¡Hola a todos!
Bueno, esto que os traigo aquí es una cosa que me he encontrado dentro de un pen drive que creía perdido hace años. Es una historia corta con capítulos más cortos aún que escribí hace años en otra página con un usuario que ni recuerdo y que ahora he modificado un poco y resubo aquí. No es lo más sesudo del mundo, pero espero que os guste :).
Evidentemente, lo único que me pertenece es la trama (o a mi yo pasado, como lo veáis mejor)
Capítulo uno: la oreja de un papá
George Weasley no era un hombre excesivamente engreído. De hecho, no era nada arrogante, pero había tres cosas de las que se vanagloriaba cada vez que podía:
Su familia, y es que su esposa y sus dos hijos (sobre todo Fred) eran todo lo que necesitaba para ser feliz.
El espacio vacío de su oreja, símbolo de que era un héroe de guerra, valiente como ha de serlo un Gryffindor.
Y su tienda, la maravillosa Sortilegios Weasley que no paraba de innovar y que ya era referencia para todas las tiendas de bromas del país.
Sin embargo, los dos últimos le traían problemas con lo primero, ya que después de tantas explosiones, expulsiones e inventos fallidos para la tienda, la vista del único de los gemelos que quedaba ya no era la de antes, y no podía ponerse gafas.
Había probado usar ese invento muggle de las lentillas pero… bueno, no fue un valiente león para eso, digamos simplemente que Angelina no paró de recordar el resto del mes a "su marido el gatito asustado".
Los hijos del matrimonio ya se olían una cosa parecida, desde que su padre tenía que fruncir el ceño para verlos (¡incluso cuando no hacían trastadas!), y decidieron que ellos debían hacer algo.
- ¡Vamos Fred! Tú dices que las ideas buenas son de los niños grandes como tú. ¡No podemos dejar a papá ciego!
- Tranquila Rox, tengo algo, pero necesito una cosa… no soy bueno con manualidades, ¿puedes hacer esto tú mientras yo le pido una cosa al tío?
La joven Weasley, de tres años, cogió la hoja que le tendía su hermano, mientras una sonrisa cruzaba por su cara morena y asentía.
...
Dos días después, los pequeños se presentaron en la tienda, tendiendo a su padre unas gafas (que Fred había "tomado prestadas" gracias a James de su tío Harry) con una oreja de plastilina en la patilla izquierda ante la mirada de su tío Ron que estaba a medio camino entre la carcajada o directamente el ataque de risa imaginando a su mejor amigo en esos instantes.
-No queremos que no nos veas porque no tienes oreja, así que te la hacemos nosotros ¿vale papá?- La pequeña Roxane abrazaba a su padre, que estaba atónito mirando unas gafas que le eran muy familiares pegadas a una oreja algo deforme que intentaba imitar a la que una vez fue la suya.
Fred, más precavido, no se acercó mientras hablaba tan rápido como cada vez que intentaba escaquearse de una trastada.
- Las gafas puedes devolvérselas tú al tío Harry, ¿verdad?, no quiero que se enfade con James.- El hombre tiró de su hijo hacia sí y le abrazó con toda la fuerza de sus todavía jóvenes brazos.
- No creo que a Harry le importe… Ron, ¿puedes pedirme hora para graduarme la vista?
El más joven de los Weasley salió riendo a carcajada limpia mientras hacía un gesto afirmativo con la mano a su hermano.
No seáis malos, tenía cinco años y un par de neuronas menos.
