No sé por qué, pero desde la primera vez que te vi me transmitiste tristeza a través de tus ojos. A todos les paralizaba tu presencia, temían tu poder y tu nombre al enterarse de que eras la cabeza de La Araña, pero lo primero que yo pensé fue que tú
eras una persona triste, muy triste, y no lo supe por los latidos de tu corazón, ni por tus palabras, aparentemente frías, sino por tus ojos, que a mi parecer siempre cargan con una mirada de tristeza, luego tu actitud me lo confirmó, al ver que hablabas
sólo cuándo era necesario, y con una pesadez en la voz difícil de creer, y lo que le puso la guinda al pastel fue tu desprecio a tu propia vida, importándote poco si vivías o morías. Todos ven en ti un asesino a sangre fría, un ladrón sin escrúpulos,
una persona fuerte a la que vencer, un líder al que seguir, pero yo sólo veo una persona triste, muy triste. Las personas están ciegas, Kuroro, y la demostración es que se tragan tu apariencia de persona fuerte cuando en realidad no sabes fingir, tus
ojos te delatan. Yo sé tú verdad, Kuroro, y no quiero imaginar lo que tuviste que sufrir para cargar con semejante tristeza, aunque eso no justifica tus acciones. Kuroro Lucilfer, eres una persona ahogada en la tristeza, tus ojos lo demuestran
Esto es lo primero que pensé al ver a Kuroro, y he de admitir que por mucho que sea un asesino, no puedo odiarle ni admirarle, porque siempre me pareció que estaba cansado de la vida, que su tristeza lo estaba ahogando y que lo único que buscaba era que lo matasen
