel dejó de ser alfanumérico para tan solo animar corazones y los gritos del director Ton salían en mute debido a que su mente tenía mejores cosas en las cuales concentrarse.

El anestésico se hacía llamar a sí mismo "amor".

O Resasuke, el rey de los reembolsables.

Las historias de amor de hoy en día pueden llegar a ser muy aburridas. A su príncipe azul lo conoció en una reunión de solteros, siendo ellos los inadaptados, ella misma con unas copas de más y él con menos habilidades sociales que una roca.

Bonitas palabras, un pañuelo de por medio y toneladas de imaginación lograron que pronto cayera rendida a los pies del despistado de ventas.

Que para ella era muy guapo, la opinión del mundo no importaba. Ahora que ya salió de su burbuja lo ve más bien mono, pero simplón.

Y le regalaba latas de café. Y se veían en el metro. Y salían juntos. Y ella usaba zapatos caros. Y se tomaban de las manos. Y las ampollas surgían. Y los balances generales no cuadraban. Y él seguía siendo el mismo. Y el death metal atorado en su garganta.

Tan pronto como inició, terminó.

Los musicales son un asco. Hubiese sido un error casarse con él para dejar de trabajar. Y necesita ganancias, no pérdidas. Es una contadora hasta la médula.

Así que por lo pronto Retsuko tendrá que continuar de la misma manera. Alcohol, alcohol, alcohol.

—Me sirves un poco más, Haida-kun.

A la espera de que cierta persona tomara valor.

Y otra historia aburrida diera comienzo.