Disclaimer: Las parejas oficiales nunca debieron ser, así que nosotros atentamos contra lo establecido en los últimos dos libros, porque un amor como este vivirá en el corazón de todos nosotros hoy, mañana y siempre. Los personajes le pertenecen a Jk Rowling.
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ENGAÑOS
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The Darkness Princess & Lady Muerte
Para ustedes que nos miran desde el cielo.
Siempre estarán en nuestros corazones.
D.B.M.
*·º·*·º·*
*Justificando la categoría, hay escenas de contenido fuerte xD
*º*º*º
Hermione se encontraba en el Departamento para la Regulación y Control de Criaturas Mágicas, donde trabajaba desde hacía casi dos años.
La población mágica había ido recuperándose paulatinamente dejando atrás los tiempos oscuros, Harry se encontraba trabajando exitosamente en la oficina de aurores, en tanto Ron ayudaba a George en la tienda de Sortilegios.
Los últimos meses había estado viviendo en una burbuja de felicidad, que sólo se veía afectada por la enemistad que ahora tenía con Ron; todo había comenzado cuando Draco Malfoy había reaparecido en su vida, pero no como el cretino, bastardo del Colegio, si no como el hombre que había tenido que enfrentar sus errores y aprender a vivir con las consecuencias de éstos y así como ellos, él conservaba las heridas de su pasado.
Las primeras semanas en las que él la había cortejado, se había resistido a creer en su sincero interés por ella, más cuando él nunca lo había demostrado antes, pero él no había desistido y con el tiempo había logrado ganarse no sólo su confianza si no también su corazón.
Alzó su mano izquierda hacia la luz notando la hermosa joya que resaltaba en su dedo anular, Draco le había propuesto matrimonio hacia ya tres meses, y ella no podía ocultar lo feliz que se encontraba, aunque aún no habían definido la fecha de su boda.
Harry en un principio se había mantenido receloso ante la idea que saliera con él hurón, varias veces había tenido que evitar peleas entre Draco y él, pero después de un tiempo a regañadientes había comenzado a aceptar su relación, cosa que no había sucedido con Ronald, el cual la creía una traidora. Esperaba sinceramente que algún día lograra limar sus asperezas con Draco, así su felicidad sería completa.
Tomó su bolso mirando con nostalgia la foto que tenía de ellos tres en Hogwarts, la hora de su salida había llegado, dejó su escritorio ordenado, se disponía a salir cuando un llamado a la puerta, la hizo fruncir su ceño.
*º*º*º
Harry estaba en la oficina de aurores, esa noche estaría de guardia, dejó a un lado los pergaminos que se encontraba revisando, subió sus pies al escritorio para adoptar una postura más cómoda. Los últimos días había tenido demasiado trabajo, había estado tras un grupo de magos oscuros, afortunadamente había dado con ellos, la batalla había sido monumental pero afortunadamente habían ganado, aunque había tenido que lamentar la muerte de dos de sus compañeros.
Echó su cabeza hacia atrás, dejando que se recargara en el respaldo de la silla, se quitó los lentes y se sobó sus ojos. En verdad necesitaba una buena noche de descanso, estaba molido.
Se estiró un poco y se colocó nuevamente sus gafas, tomó la edición vespertina de El Profeta, comenzó a hojearlo notando en la segunda plana la foto en grande de las Arpías de Holyhead, le habían ganado a sus rivales históricos, los jugadores de Puddlemere United.
La imagen de su novia envestida en aquel uniforme, resaltaba de entre las demás jugadoras, la sonrisa que ostentaba demostraba cuan feliz estaba, no la había visto sonreír así en mucho tiempo y quizás se debía a que no la había visto en semanas, lo absorbente de su trabajo le había impedido viajar para reunirse con ella.
Ginny había tratado de regresar a la Madriguera después de sus partidos fuera de Londres, pero había sido muy desgastante para ella y para él, porque a veces aunque quisiera reunirse con ella, se encontraba a mitad de una persecución, de una batalla, o de un interrogatorio…
Se sentía tan culpable de no dedicarle el tiempo que merecía, aunque siempre que podía se lo recompensaba y claro de vez en cuando se escapaba para asistir a sus partidos, disfrutaba tanto de verla jugar.
Era por eso que él no había cedido a los consejos de su suegra, que les sugería sentar cabeza y comprometerse. Si ahora no podían verse, no quería pensar en lo que sería estar casados y que él llegara a una casa vacía o que ella lo viera irse a mitad de la noche o en la cena, o cualquier actividad que estuvieran realizando.
Él creía más prudente esperar un poco más, tal vez más adelante las circunstancias cambiaran y ellos pudieran pensar en matrimonio y en la familia que deseaban formar.
Dejó escapar un largo suspiro que seguramente podría haber llegado hasta ella, más tarde le escribiría una carta, felicitándola por su triunfo. Siguió hojeando el periódico, su lectura fue interrumpida por la aparición de uno de sus colegas.
—Creo que esto podría interesarte —comentó Ray Silverstay, un atractivo castaño que podría haber pasado por una estrella de Hollywood, si no fuese por el pasado que se cargaba, le llevaba bastantes años a Harry de experiencia en la captura de magos oscuros.
Le aventó el fólder, mientras tomaba asiento en una de las sillas frente al imponente escritorio. Sacó una cajetilla de cigarros de su túnica oscura, tomó uno, el cual prendió rápidamente.
Harry dejó que sus cejas se juntaran, él jamás había sido muy partidario del cigarro y le molestaba bastante que Silverstay fumara en aquel lugar cerrado. Olvidó por esta vez ese detalle, hizo a un lado El Profeta, bajó sus pies y se concentró en los papeles.
Basto que los observara un instante, para darse cuenta de lo que se trataba. Desde el momento en que su mejor amiga había decido comenzar a salir con Draco Malfoy, él le había estado siguiendo los pasos muy de cerca, pues no se fiaba del todo de sus buenas intenciones, pero desgraciadamente para él y Ron, hasta el momento no habían encontrado nada turbio en su vida, para desenmascáralo ante los ojos de su amiga.
Alzó su mirada cargada de seriedad, posándola en el hombre frente a él. —¿Estas seguro de esto?
—Totalmente—silbó dejando escapar el humo—, desde hace un par de semanas ha estado frecuentando el Callejón Knockturn.
—¿Por qué nadie me había avisado? —cuestionó enfurruñado.
—Porque había prioridad en otras misiones, en los ataques…
—Esto era una prioridad —bramó molesto, lanzándole un mirada de muerte. Tal vez exageraba pero para él, su amiga era una persona muy importante —por no decir la más importante, pues ella siempre estaba para él, anteponiendo sus propios intereses—, y no quería que resultara herida por las actividades oscuras de Malfoy—. ¿A dónde exactamente es que va? ¿Qué hace? ¿Se esta reuniendo con alguien?
Se incorporó de golpe, esperando respuestas.
—Relájate, asiste a varios lugares, entra y sale de ellos rápidamente, da vueltas sin sentido…
—Sabe que lo siguen, los despista. —Dejó escapar una maldición.
—Eso no es todo, finalmente después de semanas logramos saber donde es su objetivo final, un lugar llamado The Coffin, al entrar se coloca su capucha, no sabemos con quién se reúne.
—Averígualo —ordenó en gruñido. Tomó los papeles que había arrugado en su momento de enojo y salió de su oficina dejando a Ray con una sonrisa conocedora en sus labios.
*º*º*º
Harry tomó el elevador para dirigirse al Departamento donde encontraría a su amiga, sentía que la sangre le hervía, no podía tolerar la idea de que ese infeliz de Malfoy le hiciera daño. Miles de pensamientos cruzaban su mente y en todos aparecían: «maleficios» «crucio» «Malfoy».
Llegó a la cuarta planta, dejó el elevador que comenzó a llenarse de personas. Avanzó los largos corredores hasta llegar a la puerta correcta, tomó un profundo respiro antes de dejar caer su puño sobre la madera.
No tuvo que esperar mucho, la puerta se abrió de inmediato dejando ver la figura de su amiga, quién no podía ocultar la sorpresa de verlo ahí, no era qué no se visitaran frecuentemente en el trabajo, pero hacia unas horas se habían visto.
La sonrisa que ondulaba en sus labios, se borró al notar la expresión seria de su amigo. Parecía que estuviese haciendo un gran esfuerzo para no explotar, sin duda algo grave había sucedido en el lapso en el que había dejado de verlo.
—Harry… ¿ocurre algo?
Él ingresó en la habitación sin mediar palabra, Hermione cerró la puerta sin apartar la mirada de él, ahora más que molesto parecía nervioso.
Potter se pasó la mano por su cabello alborotándolo más, había ido ahí con el propósito de contarle lo que sabía, pero al verla con aquel gesto de preocupación —que él conocía bien—, sentía que el estómago se le retorcía.
En su enojo no había razonado la forma en que le diría aquello, deslizó su mirada por Hermione hasta llegar a su mano donde relucía la joya. Apretó sus labios en una línea de recelo, sabía lo feliz que estaba con ese desgraciado, pero también era su deber como amigo advertirle.
—Hermione —pronunció. Se acercó a ella, tomándola de la mano guiándola a la silla.
—¿Qué pasa? —inquirió alarmada, se sentó más a fuerzas que de ganas—. Me estas asustando.
—Lee esto —pidió, le entregó el fólder maltratado.
Lo miró con sus ojos cafés llenos de confusión antes de bajar su cabeza y revisar lo que le había entregado, apenas había comenzado a leer cuando se dio cuenta de lo que era, se levantó totalmente colorada por el enojo.
—¿Lo mandaste seguir? ¡No puedo creerlo! —exclamó, fulminándolo con su mirada.
—¿Terminaste de leer todo lo que dice ahí?
—¡No y no pienso hacerlo!
—Tienes que hacerlo, ahí dice que…
—No Harry —dijo tajante, levantó su mano impidiéndole seguir—, no puedo creer que hicieras eso, pensé que tu si respetabas mi relación. ¡Él no es más un mortifago!
—Tal vez… pero se esta comportando de forma sospechosa, ser asiduo del Callejón Knockturn no habla bien de él, ¿sabes qué es lo qué hace en ese lugar? ¿con quién se reúne?
—No hagas parecer que lo que hace es malo —reprochó con sus facciones endurecidas—, tú sabes bien que hay más que magos oscuros ahí, hay negocios…
—Hermione no te engañes.
—No Harry, basta.
Le estrelló los papeles contra su pecho e hizo su camino hasta la puerta.
Él la miró con desesperación, no podía permitir que se fuera sin que se enterara de todo, la siguió deteniéndola justo en de la marco de la puerta, tomándola de la mano. —Léelo, por favor —suplicó, colocó los papeles en el bolso grande de su amiga—, sólo quiero protegerte, no quiero que te haga daño.
Por un momento la molestia en ella se apagó, podía notar a través de las gafas de su amigo su sincera preocupación, pero por otro lado ella confiaba plenamente en Draco y sabría si él estuviese metido en algo oscuro.
—Únicamente te pido eso —señaló. Depositó un beso en su frente, antes de desparecer por el corredor que lo sacaría al elevador.
Hermione lo observó partir con una extraña mezcla de emociones en su interior, bajó su vista hacia su bolso, no podía negar que su amigo había sembrado la semilla de la desconfianza en ella.
*º*º*º
Llegó a su departamento, ni siquiera había prendido las luces cuando Crookshanks ya se encontraba restregándose entre sus piernas, dejando escapar su agudo maullido. Dejó a un lado las llaves y se agachó para acariciar a su gato.
—Vamos a darte de comer, sólo pongamos un poco de luz —habló, tanteó su pared hasta encontrar en botón que iluminó el lugar.
Anduvo por su departamento ordenando todo, hasta que por fin pudo sentarse en su sillón favorito frente a la chimenea con una taza de chocolate humeante, en su mesita de centro había depositado un plato con galletas, que se veía opacado al lado del gran arreglo floral. Draco se las había enviado al inicio de la semana, disculpándose por no poder asistir a cenar con ella. Se quedó mirando las flores mientras pensaba en eso.
«Él dijo que se había quedado trabajando hasta tarde, pero ¿y si no hubiese sido así?».
—No, no debo desconfiar de él —se dijo así misma, aunque su mirada se dirigió hacia su bolso donde estaba aquella investigación. Sabía que ahí podría descubrir qué era lo que había estado haciendo Draco esa noche.
Se mordió su labio inferior con indecisión entre ir hacia su bolsa o ir hacia la enorme estantería que reinaba en el lugar y tomar un libro. Con mucho trabajo se resistió a la idea de leer aquello, siguió con su chocolate optando por mejor ver un poco de televisión.
*º*º*º
Pasaron un par de horas hasta que se cansó de estar frente al televisor, cenó algo ligero, se dirigió a la ducha, dejando que el agua la relajara. No había podido dejar de pensar en las palabras de su amigo y esos papeles, tenerlos ahí era un recordarlo de que Draco podía no estar siendo sincero con ella.
Un frío se instaló en su corazón, no quería pensar en que eso fuese verdad. Su cuerpo se estremeció a pesar de estar bajo el chorro de agua caliente. Era el miedo que tenía al saber que su burbuja podía estar a punto de romperse.
—Harry no sería capaz de mentirme.
«No, él no me haría eso. Aunque Draco nunca ha terminado de caerle bien, pero ha respetado mi relación, incluso me ha defendido de los ataques de Ron.»
Se recargó en el mosaico de la ducha resintiendo el cambio de temperatura.
—Pero eso quiere decir que… —Ni siquiera podía decirlo. Un ramalazo de dolor la atravesó, imágenes de su relación con Malfoy pasaron por su cabeza como si tratara de una película vieja.
Sin poder seguir con aquella maldita duda, se terminó de bañar. Tomó su albornoz y corrió hacia la sala, afortunadamente no se había resbalado ya que todo el lugar estaba alfombrado. Sacó los papeles de su bolsa y de inmediato dejó que sus ojos pasaran por aquellas líneas y fechas, con cada párrafo que leía su cabeza comenzaba a darle más vueltas, sacando deducciones, haciéndola sentir un gran hueco en su interior casi era como si hubiese sido presa de una maldición *saca-entrañas.
Los labios comenzaron a temblarle y no precisamente por el frío del ambiente, si no por el sentimiento que trataba de controlar. Sus ojos se anegaron de lágrimas, dejó caer los papeles, pero ya era demasiado tarde, había leído todo, dándose cuenta de la verdad.
Él había cancelado su cena no porque se hubiese quedado trabajando hasta tarde, en realidad había estado en el Callejón Knockturn.
—No puedo creerlo, él me mintió... nunca estuvo donde me decía, la vez que debía haber estado con sus padres en Escocia, en realidad estuvo aquí… la vez que se suponía había ido a Gales por negocios, estaba aquí —soltó, su voz se fue quebrando conforme lo decía, volviéndose un lamento—, la vez de Francia, él estaba en Irlanda.
—¿Cuánto más me has mentido? —susurró entre lágrimas. Lo peor era que algunos de los lugares donde él había estado, eran donde habían ocurrido disturbios de magia oscura. ¿Podía ser sólo una coincidencia, no?
Se abrazó a sí misma incapaz de contenerse más, a veces el amor puede destrozarte...
*º*º*º
Harry por fin había terminado su guardia, había sido una noche muy larga, había tenido que luchar contra un par de magos oscuros que habían estado escondidos en una casa, mientras los dueños originales se encontraban de vacaciones. Los vecinos habían escuchado algunos ruidos extraños provenientes del lugar, dándole parte a la policía, la cual al llegar había protagonizado una pelea con fuerzas más allá de su razón.
Afortunadamente todo había terminado bien, había algunos agentes de la ley lesionados siendo atendidos en los hospitales locales, mientras los magos oscuros ya se encontraban en Azkaban siendo procesados.
Observó su reloj, notando que pronto sería la hora de llegada de su amiga al Ministerio, había estado inquieto todas esas horas pensando en si había hecho lo correcto al entregarle esos papeles, tal vez debería haber esperado un poco más, al menos hasta tener más pruebas.
Si ya había leído aquellos informes, probablemente se encontraría mal y él no podía simplemente ir a su casa y echarse a descansar, sabiendo que ella lo necesitaba. Subió hasta la cuarta planta del Ministerio, estaba por tocar la puerta de la oficina, cuando una mujer lo interrumpió:
—Si busca a la señorita Granger no se encuentra.
—La esperaré —afirmó.
—Ella no vendrá hoy, si gusta dejarle un recado yo se lo haré llegar.
Harry se quedó mudo, de inmediato supo que algo no andaba bien. Se alejó rápidamente por el pasillo dejando a la mujer con la palabra en la boca. Sin perder tiempo salió del Ministerio yendo a un lugar discreto para poder desaparecerse.
*º*º*º
Apareció minutos más tarde cerca del edificio donde vivía su amiga, era un barrio decoroso, ahí vivían familias de gran renombre, los padres de Hermione le habían obsequiado el lugar, pues aunque estaban renuentes ante la idea de que vivera sola, querían que al menos lo hiciera en un lugar adecuado, donde ellos tuvieran la seguridad de que no le faltaría nada, ni correría peligros.
Entró al lugar, dándole un rápido saludo al oficinal que le respondió de la misma forma era común que Harry pasara por ahí, al menos una vez a la semana. Tomó el elevador y con impaciencia apretó el botón del piso, las personas que se encontraban a su alrededor lo miraban con cierta desconfianza, pues su ropa se encontraba ligeramente maltrecha por la batalla y tenía un par de heridas que aunque no eran de gravedad necesitaban ser atendidas para que no contrajera alguna infección.
Cuando al fin se abrió el elevador, corrió hacia la puerta indicada, tocó con desesperación preparado para sacar su varita por si fuese necesario abrirla con un hechizo, pero no fue así. Hermione apareció minutos después aún en pijama, con su cabello alborotado y su rostro ligeramente enrojecido, tenía los ojos hinchados señal clara de que había estado llorando.
No pudo evitar sentirse miserable, odiaba ver llorar a su amiga.
—Merlín, Hermione —exclamó con pesar. Sin pensarlo dos veces, alargó sus brazos hacia ella, estrechándola con fuerza.
Ella no se rehusó a su abrazo, hundió su rostro en el pecho de su amigo, sollozando. Se quedaron ahí abrazados por un largo rato, antes de que Harry la obligara a caminar al calor de la habitación, cerró la puerta aún reteniéndola cerca de él con uno de sus brazos, la guió hasta el sillón, notando el arreglo floral destruido y aquellos papeles que tanto daño le habían causado arrugados sobre la alfombra.
«Lo voy a matar…». Fue lo primero que pensó.
Se sentó a su lado, pasando sus manos suavemente por la espalda de su amiga, esperando que se calmara. Hermione se enjuagó su rostro, limpió su nariz y por fin buscó la mirada de su amigo, encontrándose con aquella ternura y preocupación.
Él despejó su rostro, haciendo aún lado sus rizos, pasó su mano delineando su cara, causándole un agradable cosquilleo a Hermione, quién segundos después se percató del estado de su amigo.
—Harry, estas herido —murmuró, olvidándose por un momento de su sufrimiento.
—No es nada.
—Claro que sí —replicó con el ceño fruncido.
Ni siquiera se atrevía a tocarlo. De inmediato se levantó a pesar de que él trató de detenerla, segundos después regresó con un bol con agua y un par de toallas, las dejó en la mesa de centro mientras regresaba a buscar su botiquín de primeros auxilios que no sólo contenía medicamentos muggle, si no pociones que ahora le servirían.
Se acomodó en la mesa de centro frente a él. Tomó una toalla humedeciéndola. — ¿Qué fue lo qué ocurrió?
—Hermione no es necesario. —No quería que ella se preocupara ahora por él, cuando ella era la que necesitaba de toda su atención. La detuvo a mitad de su camino, tomando su mano.
—Te voy a curar, así tenga que lanzarte un encantamiento para que te quedes quieto —declaró obcecada, frunciendo ligeramente su ceño.
Harry sabía que ella hablaba muy enserio, soltó su mano dejándola seguir. —Sólo fueron unos magos oscuros…
Le contó todo lo que había sucedido, pues al parecer funcionaba para mantenerla entretenida y sin lágrimas en los ojos.
—Quítate la camisa, necesito curar la herida que tienes debajo.
Harry ni siquiera se había percatado de dicha herida, bajó su mirada notando la mancha de sangre seca.
—Creo que no es mi sangre —murmuró regresando sus ojos verdes a su amiga, la tomó las manos, buscando retomar el tema que lo había llevado ahí.
—Necesitamos hablar sobre…
—Sí es tu sangre —objetó tozuda.
Al ver que él no pensaba quitarse su ropa, zafó sus manos de su agarre, llevándolas al primer botón de la prenda.
—Hermione…
—Déjame acabar y entonces… hablaremos de eso —repuso con dificultad, sintiendo el nudo de la congoja disolverse en su pecho.
Él se dejó hacer, permitiéndole despojarlo de la prenda. Hermione se horrorizó por la cantidad de pequeñas contusiones que tenía, pero esas heridas no le preocupaban tanto, en cuanto le pusiera el ungüento comenzarían a sanar, pero la herida que tenía en la parte lateral del abdomen, entre las últimas costillas y la cresta iliaca, se veía mal.
Se encargó primero de limpiar su torso de la tierra y la sangre, conforme iba avanzando notaba los cambios que había ido teniendo su amigo físicamente, a pesar de seguir delgado su cuerpo se encontraba tonificado, debía estar haciendo ejercicio, probablemente se debía a que a veces en las batallas no sólo peleaban con su varita había momentos en que se necesitaba de la fuerza corporal.
Su amigo ya no era más un chico enclenque, ni el chico que en sexto todas en el Colegio habían comenzado a notar, no sólo por ser El Elegido o el capitán del equipo de Quidditch, que había crecido un par de centímetros. Ahora sus rasgos se habían acentuado, se veía más varonil.
Harry apretó la mandíbula al sentir las punzadas de dolor, observó el gesto de concentración en la cara de su amiga, la delicadeza con la que lo curaba y no pudo evitar evocar las semanas que habían pasado acampando tratando de destruir el relicario, ella había tenido esa misma expresión.
—Esto te arderá —comentó mirándolo afligida, sosteniendo una pequeña botella cerca de la herida—, quizás quieras sostener algo.
Él negó con su cabeza. —Sólo hazlo.
Hermione contuvo el aliento y dejó caer la sustancia, apretando su mano en el abdomen de su amigo para evitar que se moviera, aunque apenas y logró mantenerlo quieto. Harry gruñó de dolor, cerrando sus puños con fuerza.
—Ya esta, tranquilo —murmuró suavemente. Le acarició el rostro, limpiándolo con la toalla, tenía unos cuantos rasguños pero sólo eran superficiales.
Le colocó una venda alrededor de su costado, cuidando de no molestarlo demasiado.
—Necesitas tomarte esto y descansar —mencionó, mientras comenzaba a retirar todas las cosas que había utilizado para curarlo.
Harry resopló y dejó caer su cabeza en el respaldo del sillón. Estaba peligrosamente tentado a caer dormido, pero aquel malestar que sentía por la pena de su amiga no se lo permitía.
Minutos después Hermione volvió con una taza de café y un emparedado. —Come — pidió sentándose a su lado—. Por cierto, ya puedes cubrirte —agregó desviando su mirada del torso de su amigo.
Él levantó su cabeza de golpe, apenado tomó su camisa, colocándosela apresuradamente.
—Hermione, gracias.
—Deberías haber ido a St. Mungo, hice lo que pude pero no soy sanadora, Harry.
—Nadie me hubiese curado mejor que tú —refutó, encontrando su mirada.
Hermione esbozó una tibia sonrisa que no logró del todo ocultar su tristeza.
—Siento lo de...
—Gracias por decírmelo. —Le cortó ladeando su cabeza.
Harry alcanzó su mentón, obligándola a regresar su vista a él. —No quería que esto fuera así, sólo para mantener mi punto y el de Ron, de que él únicamente te haría daño. Si lo mande seguir fue porque quería estar seguro de que era lo suficientemente bueno para ti, no esperaba encontrarme con esto —aclaró con pesar. Retiró la cascada de rizos que cubrían parte de su rostro, colocándolos detrás de su oreja.
—Fui una tonta… yo no quise escucharlos.
—A todos nos engañó, pero créeme que lo pagará —aseguró con una fría furia.
—Espera no, déjame encargarme de esto… quiero darle una oportunidad de explicarme —enunció, mirándolo suplicante con esos hermosos ojos cafés que ahora estaban llenos de decepción y tristeza.
—Hermione no…
—Por favor, además aún debes averiguar con quién se reúne y si es que en verdad él esta relacionado con esos ataques. No se si él este o no ligado a eso, pero yo necesito saber por qué me mintió, la razón por la cual decía estar en un lugar cuando estaba en otro.
—No Hermione, esto pronto se volverá una investigación oficial, mucho más si encontramos pruebas, no deseo que estés con él cuando eso suceda.
—Hazlo por mí, dame dos semanas.
Harry se incorporó negando con su cabeza, alejándose de ella.
—Por favor, sólo serán unos días.
—No quiero que te haga más daño.
—Y no lo hará, déjame hablar con él, quizás pueda averiguar que es lo que hace en el Callejón Knockturn.
—No Hermione, te podrías poner en peligro y no puedo permitirlo —dijo, lanzándole una mirada severa.
—No te preocupes se cuidarme bien, ¿lo olvidas? —preguntó buscando ablandar su resolución. Avanzó hacia él con aquella expresión de determinación que él conocía bien. Ahora no habría poder humano que la convenciera de no hacer aquello—. Además si alguien le pateara el trasero al hurón, seré yo.
Harry no pudo evitar reír al escuchar su comentario. —Herms, Herms ¿qué voy a hacer contigo? —inquirió, sabiendo que cedería a sus deseos. La atrajo hacia él, abrazándola suavemente.
*º*º*º
Habían pasado un par de días, Hermione se había reunido con Draco la mayoría de ellos, fingiendo que nada ocurría, portándose como siempre lo había hecho, aunque sin duda ya no sentía la misma alegría al estar con él, ni las mismas ganas de corresponder sus caricias y mucho menos sus besos.
Por su parte Harry —más que nunca— había estado al pendiente de ella, al menos dos veces por día se pasaba por su oficina y empezaba a creer que había mandado a alguien a cuidarla.
En cuanto a la investigación, aún no había rendido frutos, seguían sin saber con quién se reunía Malfoy, para desaparecer después sin dejar rastro, pero esa noche ella lo averiguaría. Draco la había invitado a cenar a uno de esos lugares caros que a él le gustaba tanto frecuentar, pero le había dicho también que no podría estar con ella hasta tarde debido a que mañana tendría que viajar a Gales a entender sus negocios.
De inmediato ella supo con dolor que se trataba de una mentira más, pero ya no le permitiría que le siguiera viendo la cara. Se miró frente al espejo, él le había obsequiado el vestido que usaría esa noche, era una prenda de lujosa tela en tono azul marino con destellos iridiscentes a la altura de las rodillas con un escote palabra de honor.
Tomó los aretes discretos que llevaría y se colocó con lentitud el anillo de compromiso, ya no sentía la misma emoción al colocárselo, se sentía tan frío en contraste con la temperatura de su cuerpo.
«Que la farsa comience.»
Alcanzó su abrigo, caminó lentamente hasta la sala donde tomó su bolso anterior, vació su contenido en la bolsa a juego con el atuendo que llevaba puesto. Salió de su departamento con los nervios cosquillando en su estómago.
En la acera la esperaba un coche lujoso, el chofer abrió la puerta para ella, saludándola respetuosamente. Así era siempre, pocas veces había sido Draco, él que la había ido a recoger.
*º*º*º
Entró al restaurante, sintiéndose fuera de lugar, dejó su abrigo en el guardarropa, varias miradas se posaron ella —como siempre ocurría—, mientras seguía al mesero que la llevaría con su novio, nadie podía creer que uno de los más codiciados solteros de su circulo se fuese a casar con una hija de muggles. Sonrió con amargura, al final tenían razón esa boda jamás se llevaría a cabo.
Regresó su mirada hacia el frente, topándose con aquellas pupilas grises, un escalofrío la recorrió y una sensación desagradable se instaló en su pecho.
«¿Cómo puede sonreírme de esa forma? No debo dejarme llevar por lo que aún siento por él, tengo que mantener mi cabeza fría. Él sólo es un buen actor que me ha estado mintiendo, jugando conmigo.»
Llegó a la mesa, donde él ya la esperaba de pie con su impecable traje oscuro que le sentaba tan bien.
—Te ves hermosa —halagó, besando el dorso de su mano.
—Gracias… —susurró, ni siquiera se atrevió a sonreír.
Draco le abrió la silla como todo buen caballero, para después tomar asiento frente a ella.
—Te ves cansado —comentó, notando las ojeras bajo sus ojos, la noche anterior cuando se había ido de su departamento, tenía entendido que se iría a descansar, pero evidentemente no había sido así.
«Otra mentira más.»
—No es nada, sólo un problema en la oficina.
—Ya veo… ¿quieres contarme?
—No, prefiero que hablemos de otra cosa.
Hermione apretó sus labios, al notar su actitud evasiva. Lo observó a través del menú percibiendo como él constantemente dirigía su mirada a su rolex.
«Ni siquiera lleva unos minutos conmigo y ya desea irse. —Su corazón se oprimió. —Es claro que esta noche se reunirá con alguien, y yo estaré ahí para desenmascararlo. Tal vez ni siquiera esta enamorado de mí.»
Tuvo que respirar lentamente para evitar, soltarse a llorar.
—Estas muy callada.
—Ha sido un día largo —se excusó, sin bajar el menú.
El mesero interrumpió su intento de conversación, pidiendo su orden.
—¿Cuándo volverás de Gales?
—No lo sé, quizás me tarde una semana —respondió con ligereza, como si no le importase estar lejos de ella.
—Podría pedir un permiso y alcanzarte —sugirió, notando como él se tensaba.
—Realmente no tendré el tiempo suficiente para estar contigo, estarías sola la mayor parte de día, pero en cuanto regrese, podemos ir a donde tu quieras.
«¿Cómo no me di cuenta antes? Él siempre me dice lo que yo quiero escuchar.»
Draco la miró por largos segundos, la falta de emoción en el rostro de su novia, le indicó que algo no andaba bien.
—Además pronto estaremos casados —agregó como si aquello resolviera todo.
Para Hermione quedó claro que no deseaba que lo acompañara y sus últimas palabras sólo le decía lo hábil que era para salirse por la tangente. Apretó la servilleta que tenía entre sus piernas y se obligó a mantener una falsa sonrisa en sus labios.
—Te olvidas que aún no hemos decidido una fecha, por tus constantes viajes —añadió ácida.
—No sólo ha sido eso y lo sabes, también han sido tus compromisos —refutó arrastrando las palabras.
—Tienes razón, pero ¿por qué no ponemos la fecha ahora?
—Está bien —profirió como si se tratara de tomar cualquier decisión—, sólo espero que no escojas la semana entrante —añadió con sarcasmo—. Sabes que lo tenemos que consultar con mi madre, no olvides que desea ayudarte en todos los preparativos.
Por un momento el corazón de Hermione resopló con esperanza. —Podría ser en dos meses.
Draco esbozó una mueca de desacuerdo. —En dos meses estaré muy ocupado, es fin de año y deberé encargarme de la contabilidad de las empresas.
—Pero también es navidad, no puedes trabajar esos días… son perfectos para que hagamos ese viaje a Italia juntos, después de la boda.
—No puedo relegar la responsabilidad de las finanzas a cualquier sujeto y mi padre no se daría abasto, quizás en cuatro meses.
—¿Pareciera qué pones cualquier pretexto para no escoger una fecha?
—No es así.
Se quedaron mirándose en silencio, en ese momento sirvieron sus platillos, rompiendo la tensión que se estaba creando entre ellos.
—Haré lo posible para que sea en dos meses, ¿contenta? —dijo Draco tragandose su irritación, concentrándose en su comida.
Hermione no deseaba dejarse llevar por sus emociones, que él hubiese aceptado, no quería decir que aquello fuera a llevarse a cabo. De cualquier forma aún estaban las mentiras que le había dicho y la posibilidad de complicidad con magos oscuros.
La cena continuó con una plática más amena, no volvieron a tocar el tema de la boda. Hermione notó la forma en que él tamborileaba sus manos sobre la mesa, su ansiedad era notoria mientras miraba las manecillas de su reloj.
—Pareces nervioso, ¿tienes otro compromiso?
—Es sólo cansancio y sabes que no tengo otro compromiso —señaló nuevamente. Caminaron del brazo por el restaurante hasta la salida, donde un auto deportivo ya los esperaba.
*º*º*º
El viaje fue realmente corto, su platica causal y pronto se encontraban en el edificio donde ella vivía.
—¿No quieres entrar? —preguntó Hermione, frente a su puerta.
—Sabes que si entro, no me iría —dijo seductor, recargó su brazo en la puerta, acercando su rostro al de ella, acorralándola entre él y la entrada.
Lo miró con las mejillas enrojecidas por el carácter de su insinuación. —Tal vez… no deberías irte —logró decir con corazón latiéndole arrítmicamente en su pecho.
Sus respiraciones se entrelazaron, él la miraba tan intensamente que creyó que podría derretirse en ese mismo instante. Draco atrapó su labio inferior, succionándolo, logrando que ella dejara escapar un pequeño suspiro, sabía que eso sólo era el preámbulo de lo que venía después.
Sintió los labios de Malfoy, apoderarse de los suyos de una forma que le hacia perder la razón. Subió sus manos hasta entrelazarlas detrás de la nuca de él, hundiendo sus dedos entre los mechones plateados.
El beso comenzó a subir de intensidad conforme avanzaban los segundos, su lengua se abrió paso entre los dulces labios de Hermione, explorando todo a su paso, arrancándole un par de gemidos.
Draco acortó la distancia entre ellos, sus manos expertas se colaron por debajo de su abrigo acariciando su costado, provocándole deliciosos escalofríos.
Hermione deslizó sus manos por los hombros y la espalda del rubio, buscando un mayor contacto. La fricción entre sus cuerpos comenzó a despertar el deseo de ambos, rompieron el broche de sus labios permitiéndose un respiro, él la contempló por unos segundos, admirando su belleza o eso creía ella.
Sus miradas se encontraron pero ella no logró descifrar el sentimiento que atravesó aquellas pupilas plateadas.
—Debo irme —anunció, retiró sus manos de la figura de su novia—, te buscare en cuanto vuelva. —Depositó un beso en su frente y regresó sobre sus pasos hacia el elevador, no sin antes volver a mirar su reloj.
Lo miró alejarse aún abrumada por las sensaciones que había despertado en ella con aquel arranque de pasión, pero no era tiempo para quedarse embobada, tenía que seguir con su plan. No podía esperar a que el elevador volviera subir, así que tomó las escaleras de emergencia.
*º*º*º
Lo siguió de cerca primero en un taxi, luego a pie, pero en cuanto llegó al Callejón Knockturn su corazón tembló con el horror de la realidad, un espantoso miedo la recorrió. Vaya que Draco sabía realizar las maniobras necesarias para despistar a las personas que podían estar siguiéndolo pero no ella.
Habían estado entrando a varios establecimientos. El primero, ella segundos después, claro que había tenido que usar un par de hechizos para cambiar su aspecto por uno menos llamativo.
Finalmente habían llegado a un lugar llamado: The Coffin.
«Vaya nombre, aunque es totalmente adecuado…».
Aquí era donde decía el informe que su novio se reunía con alguien de quién se ignoraba su identidad. Su corazón comenzó a golpear con fuerza su caja torácica, lo observó ponerse su túnica antes de seguir.
Se acercó al lugar, el mago en la puerta la miró con cierta desconfianza, pero ella no le dio tiempo para proceder, pues de inmediato le lanzó un Confundus. Ingresó con rapidez al hall, un elfo domestico se acercó a ella, buscando atenderla, pero no le prestó mucha atención pues sus ojos escaneaban con premura el lugar, tenuemente iluminado en busca de su novio.
—¿Me permite su abrigo? —repitió la criatura.
Hermione se lo quito de mala gana, avanzó un par de pasos notando que el lugar era lo bastante amplio, se movió entre las sombras buscando a Draco, hasta que de pronto lo vio, sus ojos se abrieron desmesuradamente al descubrir su secreto.
No, él no se reunía con ningún grupo de magos oscuros. El corazón se le estaba haciendo pedazos al saber la verdad.
Ahí estaba Draco, de espaldas a ella en medio de un beso ardiente con una chica a la que no lograba distinguir no sólo por la escasa luz, si no por la túnica que cubría su rostro.
El dolor penetró su cuerpo de tal forma que creyó que se desvanecería pero no fue así, y a pesar de ser una valiente Gryffindor no pudo encontrar la forma de encarar aquello, salió corriendo del lugar, sentía que aquellas paredes se cernían sobre ella.
Necesitaba aire, sí… eso necesitaba.
No fue consiente de cómo llegó a las calles oscuras del Callejón Knockturn, pero sólo se detuvo cuando su tacón se atoró causándole una torcedura, soltó un quejido lastimoso, mientras se llevaba una mano a su pie, tratando de sofocar el latigazo de dolor que recorrió su pierna.
*º*º*º
En el Ministerio, Harry no podía sacarse de la cabeza a su amiga, esa mañana cuando se habían reunido para desayunar, ella le había anunciado su plan, esa noche por fin, descubriría lo que Malfoy escondía, pero era la hora en que seguía pensando que nada bueno podía resultar de aquello.
Para colmo había tenido un pésimo día, los ex mortifagos que habían estado siguiendo por meses se les habían escapado como agua entre los dedos, dejándolos como idiotas.
Soltó un gruñido de frustración, lo único bueno era que para él, el día de trabajo había concluido, pasaría primero al Callejón Diagon específicamente a Gringotts a su cámara, antes de montar guardia en el departamento de Hermione.
Se encontraba caminando entre el concurrido pasaje, saludando a unos cuantos conocidos, tratando de no alargar mucho su conversación, pues no podía quitarse de encima aquella espinosa sensación, algo no andaba bien. Avanzó un par de metros más estaba por cruzar el Callejón Knockturn, cuando una figura que se mantenía cubierta aún entre las sobras de ese tenebroso lugar llamó su atención.
Su sentido de auror se manifestó, mantuvo su varita cerca mientras se aproximaba al Callejón, pero sólo basto escuchar la voz femenina para darse cuenta de quién se trataba.
—Harry…
Él la ayudo a sostenerse notando el estado en el que se encontraba, el delineador de sus ojos se había corrido por sus lágrimas y su peinado se había deshecho por completo por el viento, pero a pesar de eso él la encontraba hermosa en aquella prenda que se escurría deliciosamente por su figura resaltando sus delicadas curvas, dejando al descubierto parte de sus hermosas piernas.
—¡Por Merlín, Hermione! ¿Estás bien? ¿Qué fue lo qué pasó?
—Él… es un imbécil.
—Tranquila —pidió sin comprender. Se quitó su capa, colocándola sobre los hombros descubiertos de su amiga.
—¿Puedes caminar?
—Me torcí el tobillo, sácame de aquí por favor —añadió entre sollozos, aferrándose a él.
No lo pensó dos veces la cargó en vilo, avanzó unos pasos a una zona de desaparición.
*º*º*º
Después de un par de minutos, por fin llegaron al departamento de Hermione, se habían demorado ya que él no había podido aparecer directamente frente al edificio, eso les hubiese traído muchos problemas si los muggles que vivían ahí los hubiesen descubierto.
Harry la dejó suavemente sobre el sillón, se sentó frente a ella en la mesita de centro, tomó su pie, colocándolo sobre sus piernas, le retiró con cuidado el zapato, analizando su torcedura.
—Fui una torpe, debí tener cuidado con esos zapatos.
—No seré tan bueno como tu con los hechizos, pero puedo curar esto —informó, tomó su varita y realizó el encantamiento.
—Gracias.
Alargó su mano hacia ella, tocando su rostro limpiando cuidadosamente las lagrimas que bañaban sus mejillas.
—¿Qué pasó?
Hermione negó su cabeza, tragó en seco como si quisiera deshacer el nudo que se encontraba en su garganta.
—Él… no se esta reuniendo con magos oscuros —dijo en un hilo de voz.
Harry frunció su ceño, confundido por la confesión.
— ¿Qué? Pero entonces ¿con quién se…?
—Me esta engañando.
La revelación lo tomó por sorpresa, esperaba todo menos eso.
—Tenían razón, él jamás me tomó enserio. Se cree que porque es rico, sangre pura, un Malfoy… puede venir a jugar conmigo, la inmunda sangre sucia.
El enojo que sentía Harry creció peligrosamente, sólo podía pensar en romperle la cara a ese desgraciado, sus pensamientos eran tan oscuros que estaba seguro de que podría lanzarle una maldición sin siquiera dudar. Colocó un dedo en sus labios, impidiéndole seguir. Se inclinó hacia ella, tomó su rostro entre sus manos, mirándola con una mezcla de seriedad y ternura.
—Hermione Granger eres una mujer maravillosa, quizás la más maravillosa y perfecta que he conocido y él es un maldito hijo de Morgana por no valorarte.
Sus palabras causaron una revolución en su amiga, la cual lo miraba perpleja, como si no diera crédito a lo que él había dicho, pero después de unos segundos se dio cuenta de que en verdad había ocurrido.
Una sombra rosada apareció en sus mejillas esparciéndose por todo su rostro y no ayudaba que tenía a un suspiro de distancia a su amigo, mirándola con aquel brillo especial en sus ojos, que logró perturbarla aún más.
Harry se alejó un minuto después al notar su incomodidad. Se pasó la mano por su cabello queriendo acabar con aquel extraño momento. Se levantó de la mesa de centro, dirigiéndose a la cocina, volviendo minutos después con un té caliente y par de servilletas.
—Gracias —musitó, sorbió su nariz. Tomó la taza bebiendo apenas un sorbo, para después limpiar su rostro.
Se quedaron en silencio, Harry no se atrevió a retomar el tema, sabía lo difícil que estaba siendo para su amiga. Se sentó a su lado simplemente acompañándola, poco después Hermione se removió, dejó la taza sobre la mesita de noche.
—Ni siquiera pude ver de quién se trataba.
Él giró su rostro enfocando su mirada en ella, tomó su mano estrechándola.
—Esta noche habíamos decidido casarnos en dos meses —musitó con amargura—. Harry…
Se abrazó a él, dejando salir su dolor en forma de llanto. La recibió entre sus brazos, acariciando su espalda, enredando sus dedos en aquellos rizos rebeldes, permitiéndole desahogarse, ya habría tiempo de pensar en cómo le haría pagar a ese desgraciado el sufrimiento de su amiga.
*º*º*º
Después de un rato, él percibió que ella se había quedado dormida sobre su pecho, con cuidado la movió separándola, la tomó en sus brazos y la cargó hasta su cuarto, dejándola en su cama, pero antes de que lograra cobijarla, ella despertó.
—Harry…
—Descansa.
—No quiero dormir con esto. —Señaló el vestido. —No quiero nada que me lo recuerde —masculló, se incorporó con la intención de arrancárselo.
Harry giró su rostro, tratando de darle un poco de privacidad. —Te dejare para que te cambies —anunció sintiéndose un poco extraño, avanzó hacia la puerta decidido a no voltear.
—¿No te irás… verdad? —preguntó temerosa.
Él ladeó un su cabeza para mirarla. —No —respondió, le sonrió como sólo él sabía hacerlo, antes de salir.
*º*º*º
Hermione al fin sola se quito el vestido a jirones, sintiendo cierta liberación al hacerlo. Se metió a la ducha dejando que el agua lavara los rastros de sus lágrimas y relajara su cuerpo, aunque era una pena que no tuviese la capacidad de sanar su corazón.
Salió después de un rato, con el cerebro hecho papilla de tanto pensar en Draco Malfoy, buscó un pijama sin darle mucha importancia a cual, secó su pelo sin muchos ánimos y comenzó a vestirse lentamente.
*º*º*º
Harry por su parte se paseó por todo el departamento de su amiga, pensando en lo que ella le había dicho, una vez más Malfoy se salvaba de tocar Azkaban, más no de una paliza. Tenía el cuerpo tenso y ligeramente acalambrado, además de que el cansancio le estaba cobrando caro, pero no quería quedarse dormido sin saber que su amiga se encontrara mejor.
Se preparo un café cargado y se dedicó a esperar, mirando un poco de televisión. Finalmente después de tres cuartos de hora se acercó al cuarto de su amiga, tocando suavemente.
—Herms ¿todo bien? —inquirió abriendo la puerta, asomando ligeramente su cabeza.
—Sí, pasa —repuso, justo acababa de terminar de colocarse su ropa.
—Necesitas descansar —acotó, ingresó al cuarto, dirigiéndose a la cama. Tomó las almohadas sobrantes haciéndolas a un lado. Le preparó la cama, para que sólo se deslizara en ella.
—No era necesario que lo hicieras.
—Vamos señorita —dijo, la tomó en brazos una vez más, colocándola en el colchón. La miró fijamente hasta que ella se recostó, tomó las cobijas acomodándolas con suavidad sobre ella—. Ahora trata de dormir.
Se acercó y depositó un beso en su frente. Hermione le sonrió tenuemente. — ¿Dónde dormirás tu?
—En tu sala, claro… si me dejas quedarme —mencionó con las manos en sus bolsillos, encorvándose ligeramente.
—Quédate conmigo —respondió, haciéndole un lugar en su cama.
Harry la miró largamente, un tanto impresionado por la petición. Aunque sabía que no había nada de malo en eso, ellos eran amigos y habían pasado muchas noches juntos en el pasado, cuando él había tenido el mundo sobre sus hombros, ella le había tendido una mano, acompañándolo incondicionalmente aún a costa de arriesgar su propia vida.
¿Cómo podía negarse? Asintió cabeceando, se sentó en el colchón retirando sus zapatos y dejó su varita sobre la mesita de noche. Se echo en la cama sobre las cobijas, pues tampoco quería tomarse la atribución de meterse debajo de ellas.
—Pero… te dará frío.
—Colocaré un hechizo para retener el calor en la habitación.
Ella se arrimó a él, dejando que su cabeza descansara sobre su hombro.
*º*º*º
Hermione despertó parpadeando acostumbrándose a la luminosidad de su habitación, se removió un poco desperezándose, fue entonces que poco a poco todo lo que había sucedido la noche anterior regresó a su cabeza.
Giró su rostro buscando a su amigo, el lugar donde había dormido aún estaba tibio y su loción aún seguía sobre las mantas. Se sentó en la cama, echando hacia atrás su rizos, fue entonces que escuchó ruidos, seguramente Harry seguía ahí.
El inconfundible aroma del café inundó sus pulmones cuando respiró profundamente. Se incorporó y abrió su puerta encontrándose a su amigo en la cocina, echo un lío.
—Eh… buenos días —saludó Harry, tratando de extinguir el humo que salía del sartén—, creo que no soy bueno cocinando.
—Déjame, yo lo haré.
Harry se hizo a un lado dejando que ella se encargara de la cocina. —¿Cómo te encuentras?
—Más tranquila —informó—, gracias por todo.
—¿Qué piensas hacer?
Hermione dejó escapar el aire que contenía en un suspiró lastimoso. —Quiero saber con quién me está engañando.
—¿Para qué?
—Necesito saberlo —espetó, lo miró esperando obtener su comprensión—, después enfrentaré a Draco.
—No creo que…
—Es mi relación, déjame terminar esto a mi modo.
—Entonces volverás a ese lugar —afirmó, su amiga asintió con una mueca dolorosa—, yo te acompañaré y en eso no cederé.
—No esperaba que lo hicieras —añadió, curvando sus labios en una pequeña sonrisa.
—Y también sabes lo que le espera, ¿no? —mencionó dejando ver una amenaza silenciosa.
—Mmm no quiero que se entere Ron aún, yo le explicare después.
—Eres fuerte Hermione, saldrás de esto.
—Lo sé, pero me llevara un tiempo.
—No estarás sola —señaló a manera de promesa.
—Se que no lo estoy —profirió, mirándolo a los ojos.
*º*º*º
En otro lugar de Londres, más específicamente en una zona residencial se encontraba Draco Malfoy, descansando acompañado de una hermosa mujer.
Había tenido una noche bastante agitada, primero su cena con su novia, la cual se le había hecho eterna, creía que no llegaría a tiempo a su cita y eso hubiese sido muy lamentable.
Se removió acomodándose mejor para poder observar a la mujer que encontraba a su lado, durmiendo plácidamente. Su cabello rojo se encontraba ligeramente esparcido por la almohada, las sabanas apenas lograban cubrir parte de su cuerpo, observó su pequeña nariz afilada, los pétalos rosados que formaban sus labios, su piel lechosa salpicada de pequeñas pecas.
En verdad lo tenía loco, no sólo porque la idea de tener en su cama a la novia de Potter lo excitaba, si no por la forma en que ella lo hacia sentir. Nunca pensó que la aversión que tenía por ella, terminara en eso, pero no fue hasta que la besó que comprendió cuánto le gustaba esa mujer.
Jamás en todos sus momentos de locura y desvelo, pensó que un día terminaría enredado con ella, ni mucho menos a punto de casarse con Hermione Granger.
¿Cómo había terminado envuelto en ese lío?
Hermione Granger siempre le había llamado la atención, era una excelente bruja y junto con sus amigos los perdedores, habían acabado con Voldemort, salvando así el mundo mágico.
Mientras que él y su familia se hundían en el repudio de su sociedad por haber sido seguidores de Voldemort, su apellido de alcurnia ya no era más el referente de una familia poderosa, respetable. Y por si fuera poco el tener que presentarse a un juicio para evitar caer en Azkaban, los había terminado de desprestigiar y si no hubiese sido por Potter seguramente estarían pudriéndose en ese lugar por muy sangres puras que fueran.
Levantar su apellido de aquel fango y recobrar su posición en la sociedad mágica, no había sido fácil, esos años se habían dedicado a demostrar que no eran sólo unos sucios ex mortifagos.
En definitiva había sido un largo camino y seguía siéndolo, pero por azares de la vida, él se había reencontrado con la sabelotodo Granger. En principio no había pensado en tener nada serio con ella, más que sólo divertirse un rato, pero al ver los beneficios que le traía salir con la salvadora del mundo mágico, comprendió que eso era lo que necesitaban para terminar de consolidarse en esta nueva sociedad. Que mejor que Draco Malfoy demostrara que no era más un ferviente seguidor de las teorías de sangre que saliendo con una hija de muggles, pero no cualquiera si no la amiga de Harry Potter, por la cual en el pasado no sentía más que antipatía y repulsión.
Eso les demostraría a todos que habían cambiado, bueno quizás su padre nunca cambiaria, pero él no era Lucius Malfoy. Él ni siquiera sabía lo que hacia cuando se había vuelto un mortifago, jamás pensó ver tanto horror y muerte, pero la vida se había encargado de hacerle entender que su pasado no era algo de lo que tenía que enorgullecerse.
Estar con Hermione no sólo le había permitido tener una visión distinta de la vida y de las personas, realmente había descubierto que podía pasarla bien con ella, que no sería como él pensaba, un martirio compartir su vida con ella. El problema no eran sus amigos o la gente que frecuentaba, ni sus ideas extrañas sobre los derechos de los elfos, si no que él, al hacerse cargo de los negocios familiares había comenzado a tener menos tiempo para verla, así como ella también no sólo por su trabajo, si no por sus reuniones en la Madriguera o salidas con sus amigos, en donde él no siempre solía sentirse a gusto.
Por lo cual él siempre buscaba algún pretexto para no asistir. Aunque él sabía que la razón más grande por la que evitaba esas reuniones era: porque detestaba ver a Ginevra en brazos de Potter y eso estaba muy mal.
Sus encuentros con Ginny habían comenzado meses después que iniciara su relación con Hermione, no era algo que hubiese buscado con toda la alegría, simplemente las cosas se habían dado fortuitamente.
Todo había comenzado cuando él se encontraba atendiendo unos negocios en Irlanda, había pasado una semana en el lugar, finalmente su primo: *Terrence Rosier, jugador del equipo de Quidditch: Murciélagos de Ballyclastle. Lo invitó a ver su juego contra las Arpías de Holyhead, fue entonces que recordó que la novia de San Potter, era la jugadora estrella de ese equipo, así que le pareció interesante asistir.
Y eso fue su perdición, al finalizar el juego donde sin duda ella había resaltado con sus maniobras en la escoba y sus jugadas espectaculares que le otorgaron el triunfo a su equipo. Él esperaba ver a Potter reuniéndose con ella, felicitándola por su actuación, pero fue entonces que en la fiesta en un bar, se dio cuenta que se encontraba sola, sin disfrutar de la noche y del ambiente.
Intrigado se acercó a ella con un comentario ponzoñoso, clásico en él. Lo cual había provocado que se diera una batalla verbal entre ellos, que finalizó en otra cosa totalmente, cuando en un arrebato sus labios se habían unido en un beso cargado de emociones contrastantes que los dejó sin aliento y con el cuerpo anhelante de nuevas caricias.
Así era como habían terminado, envueltos en una relación prohibida.
*º*º*º
Draco dejó que su mano se perdiera por debajo de la sabana que apenas la cubría, sus dedos delinearon con lentitud la espina dorsal de Ginny, logrando que ella se estremeciera en sueños, finalmente su mano alcanzó su espalda baja, para entonces la pelirroja se encontraba lo suficientemente despierta.
Lo miró con sus hermosos ojos cubiertos de un brillante deseo, lo atrajo por la nuca haciendo que sus labios se fundieran en un beso cargado de pasión, arrancándoles un par de suspiros por la intensidad, sus cuerpos desnudos se encontraron nuevamente y la sensación fue por demás placentera.
Malfoy no tardó nada, en colocarse sobre ella, dominando la situación. Ginny delizó sus manos por el costado de él, reconociendo su cuerpo, sintiendo sus músculos tensarse con sus movimientos.
Sus bocas se separaron buscando un poco de aliento. Draco se abrió camino entre las piernas de Ginny, mientras recorría su cuello con boca y sus dientes, quería marcarla, para dejarle en claro quién era el que la había hecho tocar el infierno y el cielo.
—No te atrevas —advirtió en un jadeo.
—Tranquila se cuales son las reglas —susurró sobre sus labios. La besó y acarició hasta reducirla a una masa de suplicas.
—Te necesito —gimió, alzando sus caderas.
Draco separó su boca de la punta rosada de su pecho, un sonido ronco escapó de su garganta. Los movimientos de Ginevra estaban logrando su cometido pero él quería tomarse las cosas con calma, disfrutar y alargar el momento lo más que pudiera. Llevó sus manos a sus caderas obligándola a quedarse quieta.
—¿Desesperada? —cuestionó de forma burlona, esbozando una sonrisa que causó estragos en ella.
Ginny bufó, frunciendo su ceño. —Eres un idiota.
—Sí piensas comenzar a hablar prefiero que sólo sea para decir otras cosas —espetó, restregándose contra ella—. Mi nombre sería un buen comienzo...
Ella intentó zafarse de su agarre, pero era obvio que él no quería que lo hiciera. —¿Acaso necesitas qué te suba el ego para poder hacerlo?
Él ni siquiera se inmutó por su respuesta, su sonrisa se alargó adoptando un brillo maligno. —Ya verás que lo dirás.
Ginny no tuvo tiempo para responder, él la liberó sólo para poder acomodarse y entrar en ella de un sólo movimiento que la dejó incapaz de formular frases coherentes. Draco se tomó su tiempo, cada acometida era más certera que la anterior, su ritmo era perversamente lento, sus ojos no perdían ni un detalle del cuerpo que tenía debajo. Sus dedos se enredaron en la melena roja, mientras sus bocas compartían un beso devastador.
Ella se acopló a él, sus manos se aferraban a él dejando sus uñas marcadas en la piel delicada. Necesitaba más, se sentía en el límite del palcer sin puder cruzar la linea; sonrió para sus adentros al saber que él había ganado, pues no tardó rezar el nombre de su amante como él bien había predicho, buscando que aumentara la velocidad y Draco así lo hizo cuando creyó que no podría sostener más aquel encuentro. Juntos alcanzaron la cima del placer con el nombre del otro en los labios.
Sin duda la noche no había sido suficiente para satisfacer sus deseos.
*º*º*º
Ginny salió de la ducha y buscó en el closet algo que ponerse. Sí, tenía ropa ahí para esos días que pasaban juntos. Comenzó a vestirse lentamente, poco después Draco salió del baño entre una nube de vapor con una toalla enredada a su cadera, las gotas se esparcían por su torso deliciosamente antes perderse en lo que la tela cubría.
Se mordió inconscientemente su labio inferior. Lo quería tan malamente que hacía que todo su cuerpo zumbara, al parecer jamás tendría suficiente de él, pero sabía que él le pertenecía a otra, a su mejor amiga. Un retorcijón de culpabilidad la recorrió, esa verdad era una espina en su corazón.
Draco la abrazó por detrás hundiendo su rostro en las hebras rojas, aspirando su aroma a flores, que en el pasado tanto odiaba y ahora no podía dejar de oler.
—Debo irme, en unas cuantas horas se supone que me reuniré con Harry —mencionó, tratando de alejarse, pero él no se lo permitió.
Un gruñido escapó de la garganta de Draco. —No quiero que lo veas, no quiero que lo beses, no quiero que te toque —manifestó celoso, aferrándose a ella.
No soportaba la idea de que ella se entregara a su ex enemigo. De que él disfrutara de ella, de su cuerpo, de su risa…
La confesión la sacudió por completo, era la primera vez, después en casi un año que él dejaba entrever sus sentimientos. Sabía que él era muy reservado, la mayoría del tiempo era frío e indiferente y nunca se hubiera esperado que él fuera capaz de confesar esas palabras.
Su corazón comenzó a retumbar dentro de su pecho, para ella hace mucho que había dejado de ser sólo encuentros pasionales, desde el momento en que se había entregado a él, sabía que lo hacia porque sentía algo por él, que nada tenía que ver con lo que sentía por Harry.
Con el tiempo su relación con su novio, se había vuelto lejana y distante, él tenía tantas cosas que hacer, que ella pasaba a segundo plano, más sin en cambio no Hermione, siempre había envidiado la forma en que la trataba, su relación, su comunicación.
Tal vez debería haber buscado un trabajo en el Ministerio, estaría tan cerca de él como lo estaba Hermione, así no tendría pretexto para no verse. Tampoco es que le echara la culpa a él de toda esta situación, ella en verdad lo había amado por años, pero al parecer eso no había sido suficiente para mantener a flote su relación.
Sin duda con Hermione tenía un vínculo que con ella jamás tendría y había aprendido a vivir con eso, pero había veces en que se sentía tan sola y fue en una de esas ocasiones en las que Draco se cruzó en su camino.
—Y yo no quiero que te cases. —Por fin admitió, sintiendo cierta liberación al hacerlo.
Se giró buscando su mirada, tratando de encontrar una esperanza para seguir juntos. Si tan sólo él decidiera dejarlo todo, ella haría lo mismo, pero él se mantuvo callado. Los signos de tensión en el rostro de Draco, fueron la respuesta más cruda que pudo recibir. Un pinchazo de dolor atravesó su corazón, poco después él se apartó dándole la espalda.
Ella bajó su mirada llena de lágrimas, recogió sus cosas y se dirigió a la puerta, pero él la detuvo tomando su muñeca.
—Te estaré esperando en Gales.
—¡Vete al demonio! —gritó. Salió del lugar como alma que lleva el diablo, sin detenerse a pensar en cubrirse para no ser reconocida.
*º*º*º
Tiempo después se encontraba en su cuarto en la Madriguera, observando por la ventana el paisaje, había estado encerrada dándole vueltas a lo que había sucedido con Draco y si debía o no ir a Gales. Tal vez había llegado el momento de resistirse a aquello, de dar por terminada de una buena vez aquella relación prohibida.
Sonrió con ironía al pensar eso.«¿Cuántas veces he intentado dejarlo?».
Una triste gota salina surcó su mejilla.
—Ambos intentamos hacerlo, pero no ha sido suficiente a pesar de todo seguimos juntos…
Durante el Colegio, Draco siempre le había parecido un estirado, altanero e insípido chico con malos modales y serios problemas de ego. No comprendía por qué todas se empeñaban a verlo como un sex symbol, aunque no podía negar que le causaba curiosidad.
«Quién diría que años después encontraría la respuesta y que terminaría amando a dos hombres al mismo tiempo.»
Un llamado en su puerta, le hizo perder el hilo de sus pensamientos. Se limpió su mejilla y se giró para ver de quién se trataba. —Adelante.
Una cabeza rubia apareció por la rendija. —Tu madre me ha dicho que habías vuelto —comentó Luna con su clásica sonrisa ensoñadora.
—Pasa, no te quedes ahí. Quiero que me cuentes, ¿cómo es qué estas saliendo con Ron? —inquirió, tratando de enmascarar su tristeza con la emoción que tenía al enterarse de esa noticia.
*º*º*º
Horas más tarde Ginny estaba esperando a su novio, en una banca de un parque. Miró su reloj pulsera, notando que llevaba 15 minutos de retraso.
«Es mejor que me vaya… quizás una vez más algo se le atravesó.»
Se levantó dejando escapar un largo suspiro, estaba por caminar cuando un Harry agitado llegó a su lado, ligeramente despeinado y con un gran ramo de rosas para ella.
—Ginny… lo siento, estaba con Hermione y se me ha hecho tarde —explicó, tratando de recuperar su aliento.
Le sonrió como si nada ocurriera, ya ni siquiera se molestaba por eso. —No importa, ¿está todo bien con Hermione?
—Sí, en verdad lo siento —repitió sonando en verdad arrepentido—. Son para ti.
—Gracias, son hermosas. —Las tomó abrazándolas contra su cuerpo. Levantó su rostro aún con esa pequeña sonrisa, encontrándose la mirada esmeralda de su novio, buscando en ella el alivio a sus fantasmas.
No sabía ni cómo era capaz de mirarlo a los ojos, después de lo que le estaba haciendo.
—¿Caminamos un poco? Hay una cafetería a unas cuadras de aquí.
—Está bien —dijo, comenzó a caminar, cuando él la detuvo, ella levantó su ceja interrogante.
Harry se acercó a ella y le plantó un beso. —Te eche de menos.
Ginny aún atrapada en el estupor de aquel contacto, movió su cabeza asintiendo. —Yo también Harry —murmuró, pensando en todas esos momentos en los que se había sentido sola a lo largo de su relación.
Él entrelazó sus manos, avanzaron lentamente por la calle tenuemente iluminada.
—Me entere de tu último triunfo —comentó, quería felicitarla pero con todo lo que había ocurrido se había olvidado de escribirle una carta y eso lo hacía sentirse como un escreguto—. Supe que fue un partido difícil, pero sacaste adelante al equipo.
—Seguí un par de consejos que me dio alguien antes de iniciar el partido —confesó, recordando el encuentro que había tenido con Draco antes de dirigirse al estadio.
—Supongo que trabajaste en nuevas jugadas con tu entrenadora y el equipo.
—En realidad fueron ideas de un particular.
—¿Lo conozco? ¿Algún aficionado?
—No, no lo conoces.
—Estoy intrigado, ¿debo preocuparme?
—¿Celoso? —preguntó como si no lo creyera.
—Tal vez —respondió, mirándola con seriedad. Sabía que le había fallado en muchas ocasiones, pero no deseaba perderla—, ¿debo estarlo?
—No, es un hombre comprometido y yo estoy contigo —aseguró como si tratara de convencerse de ello. Le dio un apretón a su mano, mientras le besaba la mejilla—. Ahora cuéntame, ¿a cuántos magos oscuros les has pateado el trasero…?
*º*º*º
Una semana después Ginny se encontraba preparándose para irse a Irlanda donde se jugaría la final de la Liga en dos días. No sabía de dónde había sacado fuerzas para no ir a Gales, las cosas con Harry seguían iguales, ni mejoraban, ni empeoraban.
Él había estado pasando más tiempo del acostumbrado con Hermione, pero no le resultaba extraño, quizás sentía pánico de perder a su amiga, ya que en poco tiempo se casaría y no sería lo mismo.
Ella por supuesto la había ido a visitar, encontrándola más delgada que de costumbre pero en general se veía radiante, habían platicado largamente poco después había llegado Luna contagiándolas de su alegría.
Y todo ese rato ella no había podido alejar a Draco de sus pensamientos, mucho menos si miraba aquel anillo que representaba el compromiso que tenia su amiga con él. Recordándole que ella no era nada, él ni siquiera se había molestado en escribirle por no asistir a su encuentro. Seguramente había encontrado con quién entretenerse.
Terminó de guardar sus cosas, obligándose a apartar de su pensamiento a ese infeliz hurón. Afortunadamente tenía que jugar la final, estar lejos de él la ayudaría, aclararía su mente y su corazón, ya no había marcha atrás.
Esa noche viajaría con un translador y daría por concluido aquello que alguna vez había tenido con Malfoy.
*º*º*º
Harry estaba con Hermione en su departamento, se giró mirándola con preocupación. Se habían enterado que Draco había vuelto antes de lo previsto de su viaje, ella había estado esperando que él se comunicara con ella avisándole, pero cuando no había sido así, habían deducido que se encontraría con su amante en aquel lugar en el Callejón Knockturn.
—¿Estas segura de esto?
—Totalmente.
—Está bien —espetó, se acercó a ella y la estrechó, buscando protegerla de su dolor y de ese desgraciado.
Hermione le correspondió con el mismo cariño, en los últimos días su amistad se había fortalecido aún más. No tenía como agradecerle todo lo que él hacia por ella, la mayoría de las noches se había quedado a dormir con ella, limpiaba sus lagrimas y le preparaba grandes tazas de chocolate, también había aprendido a hacer un buen café, con la el cual la despertaba por las mañanas.
No le había preguntado si Ginny lo sabía, pero había concluido que no después de su último encuentro con ella, quizás creía que él se encontraba de guardia.
No entendía por qué su amigo no se lo había dicho, aunque tenía un par de sospechas.
—Debemos esperar un poco o pasaremos muchas horas en aquel lugar —prfirió al separarse de él, resintiendo la ausencia de sus brazos alrededor de su cuerpo—. ¿Quieres algo de beber o comer?
—No, estoy bien —contestó. Se sentó en el sillón, jugando un poco con Crookshanks.
—No respondo si te muerde o te araña —avisó.
—Yo no soy Ron que detesta a tu gato —rebatió, mientras el felino intentaba atrapar su mano.
—Lo sé. —Crispó sus labios en una sonrisa que no le llegó a los ojos. —Me alegro de que él y Luna estén saliendo, aunque es un poco extraño.
—Yo también, creo que enserio le gusta Luna.
—Me alegró que haya aprendido a tolerar las ideas de Luna, aún recuerdo cuando todos la mirábamos como si estuviese loca…
—Si él no se hubiese decidido a salir con ella, estoy seguro de que Neville si.
—En verdad creí que ellos terminarían saliendo, pero al parecer nuestra amiga prefirió a Ron con todo lo que eso conlleva.
—Ron tenía las de ganar, Luna vive cerca de la Madriguera y además él no trabaja en Hogwarts —evidenció con una sonrisa. Estaba totalmente de acuerdo en esa relación, él con la ayuda de George habían trabajado en su amigo, para convencerlo de salir con la rubia.
—Viéndolo así tienes razón, aunque Neville comprendía mejor que nadie a Luna… y ciertamente es más tolerante y amable que Ron.
—Estoy seguro de que Neville encontrará a alguien más.
—Yo también —concordó su amiga—, ¿y cómo van las cosas con Ginny?
Harry dejó de jugar con Crookshanks, su rostro se cubrió de una seriedad que ella no lograba explicarse.
—Hoy se va a Irlanda a jugar la final.
—Eso me comento, pero no estás así por eso… ¿qué pasa?
—No lo sé, la he sentido distante —expresó con un gesto de preocupación—, tal vez no sea nada.
—Ella te quiere, siempre lo ha hecho. No creerás que te esta olvidando.
—A veces pienso que la distancia nos afecta más de lo que queremos aceptar —explicó, sintiendo un agujero en su estómago.
—Es su último partido, pronto estará aquí y podrás pasar más tiempo con ella —profirió tratando de animarlo.
—Lo sé y eso espero. De cualquier forma ya pedí un permiso en el Ministerio, ella no lo sabe aún pero estaré en su juego, además pretendo quedarme con ella un par de días en Irlanda.
—Harry, estoy segura que ella estará feliz con eso —prorrumpió alegre, aunque no podía dejar de sentir una punzada de soledad y envidia al saber lo que él haría.
«Que absurda soy, ¿cómo puedo estar sintiéndome de esta forma? Harry es el novio de mi amiga, no puedo ser tan egoísta él necesita pasar tiempo con ella, y yo entender que él no siempre va a poder estar conmigo.»
La plática continuó durante un rato más y finalmente llegó la hora de partir.
*º*º*º
En The Coffin, Draco se encontraba bebiendo un trago, desesperado por ver a Ginevra. Cuando ella no llego a Gales supo que en definitiva estaba dando por terminada su relación, por un momento pensó que era lo mejor, pero con el pasó de los días, no dejaba de pensar en ella y en las últimas palabras que habían compartido, esas que tanto lo atormentaban, haciéndole sentir emociones que no esperaba y que lo desconcertaban totalmente.
Por eso en cuanto había tocado Londres, había decidido enviarle una carta, pidiéndole que se reuniera con él. No estaba seguro de si ella acudiría, pero por ahora no le quedaba de otra que esperar y pedirle a Merlín que asistiera.
Tal vez era una locura, pero estaba dispuesto a pagar el precio.
*º*º*º
Ginny se colocó bien el gorro de su capa para así cubrir parcialmente su rostro, antes de entrar en el lugar, sabía que lo más probable es que sólo estarían un par de minutos ahí, antes de desaparecerse e ir a otro lugar. Siempre era así, no veía como las cosas podrían ser distintas esta vez.
«No debería estar aquí… en un rato debo tomar el traslador, debo estar loca ¿qué es lo qué pretendo? Él se casara con Hermione, no hay cabida en su vida para mi y yo tengo a Harry, él me adora y yo… sé que volveré a amarlo con la misma fuerza.»
Avanzó por el lugar, sintiendo los nervios cosquillear en la base de su estómago, tenía las manos bañadas en un sudor frío. Y justo a unos pasos de él se detuvo, sintiéndose totalmente vulnerable y a merced de Draco y de lo que quisiera hacerle.
Se sentía tan tonta, en verdad se había enamorado de él o si no cómo se explicaba lo que en ese momento esta sintiendo, aún no estaba en sus brazos y ya sentía que su corazón se encontraba a punto de saltar de su boca.
Él levantó su mirada, topándose con la menuda figura cubierta por aquella túnica. De inmediato supo que se trataba de Ginny. Ese simple contando entre sus miradas los hizo sacudirse por la fuerza de aquello que sentían.
Se incorporó rápidamente y en menos de dos segundos ya se encontraba besándola con desesperación. Ginny entrelazó sus manos detrás del cuello de él, permitiéndole elevarla unos centímetros del suelo. Le correspondió el beso con la misma emoción, calándole los huesos, no había forma de que se sintiera diferente, después del tiempo que había estado lejos de él.
*º*º*º
Hermione y Harry ingresaron al lugar con otros cuerpos, ayudados de la poción multijugos. Se sentaron en una mesa como cualquier otra pareja, disfrutando del ambiente y un par de tragos, haciendo que su encuentro fuese lo más normal posible, pues no debían llamar la atención.
—Tranquila —aconsejó, tomó su mano, entrelazándola.
Ella asintió, respirando profundamente varias veces, quizás después de todo no estaba preparada para saber con quién la engañaba Draco.
«Tal vez Harry tenga razón y esta sea una mala idea.»
No sabía ni cómo había tenido valor para llegar hasta ahí, quizásprovenía del dolor que Draco le había causado. Tal vez después de ese trago amargo que viviría venía un mejor futuro y siempre podía volver a humedecer la camisa de Harry, ahí estaría él consolándola el resto de la noche, brindándole suaves caricias y dulces palabras para tranquilizarla.
Y justo cuando estaban creyendo que él no aparecería lo hizo, caminó por el lugar con su clásica arrogancia, lo observaron ocupar una mesa y pedir un trago. No había nada de extraño en eso.
Harry mantenía sus ojos pegados al ex Slytherin, como si en cualquier momento fuera a saltarle encima. Tenía tantas ganas de romperle su cara, que no podía si quiera estar quieto, más cuando notaba cuánto le afectaba su presencia a su amiga.
—Esta demasiado ansioso.
—Sí no supiera que es porque espera a su amante, te diría que ha pasado mucho tiempo oliendo los vapores de alguna posición.
—Harry… —pidió, no pudo evitar sonreír un poco y no sabía si porque la idea de que Draco se alucinara con vapores le fuese graciosa o porque ese sería un comentario que esperaba de Ron no de Harry, o quizás sólo era porque tenía los nervios de punta.
—¿Qué? A estas alturas no merece que lo defiendas.
—Lo sé.
—Mira, alguien se esta acercando a él —avisó, logrando que Hermione dirigiera de inmediato su mirada hacia la esquina del lugar. Tenía el corazón zumbándole en sus oídos de lo fuerte que latía dentro de su pecho, ni siquiera se atrevió a respirar y cuando lo miró ver a esa mujer, supo que ella nada había significado para él.
Draco jamás la había mirado de esa forma, sintió como el dolor con el que había estado viviendo esos días se acrecentaba, hasta hacerla doblarse ligeramente, más al ver como se besaban, parecía que no hubiese mañana para ellos.
Harry no sabía qué hacer, se debatía entre levantarse y estrellar a ese maldito en la pared o quedarse y abrazarla, optó por lo segundo aunque no despegó su furica mirada del bastardo de Malfoy, pero no estaba preparado para lo que vería segundos después, cuando el gorro que cubría la cabeza de la mujer cayó revelando así su identidad.
A él se le desfiguró el rostro, el dolor que sintió fue peor aún que la maldición cruciatus. Se levantó con intenciones asesinas, la rabia, la indignación, la humillación bullían en su interior alimentando su rabia.
Hermione ni siquiera había salido del shock de saber de quién se trataba.
—No puede ser…
Al ver reaccionar a su amigo, sólo pudo aferrarse a él. —Harry no, cálmate…
Él ni siquiera era capaz de escucharla, estaba tan cegado por el dolor y la indignación que sólo podía pensar en destrozar a ese maldito.
—Harry mírame, estoy aquí —pidió con desesperación interponiéndose en su camino. Le tomó el rostro con las manos, obligándolo a mirarla—. Vámonos, por favor.
Después de un rato de forcejeo, logró convencerlo, justo el tiempo que la pareja de infieles aprovechó para desaparecer, sin darse cuenta que ya habían sido descubiertos.
*º*º*º
Esa noche sin duda, fue una de las más difíciles que les tocó vivir, pero al menos sabían que se tenían el uno al otro. Después de todo ambos compartían el mismo dolor en sus corazones.
*º*º*º
Hermione no podía seguir tolerando aquello así que en cuanto Draco se comunicó con ella, lo citó en su departamento.
Se encontraba parada junto al gran ventanal que se encontraba detrás de su sala, observó como él descendió de su lujoso coche para entrar en su edificio. Miró el cielo estrellado y le pidió en silencio a Merlín la fuerza necesaria para concluir aquello.
Se sacó el anillo de su dedo anular y abrió la puerta, justo al tiempo que Draco salía del elevador, le dedicó una mirada curiosa, sonriéndole con soberbia.
—¿Ansiosa por verme?
—Eres un imbécil —exclamó, le aventó el anillo a los pies—. Te quiero fuera de mi vida Malfoy.
—Hermione pero ¿qué…? —balbuceó, ni siquiera sabía qué era lo que estaba ocurriendo.
—No me hagas decírtelo y si valoras tu integridad física, vete —indicó, estaba por girarse y cerrarle la puerta en la cara, cuando él la agarró del brazo. Ese fue el detonante que ella necesitaba para explotar por completo— .*Depulso…
Ni siquiera le dio tiempo de reaccionar, sólo fue consiente del impacto que recibió y el dolor de su espalda al chocar contra el muro de concreto.
—¿Qué demonios te pasa? —inquirió, se levantó mirándola con recelo.
—No te atrevas a acercarte —advirtió, en ningún momento bajo su varita.
—¡Quieres explicarme qué te pasa! —exigió furioso.
—Eres un cínico, ahora si te intereso.
—¡Joder, Hermione! ¡Habla de una buena vez!
—Se lo tuyo con Ginevra —decírselo fue como echarle sal a su herida, pero aún así no se permitió flaquear, no le iba a dar el gusto de verla sufrir.
Draco se quedó helado, el color escapó de su rostro, haciendo que su piel se viera prácticamente translucida.
—¿Desde cuándo lo sabes?
—¿Es todo lo qué dirás?... —inquirió con dolor, negó con su cabeza sin poder creerlo—. Desde hace casi tres semanas, me entere de que me estabas engañando pero hasta hace unos días supe con quién… ¿cómo pudiste?
Él se quedó callado, sin atreverse a mirarla.
—Eres un maldito cobarde… ¿no dirás nada?
—Lo que quieres escuchar, no te lo puedo decir —manifestó con sinceridad, tomó el anillo y se giró con la intención de irse.
—¿Por qué me hiciste creer que te casarías conmigo?
—Porque en verdad iba a hacerlo.
—Pero nunca iba a ser la fecha adecuada, ni la novia que tú deseabas a tu lado.
—Siempre tan perceptiva Granger —manifestó con una sonrisa de lado—, quizás algún día agradezcas el no haberte casado conmigo—agregó, con eso desapareció.
Hermione entró a su casa y se dejó caer cerca de la puerta. Abrazó sus piernas y deseó con todas sus fuerzas que aquel dolor acabara, echaba de menos sentir los brazos de Harry rodearla.
*º*º*º
En Irlanda, Harry esperaba la llegada de Ginny a su habitación de hotel. La final había sido el día anterior, por supuesto él no había asistido, la había dejado disfrutar de las mieles del triunfo, pero no esperaría un día más, para enfrentarla.
Ginevra entró a su habitación canturreando una canción, prendió las luces, dando un brinco de susto al ver a Harry planteado en su habitación.
—¡Merlín Harry, me has asustado! —expresó, se llevó su mano a su pecho tratando de calmar su pobre corazón—. No puedo creer que estes aquí…
—Necesitaba hablar contigo.
—¿Q-qué sucede? —preguntó temerosa al ver el gesto adusto en su rostro—. ¿Le pasó algo a mis padres o a mis hermanos?
—No, no es eso.
Ginny descansó al escuchar eso, aunque no dejó de estar preocupada. En definitiva algo grave estaba sucediendo, él ni siquiera se había acercado a saludarla y no parecía nada feliz de verla.
—Harry…
—¿Hay algo qué quieras decirme Ginny? —le preguntó dándole una última oportunidad de sincerarse.
Se quedó callada, tratando de darle sentido a lo que sucedía. Fue entonces que al verlo comprendió que él sabía de su engaño. Tragó en seco, sintiendo que el mundo se estaba derrumbando sobre ella.
—Harry perdóname, si hay algo que debo decirte —musitó, retorció sus manos nerviosa, mirándolo totalmente afligida con un nudo en su garganta—, estoy viendo a otra persona.
Fue entonces que él supo que Ginny hace mucho tiempo que lo había dejado de amar, no había sido Draco el que había estado jugando con ella, engañándola, ella había estado con él por propia voluntad.
No recordaba en su vida haberse sentido tan decepcionado de alguien, pero siempre había una primera vez.
En esos días había estado haciendo memoria de todos sus encuentros con ella y había estado uniendo las piezas, el hombre comprometido que la había aconsejado antes del juego contra los Puddlemere United, no había sido otro que Malfoy.
—¿Quién es?
—¡Harry perdóname! —pidió, acercándose a donde se encontraba, pero él la rechazó.
—¿Lo amas?
—Sí… creo que sí —respondió, después de un tenso intervalo.
—Pues espero que Malfoy te corresponda —declaró, con eso abandonó la habitación, sintiendo un dolor desgarrador, dejando atrás todas sus esperanzas e ilusiones de un futuro hermoso a su lado.
Ginny se quedó anclada a la alfombra, totalmente perturbada por sus palabras.
*º*º*º
Meses después.
Una boda se llevaba acabo, en un lugar neutral, debido a la diferencias entre las familias. Los padres de la novia deseaban que por supuesto se llevara a cabo en el patio de su casa, cosa que había horrorizado a los padres del novio, obligándolos así a ofrecer su mansión para celebrar dicha unión.
Las diferencias obligaron a los novios a tomar la decisión de casarse en un lugar que ellos escogieran, sin favorecer a ninguna de sus familias. Así que ahí se encontraban —después de tiempos difíciles, de escándalos y sobre todo de obstáculos—, uno al lado de otro, frente a un enorme lago, realizando sus votos.
Sin duda los arreglos habían sido puestos por los Malfoy, abogando a su buen gusto, sin embargo Narcissa tuvo que ceder —aún en contra de su voluntad—, la organización del banquete a Molly Weasley.
—No puedo creer que mi hermana se esté casando con ese —masculló sulfurado Ronald—. Si pudiera regresaría al momento en que le rompiste la cara, Harry.
El susodicho simplemente sonrió, negando con su cabeza al recordar lo que le había hecho, aunque no se arrepentía de nada, tanto él como Hermione estaban en esa boda no por gusto, si no porque su falta, atraería chismes y no estaban de humor para tener que aclarar las cosas.
—Yo estuve comprometida con él por meses y nunca fue la fecha apropiada para casarnos, sin embargo con Ginevra lo hizo en menos de dos meses —soltó aun sintiendo una punzada de dolor. Apretó el bolso de mano, buscando controlarse.
—Siempre te lo dije Hermione, ese hurón es una escoria… aún no comprendo, ¿cómo es qué mi hermana termino con ese? Más después de saber lo que te hizo, engañarte con otra —bramó molesto—. Harry nunca debiste dejar a mi hermana, te prefería a ti de cuñado mil veces que a ese.
—Ya te lo he dicho Ron, lo nuestro ya no funcionaba.
Ni Hermione, ni él se habían atrevido a revelar los verdaderos motivos por las que sus relaciones habían terminado, ese era un secreto que se quedaría entre los cuatro. Sin embargo había personas que no se dejaban engañar por ellos, pero aún así lo mantenían en silencio.
—Lo sé, pero esta echando a perder su vida al casarse con ese hurón estirado, mira que hacer que mi hermana se retirara del Quidditch, para convertirse en una dama de sociedad, en la señora Malfoy —escupió con molestia.
—Ronald, ella se retiró porque así lo quiso y tú sabes que ahora trabajara como corresponsal de Quidditch en El Profeta —le recordó Luna, mirándolo con sus grandes ojos saltones, apretando su índice en el rostro del pelirrojo para deshacer su ceño fruncido.
Él resopló malhumorado. —Patrañas… quizás a mi hermana la están dañando una de esas criaturas que dices… los wrack… ¿o cómo se llaman?
—Son *Wrackspurt— corrigió—, pero esas no causan ese daño, esas criaturas…
Harry se giró para ver a su amiga, intercambiando una sonrisa cómplice. El ver a Ron hablando de criaturas que sólo ella podía ver era toda una revelación y notar como su mano afianzaba la de Luna, era algo que no podía pasar desapercibido.
—Sólo por eso, ustedes deberían hacerles lo mismo —murmuró George a sus espaldas, trayéndolos de nuevo a la conversación.
—George, no digas esas cosas —regañó Angelina, pellizcando su brazo.
Hermione y Harry, se sintieron extraños después de ese comentario, aunque no sonaba tan descabellado, después de todo…
*º*º*º
Más tarde, se encontraban disfrutando de la fiesta. Ronald bailaba tratando de seguirle el paso a Luna. Mientras que Neville había invitado a Hannah a la pista hacia unos segundos.
—Se ve bien juntos —comentó Hermione al verlos.
—Sí —asintió, dándole un trago a su bebida—, deberías bailar… muchos te lo han pedido.
—No tengo ánimos —manifestó, calvando su mirada en un punto del espacio.
Harry se levantó de su asiento, se acomodó su traje y le extendió su mano a Hermione. —¿Me concede un baile señorita Granger?
Hermione lo miró extrañada, junto sus cejas sin poder creer lo que él estaba haciendo. —Tú no eres bueno bailando y no te gusta hacerlo además.
—Cierto, pero lo haría por una amiga, ¿te arriesgas a bailar conmigo?
Tomó su mano, sonriéndole con diversión, eso sería sin duda un espectáculo. Avanzaron hasta la pista, en un principio se hicieron un poco bolas, pero finalmente Harry le agarró el modo, por lo menos ya no la pisaba.
—¿Por qué me trajiste a bailar? —inquirió sonriente.
—Porque no quería ver esa expresión triste en tu rostro.
Tenía que reconocer que la conocía. Además él también debía sentirse mal y aún así estaba ahí, tratando de hacerla sentir mejor, lo mínimo que podía hacer era cooperar con él y tratar de pasarla lo mejor posible.
Estuvieron bailando un rato, aunque hubo de todo, equivocaciones, vueltas mal dadas, choques, pero sobre todo risas.
—¿Preferías haber bailado con un experto?
—Mis píes lo hubiesen agradecido —repuso divertida, notando como la sonrisa en el rostro de su amigo se marchitaba—. Harry claro que no, además con ninguno me la hubiese pasado tan bien.
—Eso no lo sabes.
—Lo sé, además con nadie más, me hubiese sentido apuñalada tantas veces como contigo. Soy afortunada por estar bailando con un hombre guapo, que es auror y sobre todo un soltero codiciado.
Siempre le había gustado la forma en que su amiga lo veía, ella veía al hombre común y corriente en él.
—¿Olvidas qué salve el mundo mágico…?
—Mmm no, sólo que prefiero no recordar que casi pierdes la vida —refutó seria—, para mi eres importante por ser Harry, mi amigo, no el salvador del mundo mágico.
Él sonrió de forma encantadora, satisfecho con sus palabras. La pegó más a su cuerpo, dejando que su cabeza reposara en su hombro, mientras él disfrutaba de la curva de su cuello.
—¿Qué piensas de lo qué mencionó George? —inquirió curioso.
Hermione siguió moviéndose, ni siquiera se apartó de él. —Que está loco y que si nosotros estuviéramos juntos, no sería por venganza… después de todo a ellos no les importamos como para sentirse celosos.
—Es verdad.
—¿Y tu qué piensas de eso? —cuestionó interesada.
—Tal vez está perdido en lo que se refiere a porqué lo haríamos —enunció misteriosamente.
—Harry…
—Sólo dejemos que las cosas pasen.
*º*º*º
Casi un año después, Hermione abría la puerta de su departamento aún con los rastros de sueño, pues eran más de las tres de la mañana.
—Harry… ¿qué?
Él ni siquiera le dio tiempo de preguntar bien cuando ya se encontraba dándole un beso.
Hermione parpadeó tratando de comprender lo que sucedía, pero no tuvo si quiera tiempo de hacer pues los labios de él se movían deliciosamente sobre los suyos, logrando despertarla por completo, más cuando él la cargó separándola unos centímetros de suelo. Harry entró en el lugar, cerrando con una patada la puerta, aún besándola fervientemente, la llevó hasta el sillón.
Hermione ahogó un gemido al sentir su lengua recorrer cada rincón de su boca, él hizo que ella se recostara sobre los cojines del sofá, mientras se colocaba sobre ella, dejando que sus manos comenzaran a hacer maravillas con su cuerpo.
Sus besos estaban cargados de un deseo profundo, cada caricia que Harry le daba, la hacía sentir un sinfín de placer. Ella se sentía liquida entre sus brazos, el peso del cuerpo de Harry, era un peso que ella deseaba sentir sobre ella por siempre, su corazón latía frenéticamente tanto como el suyo.
Por fin se separaron, dejando que el aire se colara entre sus rostros.
—No podía esperar hasta mañana para verte, vine en cuanto llegue.
Hermione dibujó una sonrisa cargada de dulzura, mientras acariciaba sus mechones oscuros. —Pero si sólo fueron un par de días los que estuviste fuera, aunque me alegra saber que has vuelto con bien, estaba preocupada porque la misión saliera mal.
—Schh yo siempre voy a volver a ti —prometió una vez más.
—Te amo —le dijo antes de unir sus labios en un nuevo beso, sus sentidos se inundaron de ese hermoso sentimiento que compartían.
Hermione comenzó a recorrer la espalda de Harry, mientras él abandonaba su dulce boca para esparcir pequeños besos a lo largo de su rostro, antes de bajar por la línea de su mandíbula internándose en la suave piel de su cuello.
Sus manos buscaron el borde de su pijama, lentamente comenzaron a colarse por debajo de su camiseta. Harry dejó que sus dedos rozaran con suavidad la piel de su abdomen, la sintió estremecerse bajó su cuerpo y sus suspiros cerca de su oído, lo incitaban a seguir.
La fricción entre sus cuerpos se volvió una placentera tortura, sus bocas encajaban perfectamente juntas, como si siempre se hubiesen pertenecido, la sincronía con la que se besaban era envidiable.
Hermione se sentía tan abrumada y él aún no la había tocado íntimamente. No podía creer todo lo que era capaz de hacerla sentir, en verdad estaba completamente enamorada de él.
Harry interrumpió su beso, la cargó sin vacilaciones llegando hasta la habitación, donde la recostó sobre la cama, para después colocarse a su lado y retomar lo que había iniciado en la sala.
Se saborearon con un nuevo beso, que parecía no tener fin, sus lenguas se encontraban arrancándoles un par de gemidos. Harry retomó sus caricias, sus manos se perdieron en la cintura de su novia, lentamente subió hasta lograr alcanzar su sostén —pero aún deseando hacerlo—, no se detuvo ahí. Interrumpió su beso para poder sacarle la camiseta.
Hermione se sonrojó furiosamente al notar la mirada cargada de deseo con la que él la recorría. Ambos respiraban rápidamente, Harry la dejó bajo él, la besó con ternura antes de morder su labio inferior, provocándola. Hermione respondió tomando su rostro entre sus manos, besándolo con intensidad, logrando que él dejara escapar un sonido profundo, momento que ella aprovechó para invadir su boca, profundizando su ósculo.
Una marea de emociones se volcó en él, encendiendo completamente su cuerpo. Acarició su costado delineando su figura, dejando un rastro de fuego en la piel de Hermione, alcanzó el inicio del delicado sostén, dejó que sus dedos bailaran sobre sus pechos, acariciándolos con suavidad, logrando que ella se estremeciera profundamente.
Harry separó el broche de sus bocas y bajó su rostro besando la tierna piel de su cuello, sintiendo su trémulo latido, al morderla ligeramente cerca de su garganta, Hermione jadeó apretándose contra él, hundiendo ligeramente sus uñas en los hombros de su novio.
Él se separó poco después, para poder quitarse la camisa que llevaba, arrancándosela de un sólo movimiento. Hermione disfrutó de la visión de su torso desnudo, levantó sus manos para recibirlo, lo recorrió lentamente disfrutando de como sus músculos se tensaban al pasó de sus manos.
Harry reinició su ataque, besando su hombro para después descender por la clavícula, entreteniéndose ligeramente al darse cuenta de que era una zona, en la que ella era especialmente sensible. Ella acarició su cuello, hundiendo sus dedos en el espeso cabello azabache, sintiendo el duro golpe de las caderas de él presionando contra sus muslos.
Su respiración se volvió un rápido jadeo conforme él descendía, cerró sus ojos con fuerza, tratando de controlarse, pero le era imposible con él acariciándola de esa manera, sintió sus largos dedos desabrochar el gancho de su sostén, para después sentir la cálida respiración de Harry sobre sus pechos, antes de que él comenzara a besarlos con dedicación.
—Eres hermosa —dijo, no se cansaba de repetírselo una y otra vez.
Ella abrió sus ojos, observándolo mirarla con aquella mezcla de emociones. Se fundieron en un nuevo beso que los dejó sin aliento, poco después ella se levantó ligeramente de la cama para ayudarlo a desvestirse. Hermione se embelesó con su cuerpo desnudo, repartió besos de mariposa por su rostro, para después descender sobre la curva de su mandíbula, bajando por su garganta, mordiendo suavemente su nuez de Adán.
Él dejó escapar un sonido ahogado, aferró su agarre a la cintura de su novia y la recostó nuevamente, presionando su cuerpo contra el de ella, la respuesta de ambos fue inmediata, se entregaron nuevamente a acaricias.
—Harry… —suspiró al sentirlo besar su abdomen. Él regresó sobre su camino llegando nuevamente a su labios, succionándolos suavemente, al tiempo que se encargaba de desaparecer la última prenda que los separaba. Era increíble como podía hacerla sentir que el único lugar en el mundo donde ella pertenecía, era junto a él, entre sus brazos.
Él se tomó su tiempo recorriéndola a consciencia, llevándola al borde de la locura. Momentos después mientras se besaban, sus cuerpos se fundieron en una antigua danza. Para ellos no hubo nada más que esa pura y celestial sensación, que sólo el otro podía brindarles.
*º*º*º
Se separaron poco después, totalmente extasiados, aún disfrutando de los últimos rastros de aquellas embriagantes sensaciones de placer. Hermione sentía su delicioso aliento chocar contra el suyo, mientras exhalaban con fuerza, tratando de recobrar la normalidad de su respiración.
—Cásate conmigo.
No fue una pregunta, más bien fue una suplica.
Ella parpadeó como si no creyera lo que él le estaba diciendo, su cerebro aún no se encontraba funcionando del todo bien. Su corazón se detuvo por el lapso de un latido y no lo culpaba después de la forma en que había estado trabajando, pero pronto sintió como latía con una fuerza renovaba dentro de su pecho.
Se retiró de ella dejándola aún totalmente impresionada. Buscó su pantalón y volvió a la cama, acostándose a su lado. Tomó su mano izquierda por donde deslizó el anillo en su dedo anular. Había mandado hacer especialmente la joya para ella, el diseño era en forma de una snitch dorada.
Hermione ahora si no podía negar lo que estaba ocurriendo, la emoción invadió su pecho, sus ojos se volvieron acuosos, se obligó a parpadear copiosamente para evitar llorar.
—Nunca te gusto mucho el Quidditch y a pesar de eso, nunca faltaste a ninguno de mis partidos, siempre estuviste en primera fila apoyándome. Ya no necesito más buscar la snitch dorada, ni tampoco a la mujer correcta, al fin la encontré, siempre estuvo a mi lado. Te amo Hermione, ¿quieres…?
Hermione asintió sin poder hablar por la emoción, llena de dicha y amor. Se abrazó a él, besándolo con mucha más intensidad.
Fue entonces que una vez más agradeció no haberse casado con Draco Malfoy, él jamás la hubiese hecho ni la mitad de feliz de lo que Harry la hacía y esperaba que ella lo hiciera sentir de la misma forma, aunque no tenía porque dudar, cada día él le demostraba su amor no sólo con palabras si no con hechos y ella le respondía de igual manera.
Porque un amor como el suyo no tiene final.
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¡Gracias por leer!
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* Karlyzhaa G Black, aquí esta tu historia como prometimos, tardamos un poco pero gracias por la paciencia y por todo el apoyo.
*Historia basada en la trama de una canción de Ricardo Arjona.
*Originalmente el nombre es Maldición de Expulsión de Entrañas. Inventado por Urquhart Rackharrow, su efecto presumible es que la maldición extrae los órganos del sujeto.
*Terrence Rosier, hijo de Evan Rosier, primo hermano de Narcissa Black o su nombre de soltera Narcissa Black Rosier.
*Depulso: Muy parecido al hechizo Flipendo, pero más poderoso. Sirve para rechazar enemigos, ideal para empujar objetos (PA/j). Filipendo: Conjuro de rechazo de enemigos (eliminándolos o dejándolos inconscientes) y de objetos (moviéndolos). Conocido como el maleficio rechazo es increíblemente útil para empujar objetos y aturdir a las criaturas más débiles (PA/j).
*Wrackspurt:Criatura invisible que flota en los oídos de sus víctimas y que hace que su mente se vuelva borrosa (PM7). Según Luna Lovegood, la diadema de Rowena Ravenclaw tiene sifones de Wrackspurt para aumentar la sabiduría de quien la lleva puesta (RM29).
Fuente: el diccionario . org
* Ojala puedan pasar a leer nuestras otras historias sobre esta pareja.
.:::*Perfect Gentleman (Long fic)
.:::*You and I (One shot)
.:::*Sentimiento oculto (One shot)
.:::*Just to be close to you (One shot)
* ¨ )¸.·´¸.·´¨)
(´¸.·*´¯`*»— — The darkness princess & Lady Muerte.
