LA MELODÍA DE MI CORAZÓN
Advertencia: pequeña reseña para saber leer este finc
"…" lo que está escrito son los pensamientos
Capítulo 1. Dulce melodía
Todo el lugar se encontraba en un silencio absoluto… ni siquiera el trinar de los pájaros hacia acto de presencia allí, donde el sol bañaba enteramente aquel claro de aquel bosque, rodeado de frondosos árboles, donde se hallaba ubicado ese edificio de porte enmaderado y antiguo, en el que se daba lugar aquella competición anual…
Una leve brisa de viento sopló por el lugar, colándose entre las copas rebosantes de verdes hojas y moviéndolas, provocando un suave y dulce sonido como música de fondo para el tranquilo lugar…
De repente algo perturbó aquella apacible tranquilidad, haciendo correr el agua a su paso… No, no era el cauce de algún río que por allí cerca pasase con su agua pura y cristalina… era el correr del agua, si… pero a través de otra cosa…
Seguimos aquel sonido… rápido y calmado… evocando el bullicio del agua al caer por un acantilado, originando una cascada de ese líquido esencial, monumento natural adorado… y se postran ante nosotros, los altos muros de cemento grisáceo de aquel lugar antes nombrado… ese dojo de kendo oculto entre las espesas honduras del bosque, y al que solo un camino estrecho de piedras de río pulidas es capaz de llevar sin acabar vagabundo del lugar…
Allí, el ruido es más fuerte y audible… parece el agua de un grifo… de algún grifo de fuente, que suele haber cerca de esos lugares, especialmente para los viajeros o los kendokas… y precisamente, aquí tenemos a uno de ellos…
Empapando su cara en el líquido cristalino, dejando incluso que un poco de esta mojara su flequillo, un pequeño niño vestido con el uniforme de su escuela, aquella camisa de anchas mangas, que ahora, por ser verano, eran cortas, su gi del color de la nieve y esos pantalones largos y ensanchados en su base, con algunas tablas en ellos, su hakama azul marino… y sin poder faltar, su siempre fiel instrumento de ese arte marcial… su espada… aquella katana de bambú… aquella shinai que ningún daño podía hacer… recostada en el borde de la fuente…
El agua cesó de salir y las pequeñas gotitas, resquicios de esta, caían gravitatoriamente de su flequillo rojo… rojo intenso como todo su cabello… como todo su cabello largo y brillante del mismo color del fuego… del fuego ardiente de un volcán en cólera… y de su rostro…
Alargó su mano a tientas y alcanzó a coger una prenda celeste que a su lado se hallaba… y la pasó por su rostro con cuidado, borrando todo rastro que hubiera de esa refrescante agua que lo había bañado… y finalmente, cuando retiró la toalla, con igual delicadeza, dejó finalmente al sol, apreciar el color de sus ojos abiertos… violetas… un hermoso color malva con el místico resplandor de la niñez y la alegría de alguien que disfruta plenamente de lo que la vida le regala…
Respiró hondamente, aspirando el aire limpio que solo allí podía encontrar… dejando que un leve soplo de viento que se presentó para él, secara además su rostro y lo hiciera estremecer levemente, al sentir el frío de este por el agua que lo había mojado para quitar el sudor adquirido en su competición, de la que salió campeón…
De repente un gran oleaje de viento se presentó ante él, haciendo ondear sus cabellos, sujetos en una pequeña cola alta como los samurais de antaño… Golpeó su rostro y sus ropas, transpirándose el aire enteramente por estas y lo hizo apartarse de todo lo que le rodeaba, para viajar lejos montado sobre este… y sobre el manto de pequeños y rosados pétalos de cerezos que este traía consigo… pero esto, aunque hermoso y relajante… no era lo único que venía con aquella suave brisa… había algo más…
Un dulce y suave sonido… agudo y delicado como los pétalos de una flor… inocente e hipnotizante, cual canto de un ruiseñor, que consiguió sobresaltar al pequeño, quien sorprendido e intrigado, comenzó a buscar de donde venía aquella melodía…
Registró todo el terreno que le era visible… copas de los árboles, matorrales a los pies de estos, incluso se giró a la entrada del dojo, para ver si venía de allí, pero no… la música seguía sonando, y él, más nervioso e impaciente aún por la intriga que lo carcomía por dentro…
Entrecerró su mirada lavanda en un gesto de firme decisión, e incluso podría jurar que su mirada se endureció levemente, dejando de ser aquella inocente de niño despreocupado y echó a correr, internándose por aquel bosque que conocía como la palma de su mano… dejando como único recuerdo de su estancia en la fuente por la que corría el agua, una espada de bambú apoyada en una esquina… y una toalla de suave textura y color del cielo, humedecía y flotante en el aire, para reposar finalmente en la verde hierba a los pies de esta…
Guiado por los tenues rayos dorados del astro en su punto alto del cielo, que las pobladas copas de los árboles dejaban pasar entre sus hojas y por aquella dulce melodía, canto de los ángeles para sus oídos, caminaba ahora apresuradamente, sumido en sus pensamientos…
"Que música tan bonita… ¿de donde vendrá? Se oye cerca ya… es dulce… y suave… parece… ¡Parece el sonido de una flauta!"
Siguió caminando en pos de la música, que llenaba enteramente sus oídos y se hacía más audible y menos distorsionada… ahora… podía escucharla en casi su entera totalidad…
"Si… estoy seguro, es una flauta… no hay duda… Es una flauta japonesa… ¿Quién la tocará? ¿Quién consigue cantar al viento sin palabras? ¿Quién parece que me llama?"
De pronto un pájaro salió de su escondite en lo alto de uno de los árboles, al tiempo que él se sobresaltaba por esto, sin parar aún su caminar y un rayo de luz se posaba en sus ojos y lo cegaba completamente, obligándolo a cerrar sus ojos rápidamente ante tanta luz intensa, ayudado también por uno de sus brazos que subió a tapar su vista… Se detuvo, sus piernas se pararon… mas no fue lo único que perdió su correr normal, cuando entreabrió levemente sus ojos, al cesar un poco el brillo dorado…
Y el tiempo se detuvo… todo a su alrededor se paró parcialmente… se quedó estático en el sitio, tanto o más que una piedra o estaca de madera, con sus ojos abiertos desmesuradamente, dilatando sus pupilas violáceas y su boca acompañando al gesto de sorpresa, igual de abierta… El viento que hasta hace unos momentos era algo aligerado, sin llegar a ser un golpe rudo de este, pasó a convertirse en una suave brisa veraniega que a su rostro llegaba y a cabello y ropas hacía hondear… y él, sin saber ni donde estaba siquiera… no podía más que tener sus ojos fijos en su frente…
Allí, delante de él, se alza en todo su esplendor e impotencia, el más grande y antiguo árbol de cerezo que había en todo el bosque… Nadie sabía con certeza cuando fue plantado, ni cuanto lleva allí, pero lo que sí es, es que en sus ramas podías apartarte de todo y ser arropado por el mundo de los sueños gracias a sus pétalos… a esos mismos pétalos que ahora caían lentamente… despacio… con miedo de llegar al suelo… y quedaban levitando graciosamente alrededor de una figura que allí, sobre la rama, descansaba…
Y la música volvió a ser dama de honor de sus oídos, solo durante el tiempo que tardaron sus ojos en admirar por completo a aquel quien sobre la rama estaba sentado… una niña… Una hermosa niña, vestida con un kimono sencillo y ligero, ropa de verano y con tonalidad igual, blanco inmaculado, con leves pinceladas en rosas, pétalos de cerezos bordados y un obi color lavanda, tono pastel también, haciendo juego con aquellos dos pequeños lazos que sujetaban dos lindas y graciosas coletas, a cada lado de su cabeza, con esas hebras negras como el mismo carbón, azabaches y suaves a su tacto, pareciera ser, que formaban su cabello ligeramente largo…
Se quedó extasiado sin apartar los ojos de aquella imagen celestial… Los ojos de ella permanecían cerrados… su rostro fino y de piel blanquecina irradiaba paz y serenidad, al igual que la música que emanaba de aquel instrumento alargado de madera, que en su boca se hallaba y que junto a sus brazos, creaban esa hermosa melodía que se internaba por todo su cuerpo, sin dejar ninguna parte, estremeciéndolo de arriba abajo y… extrañamente, conseguían que su corazón latiera… rápido y apresurado…
El viento mecía sus cabellos al compás de la música… al igual que las largas mangas de su kimono y los bajos de este, que ahora cubrían sus pies, que colgaban de la rama… Los pétalos de cerezos acariciaban tiernamente su cabello y su rostro, así como alguno, que juguetón, se atrevía a rozar sus delicadas manos, que bellas tonadas conseguían con su movimiento… y él, allí parado formando parte del paisaje… y contemplando embelesado a aquel ángel con la tenue luz del sol posándose sobre su cuerpo, y creando brillos, reflejos y sobras a su, ya de por si, hermosa figura… ¿Una niña o un ángel? No lo sabía… solo, que parecía más pequeña que él…
Repentinamente, la música cesó… atento había estado también a ella, y se había dado cuenta de que con la última nota de larga duración, que se perdía en el viento, se acababa la sonata… y en cierto modo, se apenaba por ello… era preciosa… como su intérprete…
Retiró la niña la flauta de su boca suavemente, en un quedo movimiento lleno de delicadeza, aún sin abrir sus ojos y la bajó a la altura de su pecho, acercándola con cariño a su regazo, abrazándola como a su mayor tesoro… y entonces abrió los ojos… y él, quedó totalmente perdido por ellos…
El mar… la tranquila visión del océano se manifestó delante de él… el color marino y profundo del azul que pinta el agua del mar… el color azul brillante que a los zafiros, aquellas piedras preciosas, se atribuye… aquel color tan inusual y hermoso… que nunca jamás había visto con tanto esplendor… la grandeza que solo su dueña sería capaz de darle…
"Hermosa… simplemente hermosa… ¿Quién eres?"
Prendado… esa era la palabra… estaba totalmente hipnotizado… y sin hacer el más mínimo movimiento, por miedo a que la imagen se desvaneciese… ¿Quién era? ¿Y por qué de repente se sentía tan extraño? ¿Por qué un calor agradable recorría su cuerpo, salido de su corazón?
"Mi corazón… late… ¿feliz y rápido? ¿Por qué? ¿Qué es esto que de repente siento? Y yo que puedo saber… si solo soy un niño de ocho años… Pero, quiero saber…"
De pronto sus ojos se encontraron… la inmensidad de un profundo manto azul contra la hipnotizante magnificencia de un fondo violáceo, color de las flores de lavanda que crecían no muy lejos de allí… y todo se paró…
Nada existía… salvo ellos dos, en aquel ambiente de ensoñación perfecta… nada, salvo aquel paisaje de campo de flores, repleto de una gran variedad de ellas, destacando sobre todo… los hermosos árboles de cerezos que se encontraban en flor…
Mas un golpe de viento todo lo desvaneció… Un fuerte vendaval cruzó en aquel momento por el lugar tan tranquilo y silencioso donde los niños se hallaban… una fuerte brisa arremetedora, que contra el rostro del pequeño fue a chocar… haciendo que todo volviera a la normalidad… El aire lo empujaba con su fuerza y lo obligó a entrecerrar sus ojos, para evitar que algo le entrase en los ojos, aunque él… no quería… no quería dejar de ver a esa niña… pero su mente le ordenaba cerrar los ojos…
Un brazo subió a la altura de sus ojos, ayudándolo a luchar contra el viento, así como todo su cuerpo y la extremidad superior restante, oponían su fuerza contra el aire… Costosamente, manteniendo a duras penas a sus ojos abiertos, elevó con esfuerzo sus ojos hasta la rama, pues los había bajado al momento del choque con el aire, pero se abrieron desmesuradamente, al ver lo que sucedía…
El aire que momentos antes hacía danzar a los pétalos de cerezos alrededor de aquella niña, movía las hojas y los mismos pétalos de aquel árbol, provocando que poco a poco, pero a la vez tan rápido a la vista, la imagen de ella se desvaneciera de su visión…
"¡Oh no! ¡La perderé!"
Increíblemente, dando un rudo zarandeo al brazo que protegía sus ojos, le plantó cara al viento y dio un paso hacia delante, señal de soberanía, consiguiendo que ya su fuerza no lo afectase, pero eso poco le importaba… solo quería…
- ¡¡No te vayas!!- estiró impotente su brazo, como queriéndola alcanzar, allá en lo alto del árbol
Pero ella… ya se había desvanecido… y como único recuerdo… a él le quedó aquel perfume que recién percibía en el ambiente nuevamente calmado y sin resquicios de viento, solo una leve y suave brisa… jazmines…
- ¿Quién eres?- susurró al viento, sin apartar los ojos del lugar donde segundos antes, se encontraba un ángel
N.A: bien, primer capítulo de "La melodía de mi corazón", terminado
Bueno… que les pareció? Un tanto extraño no? jeje, pero se nota a la legua quienes son los personajes verdad? Jajaja!!
Vaya, vaya… será esa niña un ángel? Pobre niño… no pudo ni su nombre saber… pero tranquilos… sabéis que aunque lo intente no soy mala jajaja!!
Vale, queréis saber como se me ocurrió esto? Bueno, pues todo tiene su inicio el viernes: Mis primos se presentaron por sorpresa y… dios, nunca pude imaginarme lo que me traían… Como regalo por mi santo… me traían la edición coleccionista de la serie CLAMP Club de Detectives en DVD!! Llevaba años buscándola, porque solo tenía los comic y ellos… dios, me trajeron no solo los DVDs, sino además los de la edición coleccionista y de su propio dinero!! Dios, les tubo que costar… En fin, que después de montar un fiesta por todo lo alto (me volví a caer por las escaleras al salir corriendo para enseñárselo a mis padres), pues nos pusimos a verla y… en el capítulo 9, que corresponde al volumen dos del manga, al capítulo 7, era en el cual Suo se encuentra por primera vez con Nagisa, la chica que después, se da cuenta de que la ama. Bien, este primer capítulo se basa en ese encuentro.
Bien, lo dicho, que como excepción os pondré este pequeño fic que creo, constará de tan solo algunos capis más y además cortitos y luego ya, seguiremos con los que están online, pero es que no pude resistirme a la carita que me pusieron para que lo subiera jeje
Bueno, ya debo marcharme
Matta-ne
Kisa-chan-sohma
