Mientras la oscuridad me sobrelleva intento atosigar mis sollozos, pero no puedo… algo no me permite controlarme… eras tú y no me di cuenta. Tú eras mi cielo en el que volaba, tú eras el sol que me calentaba¡tú eras mi sueño más hermoso y mi deseo indeseable!... y no me di cuenta.


-… perdóname

-¿crees que es tan fácil?- no contestó -¿ves cómo si eres muy inocente?

-me duele tu desprecio

-… me duele tu desconfianza

-¿no me perdonarás?

-¿quieres que te lo vuelva a decir?... no


-Mira la casa- el muchacho levantó la vista inmutado

-¿qué? No tiene gran cosa- el otro inclinó la cabeza

-cierto, pero nunca dije que fueran acaudalados

-¿por qué esto no me sorprende? En realidad si me imaginé que el campeón del mundo tuviera una casa doblemente mayor a esta- su compañero se paró justo en frente de la puerta

-olvídalo… es hora de que dejes a la abadía atrás


Era el último año que probablemente se verían juntos. En realidad no era eso lo que querían, pero algunos de ellos deseaban ser algo más que beyluchadores, dejarían rezagado el beyblade para comenzar sus estudios y ser profesionistas, fue por eso que decidieron hacer una reunión y como siempre el lugar fue la casa Kinomiya. Muchos de los amigos con los que habían compartido muchos momentos ya habían llegado, aún así esperaban la llegada de otros más. Mientras en algunos lados de la casa todo era bullicio en otros la calma reinaba, en la sala todo estaba callado, la única cosa que emitía sonidos era el televisor. Cierto chico se encontraba sentado sin ver hacia el aparato, su vista se encontraba en un punto de la ventana, sin pensar en nada. La calma desapareció de ahí cuando el anfitrión se acercó y gritó de forma estrepitosa

-ya llegaron- gritó emocionado –que bien,- le cuchicheó a Rei en la oreja –por fin tendré a quién molestar- el muchacho que apenas salió de su anonadamiento captó poco después lo que su amigo le dijo y se talló los ojos para volver a su postura anterior

-Rei- al volver a oír su nombre volteó sereno y con una sonrisa por reconocer de quién venía la voz

-hola Kai, me alegra que ya hayas llegado

-¿recuerdas a Yuriy?- el chino volteó hacia este y le miró de brazos cruzados, sin expresión en su rostro y con sus ojos inexpresivos

-¿Cómo no recordarlo?- se levantó y le extendió la mano –me alegra que hayas venido- Yuriy le arqueó una ceja, le miró al rostro y luego miró la mano, cuando volvió a verle la cara se sorprendió de ver que el chino seguía esperando que le correspondiera. Kai cruzó los brazos y suspiró tratando de ver cómo le haría para cuando la indignación le llegara al chino

-gracias- dijo el pelirrojo cortante correspondiendo el saludo, Rei continuó sonriente y le invitó a sentarse. Kai frunció el ceño, le parecía en verdad extraño que su amigo hubiese correspondido el saludo, él sabía perfectamente que no lo haría y sin embargo… Yuriy denegó el ofrecimiento y salió al jardín de la casa con Kai detrás, se detuvo a mirar a todos desde el marco de la puerta

-¿por qué lo hiciste?- al oírlo volteó inmutado y sin darle importancia vuelve a posar su mirada en los demás

-no lo sé- le dice tranquilo, Kai no puede evitar mirarlo extraño aún, esa respuesta no lo convenció en absoluto, pero como sabe que no logrará sacarle nada más, sobre todo por que hay una muy remota posibilidad que así haya sido, se retira de ahí dejándolo solo con sus pensamientos

-¡muy bien!- grita el niño entusiasmado logrando que con eso todos le voltearan a ver, cuando ya no hubo ruido continuó hablando –somos demasiados, por eso creo que nos deberá tocar de a dos por habitación

-Takao tiene razón, es por eso que me tomé la libertad de acomodarnos por parejas en una habitación ¿qué les parece?- después de oír algunas expresiones afirmativas comenzó a dar las parejas para cada habitación, al terminar y como ya era algo noche decidieron ir a sus respectivos cuartos y con su pareja correspondiente. Al entrar a su habitación el chino se acostó en la cama y estrujó la almohada, soltó un fuerte bostezo y miró al otro que estaba bajo el marco de la puerta con el mismo rostro inexpresivo de siempre

-¿ocurre algo, Yuriy?- le preguntó Rei al ver que no se movía, le sacudió la cabeza y se sentó en el sillón

-parece que sólo hay una cama

-¿y?- el ruso refunfuñó bajo

-yyyyyy… somos dos- el chino se acostó boca arriba meditando lo que le habían dicho y después de un rato le miró de nuevo

-¿qué tal si dormimos juntos?- el ruso le frunció el entrecejo

-claro que no

-¿por qué?

-pues…- posó sus ojos azules en el piso –estoy acostumbrado a dormir solo- Rei se levantó sin soltar la almohada

-qué curioso, yo también- le dijo risueño –en ese caso- se sentó a su lado- yo dormiré en el sillón

-… no, tú duerme en la cama, yo dormiré aquí

-no, yo- Yuriy le miró a los ojos

-esto es ridículo, yo voy a decir "no, yo", luego tú dirás "que no, yo" y así nos la pasaremos hasta que al final los dos durmamos en el suelo- el chino rió ante el comentario

-tienes razón- calló un momento y pensó en el asunto –tengo una idea¿qué tal si nos turnamos? Esta noche uno duerme en la cama y a la siguiente el otro ¿te parece?- el ruso asintió –bien- dijo levantándose –hoy dormiré en el sillón- Yuriy le miró cansado, tomó la primera almohada que estaba cerca y se acostó en el sillón dándole la espalda al chino –de acuerdo… entonces hoy dormiré en la cama.

Después de ese día pasamos muchos otros tranquilos, él por su lado y yo por el mío. Durante todo el día cada uno estaba con sus amigos y en su ambiente, pero como a las once o doce de la noche volvíamos a nuestro cuarto y el ambiente se tornaba… feo, se volvía tenso, callado… muuuy callado ¡por que él no hablaba en toda la noche! Y sinceramente es muy incómodo, por que es obvio que él no degusta, mejor dicho, no tolera mi presencia y… tal vez hasta ya le he de caer mal. No sé, yo intenté algunas veces tratar de tener contacto de gente normal con él, por que no aguantaba ese ambiente tan tenso; pero todos mis intentos fueron vanos. Una noche me senté frente a él y comencé a platicar, si así se puede decir, con él. Saque a Kai como tema, ambos convivimos con él, por eso es algo que compartimos. Pero mientras más platicaba menos ánimos tenía para continuar, por que él ni siquiera me prestaba atención. Yo veía que sus ojos azules se posaban en todos lados menos en mí. Después de tanto insistir él se rindió antes que yo y por fin me miró a los ojos para decirme

-Ray ¿puedo pedirte un favor?- lo miré emocionado, me parecía en ese momento que mis esfuerzos estaban dando frutos, le sonreí complacido

-claro ¿qué necesitas, Yuriy?

-¿podrías dejar de molestarme?- su tono ácido, su expresión mordaz, su vista indiferente a mí me tiró de mi nube a como trescientos metros de altura, imagino que en ese momento mi sonrisa desapareció mientras mi cerebro trataba de encontrar lógica a lo que me había dicho ¿cómo podía ser tan grosero para no mostrar ni siquiera un poco de cortesía para inventar una excusa tonta y huir de mí? Aparté mi rostro, me parece que mostraba decepción y vergüenza, pues era eso lo que sentía

-de acuerdo- dije lánguido, me levanté sin volver a dirigirle la mirada y me acosté en el sillón rendido. Desde ese día no he vuelto a hablarle por nada, ni siquiera a dirigirle la mirada.


qué tal? espero que les haya gustado

de ustedes depende si subo el siguiente capítulo

nos vemos!!!