He aquí mi particular visión del reencuentro entre Brennan y Booth al cabo de un año de separación. Para mí es una forma de verlo, aunque seguro que hay miles ya circulando por ahí..
Como siempre, señalar que los personajes no son míos, sólo la situación, que sale de mi imaginación y no de la HH, ellos pertenecen a la Fox.
Espero que os guste...
Ninguno de los dos llegó antes que el otro. O los dos llegaron a la vez. O quizás uno retrasara el paso para que el otro llegara antes. O tal vez el otro no quiso darse cuenta...
¿Quién encontró primero la mirada de quién? Imposible saberlo. Y para qué.
Brennan corre a través de los jardines del Jeffersonian. Nota el sudor correr por su pecho, aunque jamás suda. Es una reacción fisiológica debido al esfuerzo físico, lo sabe, pero nunca se ha sentido sudorosa debido a los nervios. Nunca hasta ahora. Nunca hasta los días anteriores.
Tiene que darse prisa, es casi la hora. Ha recibido un mensaje de Booth en su móvil recordándole la cita, pero una estupidez burocrática con el FBI ha reducido el margen de tiempo del que disponía. Al salir del laboratorio se siente como una quinceañera que escapa de su casa para acudir a una fiesta clandestina. No puede llegar tarde ni un minuto. Qué pensará Booth de ella si eso ocurre...
Asi que 365 días después de su despedida, ni uno más ni uno menos, a la hora señalada y en el lugar acordado, Brennan se sienta agotada en aquellas escaleras pero llena de una seguridad quasi desconocida para ella en temas de corazón, rogando que él aparezca lo antes posible, porque un año siempre ha sido para ella el tiempo que tarda la tierra en dar una vuelta alrededor del sol, pero ahora ya no es lo mismo. Es mucho tiempo, y aunque lo ha tenido claro casi desde el momento en que él dejó de tomar su mano en el aeropuerto, esta es la ocasión para poner las cartas sobre la mesa.
Booth camina sin prisa pero sin pausa hacia el lugar acordado. No quiere correr ni parecer demasiado ansioso. Ha salido con tiempo y se lo toma con tranquilidad de francotirador. La cita es demasiado importante como para precipitarse en ningún sentido.
Sabe que Huesos acudirá. No ha contestado a su mensaje pero tampoco hacía falta que lo hiciera. Ambos se juegan mucho, o al menos él se juega casi todo. Una apuesta muy alta, una jugada importante...quizá incluso alguno de los dos se tire algún farol o se saque una carta de la manga, pero sólo habrá una vez.
Booth lo sabe y lo siente en su interior, en su piel erizada, en su temple de soldado. No puede evitar la inquietud. Nunca en la vida ha tenido tanto por lo que luchar y tanto que perder. Porque esta será la última vez, la última intentona. Siente que no puede seguir durante años esperando algo que quizá no venga.
Hoy es el día. Este es el momento de decir la verdad.
Apenas Brennan se sienta, ve a Booth llegar a su lado.
Durante meses, en Moluku, ha pensado en este momento. Lo ha desarrollado en su mente segundo a segundo, de mil maneras distintas. Ha sido su entretenimiento en sus escasos momentos de descanso, hasta alguna vez se le ha aparecido de repente entre miles de notas y pensamientos sobre huesos y rocas. Para ella es como un deja vú, pero no un volver a vivir sino un vivir de verdad lo que tantas veces ha imaginado. Lo que nunca ha pensado es que Booth estaría tan arrebatadoramente atractivo como ahora. Lo que nunca ha sentido ha sido un volteo en el estómago como este, lo que nunca ha imaginado ha sido un temblor en sus manos como ahora.
Sospechó muchas veces cómo se iba a sentir, reacciones físicas semejantes en cualquier humano cuando las hormonas se disparaban y derrochaban su poderío por el organismo, pero nada es como esto. Porque no está en la sangre, ni en las glándulas, ni en los órganos. Está en toda ella y la invade desde la punta de sus dedos a los poros de su piel. Es desconocida pero reconfortante, incluso dolorosa, y le dice que después de tantos años de ver muertos y huesos, ella está viva. Por fin está viva. Y Booth también.
Porque durante cientos de días ha tenido siempre un pensamiento para él, en algún momento, en algún instante. Durante cientos de días ha hablado con él aunque no estuviera, ha sentido sus abrazos como si fueran de verdad, ha revivido mil momentos pasados junto a él para convencerse de que irse al otro lado del mundo en busca del eslabón perdido de la humanidad tenía una razón mucho más poderosa que el reconocimiento científico. Tenían que servir para convencerla de que Booth era su alma gemela.
Y le ha costado, pero ahora lo acepta.
Booth no puede evitar que le tiemblen las manos cuando la ve. No puede menos que enfrentarse a la terrible ironía de ser un soldado que nunca dudó a la hora de disparar, pero que ahora no puede siquiera sacar las manos de los bolsillos porque delatarían sus nervios.
No ha cambiado tanto físicamente, incluso está más bonita y su sonrisa es tan verdadera, tan sincera cuando le ve que no puede evitar pensar de nuevo en lo que va a ocurrir.
Es un momento muy importante para él. Si Huesos supiera cuán decisivas serán sus palabras para el futuro de ambos... Pero suspira hondo y se acerca a ella.
Se miran sin decir nada, y se acoplan en los brazos del otro como si fuera lo más natural del mundo, como si fuera realmente el lugar donde tienen que estar y no otro. Brennan cierra los ojos sintiendo por fin el cuerpo real de Booth. El, en cambio, los mantiene abiertos, con un velo que por unos segundos le impide ver nada ni nadie alrededor, abarcando la espalda de Brennan por completo con sus brazos.
Se separan trabajosamente después de unos instantes.
-Hola Huesos -dice Booth mirándola a los ojos sonriendo.
-Hola Booth -Brennan tiene también una gran sonrisa en el rostro.
-Te he echado de menos.
-Yo también.
Les cuesta seguir.
-No sabía si habías recibido mi mensaje...-dice Booth, aunque miente...
-No sabía si debía contestar...-dice Brennan, aunque no ha pensado hacerlo.
-Supongo que da lo mismo. El caso es que estamos aquí...
-...después de un año. Ha pasado volando.
-Sí -él mira al frente evitando sus ojos-, no parecía así cuando nos despedimos en el aeropuerto. Supongo que habrá sido un tiempo muy bien aprovechado para tí...
-No te lo puedes imaginar! -de repente Brennan recupera su confianza, su soltura, vuelve a ser la Huesos aniñada e ilusionada- Daisy y yo hemos estado en el mismo equipo todo el tiempo, y aunque me cueste admitirlo, tiene un nivel de conocimientos que se complementa con el mío y muchísimas ganas de trabajar. Así que después de todo no ha sido tan duro como creíamos para las dos. Aún queda mucho trabajo por hacer, pero ya tenemos varias publicaciones interesadas en publicar algunos artículos, tanto individuales como de grupo, con lo que cumpliré una de mis mayores aspiraciones: ser por reconocida a nivel mundial por un descubrimiento antropológico
Brennan sonríe con suficiencia, pero Booth sabe que no hay soberbia en sus palabras, sólo el gran orgullo de hacer lo que le gusta, lo que realmente le gusta en la vida, y hacer que a otros les guste también.
Es entonces cuando Brennan baja de las nubes en las que se había subido y mira a Booth, que durante su discurso sólo ha podido mirar sus manos revolotear por todas partes, manos que expresan todos sus sentimientos, manos que ahora descansan en sus rodillas.
Pero él sigue sin mirarla. Y eso es una mala señal para Brennan. Pero ella disipa la nube...no quiere ni pensar en ello.
-¿Y tú? ¿Cómo ha sido este tiempo para ti?
-Bueno...ha pasado. Un día después de otro y ya está.
-¿Qué quieres decir con eso?
-Que no he disfrutado tanto como tú...
-Te recuerdo que he estado en una isla en medio de la selva, y me temo que la diversión se limitaba a escuchar sin cesar el parloteo de Daisy...
-Y yo recuerdo los meses que he estado en el desierto, entrenando a un grupo de policías afganos que se jugaban la vida cada día para evitar a los insurgentes junto a nuestras patrullas. Recuerdo perfectamente los días de calor agobiante y las noches heladoras. Recuerdo incluso los recuerdos que tenía allí cada día, cada noche...
-¿Pero no debías entrenar a soldados americanos?
-Eso creía, pero cuando llegué consideraron que lo mejor era que entrenara a policías afganos. Ellos se encargan de la seguridad en las calles, y apenas están preparados para hacer su trabajo. Estaba en una base en la ciudad de Kandahar, la zona de Afganistán donde tienen una mayor presencia los rebeldes talibanes.
-Pero tú sólo realizabas labores de instrucción...
-No solamente. A veces salíamos de patrulla con ellos, y así matábamos dos pájaros de un tiro: ellos hacían prácticas y nosotros realizábamos labores de vigilancia. En una de esas salidas nuestro convoy resultó atacado por insurgentes. Una camioneta llena de explosivos se empotró contra uno de los vehículos, y yo iba en el inmediatamente posterior al asaltado. Dos soldados resultaron muertos y hubo varios heridos, entre ellos yo mismo.
Brennan le ha escuchado con muchísima atención hasta este momento, pero ahora sólo puede llevarse la mano a los labios.
Booth ha sido herido. Y nadie le ha dicho nada. Y él no le ha dicho nada.
-¿Qué te ocurrió? -logra articular.
-El vehículo que iba delante de nosotros saltó por los aires, y el nuestro volcó. Debido al golpe tuvieron que extirparme el bazo y también me rompí varias costillas. Estuve varias semanas de baja, y después me reincorporé al servicio activo para entrenar de nuevo a mi unidad. Hace unas semanas me preguntaron si quería volver y dije que sí. No soy tan bueno como antes, y ellos debieron notarlo después del atentado.
Brennan intenta mirar al fondo de sus ojos, aunque no le importa que él no le deje. Sabe lo que verá porque él ya se lo mostró hace tiempo, lo ha hecho muchas veces cuando han hablado de su pasado en el Ejército, de sus misiones, del cabo Parker, de los objetivos a los que ha tenido que eliminar.
El tiempo transcurrido durante su separación ha debido ser sido muy duro para Booth. Brennan se siente culpable de la alegría que ha derrochado instantes antes cuando ha hablado de su trabajo en Moluku. Ella ha ido con el propósito de encontrar el eslabón perdido, pero él ha ido para evitar que otros murieran y ha podido volver con los pies por delante y cubierto con una bandera.
-Lo siento muchísimo, Booth -ella no puede evitar cubrir su mano con las suyas-, pensaba que había sido de otra forma para ti.
-Lo que ha ocurrido me ha hecho reflexionar mucho, Huesos. Tengo que tomar un rumbo, y tú puedes ayudarme.
Brennan retira involuntariamente sus manos. Sabe que tienen que hablar de ello en un momento u otro, pero tiene tanto miedo en el fondo que le pilla a la contra, sin defensas. Todavía está pensando en Booth en un hospital, y no puede evitar recordar durante segundos aquél tumor que también cambió sus vidas aunque no se dieran cuenta…
-No sé en qué puedo ayudarte.
Es ahora cuando Booth la mira con determinación de soldado.
-Tienes que decirme si estás dispuesta a seguir conmigo o sin mí. No sé si las cosas han cambiado o yo he cambiado mi forma de verlas, pero sí estoy seguro de que no puedo seguir esperándote si tú no vas a seguir mi camino.
Brennan se siente desnuda ante tanta sinceridad en bruto, sin prolegómenos ni envolturas, directo al grano.
-No estoy muy segura de saber lo que quieres, Booth...
-Quiero lo que siempre he querido, vivir la vida contigo, a tu lado. Pero no puedo esperar más. Y será la última vez que hablemos de esto porque si tú no estás dispuesta, yo...
-Sabes que no puedo cambiar, Booth. Ni siquiera he cambiado en el tiempo que ha pasado.
Booth se levanta y de nuevo pierde su mirada.
-Eso es lo malo, Huesos, que no has cambiado. Que una situación como la que has vivido no te ha cambiado en absoluto, ni a ti ni a tu forma de ver lo que te rodea. Porque si hubiera ocurrido lo mismo conmigo, no estaríamos en este cruce de caminos. Y el caso es que yo ahora quiero compartir mi vida con alguien. No quiero morirme mañana pensando que no habrá alguien que me eche de menos como pareja, como amor.
-Pero sabes que yo...
-Hay alguien más, Huesos.
Booth lo ha dicho con determinación, como quien dispara la última bala antes de disponerse a morir. Brennan le mira de repente desconcertada, pero inmediatamente se recompone y recupera la compostura. Tiene que haber una explicación...
-¿Has encontrado a alguien a tu vuelta?
-No. Fue en Afganistán.
Ella no sabe qué decir. De repente sus descubrimientos científicos se quedan atrás por primera vez. De repente nota un vacío extraño en el pecho, se le agolpan las lágrimas en los ojos. Recuerda cuando descubrió los restos de su madre, el alivio de haberla encontrado fue similar al que siente ahora cuando Booth ha mostrado por fin sus cartas, pero el dolor es inmenso. Booth está a su lado pero siente que se marcha cada minuto que pasa...
-¿Quién es?
-Se llama Elizabeth Cooper. Es una periodista del Washington Post que se encontraba en Kandahar como corresponsal, y que viajaba con nosotros cuando se produjo el ataque insurgente. Ella no resultó herida, pero demostró mucho valor cuando arriesgó su vida bajando del vehículo y ayudando a los heridos. Después nos visitó en el hospital, y yo le agradecí mucho su apoyo.
Brennan no puede evitar un deje de soberbia mientras siente que Booth alza una invisible barrera entre las dos mujeres.
-Es una periodista, Booth. Probablemente estaba haciendo su trabajo, cubriendo la noticia...los buenos profesionales trabajan en cualquier circunstancia...
-Pero estuvo allí. No sé lo que habría hecho cualquier otro periodista, cualquier otra persona, pero ella estuvo allí. Me había sentido solo durante muchos meses, contaba sólo con tu recuerdo. Sabía que las cosas tenían que cambiar, pero no estaba seguro de saber afrontar el cambio. Ella me ayudó. Y cuando regresamos casi a la par a Washington comenzamos a vernos. Lo sabe todo de tí, Huesos. No podía ocultárselo.
-¿Por qué le has contado cosas sobre mí? Siempre has dicho que lo que hay entre nosotros es nuestro...
-Porque de no haberlo hecho no entendería lo que va a ocurrir entre nosotros.
-No lo entiendo, ¿qué va a ocurrir? ¿Por qué las cosas tienen que cambiar?
Ella se levanta y no sabe dónde dirigirse. Aquella parte pequeña y dolorosa que le ha sostenido durante su ausencia está cayendo, y no sabe qué hacer. No sabe qué decir, pero tiene que haber algo que pueda hacer o decir...tiene que estar escrito en algún lado, tiene que haberlo aprendido en algún momento, es muy importante ahora, no puede ser que nadie le haya dicho qué hacer cuando una comienza a sentir que la desesperación se adueña de ese poderoso músculo que es el corazón...
Booth también se levanta y se sitúa detrás de ella. No quiere ni tocarla. Sabe que si lo hace perderá por completo todo el dominio que tiene de sí mismo y de la situación, que sabe es muy poco ahora mismo.
-Ya hemos hablado de esto, Huesos. Sabíamos que este paréntesis no acabaría como empezó. La cuestión ahora es saber si estamos preparados para lo próximo, para que lo venga, que no se parecerá nada a lo anterior.
-Sabes que no me gustan los cambios, pero podría intentar...-contesta en un alarde de valentía que no siente, porque ahora mismo prometería lo que no puede cumplir sólo para dar marcha atrás en el tiempo.
-No me vale con intentar, Huesos. O puedes o no puedes.
Está ocurriendo lo que Booth tanto temía: Brennan no lo acaba de tener claro. Dudas, dudas y siempre dudas. No puedo ser así, no puedo comportarme de aquella manera, no es lógico que lo haga...
Booth no cree que su propio corazón se esté rompiendo. Ya se rompió en cien pedazos cuando ella le rechazó al declararle su amor, y luego se rompió en cien más cada día que pasaba hasta que se produjo la separación física entre ambos.
Brennan siente miedo. Ahora es ella la que tiembla sin querer, sin poder evitarlo. Es ahora o nunca, quizá Booth no pueda esperar más, quizá no se produzca una tercera vez. De todos modos lo sabía de antemano, ha venido a la cita con el convencimiento de que este es el momento. Entonces, ¿por qué ahora su propio corazón duda?
En segundos piensa si será bueno para Booth estar con ella. Si le aportará lo que necesita. Si realmente será su alma gemela.
-El amor no es para siempre, Booth. Tú lo sabes. Yo lo sé. Y no quiero sufrir, no puedo. Y sufriré.
-¿Por qué estamos repitiendo la misma situación que hace un año, Huesos? Te estoy diciendo que voy a dar un paso adelante, y que...hay otra persona que quiere seguir mis pasos. De verdad.
Ella le mira con fiereza.
-¿No lo entiendes, Booth? Ya has dado ese paso. Has conocido a Elizabeth y has dejado que se meta en tu vida. Si realmente lo quisieras dar conmigo, ni siquiera habrías hecho eso.
-Es que soy humano, Huesos, y ahora, en este momento de mi vida, necesito a alguien a mi lado. Ni siquiera estoy seguro de querer seguir trabajando juntos... Para poder soportarlo tendría que tener a alguien con quien compartir todo lo demás, porque fue demasiado doloroso y no quiro que vuelva a serlo, no quiero volver a pasar por ello. Si todo va a seguir como hasta ahora, si nada ha cambiado, necesitaré a Elizabeth. Ella lo sabe y lo comprende. Ella lo aceptaría, aceptaría que tengo que quitarte de mi cabeza antes que nada para poder seguir adelante. Con ella o sin ella. Y está de acuerdo.
Brennan se sienta de nuevo. Está confundida, cansada. Las cosas no están saliendo como había previsto. Todo estaba casi programado: se encontraría con Booth, le diría que había una oportunidad para ellos y empezarían una relación más allá del FBI y del Jeffersonian, una relación llena de sueños de niña sin cumplir.
Pero él ha conocido a Elizabeth. Y todo se ha trastocado.
Durante unos segundos en silencio, le ve marcharse lejos de ella aunque esté físicamente a su lado, sentado de nuevo en los escalones. Pero siente que Booth se ha marchado. Durante unos segundos nada tiene sentido, ni la ciencia, ni el pasado, ni siquiera Booth. Ahora siente lo que siente cualquier mortal cuando se ve en el borde de una gran decisión: desesperación y un millón de dudas.
Pero Brennan en realidad sabe lo que tiene que hacer. Lo sabe.
No quiere hacerlo. Intenta que no le tiemble la voz y que ni un solo sollozo salga por su boca. Habla a Booth como si estuvieran en el laboratorio, en medio de un caso.
-Lo mejor es que continúes tu relación con Elizabeth. Será lo mejor para los dos. Tú conseguirás tu estabilidad y yo no tendré que enfrentarme a una ruptura cuando lo dejemos. Sé que ninguna mujer se puede comparar conmigo, pero tú me has enseñado que aunque nadie tenga lo que tengo yo, puede ser perfectamente válido. Y lo acepto.
Ahora sí que Brennan esconde su dolor con una increíble pátina de soberbia y vanidad. Mejor parecer fría que derrumbarse. Mejor acabar de una vez con esa situación.
Booth la mira como lo hizo aquella noche. También tiene un brillo en sus ojos que sacude de un manotazo.
-Espero que estés segura de lo que estás diciendo. Porque te quiero, lo sabes.
-Claro que lo sé -ella también se retira con mucha dignidad una lágrima que intenta correr por su mejilla-, pero ya te lo he dicho. Es lo mejor para ti.
No dice que sea lo mejor para los dos. Y él se da cuenta. Y en su interior llora como un niño por esta tremenda decisión que, sin quererlo, les cambiará la vida a los dos. Aunque sabe, ahora más que nunca, que las cosas tenían que cambiar, y este es el punto cero. La partida. El origen de una nueva apuesta.
-No voy a dejar de quererte nunca, Elizabeth lo sabe, pero ya te dije que tenía que pasar página para poder seguir viviendo.
Brennan se levanta sin mirarle.
-Hazlo. Escribe una nueva etapa de tu vida personal. Y si crees que aún así no puedes trabajar conmigo, aceptaré que pidas un cambio en el FBI. Te comprendo y no te lo pediré como lo hice hace tiempo. Fue entonces como aprendí lo doloroso que puede ser tener y no tener a la vez a quien quieres, y yo tampoco voy a volver a pasar por ello si tú no puedes.
Se miran otra vez, él sentado todavía y ella de pie delante de él. No puede haber más dolor y sufrimiento que en el espacio que ambos ocupan, cerca pero lejos, juntos pero separados.
-Si decides pedir el cambio, te pido por favor que no menciones las razones verdaderas. No quiero compasión por parte de nadie en el Jeffersonian. No podría seguir haciendo mi trabajo si todo el mundo me mira buscando que me derrumbe a cada momento.
-No pediré el cambio, no lo haré. Seremos capaces de seguir adelante, Huesos.
-Sí -Brennan traga saliva-, lo seremos. Como siempre.
Ella se da la vuelta para marcharse, y mientras camina a buen paso alejándose de él llora intentando mantener la dignidad ante sí misma, repitiéndose que hay que olvidar, que debe olvidar. Que también tiene que pasar página. Odiándose por no tener mecanismos para hacerlo, por no creer por una vez en la psicología para que alguien le explique lo que acaba de pasar. Para que alguien le devuelva la ilusión con la que corría por los jardines del Jeffersonian hace apenas un rato.
Pero no puede dejar de llorar, y cuando no puede más, se sienta en un banco y se olvida de todo.
Booth la ha visto alejarse y también ha notado las lágrimas rodar por sus mejillas. Aunque no quiera, aunque se resista, no puede evitarlo. Se pregunta qué ha ocurrido en realidad, qué ha pasado para que hace apenas unas horas pensara en el tiempo que le quedaba para abrazar a Huesos y ahora ella se aleje de él y de su vida poco menos que para siempre. Y no encuentra respuesta.
Sólo saca el teléfono de su bolsillo y busca un número en la agenda. Cuando encuentra la E, pulsa el botón de llamada.
Ahora es vuestro turno, ahora os toca a vosotros decir qué os parece...lo espero.
