Disclaimer:
nada de esto es mío, sólo es de J.K.Rowling, lo hago para divertirme.Hola, ya me conoceréis, pues bien. No se como he hecho esto, no tengo ni idea. Sólo se me ocurrió, empecé a escribir y mira por dónde... pero vamos, esta pareja es una de las más odiadas por mí, sólo que como tuve una buena idea...
Leed y decidme, es una chorrada¬¬ ... en fin. Ahí os dejo
Mandadme revis si os gusto, si no la kitare.
Trato por interés
1. Por una vez... querría ser egoísta.
- Vale Malfoy, trato hecho...
Palabras frías sonaron en una mansión tan grande como el ego del chico que tenía justo delante la chica. Trato que nunca pensaba haber hecho. Si se lo hubieran preguntado habría dicho: ¿Yo? ¿Saliendo con Malfoy? Y menos por interés... ´´ Pero el destino le había jugado una mala pasada y no quería volver a pasarlo mal. Su familia estaría entera en contra de ella, todos estarían en su contra pero por una vez quería ser egoísta, por una vez quería pensar sólo en ella... Un clavo se saca con otro clavo, ¿no? No sería básicamente lo mismo, pero por una vez sacaría el rencor de ella misma, por una vez quería vengarse... por una vez quería ser ella misma, sin tabúes... y olvidando a Harry.
¿Por qué todo tenía que estar relacionado con Harry? Quisiera que por una vez Harry no tuviera nada que ver... que dejara de presionarla aunque no se diera cuenta, estaba agobiada... Y él había seguido con su vida, una vida sin ella y eso le dolía demasiado...
Soltó la mano de repente al sentir el frío tacto. No le gustaba el chico. No le gustaba la casa. No le gustaba su familia. No le gustaba nada de lo que estaba haciendo...¿Y entonces qué demonios estaba haciendo allí?
- Es un error... – la chica se dio la vuelta intentando que todo se olvidara, acababa de hacer una estupidez y le parecía que no había vuelta atrás.
- Eres una cobarde- ella se paró de pronto.
- ¿Qué? – volvió hasta donde estaba el rubio.
- Eso es lo que eres, tanto si vuelves como si haces el trato... una cobarde que no sabe declarar sus sentimientos- la chica esquivó su mirada-... tú decides.
- Está bien- dijo ella después de unos momentos de reflexión.
Ambos se miraron a los ojos, ¿odio?. No, sólo indiferencia, por parte de los dos... El rubio dejó de apoyarse en el marco de su puerta.
- Esta noche cenarás con mis padres y conmigo... anunciaremos nuestro compromiso.
- ¿Compromiso? Creía que sólo era noviazgo... – ahora los ojos de ella estaban llenos de furia.
- ¿Qué más da si sólo es una falsa? – El rubio dio la vuelta y paseó por el pasillo. La chica permaneció en su sitio sin moverse. Se había metido hasta el cuello ahora, y debía echarle valor al asunto. Ningún Malfoy la trataría como una cualquiera...
El rubio se paró extrañado en mitad del pasillo. No escuchaba pasos detrás de él. Miró de reojo indignado y fue peor cuando vio que nadie lo seguía... Dio la vuelta y vio a la misma muchacha de minutos antes, parada donde estaba él.
- ¿No piensas venir?- una frase prepotente llegó a los oídos de la chica. Ella respondió cruzando los brazos.
... Diez minutos después...
El rubio seguía tan lejos de la chica como hace diez minutos, sólo que casi al borde de los nervios. A los Malfoy nadie los hacía esperar. La joven seguía sin inmutarse en el mismo lugar.
... Cinco minutos después...
El rubio tuvo que andar de nuevo el pasillo hasta llegar a la chica.
- ¿Algún problema?
- Sí, tienes que hacer algo por mí... a cambio- la chica lo miraba muy seria, mientras él torcía una media sonrisa.
- Ya, dinero para tú y tu familia...
- No
Nítido como el agua llegó a los oídos de Draco Malfoy.
- ¿Qué entonces?
- Bien, yo haré lo que tu me digas y tú harás lo que yo te diga... por muy malo que te parezca.
- ¿Cómo qué? – el chico la miró extrañado.
- Acompañarme al trabajo, cenar con mi familia, venir conmigo a comprar... todo lo que haga falta para que parezca lo más real posible.
- Está bien... y ahora me acompañas.
- Y...
- Y, ¿qué?
- Dejarás de meterte con cualquier persona que sea de mi agrado... – el rubio la observó y rodó los ojos.
- Vamos ya.
En el pasillo se escuchaban pisadas... correspondientes a dos personas.
Llegaron después de andar un rato a una gran puerta de madera con manillar de plata en forma de serpiente.
- Esta será tu habitación por esta noche... es el cuarto de invitados, como verás tienes vestidos en el armario y todo lo que necesites se lo puedes pedir a mis elfos domésticos.
- ¿Tienes elfos domésticos?
- Sí, claro.
Ella lo miró duramente mientras él andaba por la habitación.
- Ponte la túnica verde... era de mi madre y le encantará que la lleves puesta aunque seas tú...
- ¿Qué? ¿Tengo que cambiarme de ropa?
- Claro, quiero que mis padres se enojen al verte, pero que no les de un infarto al verte vestida de muggle.
- Está bien
- En media hora estarás abajo, te estaremos esperando. Sandy te ayudará en lo que quieras...
Sonrió agradablemente al ver aparecer a una elfina rosa... la primera vez que lo veía sonreír así. Desapareció como el viento.
- Bien señorita, le prepararé el baño...
- No, déjalo, ya lo haré todo yo sola, por favor.
- Pero el Sr. Malfoy... – la chica la miró triste.
- Es una orden Sandy...
- De acuerdo- la elfina desapareció mientras ella se dirigía al baño.
Se quitó la ropa en un santiamén. Sería una noche larga, y necesitaba un baño resucitador... Se metió cuando el agua llegaba hasta arriba y hundió la cabeza. Quería que sus problemas los borrase el agua... Salió y se puso la ropa interior. Se miró al espejo.
- Sra. de Malfoy... – un escalofrío le recorrió todo el cuerpo-... no, definitivamente no me gusta.
Le hubiera encantado hacer todo lo contrario a lo que le hubo dicho Malfoy y ponerse algún vestido bonito muggle, pero el trato estaba hecho y debía hacer todo lo que él dijese. Pero una cosa estaba más que clara, en la cena no se iba a callar. Si no les iba a dar un infarto con la ropa, por lo menos esperaba que les diera en la cena... esos mortífagos se iban a enterar. Gracias a Dios, sabía a ciencia cierta que Draco no era uno, si no...
Se secó el pelo, en melena, haciéndose unos rizos por encima. Se maquilló poco, con un poco de verde y se puso la túnica. Le sentaba muy bien, aunque era algo sobria, pero muy elegante... Se calzó y miró la hora. Aún faltaban cinco minutos. Se levantó de la cama y se dirigió al balcón.
Había luna llena. Se acordó de Lupin. Remus Lupin.
Echó mano hacia el cuello... y la bajo al pecho. Un bulto se hacía hueco entre la ropa. Lo sacó: era un hermoso dije de plata, en forma de corazón. Lo abrió y dentro había una foto de ella y Harry abrazados.
- Pensaba que te habías fugado o te habías suicidado ya... – el rubio la miraba sonriente.
- No tiene gracia- seguía observando el dije mientras torcía la ceja.
- Bonito colgante...
- Sí... – sacó la foto de dentro y observándola en el aire sus ojos se entristecieron. El chico sacó la varita y con un movimiento la quemó - ¡No!
- ¿No querías hacer eso, deshacerte de ella?
- Sí, pero...
- Pues entonces... vamos, es mejor así... – el rubio le ofreció el brazo pero ella se adelantó rápidamente dejándolo solo en la habitación-... es lo mejor para los dos...
Anduvieron largo rato por los pasillos de la casa camino de llegar a la Sala de estar. Ella estaba algo nerviosa, pero llevaba la cabeza alta, nunca había dudado de sí misma, ni nunca lo haría.
- Por cierto, estás preciosa... – el chico la miró de reojo y siguieron andando. No servirían de nada los halagos en ella, pero era un paso más en esa falsa relación. Al menos hablaban...
Llegaron justo antes de la Sala de estar.
- Bueno, supongo que ya no sirven los apellidos, ¿no Draco, querido? – Una sonrisa cínica apareció en sus rosados labios. Ahora era ella la que estaba segura. Disfrutaría...
- Sí, en fin, pero nada de cariños ni nada por el estilo... aquí son muy formales, demasiado...
- Ni faltas que hay... – le cogió el moflete sonriendo. Era la primera vez desde que apareció que empezaba a soltarse.
- Vale, suéltame, cariño... – le cogió la mano y se la bajó-... esperas aquí hasta que te presente ¿de acuerdo?
- Claro.
El chico avanzó unos pasos y abriendo una gran puerta entró. La chica avanzó unos pasos a escuchar detrás de la puerta preparándose. Rezó en voz baja... ¿quién le diría de meterse con los Malfoy? Ella era la única culpable y ahora lo iba a pagar caro...
Por la puerta salió la cabeza primero, y después el cuerpo entero de Draco Malfoy haciéndole una seña con la mirada. La cogió de la mano y la arrastró casi hacia el interior de la habitación. Era una sala acogedora aunque algo tenebrosa con los asientos de cuero negro. Había un ambiente cálido gracias a la chimenea. En ella estaba apoyado Lucius Malfoy, y de pie, a su lado, Narcissa Malfoy...
Un silencio profundo se hizo en la Sala.
- Os presento a mi prometida... Ginebra Ann Weasley.
