CATARSIS

RESUMEN – Algo sale mal. Annie no consigue refugiarse en su cristal; es capturada por la Legión y sometida a un brutal interrogatorio. Erwin consigue que el clamor por la matanza de Stohess se centre sobre la traidora; el pueblo exige la pena de muerte. Se acaba el tiempo. Armin tiene un plan para descubrir al resto de infiltrados… a costa de su propia humanidad. Esto no puede terminar bien.

AVISO LEGAL – En el perfil.


NOTA DEL AUTOR – Como de costumbre, va a ser bastante laaarga (insertar aquí imagen del hipopótamo bostezando); así que, quien quiera empezar a leer directamente la historia, puede saltar hasta la siguiente línea, donde ya termina la cursiva. Bien, para los que todavía estáis aquí…

Me gustaría empezar con los distintos significados de CATARSIS en el Diccionario de la Real Academia Española.

1. Entre los antiguos griegos, purificación ritual de personas o cosas afectadas de alguna impureza.

2. Efecto que causa la tragedia en el espectador al suscitar y purificar la compasión, el temor u horror y otras emociones.

3. Purificación, liberación o transformación interior suscitados por una experiencia vital profunda.

4. Eliminación de recuerdos que perturban la conciencia o el equilibrio nervioso.

5. Expulsión espontánea o provocada de sustancias nocivas al organismo.

En cuanto al fic en sí, se trata de una de esas ideas que no me dejaría en paz, hasta ponerla por escrito.

Va a ser una historia relativamente "corta"; menos que Juegos de Guerra, quizás de una extensión similar a Ni siquiera la Muerte… Mis cálculos iniciales ya se han visto desbordados, sólo con los borradores de los primeros capítulos, así que no tengo ni idea de cuánto tardaremos en llegar al final. Eso sí, tengo pensado un "inicio-nudo-desenlace", sé por dónde va a ir esto y en qué punto va a terminar; sería interesante continuar incluso después, pero entonces el fic se haría eterno, y hay más historias que quiero contar aparte de ésta.

En lo referente a spoilers, es recomendable llevar al día la lectura del manga. No voy a empezar a "destripar" porque sí, pero es mejor ir sobre seguro para evitar sustos. También hay algunas teorías propias que todavía son más "headcanon" que otra cosa, aunque quién sabe lo que nos deparará el futuro…

Sobre la selección de "personajes destacados", e incluso la "imagen de portada", se trata de cuestiones que no he dejado al azar; tampoco la calificación M. El final de la historia… no va a ser demasiado agradable; a no ser que estéis convencidos de que Annie, después de todo lo que ha hecho, merece sufrir, y mucho.

Uno de los géneros es "hurt/comfort", y habrá de las dos cosas; aunque me temo que bastante más de lo primero que de lo segundo. Obviamente, no estoy a favor de la tortura, ni siquiera tratándose de asesinos de masas; pero si un autor se limitase a escribir sólo sobre aquello con lo que está de acuerdo, entonces todo esto sería bastante aburrido.

Esta vez he organizado la historia en capítulos un poco más cortos de lo habitual; así me cuesta menos trabajar y avanzar. El punto de vista es, principalmente, el de Armin Arlert; aunque en momentos concretos, también veremos las cosas desde la perspectiva de otro/s personaje/s…

Es curioso, cómo a veces una idea te "quema" en los dedos y tienes que ponerla por escrito lo más rápidamente posible; escribir, escribir y seguir escribiendo… a veces, incluso, sin dedicar tiempo a leer y repasar la "fuente", tanto el manga como el anime. Aun así, "I regret nothing": esta historia debe contarse, y cuanto antes mejor; no es cuestión de dejar demasiado tiempo con la intriga a los lectores.

¡Nota a la nota! - Esto se está haciendo tan largo, que voy a dividirlo en dos; he dejado para el final algunas referencias sobre las inspiraciones para esta historia y en concreto el primer capítulo, así como algunas recomendaciones y advertencias que os pueden interesar para más adelante.

Y (ahora sí) os dejo tranquilos. ¡Espero que os guste!


CAPÍTULO 1 – UNA MONEDA AL AIRE

Publicado el 8 de julio de 2015, con una extensión de 4.446 palabras.


Las conversaciones más importantes y siniestras no siempre tenían lugar en despachos oscuros a puerta cerrada… algo que el soldado Armin Arlert estaba a punto de comprobar por sí mismo.

Más aún, el día era espléndido; el sol brillaba con fuerza en el cielo azul, donde apenas había una sola nube. Una ligera brisa agitaba las copas de los árboles en el bosque cercano, haciendo bailar al mismo tiempo la hierba de los terrenos que rodeaban el viejo Cuartel General de la Legión de Reconocimiento.

El mismo Cuartel que el Escuadrón de Operaciones Especiales, o "Escuadrón Levi", había ido habilitando antes de que llegasen los demás legionarios, para que Eren pudiese estar en un lugar apartado y tranquilo; lejos de las otras ramas del Ejército (sobre todo la Policía Militar) y de quienes, desde el principio, habían considerado que era una amenaza a la que eliminar.

Lo peor era que, quizás, tenían parte de razón; al menos, después de lo de Stohess, podía surgir una "duda razonable". ¿Cómo calificar lo que había ocurrido en aquel distrito? ¿Batalla, combate… matanza, masacre?

Hasta entonces las apariciones de otros cambiantes, como el Colosal o el Acorazado, habían sido esporádicas y muy breves; pero la lucha a puñetazo limpio entre dos titanes de quince metros, dentro del Muro Sina, había mostrado su potencial destructivo. Si uno de aquellos seres (¿humanos?), con el poder de transformarse en un gigante, se lo hubiera propuesto… seguramente sería capaz de borrar por sí solo una ciudad del mapa, sin que nadie pudiese evitarlo.

Por no hablar de la experiencia de primera mano de los legionarios, que sabían el daño que un monstruo como la Titán Hembra podía causarle a una unidad militar, en terreno abierto… pero Armin apartó de sí aquellos pensamientos, aquellos recuerdos; todavía no era el momento.

Su mente regresó a Stohess, a lo que había ocurrido allí al final del todo… y lo que había provocado la situación en que se encontraban ahora.

Porque aquel Cuartel General, tranquilo y apartado, ya no lo era tanto.

Numerosas tiendas de campaña, de impermeable lona verde, se extendían en una plantilla cuadriculada a lo largo de los prados que rodeaban el viejo castillo. La Fuerza Conjunta, que se había establecido después de lo que muchos calificaban como "ataque terrorista", reunía a miembros de las tres ramas del Ejército; principalmente de la Legión, pero también había una presencia considerable de Tropas Estacionarias, así como un puñado de soldados de la Policía Militar.

Los policías que portaban la insignia del unicornio verde, a diferencia de los guardas de las rosas gemelas, solían moverse en grupo; siempre miraban con aprensión a su alrededor, como si estuviesen en tierra hostil y temieran que saltasen sobre ellos en cualquier momento. Sin embargo, a pesar de las Alas de la Libertad que se distinguían en su uniforme de legionario, Armin no se sentía mucho más tranquilo que la supuesta élite.

En aquella Fuerza Conjunta había cientos de hombres y mujeres, la mayoría con años de experiencia… pero bastaría un solo cambiante traidor para sembrar el caos y causar otra masacre ¿O acaso era precisamente eso lo que se pretendía? Ofrecer un blanco fácil, un cebo tentador para provocar a otros infiltrados, a los que todavía no habían descubierto, y atraparles en un terreno elegido de antemano; allí los militares estaban preparados y contaban con ciertas ventajas, que serían imprescindibles para combatir contra semejante enemigo.

Difícilmente Erwin Smith, Comandante de la Legión de Reconocimiento, dejaría algo así al azar.

Aquel hombre, líder de los soldados más duros de todo el Ejército, era el mismo que quería hablar con Armin… a solas; aunque el muchacho suponía que también se hallarían presentes algunos de sus colaboradores más cercanos.

El viento agitó sus rubios cabellos, que le caían sueltos formando una melenita; algunos le llamaban a veces "cabezacoco", no muy amablemente… pero esa idea, que en otras circunstancias le habría hecho sonreír, ahora no le libraba de la inquietud que sentía. Sus ojos azules miraban sin llegar a ver; su mente andaba perdida, imaginándose numerosas situaciones en las que algo volvía a salir terriblemente mal.

Cada vez que se cruzaba con algún soldado, se preguntaba si no sería otro traidor; acechando, esperando el momento oportuno para golpear y hacer el mayor daño posible. También se preguntaba si no sospecharían acaso de él; habían ocurrido tantas cosas "convenientes", difícilmente atribuibles a la mera causalidad, que lo raro sería que no estuvieran observándole… aunque quizás el Comandante había decidido ir un paso más allá. Aquel pensamiento le hizo tragar saliva.

Ya era aterradora la idea de que alguien, en cualquier momento, pudiera convertirse en una aberración de quince metros, capaz de matar con un solo gesto a sus enemigos, aplastándolos con su gigantesco cuerpo como si fuesen insectos; pero la forma en que Erwin, al que algunos llamaban (obviamente a sus espaldas) "grandioso bastardo manipulador", había sabido jugar con aquel miedo, aprovechándolo cual magistral titiritero para hacer bailar a los demás como si fuesen marionetas… Esa otra idea le causaba a Armin un temor bien distinto.

Si el otro bando (fuera cual fuese) hubiera tenido a alguien como el Comandante entre sus filas… seguramente ya no quedaría una Humanidad por la que luchar; seguramente ninguno de ellos estaría allí. Por suerte para todos, Erwin estaba de parte de la Humanidad; aunque a veces no sólo parecía, sino que era capaz de sacrificar una parte de ella para (según entendía él) poder salvar al resto.

En cualquier caso, después de lo de Stohess, había comenzado una batalla de otra clase: la de la propaganda. Aquí, el señor Smith había demostrado no tener rival, a la hora de ser frío y calculador… y tanto o más peligroso que uno de los cambiantes.

"En este sentido, el Comandante y ella se parecen bastante: ambos están dispuestos a apostar fuerte." Y la comparación, que de súbito le había venido a la cabeza, casi hizo que Armin empezara a reírse, dejándose llevar un poco por la histeria en un intento de librarse de sus temores, pero se contuvo; había mucho soldados cerca, tan inquietos como él o más, y lo último que necesitaba era darles una excusa para "disparar primero y preguntar después".

Legionarios, guardas, policías; todos unidos contra el enemigo común. Ya se lo le había comentado el Comandante Pixis a Eren durante la Batalla de Trost: una amenaza externa podía hacer que antiguos rivales olvidasen sus diferencias. Aunque, considerando a la Humanidad como un todo… Lo cierto era que las personas seguían matándose entre ellas, a veces con tanta o más crueldad que las bestias.

Al menos, por el momento, las distintas ramas del Ejército seguían colaborando en aquella Fuerza Conjunta. Quién habría dicho que algo así ocurriría, tan sólo un par de semanas antes… cuando habían estado a punto de fusilar al Comandante Smith en Stohess.

Jean había estado haciéndose pasar por Eren, como señuelo, en el mismo carruaje en que iba Erwin; así que, cuando la Policía Militar les dio el alto y el oficial se encontró con un montón de rifles apuntándole, el muchacho pudo ver todo lo que pasó y luego se lo contó a Armin.

Al principio, el Comandante se había limitado a explicar con calma, al jefe de aquellos policías, lo que deberían hacer después de fusilarle; las instrucciones a seguir, para garantizar el triunfo de la Humanidad, incluso si él ya no estaría allí para verlo. Sin embargo aquella tranquilidad, aquel riesgo calculado de aparentar estar dispuesto a dar la vida por la causa, desapareció en cuanto un legionario llegó hasta Erwin y le informó de cómo había terminado la batalla.

Entonces el Comandante pareció transformarse en otra persona; una versión de sí mismo aún más fría, implacable y cruel… incluso malvada. Sin levantar la voz en ningún momento, sólo con miradas y palabras, había destrozado a aquellos hombres; como si fuese él quien estuviera apuntándoles con las armas, y no al revés. Naturalmente, tratándose de Erwin, ya se las había apañado para averiguarlo todo sobre aquellos policías; y especialmente que su líder, un tal Dennis Eibringer, era el jefe de la unidad a la que técnicamente aún pertenecía la Traidora.

Cuando Smith, con un tono tan cortante como el filo de una espada reforzada, informó de que habían capturado a su subordinada directa en el acto de cometer otra masacre, aquel policía se quedó tan pálido como un fantasma; y eso fue sólo el principio. El Comandante no paró y le preguntó si albergar en sus filas a enemigos de la Humanidad era su política habitual, o sólo fruto de su desidia; si su incompetencia llegaba hasta el punto de no descubrir a una cambiante infiltrada, justo delante de sus narices.

Smith le dio a entender al tal Eibringer que, por sus fallos, era indirectamente responsable de la muerte de muchos legionarios… cuyos compañeros habían ido llegando hasta aquel lugar con el equipo completo, bastante cabreados después de haber sufrido todavía más bajas en la operación para capturar a la Traidora. Cuando vieron que su Comandante corría peligro, aquellos soldados (que se ganaban la vida matando titanes) rodearon a los policías que le amenazaban y casi los convirtieron en picadillo; si al final no hubo un baño de sangre, fue porque intervino el propio Erwin para evitarlo.

Sin embargo, y según le había contado Jean a Armin, el Comandante dio inmediatamente después el golpe de gracia con las siguientes palabras:

"Ahora mis hombres y yo nos iremos. Y el legionario Eren Yeager se viene con nosotros. De ningún modo quedará bajo la custodia de quienes, hasta hace poco, albergaban una traidora entre sus filas, puede que a sabiendas… Espero que entiendan que esto también lo hago por su propia seguridad. Sólo yo puedo garantizar que Yeager no pierde el control, ni se deja llevar por sus peores impulsos, si el joven llegase a considerar que los miembros de la Policía Militar son enemigos de la Humanidad…"

Jean decía que nunca había visto a alguien tan pálido como el jefe de los policías en ese momento. El pobre Dennis debió de imaginarse lo que pasaría si el chico que era "la Esperanza de la Humanidad" decidía dirigir toda su furia, la de un titán de quince metros, contra la Policía Militar, que además ya había propuesto desde el principio hacer experimentos con él y luego ejecutarle. Incluso en el mejor de los casos, si de algún modo Eibringer sobrevivía a tamaña destrucción, seguramente no lo tendría nada fácil, para explicarle a sus superiores cómo habían degenerado las cosas hasta ese punto.

Así que fueron aquellas palabras las que sellaron el destino de tantos; las que les habían llevado a la situación en que se encontraban ahora.

Armin quería creer que Eren jamás llegaría al extremo de exterminar sistemáticamente a una rama entera del Ejército; estaba casi seguro de que su amigo nunca habría hecho algo así… casi. Naturalmente, eso Eibringer no lo sabía; y obviamente el hombre había preferido que le culpasen por no arrestar a todo un Comandante, en vez de seguir adelante y provocar un enfrentamiento con los mismos que acababan de detener a una cambiante… usando otro cambiante.

Sin embargo, hubo muchos testigos de uno y otro bando que escucharon las palabras de Erwin; y ninguno de ellos pudo declarar después que el Comandante hubiese amenazado directamente con soltarle un titán cabreado a la Policía Militar; aquel "grandioso bastardo manipulador", en efecto, ya había previsto de antemano que los prejuicios de "la élite" les harían interpretar sus palabras en ese sentido, precisamente el que más le convenía a él. Smith quedaba libre de toda culpa; fueron los policías quienes se dejaron llevar por sus propios temores.

Después de eso, la Legión evacuó Stohess a toda velocidad y en buen orden, llevándose incluso a sus muertos… y también a su prisionera, naturalmente. Las Tropas Estacionarias tampoco se interpusieron en su camino; no sólo para evitar un enfrentamiento en el que llevarían las de perder, sino porque Pixis y sus hombres sí recordaban todo lo que había hecho Eren por ellos en Trost, donde la Policía Militar había brillado por su ausencia. Además, la relación entre Dot y Erwin siempre había sido cordial; también ayudó que las Tropas y la Legión se llevaran entre ellos mucho mejor que con los "unicornios" o "cornudos".

Lo sorprendente fue que, cuando llegaron al viejo Cuartel General, quien no tardó demasiado en acudir allí en persona, a iniciativa propia, fue el mismísimo Nile Dawk. El Comandante de la Policía Militar estaba furioso, pero no tanto por el desafío a sus hombres, sino porque (al menos según los rumores) él y Erwin habían sido buenos amigos y temía que, con aquella decisión, la Legión estuviese a borde del abismo; se arriesgaban a que les considerasen "traidores a la Corona", o todavía peor, encender la mecha de una guerra civil que acabaría con lo poco que quedaba de Humanidad.

Por otro lado, había algo que Smith comprendía muy bien, gracias a toda su experiencia como oficial de la Legión (incluso antes de ser Comandante): las buenas acciones y las hazañas heroicas, sin el apoyo del público, no servían de gran cosa. Esto se había visto sobre todo después de la Batalla de Trost, cuando muchos todavía consideraban a Eren una amenaza que debía ser eliminada; un temor alentado por los periódicos, que solían seguir la línea "oficialista" del Gobierno, además de estar sometidos a la censura autoimpuesta y, en algunos casos, a coacciones no muy sutiles.

Dándose cuenta de ello, Erwin ya había tomado medidas por anticipado, trazando planes dentro de más planes; había preparado una serie de fondos y recursos, materiales y personales, que se activarían llegado el caso… y el Comandante consideró que así era, después de lo de Stohess. La operación implicaba un riesgo considerable, si algo salía mal; pero la recompensa podía ser todavía mayor, suponiendo que tuviesen éxito. En cualquier caso, el Comandante decidió apretar el gatillo.

En apenas unos días, miles de panfletos, octavillas e incluso pintadas aparecieron por las calles de varias ciudades y distritos principales, incluso en la propia Mitras. Lo tendencioso de aquellas "informaciones" habría hecho sonreír a cualquiera, si no fuese por la gravedad de las circunstancias. Sin embargo, al no tratarse de periódicos, la información veraz y contrastada era la última de sus preocupaciones; aunque generalmente se usaban las mentiras más eficaces, que eran las que tenían algo de verdad.

En la operación participaron todo tipo de personas, no siempre relacionadas con la Legión: desde contactos criminales de los miembros de reputación más dudosa, hasta veteranos que estaban dispuestos a librar ahora esa otra clase de lucha, pasando por gente que simplemente simpatizaba con la causa o quería fastidiar al Gobierno; sin perjuicio de que un poco de dinero extra siempre venía bien… Así se dejaba suficiente espacio entre la Legión y sus "agentes", de modo que las acusaciones que cayesen sobre éstos no pudieran salpicar directamente a aquélla.

Según los rumores, no sería la primera vez que Erwin se veía implicado en una "guerra sucia" de aquella clase, empleando métodos más que cuestionables y esparciendo a su vez rumores todavía más disparatados: que la Policía Militar estaba completamente infiltrada por monstruos dispuestos a destruir a la Humanidad, que el Rey Fritz se había vuelto loco y se dedicaba sólo a cazar mientras dejaba las decisiones importantes en manos de corruptos, que la Traidora pretendía destruir todo Muro Sina y sólo la oportuna intervención de Eren lo había impedido, que la Policía Militar quería asesinarle para eliminar las pruebas de su incompetencia… o que había titanes dentro de los Muros.

Lo gracioso, y trágico al mismo tiempo, era que esto último sí resultaba cierto.

Habían ocurrido muchas cosas importantes a la vez, muy rápido, en aquel momento definitivo justo al terminar el combate entre gigantes. Armin no lo había visto con sus propios ojos, pero Mikasa sí le había contado (aunque se suponía que era un secreto) lo que se había encontrado a unos metros de su cara, mirando por uno de los agujeros que la Titán Hembra había abierto en el Muro cuando intentaba escapar subiéndolo.

Titanes colosales. Seguramente decenas, cientos de ellos… Unos puestos al lado de otros, a lo largo de toda la extensión de cada uno de los tres Muros… Quizás eran miles.

La idea le hacía sentir un escalofrío; impotencia y rabia también, porque aún había demasiadas cosas que no sabían, demasiadas preguntas sin responder… y la Traidora no estaba colaborando con ese tema, precisamente. Sin embargo, la revelación de lo que había dentro de los Muros le había provocado un "shock" a la Capitán Hanji, tanto que se había olvidado (al menos en aquel momento) de la fascinación que pudiera sentir por la cambiante enemiga a la que habían capturado.

El agujero en el Muro se tapó enseguida, gracias a la rápida intervención de guardas y legionarios, antes de que estos últimos abandonasen Stohess a toda prisa… llevándose con ellos al Pastor Nick, que quedó bajo la custodia de Hanji. Pobre hombre.

No era para menos. Puede que Armin no le tuviese mucha simpatía a aquel miembro del Culto de los Muros, que durante el juicio había exigido a voz en grito que ejecutasen a Eren, pero nadie se merecía que le pasara lo que a él; entre los "daños colaterales" del combate de Stohess estaba precisamente su iglesia, donde se había reunido toda su congregación… que durante la lucha fue aplastada por los dos cambiantes, en un abrir y cerrar de ojos, sin que el Pastor pudiese hacer nada para evitarlo.

Lo que Armin sí pudo ver fue cómo aquel hombre llegó después y, desesperado, pidió que tapasen el agujero; luego Hanji trató de "persuadirle" para que contase todo lo que sabía, amenazando con tirarle desde lo alto del Muro, pero no sirvió de nada. La Legión no iba a renunciar tan fácilmente a sus respuestas, así que se llevaron al Pastor Nick; "oficialmente" como observador, aunque aquello podía considerarse un secuestro… si bien nadie trató de impedirlo.

Había mucho en juego, en aquel viejo Cuartel General: la "Esperanza de la Humanidad", que seguía entrenando ahora con más motivos todavía; la Traidora a la Humanidad, que definitivamente iba a pagar por todo lo que había hecho; y uno de los miembros de la organización que podría tener la clave del misterio.

Armin tragó saliva al considerar la posibilidad de que Hanji, para sonsacarle información al Pastor, terminase recurriendo a los mismos métodos que, seguramente, Levi estaría usando para interrogar a Ann…

"No."

El muchacho se negó a pronunciar su nombre, ni siquiera para sus adentros; no todavía. No le costó mucho volver a endurecer su corazón; sólo tuvo que recordar toda la gente a la que ella había matado, sin piedad y sin remordimiento… ¿verdad?

Parte de él todavía se negaba a creerlo; y si Armin, que había estado tan cerca, tenía sus dudas… era lógico que el Comandante Nile Dawk también mostrase cierto escepticismo al respecto.

Se suponía que el "viejo amigo" de Erwin había tenido varios motivos para visitarle en persona: si la Traidora aún era técnicamente miembro de la Policía Militar, el hecho de que la Legión estuviese interrogándola podía causar ciertas complicaciones; también suponía un problema que el Comandante hubiese "amenazado" con soltar a Eren y usarlo como arma contra otros humanos; o haber secuestrado a un destacado miembro del Culto de los Muros; o estar detrás de la publicación de todos aquellos pasquines y folletos de mal gusto, incluso circulaba por ahí un dibujo del Rey y la Titán Hembra en una situación más bien comprometida…

Desde luego, si Dawk había ido hasta ahí para arrojar el guante y declararle la guerra a su camarada, no le faltaban razones para ello. Era como si Erwin, después de pensar en las maneras de hacer que la situación estallase… hubiese decidido usarlas todas a la vez; como si quisiera superar algún tipo de récord personal, a ver cuánto podía fastidiar a su "amigo".

Armin cada vez tenía menos dudas de que Smith era un consumado manipulador; jugar al ajedrez contra él, debía de ser una auténtica pesadilla. Y sin embargo, siempre se las apañaría para seguir sorprendiéndole…

Por lo visto, la conversación entre Comandantes, en el despacho del líder de la Legión en aquel viejo Cuartel, había terminado a gritos… aunque al final la cosa se calmó, gracias sobre todo a la intervención de otra persona que también se había presentado allí oportunamente: la Capitán Anka Rheinberger, franca y directa, lugarteniente de Dot Pixis y también su asistente o "niñera" según bromeaban algunos guardas.

En cualquier caso, la decidida oficial gozaba de la confianza del viejo Comandante de las Tropas Estacionarias, quien le había dado plenos poderes para representarle en aquella reunión improvisada entre los líderes de las distintas ramas del Ejército; en aquel momento Pixis, cumpliendo con su deber y también como favor personal a Erwin, estaba ocupado dirigiendo las operaciones de recuperación y rescate en Stohess.

Una vez más, sólo eran rumores, pero se decía que Anka había hecho chocar entre sí las cabezas de los dos Comandantes; o que había amenazado con dejarles encerrados en aquel despacho, sin comer ni beber nada, hasta que llegasen a un acuerdo con el que no tuvieran que fusilar a nadie. Aquellos rumores serían difíciles de creer, pero lo que aún resultaba más escalofriante era la posibilidad de que Erwin ya lo hubiera previsto todo de antemano; quizás incluso había forzado su posición, abarcando más de lo que podía permitirse, para que luego pareciese que Anka le hacía "entrar en razón"… y en realidad era el Comandante quien conseguía todos lo que se había propuesto, lo que verdaderamente le interesaba, sin que los demás fuesen conscientes de hasta qué punto habían sido manipulados.

Armin estaba cada día más convencido de que, lo peor que podía pasarle, era convertirse en enemigo de aquel hombre; le daba miedo. Por otro lado, el haber revelado cierta verdad sobre los Muros en su propaganda, unido al hecho de retener a un miembro del Culto, daba a entender que el Comandante estaría dispuesto a "soltar la bomba" si no conseguía todo lo que quería; otra medida de presión más, una alternativa que usaría llegado el caso, planes dentro de planes… Simplemente Erwin.

En cualquier caso, después de muchos tiras y aflojas, al final los tres líderes llegaron a una serie de acuerdos: la propaganda cesaría en el acto y no se haría responsable a la Legión por ella; el Pastor Nick permanecería allí como mero observador y no se le interrogaría bajo ningún concepto; se formaría una Fuerza Conjunta con miembros de las tres ramas del Ejército…

Sobre esta última cuestión, el punto de encuentro sería aquel viejo Cuartel; si bien, dada la escasez de fondos y recursos de la Legión, las otras ramas suplirían los gastos adicionales en lo referente a material y personal. Erwin Smith estaría al mando de la Fuerza Conjunta, pero los demás representantes tendrían poder de veto; Anka Rheinberger por las Tropas Estacionarias y, sorprendentemente, el pobre Dennis Eibringer por la Policía Militar… quizás un último favor de Nile Dawk, para que aquel puesto no quedase ocupado por alguien más peligroso.

Había más puntos sobre los que se había alcanzado un acuerdo; por ejemplo, para decisiones especialmente delicadas, como el destino último que habría de darse a la Traidora prisionera, sería necesario el visto bueno del Generalísimo Darius Zackly. Por otro lado, Eren Yeager seguiría como miembro en activo de la Legión, encargada de su custodia; dado lo ocurrido con el escuadrón del Capitán Levi, sería el equipo de Mike Zacharius el que asumiría ese mismo rol. De todas formas, después de lo de Stohess, la Policía Militar ya no parecía mostrarse tan aprensiva en todo lo referente al "chico titán"; se habían dado cuenta, por las malas, de que el joven cambiante podía ser el único capaz de detener a otros que pretendiesen destruir a la Humanidad.

Así que, después de aquel acuerdo, no hubo muchos problemas para que la propaganda "patrocinada" por la Legión cesara prácticamente en el acto. Sin embargo, los periódicos se encargaron de continuar una parte de aquella labor; y seguramente esto también lo había previsto Erwin desde el principio. Las imprentas se olvidaron convenientemente de ciertos temas (como "titanes en los Muros" o "Yeager es un peligro") y se centraron en otro muy concreto: la Titán Hembra.

Los periódicos, con el visto bueno del Gobierno y la promesa de aumentar sus tiradas con un tema que interesaba al público, no se resistieron mucho a seguir aquella línea editorial, apelando más o menos descaradamente a las emociones más básicas; se publicaban entrevistas a supervivientes de las masacres perpetradas por la Traidora, se la culpaba de todos los males… en suma, fueron más allá del monstruo que era, y la convirtieron en el monstruo que necesitaban.

Cuanto más se hablaba del tema, mayor era el clamor del pueblo; su sed de sangre y las ansias de justicia exigían un escarmiento ejemplar. La tensión aumentaba cada vez más y podía estallar en cualquier momento. La situación sólo podía terminar de una manera; todo apuntaba a que el desenlace no iba a ser muy alentador para Annie…

"Acabo de pensar en ella por su nombre."

El muchacho tuvo que reconocerlo para sus adentros; no podía olvidar sin más que habían sido compañeros de promoción, en la División Sur del 104º Cuerpo de Cadetes. Habían entrenado juntos, estudiado juntos… una idea que le hizo pensar a su vez en otra cosa; algo a lo que había estado dándole vueltas últimamente.

Armin era el tipo de persona que leía con voracidad insaciable todo cuanto caía en sus manos; y aunque no siempre recordara exactamente dónde había leído tal o cual cosa, nunca se le olvidaría lo esencial de la idea.

Por ejemplo, en alguna ocasión, había leído una teoría interesante, sobre la existencia de otros mundos; no sólo unos pocos, sino cientos, miles de ellos o incluso más, tantos que sería imposible contarlos. Pues bien, según esa teoría, entre todos aquellos mundos, quedarían cubiertas todas las posibilidades que uno pudiera imaginarse; de modo que, algo que en un mundo sólo "podría haber sido", en otro mundo era la realidad.

Las cosas podrían haber terminado siendo radicalmente distintas, y todo partiendo de un cambio en apariencia insignificante, minúsculo; como que, al lanzar una moneda al aire, en vez de cara saliese cruz.

O quizás no tan insignificante.

Por ejemplo, que algo en principio sencillo, que debía funcionar… saliese terriblemente mal.

Como lo que le había pasado a Annie.


FIN DEL CAPÍTULO 1


NOTA DEL AUTOR II – ¡LA VENGANZA!

No, ya en serio… Al final, el capítulo ha sido más largo de lo previsto; pero quería dejar bien atada la parte "política" del asunto, desde el principio, para poder centrarme luego en la trama en sí.

Y como ya dije antes, empiezo ahora con las inspiraciones.

El punto de divergencia "Annie no consigue cristalizarse al final de la batalla de Stohess", y todo lo que pasa después, son temas que se han tratado con acierto en An Unbearable Sight de Ponderess y, más recientemente, en Losing Control de serpentguy; de hecho, el segundo capítulo de este último fic podría considerarse un "tratado sobre la tortura y sus métodos y efectos", no por breve menos intenso… y escalofriante.

Volviendo con el tema del "interrogatorio", quisiera aclarar que Catarsis no va a regodearse con esto; lo que hay, más bien, son conversaciones sobre el tema y referencias indirectas. Más que la tortura en sí, se trata de lo que ocurre después; sus efectos, tanto sobre quien la recibe como sobre el que la practica. Levi va a tener un papel destacado en este sentido (razones no le faltan), pero ni siquiera él llegará a cruzar determinados límites; puede que dé golpes con un palo, pero no va a usarlo allí donde no da el sol. No sé si me explico…

Eso sí, hay que tener en cuenta que, para lo que es la historia en sí, me inspiré en cierto episodio de Juego de Tronos; por ahora no diré nada más, para no revelar demasiados detalles antes de tiempo. Esto a lo que me refiero, se verá venir antes de que ocurra; de todas formas, cuando llegue ese momento, dejaré expresamente un aviso al principio del capítulo correspondiente, para que quienes tengan un estómago delicado puedan darse media vuelta y salir corriendo. Insisto: este fic se califica M por una razón.

Y ya para terminar, en un tono algo menos siniestro, diré lo de costumbre: siempre agradezco las reviews, es una buena forma de aprender y me gusta contestar con detalle; y si sois fans de Shingeki no Kyojin, podéis pasar por el foro Cuartel General de Trost, hay muchas cosas interesantes allí sobre el tema.

¡Hasta pronto y que os vaya todo bien! ;)

SilentSpaniard