Era un domingo cualquiera, al menos para el trío dorado de Gryffindor.

Una castaña de pelo rizado y ojos cafés logró convencer a sus amigos, uno pelirrojo oji-azul y un peli-azabache oji-verde con cicatriz en forma de rayo en la frente, para entrar en una librería a comprar algún libro.

La castaña, por una de sus raras veces en la vida, fue a la sección de literatura y no de aprendizaje. Buscó y buscó y se detuvo frente a un libro negro con garabatos y rayones en color blanco que daba la forma de una cumbre y una pareja besándose, y una ola golpeando en la cumbre, y el vestido de la chica volando a la misma dirección donde se dirigía la ola por el viento (que no había obviamente).

-¿Cumbres Borrosas? -preguntó el pelirrojo

-Borrascosas, Ron, Borrascosas -le reprendió su amiga con una risa

-No le veo lo interesante a una novela romántica Hermione

-Obvio no Ron, a los chicos no les gusta, es un sentido que tenemos las chicas por el romance que nos atraen ese tipo de libros

-¿Lo vas a comprar? -le preguntó el peli-azabache

-Quisiera Harry, pero con lo que traje para hoy no me alcanza. ¡Bueno! ¿Quién quiere ir por una cerveza de mantequilla?

-¡Yo quiero Herms! -dijo el pelirrojo. Luego se dirigió a su mejor amigo- Harry, ¿vienes?

-Vayan chicos, luego los alcanzo

Los chicos no pidieron más explicaciones y salieron del recinto camino hacia las 3 escobas.

-Disculpe señorita -se dirigió Harry hacia una muchacha de solo unos 3 años más grande que él, aparentemente, de pelo rubio lacio hasta la cintura y ojos verdes- ¿podría empaquetarme este libro para regalo? -dijo mostrándole el libro.

-Por supuesto, venga -tomó el libro y se lo llevó junto con Harry al mostrador- ¿Qué color quiere para envolverlo y que color para el moño?

-Pues… para envolverlo… ¡dorado! Y para el moño… tal vez… rojo

-De acuerdo -dicho esto salió tras una puerta del mostrador con el libro y tardó unos 5 minutos, cuando salió el libro estaba perfectamente empaquetado en color dorado y un hermoso y gran moño de cinta color escarlata lo rodeaba- aquí tiene -dijo tendiéndole el libro.

-Muchas gracias, ¿cuánto es?

-25 galeones

Harry le tendió los 25 galeones y salió de la tienda agradeciéndole a la joven de nuevo. Guardó el regalo y se dirigió rumbo a las 3 escobas.


Estaba en su despacho, calificando los trabajos de aquellos ''niñatos'', como él los llamaba. Iba poniendo notas injustamente no muy altas para aquellos estudiantes de Gryffindor y unas injustamente altas para aquellos de Slytherin. Se detuvo en un trabajo en particular.

Por más que lo odiaba, no podía hacer tales injusticias, le tuvo que poner una ''E'' al trabajo más largo de todos, el de esa insufrible sabelotodo de Gryffindor. ¡Cuánto quisiera él poder ponerle por una vez en su vida una ''S'' haber como se la pasa!

Se hartó de los estúpidos trabajos sin coherencia de sus alumnos. Decidió salir un rato, uno pequeño. ¡Y qué mejor lugar para ir que las 3 escobas!

Ignoraba por completo que, cuando el ya estaba ahí y Rosmerta ya le había dado su copa de Whiskey de fuego, que 2 muchachos del séptimo curso entraban por la puerta de ese local; Un pelirrojo y una castaña. Mucho menos se había dado cuenta que su amigo oji-verde había entrado unos 10 minutos después de ellos.

No se dio cuenta hasta que Rosmerta comenzó aquella sorpresa que nadie conocía.

-¡Hola a todo el mundo!, como seguro sabrán hoy se celebra el trigésimo-quinto aniversario de las 3 escobas y para celebrarlo, muchos adolescentes me sugirieron hacer un Karaoke

¡Karaoke, que absurdo!

Un reflector iluminaba a los clientes del lugar y se detuvo en una castaña, que puso una gran cara de sorpresa

-¡Vamos pasa! -la animaba Rosmerta, pero la chica no se dejaba

-No Rosmerta, no quiero

-lo siento, has sido seleccionada

Forzosamente la subió a un pequeño escenario. Ahora que se daba cuenta, las 3 escobas estaba extrañamente limpia, decorado con muchas arandelas doradas y burbujas de luces iluminando cada mesa, y había un pequeño escenario donde solo había un tocadiscos y un micrófono.

No se dio cuenta de quién era la castaña. Nunca lo hizo.

Rosmerta inició el tocadiscos y las letras de una canción aparecieron en letras doradas en una pared frente al escenario.

I'm so tired of being here
Suppressed by all my childish fears
And if you have to leave
I wish that you would just leave
'Cause your presence still lingers here
And it won't leave me alone

These wounds won't seem to heal
This pain is just too real
There's just too much that time cannot erase

¡Vaya!, esa chica cantaba bastante bien… ¡de acuerdo, hermoso! Lo admitía. Pero nunca la volteaba a ver, solo mantenía la mirada fija en su Whiskey de fuego, como esperando que algún cambio radical le pasase.

When you cried I'd wipe away all of your tears
When you'd scream I'd fight away all of your fears
I held your hand through all of these years
But you still have all of me
You used to captivate me


By your resonating light
Now I'm bound by the life you left behind
Your face it haunts
My once pleasant dreams
Your voice it chased away
All the sanity in me

Era increíble pensar que alguien pudiera tener tal talento. Simplemente increíble.

These wounds won't seem to heal
This pain is just too real
There's just too much that time cannot erase

When you cried I'd wipe away all of your tears
When you'd scream I'd fight away all of your fears
I held your hand through all of these years
But you still have all of me

I've tried so hard to tell myself that you're gone
But though you're still with me
I've been alone all along

When you cried I'd wipe away all of your tears
When you'd scream I'd fight away all of your fears
I held your hand through all of these years
But you still have all of me

No vio quien era la cantante; tenía ese alborotado cabello castaño que daba la sensación de que nunca se había visto en un espejo. Por la pena ella pagó su bebida junto con sus amigos y se fue del local. No llegó a ver quién era, solo logró ver esa maraña de pelo.


¡Vergüenza!, esa era la palabra. Nunca se creyó buena cantando, no lo soportó y se fue de ahí después de pagar su cerveza de mantequilla bajo la atenta mirada de alguien a quien no se molestó en buscar. No le interesaba saber quién era. Agradecía en su fuero interno que solo hubieran estudiantes de cuarto y no se meterían con ella por ser prefecta, y uno que otro profesor, bueno, se fijó que solo estaban Flitwick… y Snape… ¡por Merlín, el profesor Snape!, seguro que le restregaría en la cara, frente a todos los estudiantes en la clase de pociones, lo mal que ha cantado.

Pero aún había algo bueno de ese día…

Su cumpleaños.

Si, hoy era 19 de Septiembre. Domingo 19 de septiembre.

Junto con sus amigos regresó a su sala común donde le prepararon una fiesta sorpresa.

Había mucha comida (tomada de las cocinas), cerveza de mantequilla, zumo de calabaza y Seamus logró infiltrar 2 botellas de Whiskey de fuego, que ella en ningún momento decidió beber.

La fiesta era un completo éxito. La música sonaba a todo lo que daba, y con un hechizo que Hermione puso, la música no se escuchaba más allá de la sala común, ni en los dormitorios, ni en los pasillos.

El pobre Neville bebió más de lo que quería y termino un poquito ebrio.

Ginny, Harry y Ron no bebían porque sabían que su castaña amiga no querría.

Llegó el momento de los regalos. Entre Neville, Lavender y los hermanos Colin y Dennis Creevey, le regaló un kit de escritura (un cuaderno de 100 pergaminos desprendibles, 2 rollos de pergamino, 3 plumas de pavo real, 3 de cisne, 3 de avestruz y 10 botellitas de tinta [negra, roja, azul, verde, rosa, dorada, plateada, café, morada y amarilla]), Ron le regaló un relicario, Ginny le regaló un portarretratos dorado y plateado, Dean le regaló una pluma para corregir ortografía de los Sortilegios Weasley, Luna le regaló una funda para varita de piel de dragón (ella decía que era piel de Plímiktoxs alados [según ella son serpientes que tienen cuatro ojos, patas, lanzan hielo, congelando lo que toque, y vuelan]), las gemelas Patil de regalaron una poción alisadora, Seamus le regaló dos tinteros que cambiaban de color según cual quieres, los gemelos Weasley le enviaron bengalas del Dr. Filibuster, Molly Weasley le envió una bufanda roja con las iníciales H. J. G en pequeñito en una esquina, Bill y Fleur le enviaron un broche de plata, Charlie le envió un libro sobre dragones, Percy le envió un libro acerca de la creación y la historia del Ministerio de Magia, sus padres le enviaron unos aretes de oro, Hagrid le envió un cuerno de unicornio, ''para tus pociones'', escribió en una nota, pero el cuerno era precioso, era de color dorado, parecía oro, no lo iba a gastar en una poción, y Harry le dio uno de los mejores.

Le regaló el libro de ''Cumbres Borrascosas''.

Por un impulso se abrazó a si amigo hasta que su amiga pelirroja, Ginny le reprendió.

-No, no. Él es mío

Rió. ¿Por qué todo el mundo se empeñaba en una buena fiesta y buenos regalos ese año? Cumplía 17 años. Oficialmente, en el mundo mágico, ya es mayor de edad.

La fiesta fue muy divertida. Además de Neville, Padma y Parvati Patil, Seamus y Dean tuvieron un pequeño sobrepaso de Whiskey de Fuego; la resaca que se llevarían mañana. Lo peor era que sería lunes; lo otro peor, la primera clase es doble hora de pociones con Slytherin.

Hermione agradeció mucho la fiesta cuando el reloj marcó las 12:30 de la mañana. Se despidió de todos; ¡si quieren quédense en la fiesta!, yo me debo preocupar por poder despertar mañana temprano, pensaba la castaña mientras se ponía su pijama de seda negra, que era un blusón, y se acostaba a dormir.

Si. Seguro mañana el día iba a ser pesado.


Luego de beber el vaso de Whiskey de Fuego salío de ese recinto para volver a Hogwarts y acabar con lo que había empezado; calificar los estúpidos trabajos. El sentía que todo eso era una mierda; lo que se debía hacer era ponerle siempre a los de Slytherin una ''E'' o una ''S'', a los de HufflePuff y Reavenclaw una ''A'' o una ''I', mientras que a los de Gryffindor debían darles su calificación correspondiente: una ''D'' o una ''T''.

Pero según Albus, eso era injusto.

Como si la vida fuera justa.

No entendía como tal loco de atar anciano podía ser, tal vez, su mejor amigo, tenía 3 defectos: es demasiado testarudo, ya está un poco viejo y sobre todo… ¡Esta más loco que una puta cabra!

Pero aún así, era el único en el que podía confiar, el único que sabía a qué bando pertenece en realidad, el único que le dio una oportunidad, cuando estaba arrepentido de ser un asqueroso mortífago, de empezar de nuevo con su vida.

Su mierda de vida.

¿Cómo pudo permitir que mataran a Lily Evans?, ¿No se supone que la amaba con su vida?, ¿Cómo lo permitió?

Se quedó pensando… Si nunca la hubiera llamado sangre sucia… ¿Estarían ahorita felizmente casados?

¡Qué estupidez era pensar eso!, ella ya se fue y no regresará… jamás.

Volvió a pensar en Albus; aquel al que le dijo los planes de Voldemort de matar a Lily.

''Viejo loco de atar'', volvió a pensar cuando recordó algo que le dijo.

˜°˜ Recuerdos ˜°˜

-Severus, estas quedando viejo y solitario -le repetía como en muchas ocasiones aquel anciano.

-Gracias por el cumplido -dijo con el mayor sarcasmo que había usado antes.

Se encontraban en el despacho circular del anciano director. No era la primera vez que este lo llamaba solo para restregarle en la cara la soledad que lo acompaña durante toda su vida.

-Deberías conseguir a alguien que… -no pudo terminar porque tocaron la puerta- ¡adelante, pase!

Por la puerta había entrado aquella insufrible sabelotodo de Granger con un pequeño fajo de pergaminos.

-Señorita Granger, ¡qué sorpresa!, ¿qué la trae por aquí?

-Disculpe director -dijo y había volteado a ver a Snape un segundo disimuladamente, seguro por no haber esperado que él se encontrara ahí-, la profesora McGonagall me pidió que le diera estos papeles, son unas solicitudes a firmar por parte del Ministerio.

-Muchas gracias señorita Granger. Ya puede retirarse.

No esperó más y, como la obediente alumna que es, salió del despacho, dejando a Snape y a Dumbledore solos de nuevo.

-Como te decía, Severus, deberías conseguir a alguien con quien estar.

-Casi siempre estoy con usted.

-Sabe muy bien que me refiero a una mujer. Deberías empezar tu vida de nuevo, ¡y qué mejor manera de hacer que buscar a alguien con quien estar!

-Mi vida amorosa es un desastre, ¿No recuerda a Lily Evans?, yo la amaba y ¿qué sucedió?, ¡UN CABRÓN LA MATÓ! -dijo con un impresionante enojo.

-Tranquilo Severus, no te acongojes, yo sólo decía…

-Ni siquiera -lo cortó- quiero a alguien. No me interesa en lo más mínimo estar de pareja.

-Si de acuerdo Severus, no te presiono -agarró un caramelo de limón que tenía en un platón de oro, se lo tendió a Snape, quien con un No gracias casi inaudible y sin mover mucho los labios y rodando los ojos, rechazó el caramelo. Se lo comió él-. ¿Qué has hecho el fin de semana? –preguntó para cambiar el tema.

˜°˜ Final ˜°˜

Lo vuelve a decir, ¡loco de atar!

Acabó de calificar los trabajos, y se volvió a una puerta de coa negra que se encontraba detrás de su escritorio. Entró en ella y se acostó en su cama sin molestarse en cambiarse en un pijama; sabía que, como todas las noches, no iba a conciliar el sueño, de todas maneras.

¿Por qué? Culpa, ¿así o más fácil?

Tú no has tenido que traicionar al mago más tenebroso de todos los tiempos, ni actuar ser el malo de la historia, ni ocultarte en una máscara negra con el malo.

Además, había vuelto. El más malvado de los magos ha vuelto, y ahora lo llamaba bastante para ir con él, para planear sus estúpidos planes, qué, aunque insistiera, siempre fallarían.

Pero bien, no iba a afectarle en nada el insomnio, ahora ya nunca dormía.

Pero había algo que si era malo, mañana tendría 2 horas de pociones con Gryffindor.

Los rayos solares salidos desde la aurora penetraban por aquella rendija de la parte superior de su habitación (ubicada detrás de su despacho), la única parte donde entraba luz al sitio ya que el resto estaba bajo el lago, le golpeaba en el rostro.

Ya era lunes por la mañana. Para ser más exactos, las 7 de la mañana. Dentro de una hora los alumnos irán al gran comedor a desayunar y a las 8 y media se prepararían para su primera clase.

Por algo sentía, que hoy no iba a ser un día común.