Disclaimer: Todos los derechos son de Marvel. Ningún personaje me pertenece a excepción de algunos OC's, aunque Rebecca Barnes es parte del Universo de Marvel "Tierra 616", aquí he modificado parte de su vida haciéndola hermana de Bucky y me centro en su vejez.
Advertencia: Este es un short-fic de tres partes, aquí voy a publicar el preludio junto a la primera parte. Espero que lo disfruten.
Preludio
Sleepling at last - Lullaby
❝Buenas noches, buenas noches, dulce angelito,
es hora de dormir.
La luna te cuidará esta noche
a tus sueños y a ti.
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Buenas noches, buenas noches, ten buenos sueños por ahora,
deslízate hasta el sueño en tu almohada de nubes.
Buenas noches, buenas noches, mi dulce angelito,
las aventuras de mañana pronto comenzarán❞.
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Pensando que su mente podría fallarle, logró seguir la nana al pie de la letra. Pero, pronto, la voz que lo había guiado desde el inicio empezó a decaer, poco a poco, disolviendo los tonos en el aire. Con lágrimas en los ojos y la voz entrecortada, Bucky terminó de cantar esa canción a solas, ella ya se había dormido, para nunca más volver a despertar.
━Adiós, mi pequeña Becca.
Advertencia: Los hechos narrados son posteriores a "Capitán América: El soldado del invierno", exactamente semanas posteriores a que Steve reciba el expediente de Bucky.
I
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ღ
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10 de marzo de 2014, Detroit, Michigan
La cena había sido un momento de festejo, el brindis había evocado una ocasión tan especial como aquella, recordar a los que no están, en especial a aquella persona que ahora hubiese cumplido 97 años.
La mirada de aquel soldado de cabellos que reflejaban el espejo del sol en la oscuridad, acongojada, sumida en la oscuridad de los recuerdos de días atrás, donde había emancipado el mal en su último encuentro con su antiguo amigo, no lo dejaban disfrutar de aquella cena. Para su suerte, y con lo difícil que era para él disimularlo, la familia no había notado su semblante deprimido o si lo habían hecho no iban a preguntar.
Luego del festejo y la celebración, el silencio reinó. Fue algo que socavó los rincones, aminoró los disturbios, dejando que los pensamientos empezaran a gritar, aullar. Los niños y la abuela dormían, mientras que la mujer de unos cuarenta años (casi llegando a los cincuenta) quien se encontraba al otro lado de la mesa, tuvo que secar sus lágrimas mientras avanzaba en la lectura, su esposo tuvo menos coraje y se levantó de la mesa bajo la mirada del súper soldado que se encontraba inmóvil, sentado en la punta de la mesa, recostado sobre el respaldar de la silla, dejando que su dedo índice reposara sobre una de sus mejillas, esperando paciente a que la mujer pudiese terminar de leer aquel expediente.
Cerró los ojos, frunciendo el ceño evitando verla, se maldijo internamente por querer develarles parte de la verdad, una que, si bien, a la mujer no le importaba, debía pasar frente a ella antes que a su real receptor. La noche tuvo sabor amargo en boca de la mujer, quien había empezado a disfrutar de la compañía de uno de los amigos más íntimos de su tío, pero este había esperado hasta ese momento para mostrarles la cruda verdad.
—No puedo... —habló con dificultad la mujer quien respondía al nombre de Liliam, ordenando los papeles, sin terminar de leer aquel expediente. Steve con una mueca de tristeza lo recibió en sus manos. La mujer recargó los codos sobre la mesa mientras ocultaba sus ojos sobre sus manos, mientras secaba las lágrimas. No lloraba por algún afecto que haya nacido por su supuesto difunto tío, sino por la brutalidad con la que había sido torturado por tantos años, logrando tocar su fibra sensible.
—Voy a encontrarlo cueste lo que cueste —recalcó el rubio.
—Ella no puede saberlo —interrumpió el esposo de la mujer con amargura, refiriéndose a todo lo que sucedió con su hermano—, su corazón no resistiría.
—Eso es verdad, Steve —sollozó la mujer—, casi se desvanece cuando te vio por primera vez después de 70 años.
Steve los miró con angustia, sabía que Liliam no había tenido afecto por quien había sido su tío, más que algún gramo de simpatía por las historias que su madre le contaba de niña, pero Rebecca merecía saber qué había pasado con su hermano. Aunque, aquel no era el momento propicio para estar disparando ese tipo de noticias, mucho menos cuando la anciana podría morir de un infarto si se enteraba de lo que había sucedido con su hermano.
—Debes prometernos que no se lo dirás —rogó la mujer tomando las manos del capitán, quien le sostuvo la mirada. No era justo dejar que Rebecca siguiera viviendo sin saber la verdad, pero debía encontrar primero a Bucky antes de apresurar las cosas.
—Lo prometo —aclaró con seriedad el rubio—, con una condición —inquirió ante los dos pares de ojos expectantes que lo atravesaron con intriga, mientras el súper soldado se ponía de pie para marcharse—. En cuanto lo encuentre, lo traeré con ella.
La pareja se miró por unos momentos con muchas dudas, pero no pudieron evitar asentir levemente ante la expectante silueta del soldado quien, luego de pedir su permiso y recibir una afirmativa, se dirigió hacia las habitaciones del segundo piso.
Se detuvo frente a la puerta entreabierta de la habitación de la anciana, quien dormía plácidamente. La mujer había vivido en casa de su hija durante los últimos cinco años, luego de decidir vender la casa en la que había vivido por tanto tiempo con su, ahora, difunto esposo; siempre alegó que era una casa muy grande para una mujer sola y, como su familia la apreciaba demasiado, decidieron que el lugar de ancianos no sería su hogar.
Steve la observó por unos momentos, rogando internamente poder encontrar a Bucky a tiempo, realmente deseaba que Rebecca pudiese ver a su hermano por última vez, antes de que alguna catástrofe hiciera que la guadaña de la muerte se la llevara a sus 84 años.
—Sé que la aprecias —una voz femenina lo interrumpió, él volteó para encontrarse con un rostro que, poco a poco, se iba decorando de bellas grietas a causa de la edad—. No sabes lo feliz que se pone cada vez que vienes a visitarnos, habla de ti todo el tiempo y sé que no ha dejado de pensar en él desde que apareciste en nuestras vidas.
Steve miró el suelo como si evitara que algo emergiera desde adentro de él, un lamento, un pensamiento. Sabía que no era fácil, sabía que encontrarlo sería casi una odisea, pero él deseaba que ella pudiera verlo y que Bucky supiera que, a pesar de todo, no estaba solo. No se rendiría con facilidad, jamás lo haría.
—Ella es lo único que queda de él —manifestó con ojos cristalinos, volviendo su mirada a la anciana quien ahora tosió con dificultad luego de dar una profunda bocanada de aire, haciendo que el corazón de Steve se contrajera—. Lo traeré a casa, te lo prometo.
Y, tras esa última promesa el día del cumpleaños número 97 de Bucky, derramando una lágrima que aún dolía por su amigo y también por ella, rogó al único dios que había conocido y rezado por tanto tiempo, para que Rebecca resistiera un poco más.
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N. de Autor:
Primero que nada, quiero señalar que me basé en las suposiciones del UCM, ya que Bucky ha tenido cuatro hermanos (él es el mayor de cuatro) y se podría indicar que Rebecca Barnes podría ser una posible hermana menor de él, así que, esto ronda por esos lares.
Vale aclarar que el cumpleaños de Bucky es el 10 de marzo.
En 2014 Bucky cumplió 97 años y Rebecca es 13 años menor que él (esto sumamente subjetivo de mi parte), por lo tanto, anda en los 84 años.
¡Espero que les guste! No olviden dejar review :)
