Nuevo mes, nuevo fanfic que será publicado mientras termino de corregir (para los que vienen leyéndome desde hace rato) el mítico y ultra-postergado Crawling (…) En la publicación de hoy, se encontrarán con la primer parte del epílogo, lo que dará pie para que aparezca el resto de la historia.

El título podría traducirse cómo Grande en Japón, pero si tomamos la trama, lo más aproximado sería Poderoso en Japón. Big in Japan, es una excelente canción de Alphaville que ha sido interpretada de muchas formas diferentes a través de los años. Lo interesante es que quién la escuché puede darle el significado que deseé y fue más o menos eso, lo que hice al momento de sentarme a escribir esta historia. Les recomiendo que, en lo posible, lean este cap. con ese tema de fondo.

Advertencias:

Universo Alterno.

Shonen-Ai / Yaoi.

Contenido maduro.

Vocabulario ofensivo.

Disclaimer: La letra de la canción 'Big in Japan' pertenece al grupo Alphaville, los personajes son de Hiroyuki Takei y los escenarios e historias míos.

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You did what you did to me (Me hiciste lo que me hiciste)
Now it's history I see (ahora eso es historia)
here's my comeback on the road again. (y vuelvo aquí a empezar de nuevo.)

Big in Japan – Alphaville.
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-Epílogo.-

-Zoológico de neón.-

Cuándo bajé del tren aquella fría noche invernal, recuerdos de viejos instantes se agolparon en mi garganta. En aquel tiempo, en ese primer viaje hecho hace diez años atrás, la estación de Fumbari ga Oka lucía amenazante, insípida, repleta de nuevas tentaciones. Ahora, en mi ya casi adultez, se veía cómo tantos otros pedazos de tierra metalizada por el que pasaban miles de hormigas vestidas con traje y bolsos. No era extraño, pero tampoco agradable. El sabor de la derrota temprana danzaba en mi boca, haciéndome preguntar por qué regresé al lugar que tanto daño me había hecho.

Sin encontrar una respuesta acertada, reí por lo bajo y arrastré la maleta que contenía mis pocas pertenencias por el anden. Un paso, dos. Con un caminar errante, indeciso, dejé que los copos de nieve se asentaran en mi cabeza; e intenté sentirme vivo, porque hacía ya mucho tiempo que había olvidado cómo era tener algo de vida recorriéndote las venas.

Era extraño, no sabía porque lo hacía. Pero en ese inusual viaje de ida, iba a conseguirlo todo, todo lo que me quitaron cuándo aún era un adolescente. Todo eso, incluso a él, porque ya no me importaban las escalas sociales inventadas en una clase de internado ni las dosis suicidas inyectadas en el torrente sanguíneo. ¿Qué más podía perder? Si ya estaba herido y agonizante, podía arriesgarme un poco más y darlo todo. Todo y aún así no obtener nada, igual que antes, porque hablaba de él. Aquella persona que no necesitó ayuda para demoler mi universo.

Rodeado de maniquíes que volvían a fijarse en mis rasgos y en la ropa que llevaba, me senté en un escalón, sin poder dejar de sentirme como un extranjero en tierras olvidadas por la naturaleza humana.

«Todo esto sería más fácil, sin tanta gente al rededor» pensé para mi, con desgano.

Sin quererlo, repetí esas palabras una y otra vez, cómo si se tratasen de un mantra mágico, capaz de hacerme olvidar. Olvidar, olvidar, ¿Olvidar qué?... ¿olvidar el trato frío al que me deje someter u olvidar cómo un sujeto despreciable logró calarme hondo? Olvidar, sí eso era, con ya veintisiete años encima lo que necesitaba era olvidar. Con ese pensamiento subí al tren que iba a llevarme directo a sus brazos, con varias mentiras me dejé engañar durante el transcurso de las horas. Necesitaba terminar lo que alguna vez empecé y si iba a casarme en pocos meses, cortar el problema desde su raíz era lo más lógico. Entonces… ¿por qué tenía tantas ideas encontradas?...

Suspiré, el aire frío me penetró, mi corazón latió abatido. ¿En qué diablos me había metido? ¿Casarme, yo? ¿Cómo? ¿Por qué?... ella era una chica linda pero…

Apreté los puños, la amargura me invadió.

Ya no era un adolescente enamorado de lo que no me convenía, no podía aceptar un pero más en mí triste vida y menos para excusarlo a él. Tamao era linda y sería feliz a su lado.

Una vez más, me pregunté si estaba convencido de eso… o si fue uno de mis amigos quién lo dijo.

Daba igual, no dejaría que los recuerdos me atropellaran. Ya nada de lo pasado importaba y apostaba que él tenía una buena vida… Una que no me incluía.

Sonreí perdido en el silencio, saboreando las imágenes de mi primer viaje a ese lugar tan grande. Dos cosas eran diferentes ahora: Ya no me dejaría caer en engaños, porque sabía que ser poderoso en Japón era una asquerosa mentira. La otra caminaba hacia mí, curvando una sonrisa retorcida en cámara lenta, quitándome el aliente de a poco.

Allí estaba, bastante más atractivo de lo que recordaba. Llevaba pantalón negro, simple, ajustado a su pequeño y grácil cuerpo, botas y una chaqueta larga de color marrón oscuro, que sabía contrastarle con la piel. No estaba más alto, pero había algo en él que absorbía toda mi atención y la hacia vagar a tiempos mejores.

«Perfecto» pensé perdiéndome en la fiereza de sus lunas doradas, que habían logrado quebrar mi promesa.

Camino grácil hacia mí, con andar viperino, dejando que los copos de nieve jugaran en sus hebras violáceas y curvando otra sonrisa retorcida que sólo sabía ser menos dañina que aquella dibujada en nuestro primer encuentro.

Entonces, antes de que Len Tao diera el primer movimiento, me pare rápido y lo miré con desconfianza con el único gusto de tomarlo por sorpresa. Y así fue, sin decir nada, sus estelas doradas aplaudieron mi osadía.

Las luces de neón jugaron en nuestras pieles, el viento ululó alguna canción olvidada y todo alrededor se detuvo. Ya no había ruido, la multitud furiosa por el paso de los minutos pareció congelarse, y todo lo pasado salió a flote.

Nos quedamos allí parados, estáticos. Él con los brazos cruzados y una seria mueca de aceptable incomodad; yo aferrado a mi pobre maleta, con ideas disparatadas bailándome en la cabeza.

–Ha pasado un tiempo.– dijo para romper el silencio, con un tono de voz que variaba entre la frialdad y la tristeza. –Sé que luego de todo eso… soy al último que quieres ver…– aceptó en un suspiro, sin variar su expresión de falsa superioridad. –Pero… ¿Qué quieres de mi? Horokeu, creí que jamás volverías a este lugar.–

Mi nombre, sin diminutivos o burlas, logró sorprenderme. Era la primera vez que alguien me llamaba así y supuse que no sería la única. Habíamos crecido, ambos, y estupideces como Horo, Boro, Hoto o Hoto-Hoto formaban parte de aquel pasado nebuloso.

Por un momento, lo miré con pena y me di cuenta que en sus brazos delgados podían esconderse más de un secreto. ¿Sería cierto…? ¿Seguiría…?

Suspiró molesto.

–No tengo tiempo para jueguitos tuyos.– bramó en voz baja.

Lo vi darse media vuelta y alejarse lentamente, con la intención de perderse entre la multitud.

–Voy a casarme.– solté al fin, lo bastante alto cómo para ser escuchado sólo por él. –En dos meses.– continué firme.

Volteó brusco y sus estelas ambarinas me atravesaron con fuerza, cómo si estuviesen tratando de meterse dentro de mis pensamientos.

Silencio, electrizante, doloroso.

–Felicidades.– dijo despacio. –¿Era para eso que viniste hasta aquí, Hoto-Hoto?– el desprecio cubierto en su voz, cegó mi ira.

Di un paso, algo en mi se rompió.

–Con Tamao. – proseguí incapaz de sostenerle la mirada. –¿Te acuerdas de Tamao?–

La pregunta lo hizo soltar una carcajada desagradable.

–Bien… saludas a la señora Usui.– remarcando las últimas palabras con una sorna insoportable, se acercó de nuevo hasta que nuestros rostros sólo estaban distanciados por el aire y la diferencia de alturas. –De mi parte Boro-Boro, ahora… ¿Viniste hasta Fumbari ba Oka sólo a esto? ¡Eres tan infantil!–

Tragué saliva. Lo admitía, se escuchaba estúpido pero para mi significaba mucho.

–No.– mentí cogiéndole el brazo por la fuerza. –No fue sólo por eso. – dije apretando un poco más fuerte, para intentar hundirme en los misterios de su piel envenenada.

Estrellas negras chocaron con soles dorados, por un instante, nuestros corazones latieron al mismo tiempo.

–Hoto-Hoto, deja de jugar así. –contestó soltándose. –Te haces el malo y no te queda.– burló volviendo a curvar otra sonrisa de superioridad.

Lo miré asqueado, una parte de mi sabía que estaba probándome la otra (adolorida desde la última vez) gritaba que sólo era un juego y su voz era más fuerte.

–¿Cuánto cobras ahora?– mi pregunta logró tomarlo por sorpresa. La sonrisa se le borró golpe y sus cejas se arquearon juntas. –Porque los chicos de la escuela decían que lo hacías por un paquete de cigarrillos.–

Buscando en mis bolsillos, me paré firme.

–Sabes que no fumo, pero te pago dos cajas y eso significa que eres mío ¿dos noches?–

Dije posesionado por el enojo, sorprendiéndome a mi mismo por el bajo nivel en el que había caído. Yo no era así, yo no podría decir tal cosa. En ese momento el dolor hablaba porque era demasiado injusto que sólo uno de los dos sufriera. Pero Len no sabía eso.

No contestó, fue un golpe demasiado bajo.

–Entonces todo se reduce a que viniste hasta aquí para decirme que te casabas con Tamamura y que te quieres acostar conmigo…– siseó despacito, imitando el sonido de una serpiente.

Diez años desde la última vez, y el tiempo había pasado lento para nosotros. Las peleas seguían ahí, el amor furioso, los apodos… él.

–Claro, si Asakura no interfiere.– seguí. –Por cierto, Len… ¿Dónde esta Hao ahora?– miré sobre su hombro, buscando algo inusual en toda esa extraña escena.

Invadido por un dejo de amargura, repetí aquel nombre en mi subconsciente. Hao Asakura, Asakura Hao ¿Dónde estaba ahora aquella persona tan desagradable?

Pasos suaves me devolvieron a la realidad.

–¿Importa eso, Horokeu?– el cálido aliento de Tao chocó contra mi rostro. –¿Quieres que piense que vienes luego de diez años, desde Hokkaidö hasta Fumbari ba Oka para tomarte la molestia de llamarme a mi número personal, decirme que te casas y que te vas a acostar conmigo?–

Los ojos de Len brillaron perspicaces como en los viejos tiempos, feroces como los de un tigre acechando en la oscuridad nocturna.

–Oh, ¿y estás tan interesado en saber por Hao?–

Retrocedí hasta quedar acorralado entre la pared y su persona.

–Horo-Horo…– un suspiro cálido me acarició, mi nombre de pronto, sabía a poesía. –Eres un idiota. –

Y nuestros labios se sellaron en un beso hambriento, urgido, apasionado y todo alrededor volvió a latir mientras mis manos recorrían su cuerpo. Los carteles de neón, aquel zoológico molesto de luces incandescentes, nos ocultaron por un rato, hasta que él decidió separarse para acomodarse la ropa.

Su sonrisa fría, destrozó mis barreras protectoras.

–Ese beso… – dijo pateando el equipaje hasta dónde yo estaba parado. –Para ti significa tanto… y ¿para mi?– volvió a reír, volvió a usarme. –Sabes dónde buscarme, ¿verdad? Oh… suerte con tu casamiento, Horo-Horo–

Girando sobre sus tobillos, caló un cigarro alargado y despareció absorbido por la multitud.

Rendido caí de rodillas sintiéndome diminuto. Confundido, adolorido, perdido. Con pocas ilusiones de ver algo de calor en sus magníficos ojos dorados, me di cuenta que mis amigos de la secundaria tenían razón. Él, y los de su especie, eran inalcanzables para quiénes no éramos grandes en este país iluminado por las luces de falsas esperanzas.

¿Qué había significado ese beso para ambos?

Ya nada quedaba de lo que me diferenciaba con aquel joven recién llegado a la gran ciudad, nada era diferente de hace diez años atrás. Y mientras paraba un taxi aferrándome cada vez más al equipaje, los recuerdos me abordaron. Incluso aquellos que creí olvidados.

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Terminé de escribir a las 05:21 am, es decir, me pasé toda la noche corrigiendo el primer capítulo y ahora el sueño comienza a pegar duro LOL.

Creo que no tengo mucho para aclarar esta vez, más que preguntarle a quienes leyeron todo esto escuchando el tema de Alphaville (o viendo su debida traducción) lo siguiente:

¿Cuál fue la interpretación que tuvieron con el tema?

Es un juego bastante chorradito, :3 en el que participa quién lo desea y para dentro de una o dos semanas pondré lo primero que creí al leer el lyric y la explicación más acertada según el propio grupo. Cositas que se me ocurren ahora, cuando mi cerebro comienza a gritar por alguna horita de sueño.

En las próximas semanas actualizaré mi blog o LJ, allí pondré más detalles sobre los fics que tengo pendientes para actualizar.

Sin más que comentar, me despido.

Reviews.