Hola esta es mi primera historia publicada aquí espero que les guste… Aclaro esta historia NO es mía. Es una adaptación que hice de un libro. Espero que les guste además que lo trate de hacer lo mas Nipona posible.
Konoha, 1359.
Ino Yamanaka estaba sentada en el banco de piedra de la ventana, apoyando la espalda erecta en la de su hermano. A pesar del almohadón de terciopelo, no se sentía confortable y, por tercera vez, deseó estar en casa. Sin embargo, había prometido permanecer al lado de Naruto hasta que Airi dirigiese sus atenciones hacia otro hombre. Por más que detestase el castillo de Edo, tenía que asumir el compromiso.
No era hábito suyo involucrarse en los asuntos de su hermano, pero a Airi le estaba costando convencerse y Naruto casi había llegado a implorar su auxilio. El creía que, viéndolo acompañado, su ex-amante acabaría desistiendo de importunarlo.
Descontenta, Ino recorrió su mirada por el lugar repleto de personas. Las tres ventanas dejaban entrar luz suficiente para iluminar el aposento grande y alto. Sin embargo, ella no vio nada que le llamase la atención. A pesar de las paredes frías de piedra, el aire estaba caliente. No había mueble alguno, o adornos, excepto las ricas cortinas.
Hombres y mujeres exhibían sus mejores kimonos. Los hombres mayores usaban kimonos grandes y sobrios, pero los jóvenes se atrevían a usar kimonos ligeros y coloridos. Las de las mujeres tenían tajos a ambos lados para mostrar los kimonos ajustados a los obis de seda. Una profusión de joyas se podía apreciar cuando las personas se movían por la antecámara a la espera de ser atendidas por el emperador.
Atónita, Ino miró hacia bajo cuando un trovador, a sus pies, comenzó a tocar el laúd y a cantar.
"Labios del mas puro rojo
Ojos brillantes como un rubí"
— Dios misericordioso, Ino, esta es peor que la última — reclamó Naruto a su oído.
— Por favor, hermano, no hables así — protestó Ino temiendo que Lee oyese y se ofendiese.
Pero Rock Lee había oído el comentario. Decepcionado, dejó instrumento en el piso. Después, tomó una de las manos de Ino.
— Yamanaka-sama, halló mi canción muy fea? Llevada por la compasión, Ino respondió:
— Ni un poco, Lee-kun. Si nota que tanto la letra como la melodía fueron bien trabajadas. Yo me siento halagada.
Lee miró a Naruto con aire de triunfo, pero este no escondió su desdén. Con sus ojos azules chispeando, Ino amenazó a su hermano.
—si vos no te comportas, me voy y te dejo solo para enfrentar a lady Airi.
Naruto se tensó.
— Vamos, Ino, yo sólo estaba bromeando con Lee. Él no debía ser tan sensible — declaró al girar el rostro hacia el trovador.
Ino no podía verle la expresión, pero por lo que conocía a su hermano, calculó que era desagradable. Sin embargo, no reclamó.
Lee podía ser cansador con sus canciones empalagosas, eso sin mencionar la manera exagerada de vestirse y su famosa llama de la juventud. Ella sonrió:
— Está bien, vamos a olvidar el asunto.
Naruto respiró aliviado y miró a su alrededor para ver si alguien había notado la escena. Finalmente, como mensajero de confianza del emperador Murakami II, él necesitaba mantener la dignidad.
Lee era nuevo en la corte, y como tantos otros se había enamorado de la hermana de Naruto. Este no lo culpaba, pues Ino era lindísima con sus ojos azules, la piel blanca y los cabellos rubios.
Siendo la única mujer entre los hermanos, había sido completamente mimada por los tres, inclusive por Seiya, quien era cuatro años más joven que ella. Eso no la había malcriado. Dueña de un carácter extrovertido y generoso, trataba a sus admiradores con paciencia ilimitada. Ninguno le había tocado el corazón y a sus hermanos no les gustarían verla casada contra su voluntad.
Si Lee constituyese una amenaza a la felicidad de Ino, Naruto lo llevaría afuera y le daría su merecido. Como no lo era, él podía ser magnánimo y perdonarle la pobreza intelectual. Por lo tanto, no comentó mas nada.
Distraído, recorrió con su mirada la ante cámara. Poco después, Ino lo sintió tenso y lo oyó ahogar una exclamación. siguiéndolo con la mirada, ella avistó a Airi Hatakedo.
Con treinta y dos años de edad, lady Airi continuaba teniendo una apariencia adolescente y era famosa por su belleza. Usaba sus cabellos recogidos en forma de durazno, cubiertos por hermosos broches de oro en forma de cascada, y mantenía una expresión de encantamiento en sus ojos castaños. Al pasar al lado de las personas, sonreía con timidez.
Divertida, Ino observó la escena se esforzó para no reír muy fuerte . Lanzó una mirada hacia su hermano para evaluar su reacción. Naruto parecía listo para entrar en batalla. Los ojos azules no escondían la desconfianza y, en un gesto nervioso, el se pasó la mano por los cabellos rubios.
Por tres días seguidos, Ino lo había acompañado en las venidas al castillo de Edo, pues, como mensajero del emperador, Naruto debía estar a disposición caso hubiese misiones que cumplir. Pero su presencia allí lo exponía al contacto con la persona a quien más deseaba evitar, su ex-amante. La relación había terminado cuando él había descubierto las intenciones matrimoniales de la joven viuda
Airi Hatakedo se paró delante de ellos.
— Yamanaka- sama — saludó sin mirarla, pues el brillo interesado de su mirada se focalizaba en Naruto. — Naruto-kun — dijo en seguida con voz cariñosa.
Contrariado, Naruto pasó las manos por los muslos cubiertos por el kimono verde oscuro mientras respondía al saludo:
—Hatakedo - san.
Con una mirada ávida, Airi siguió el gesto de las manos. Interesada en la escena, Ino volvió a esforzarse para no reír . No dejaba de ser gracioso que Naruto luchase tanto para desligarse de la relación que, sólo dos semanas atrás, el despertaba gran interés.
Viuda hacia un año, Airi Hatakedo dejaba en claro que no deseaba continuar en ese estado, y Naruto había sido escogido como marido, concluyó Ino. Como no había tenido hijos durante los quince años de matrimonio, las propiedades y el dinero de Lord Hatakedo habían ido a parar a las manos de un primo distante. Disponiendo de fondos limitados, Airi había usado todo su encanto para seducir a Naruto cuando él había mostrado interés.
Más allá de ser un hombre atractivo, el hermano de Ino también había heredado fortuna de su madre. Como si eso no bastase, se decía en la corte que Naruto le había proporcionado a Airi éxtasis sexual por primera vez.
Ino no tenía experiencia en el asunto, pero sabía que las damas de la corte valorizaban mucho la pericia masculina demostrada en la cama. No lo entendía bien porque ella hallaba ridícula tal actividad. Pero, en verdad, todavía no había encontrado un hombre que afectase sus sentimientos.
Airi miró a Naruto con desesperación. Ino casi se dejó dominar por la simpatía. Naruto podía perseguir una mujer con entusiasmo , pero perdía el interés cuando la cuestión era el casamiento. Pero Naruto era de su sangre y ella le debía fidelidad; por lo tanto, Airi no contaría con su apoyo.
En ese momento, Ino percibió que el silencio había invadido la ante cámara. Levantó la mirada y se sorprendió viendo todas las cabezas giradas hacia la entrada. Quién podría estar llegando?, se preguntó.
Fue entonces que las personas abrieron paso e Ino lo vio.
El hombre era alto y lucía una yukata oscura de manera casual y, estaba completamente despreocupado respecto al hecho que las telas le modelaban los hombros de una forma que debería ser pecado. Se veía que él no se tomaba el trabajo de vestirse con ostentación, y se asemejaba a un lobo rodeado por cachorritos. Los cabellos rojizos estaban despenados, y los ojos aguamarina, recorrían el ambiente con desinterés. Al caminar, demostraba una cierta gracia animal y le hizo pensar a Ino en un bosque iluminado por la luz de la luna. La expresión era la de alguien habituado a mantenerse alerta a los peligros ocultos.
El hombre parecía ajeno a la conmoción que provocaba. Era como si tuviese en mente asuntos de gran importancia. El giró hacia el hombre rubio, también de hombros anchos y de yukata oscura, que caminaba a su lado.
Aunque ambos mostrasen aprecio por el mismo estilo de ropas, Ino apenas notó al rubio. Era el pelirojo quien le atraía, aunque ella no supiese explicar por qué.
Había algo de salvaje en él, como el viento durante una tempestad en los latidos acelerados de su corazón. Un escalofrío extraño, pero agradable, le recorrió la espina dorsal.
Quién era ese hombre y por qué no lo había visto antes?
Sin pensar, Ino se levantó y caminó en dirección a él. Como si sintiesen su necesidad de de aproximarse al recién llegado, las personas le abrieron paso.
Ino se paró delante de él y observó sus facciones, la nariz recta, los pómulos altos y el mentón bien delineado. El escalofrío volvió a recorrerle la espina dorsal.
Los ojos agua marina la miraron y luego se desviaron para seguir, recorriendo el ambiente.
Irritada, Ino no se movió. Nunca hombre alguno la había tratado de esa forma.
El hombre sonrió al reconocer a alguien.
— Yamanaka! — exclamó él, e Ino cerró los ojos, deleitada con la sonoridad de esa voz.
Sólo después de algunos segundos, se dio cuenta de haber oído su propio apellido. Abrió los ojos y giró para ver a Naruto saludar al extraño.
— Sabaku No, cómo va?
— Podría estar mejor, pues detesto venir a la corte.
— Y qué te trae a Edo?
Pasmada, Ino miraba a su hermano. El conversaba con ese hombre increíble como si fuesen viejos amigos.
Naturalmente, como mensajero del emperador, él conocía a mucha gente, pero nunca había mencionado a Sabaku No. Sabaku No miró a su alrededor y frunció el ceño.
— Prefiero no decir nada en medio de tanta gente. Se trata de un asunto particular.
— Comprendo. Precisas ver al emperador? Tal vez yo pueda ayudarte — ofreció Naruto.
— Gracias, pero fue el propio emperador Murakami quien organizó esta audiencia. Creo que él me recibirá tan pronto como sepa que estoy aquí:
Todavía irritada, Ino se dirigió a su hermano:
— Naruto, no te estás comportando bien. Dónde están tus buenos modales? Debes presentarnos.
Ambos hombres giraron hacia ella y Naruto se apresuró a satisfacerla.
-— Sabaku No Gaara, déjame presentarte a mi hermana, Ino.
Ella sintió el corazón dispararse cuando sus ojos la miraron. Esta vez había una leve apreciación en ellos, pero que desapareció rápidamente.— Ino.
— Lord Sabaku No.
El ya se dirigía nuevamente a Naruto:
— Tal vez vos pudiese encontrar a alguien para avisarle al emperador de mi llegada.
— Claro — respondió Naruto, y ellos comenzaron a abrirse paso entre las personas.
Ino apenas contuvo la sorpresa. Bajó los ojos y examinó sus ropas para ver si ellas no eran las culpables por la indiferencia de Lord Sabaku No. Pero el kimono escarlata no presentaba defectos. Su obi, se veía la seda oscura y ajustada que le delineaba las curvas perfectas. Las mangas, del kimono, eran largas, de acuerdo a la moda y a su edad, y bordadas con hilos dorados y rojos. Verificó sus adornos del cabello, pero los encontró ajustados en el lugar correcto. No habían sido las ropas el motivo de la falta de atención de Sabaku No.
Lo que tornaba el insulto doblemente desagradable, era el hecho de que Ino nunca antes había sentido una atracción por hombre alguno como le pasaba con Sabaku No. Se Enrojeció al analizar su propia actitud. Impulsada por una fuerza extraña y sin pensarlo, se había aproximado al extraño y hecho el papel de tonta.
Disimuladamente, miró a su alrededor, nadie le prestaba atención. Ya que Sabaku No se había apartado con Naruto, todos volvieron nuevamente a sus propios asuntos. Hasta Lee se ocupaba de cambiar una cuerda cortada del laúd.
Sin embargo, su mirada recayó sobre lady Airi quien, a su lado, sonreía con aire malicioso. Ino levantó la cabeza. No quería que la otra la imaginase insultada.
— Un Hombre muy atractivo, verdad? — comentó lady Airi, alargando su sonrisa.
— Quién? — preguntó Ino, haciéndose la inocente.
— Vamos, Sabaku No. Percibí tu interés por él.
Ino se encogió de hombres, fingiendo indiferencia.
— No, estás equivocada. Como oíste, él es amigo de mi hermano y eso me despertó curiosidad.
— En mi opinión, fue más que eso — insinuó Airi en tono provocativo.
Ino quedó preocupada. Siendo de naturaleza reservada, no quería volverse el centro de los chismes de la corte. Por ese motivo, ella y Naruto vivían en una casa en la villa y no allí en el castillo. Si no hiciese algo para silenciar a Airi, su encuentro rápido con Sabaku No se transformaría en una relación al anochecer.
Airi Hatakedo tenía su punto vulnerable en la persona de Naruto e Ino estaba dispuesta a alertarla. La viuda tampoco la conocía lo suficiente para saber que sería incapaz de esparcir rumores sobre su relación con su hermano. Por miedo a eso, Airi refrenaría su propia lengua.
— Mi querida Airi, estoy segura que interpretó mal la situación. Después de todo, estaba muy ocupada con lo que mi hermano hacía y decía para notar cualquier otra cosa.
Airi Hatakedo soltó una exclamación y levantó la mano como si fuese a cachetear a Ino. Sin embargo, la bajó al verse encarada con firmeza. Furiosa, dejó la ante cámara.
Ino la olvidó en el mismo instante y giró hacia el otro lado del aposento. Pero los tres hombres habían desaparecido.
Con seguridad, habían entrado en la cámara de audiencias del emperador.
Su mente hervía con preguntas sobre Sabaku No Gaara. Se Trataba de un hombre irresistible. Sin embargo, no olvidaba la manera como había sido tratada y apretó los labios. Ni una vez en la vida alguien le había negado algo y ella no estaba dispuesta a sentar precedentes. El caso con Sabaku No no estaba cerrado.
…..
El aposento lujoso causó poca impresión a Sabaku No Gaara cuando él lo cruzó, dejando a Naruto y a Aoi junto a la puerta de madera. Sentía las piernas rígidas, pero las forzaba a cambiar el paso mientras mantenía su atención en el emperador, sentado en una plataforma del otro lado de la cámara de audiencias. Murakami II estaba custodiado por dos de sus mejores samuráis.
Gaara hizo lo posible para relajar los músculos del rostro y de los hombros. El emperador no sabía que él había venido preparado para jurar en falso, pues de eso dependía el futuro de una criatura inocente de tres años.
Gaara tenía consciencia del hombre alto y delgado, de pie al lado derecho de la plataforma. No había nada en la apariencia de él que indicase su falta de carácter. El vestía como los otros cortesanos, con telas finas y coloridas. Su ascendencia era clara en su semblante. Los ojos de Amori eran azules y sus cabellos, castaño claros. No se vislumbraba ni un indicio de su corazón de piedra.
Haruk Amori había causado más desgracias en sus veinticuatro años de vida que lo que muchos de los hombres provocarían durante su vida entera. Gaara no podía permitir que él ganase la custodia de la pequeña Yuki. Lo que había hecho a la hija de su madrastra probaba que no podía cuidar de ninguna mujer.
Entretanto, Gaara no tenía tiempo para pensar en eso. Con los hombros erguidos, se paró a pocos pasos del monarca y se concentró en lo que tenía que hacer.
El emperador Murakami estiró las piernas largas y observó al hombre delante de él sin perderse detalle alguno. Gaara se forzó a soportar el examen minucioso sin pestañear.
A pesar de los cuarenta y ocho años, de los cabellos y la barba grises, Murakami todavía era un hombre de gran vitalidad y un gobernante entusiasta. Sobre el trono, había un blasón con las armas que él había escogido para sí mismo.
El emperador sostuvo la mirada de Gaara por un momento largo y tenso. Sin embargo, Gaara se mantuvo erecto y sin demostrar la rabia que le corroía su ser íntimo. Después de algunos instantes, el soberano se pronunció:
— Está listo para jurar sobre una reliquia de la verdadera cruz , Lord Sabaku No, que esa criatura es suya?
Aunque supiese de antemano que eso pasaría, Gaara sintió una oleada de culpa por tener que jurar en falso. Pero la sensación duró poco. Por amor a la niña, enfrentaría la situación. Con voz firme, respondió:
— Lo Estoy.
Oyó una exclamación ahogada a la derecha y, con la frente fruncida, miró hacia Haruk Amori. Por lo menos, sentía la satisfacción de dejar perplejo a su adversario.
El emperador Murakami hizo una señal a un clérigo y le ordenó a Gaara:
— Arrodíllate.
Gaara obedeció, manteniendo la mirada fijo en el hábito negro del monje. Este le presentó una cajita en cuyo interior se sabía que existía una reliquia de la cruz de Cristo. En seguida, preguntó:
— Juras por tu honra de caballero y en nombre de Murakami II, emperador del País del Fuego, que la niña llamada Yuki es tu hija carnal sin duda alguna?
Forzándose a tomar a caja con manos firmes, Gaara la besó.
— Juro por mi honra de caballero.
Furioso, Haruk Amori protestó:
— El miente!
El emperador lo encaró con aire amenazador.
— Amori, en estos días pasados aquí en la corte, sus palabras no han mostrado ningún fundamento. Acaso trae alguna prueba para demostrarlo ahora?
— No, mi emperador, pero...
— En ese caso, no hay nada más para ser dicho, excepto si el caballero estuvo presente durante la concepción de la criatura.
Haruk se estremeció, sin embargo se recuperó pronto. Gaara sintió ganas de traspasarlo con su kunai allí mismo.
Los dos eran los únicos que sabían la verdad sobre la concepción de Yuki. Haruk no podía confesarlo allí que había violado a su hermana de crianza y ese era un triunfo con cual Gaara contaba. Haruk , sin embargo, lo intentó:
— Mi señor...
Murakami lo miró con firmeza.
— Lord Amori, nosotros lo oímos y nos esforzamos por concluir con la cuestión con rapidez. Exigimos la presencia de Sabaku No aquí y lo pusimos a prueba. El juró y usted no tiene prueba de que la criatura no sea de él. Asunto cerrado. No lo juzgamos mal, pues creemos que la muerte de su hermana le confundió el raciocinio. En su dolor por perderla, intentó conseguir la tutela de la criatura para conservar una parte de la fallecida. Es evidente que la criatura es la hija natural de Sabaku No y él, sin duda, la criará muy bien. El señor podrá irse de Edo conforme con esa idea.
Haruk intentó hablar, pero el emperador no lo permitió. Giró hacia Gaara y agregó:
— Espéramos que tal disputa esté cerrada, en cuanto al señor, Lord Sabaku No. En el futuro, esfuércese por conseguir una esposa buena y devota.
— Emperador Murakami, le garantizo que seré cuidadoso a ese respecto — dijo, pero no agregó tener la intención de mantenerse apartado de las mujeres cuanto fuese posible.
Murakami extendió la mano llena de anillos.
— Levántese, Sabaku No, y considere la cuestión cerrada.
En seguida, observó a Haruk Amori por un largo tiempo. Este, sabiendo que había sido censurado por el emperador, se retiró rápidamente.
Gaara sintió un gran alivio. Finalmente, Yuki estaba segura contra las malas intenciones del desgraciado que había tenido la osadía de considerarse su tío. Con mesura, agradeció la atención del emperador y salió de la cámara acompañado por Aoi y Naruto.
— Gracias a Dios — murmuró el primero. Curioso, Naruto miró de un lado y a otro. Gaara lo notó y resolvió contarle su versión de la historia. Pero entonces, ella se esparciría por la corte en cuestión de horas. Sonrió a su amigo. En la juventud, ellos habían pasado un año juntos, ejercitando artes marciales. Pero Gaara había vuelto a su casa al final de un año cuando su padre había fallecido. Aunque muchas cosas hubiesen pasado en ese intervalo de trece años, Gaara siempre se recordaba de Naruto con amistad y confianza. Sabía que su amigo no agregaría detalles a su relato.
— No me importa si Amori se va al diablo. Por última vez, él intentó crearme problemas. Murakami acató mi pedido de tutela de la niña. Ella permanecerá en Suna.
— De qué se trata? Algunas semanas atrás, él apareció en la corte diciendo que alguien le había quitado a su sobrina. Evidentemente, la historia le consiguió la audiencia de hoy, pero sólo eso, pues Murakami te dio la razón a vos. Yo no tenía idea, hasta hace poco, que vos eras el hombre que él acusaba. Según él , quién es el padre de la criatura? — preguntó Naruto.
Gaara bajó la mirada para esconder su rabia. No quería que Naruto percibiese su odio por Haruk Amori. Precisaba guardar el secreto de Yuki a cualquier costo. Le Había prometido eso a Matsuri, madre de la niña.
— Él no apunta a nadie, pues no existe otro más allá de mí. Hizo eso por interés. Yuki es la heredera de las propiedades de su madre, ya que no existe un descendiente de sexo masculino. Haruk es hijo del primer matrimonio de Lord Amori, mientras Matsuri era hija del matrimonio anterior de su madrastra. Sin la niña, él no tendrá acceso a la fortuna. Fue por eso que me arrastró hasta aquí para de humillarme públicamente. El emperador Murakami aceptó mi palabra, pues Haruk no tenía pruebas para desmentirme.
—No me sorprendo con el hecho de que el emperador haya creído en vos. Finalmente, Amori no tenía el nombre del supuesto padre. Él es bastante irracional — comentó Naruto.
Gaara tuvo ganas de reír. Irracionalidad era lo mínimo de lo que se podía acusar a Haruk. Si Naruto supiese por qué el desgraciado se guardaba el nombre del padre de la criatura para sí mismo
— No existe misterio en la paternidad de la hija de Matsuri. La criatura es mía. Sólo lamento no haberme casado con la madre antes de su muerte, pues la cuestión no habría surgido ahora. Insistí, pero no conseguí convencerla. Ella falleció poco después de dar a luz.
Con mirada sombría, se acordó de las conversaciones con su amiga, en las que intentaba probarle la necesidad de librarse para siempre del dominio de Amori. Ella, sin embargo, se había rehusado, alegando que Gaara tenía derecho a la felicidad. Asumir la paternidad de Yuki sería demasiado.
— Lo Lamento, mi amigo. Este problema con Amori debe tenerte muy enojado — dijo Naruto con la mano sobre su brazo.
Irritado, Aoi intervino:
— El hombre está loco. Me gustaría verlo muerto
Gaara le dirigió una mirada de censura. No quería que nadie sospechase otros detalles de la historia. Si exhibiesen el odio abiertamente, despertarían desconfianza. Nadie podría descubrir por qué Gaara temía por Yuki. Ni Aoi conocía las verdaderas circunstancias de la concepción de la niña. Su actitud vehemente se debía a la lealtad para con Gaara.
— Bien, Amori y yo vamos a seguir caminos diferentes de hoy en delante. Tal vez la decisión del emperador lo haga luchar por algo mas constructivo. El debe estar convencido de la imposibilidad de quitarme a Yuki .
— Vos probaste ser un padre bueno y sincero al aceptar a tu hija, aunque sea bastarda. Amori intentó ensuciar tu nombre al decir que querías a la niña a causa de su herencia — Naruto le contó.
Gaara se puso tenso. En verdad, había sido pobre. En un esfuerzo por agradar a su ambiciosa madre, su padre había dilapidado sus bienes. Después de que Gaara heredase las tierras y el título, ella había intentado controlarlo para hacer lo mismo con él . Pero a pesar de sus catorce años, él se había mantenido inflexible.
Ninguna Mujer lo destruiría como Sabaku No Rina había hecho con su padre.
Desde la muerte de su progenitor, las propiedades habían cambiado mucho y él no era uno de los hombres más ricos del reino pero tampoco era el más pobre. A causa de las mentiras de Amori, muchas personas creerían que él asumía la responsabilidad de criar a Yuki debido a sus bienes. Eso no tenía importancia si impidiese que las personas buscasen otros motivos.
Más allá de todo, Gaara le administraba las tierras sólo como su tutor y no recibía remuneración alguna. Todo iría a sus manos cuando se casase o cumpliese veintiún años.
Naruto le interrumpió sus pensamientos con una sugestión:
— Felizmente, todo terminó bien y este es el de hacer algo más agradable. No nos vemos hace años y debemos conversar.
Aoi pasó su mirada por la ante cámara y dijo:
— Debemos encontrar un lugar más confortable.
Gaara pensaba de la misma forma. Se sentía poco cómodo en la corte y sólo se relajaría cuando volviese a Suna en dos días.
— Concuerdo con Aoi. Estamos instalados en un cuarto con otros caballeros, pero a ellos no les importará si nos reunirnos allá.
Lamento no ofrecerte un lugar mejor, porque a pesar de las nuevas construcciones del emperador, Edo está lleno.
— No te disculpes. Conozco bien la situación. Esa es una de las razones por las cuales vivo en una casa en la villa — dijo Naruto.
Cuando ya se retiraban, Gaara se detuvo al ver a una joven interponerse entre ellos y la salida. Observó su belleza. En el rostro de piel blanca, se destacaban los ojos color zafiro, rodeados por pestañas largas y densas. Aunque ella le pareciese familiar, Gaara no atinaba a decir por qué.
— Ino, me olvidé que estabas aquí — dijo Naruto.
— Me di cuenta — respondió ella sin desviar la mirada de Gaara.
Entonces, él se acordó. Era la hermana de Yamanaka, quien le había presentado antes de la audiencia. Pero, en ese momento, él tenía la mente demasiado ocupada para interesarse en una mujer, aún siendo tan bonita como Ino Yamanaka.
Las miradas de ambos se prendieron y, por un instante, se estableció una corriente curiosa. Pero Gaara reaccionó. Se trataba de la hermana de un amigo, y además de una noble. No podía arriesgarse en esa dirección.
A pesar de ser inocente en relación a Matsuri, se había confesado culpable. Por lo tanto, no podía involucrarse con la hermana de Naruto. Más allá de todo, no creía que mujer alguna fuese confiable.
Su padre había amado ciegamente a su esposa a punto de perder el respecto por sí mismo. Si eso era amor, Gaara no lo deseaba.
Con esa idea en mente, se apartó para que Naruto pudiese conversar con Ino. Fingió no notar las miradas que ella le lanzaba mientras su amigo le avisaba que mandaría llevarla a su casa.
