Capitulo 01
Al volver a ver la oscuridad en tus ojos y soñar contigo, recorde que eres el unico que comprende la esencia de mi ser...
--¡No! ¡Por favor no!-- trato de aferrarse a cualquier cosa que la pudiese detener, en ese momento su mayor aliado era la baranda de la escalera que daba a la planta baja, sus manos comenzaban a arderle ante la continua batalla de sostenerse a algo.-- ¡¿Por que haces esto Ciarán?!
No paraba de llorar y de preguntarse cual habia sido lo que habia hecho mal, del porque su familia trataba de deshacerse de ella. De un momento a otro su hermano habia entrado a su habitación a mitad de la noche y de la nada la habia cogido del brazo sacandola como si fuese una mera intrusa, aunque habia logrado zafarse de su agarre este la pesco y la jalaba hacia no se donde fuera de la casa.
--Maldita sea, deja de pelear jodida perra-- Su hermano Ciarán era mayor que ella por veinte años, cabello corto y ojos chicos ambos de color negro, complexión media de un metro setenta y cinco; la sostuvo de la cadera encajandole los dedos hasta el punto de hacerle daño, por un momento cuando vio a sus demas hermanos acercarse a ella penso que la ayudarian pero entre todos la amarraron de manos y pies cubriendo su boca con una mordaza. Ciarán la cojio como si fuese un equipaje y la llevo fuera.
¿Que pasaba? ¿Por que le hacían eso?
Ella lloraba con todas sus fuerzas suplicando que la dejasen ir, miro a Eóghan y a Seán -sus otros dos hermanos mayores- de manera suplicante pero ninguno parecia inmutarse o tan siquiera, importarle, al contrario parecian aliviados, asomandose ligeramente de su habitacion pudo ver la cabellera castaña clara de su hermana menor Iseul, trato de gritar por ayuda pero ella solo la ignoro y volvio a su habitación encerrandose dentro.
Dejo de pelear. Estaba sola.
--¿Cuanto crees que paguen por ella?-- comento Seán. Él era el menor de los machos, de unos veintinueve, cabello castaño oscuro, barba tupida, un poco pasado del peso ideal.
--Espero que una buena pasta, esta perra nos ha salido muy cara desde que Papá la trajo-- contesto Eóghan mientras bajaba las escaleras con dirección a la salida. Eóghan era menor que Ciarán por tres o cuatro años, cabello y ojos negros, barrigon, mal genio, de Complexión un tanto tosca, cuadrado de la espalda de un metro setenta.
Ah, asi que era por eso.
Ella habia tratado muy fuerte en agradarle a su nueva familia desde que su madre habia muerto. Su padre debido al cariño que le tenia decidio hacerse cargo de ella pese a que era una Omega; pero al parecer no habia sido suficiente.
Mientras su padre vivio ella fue su tesoro y alguien a quien protegia y vigilaba constantemente y aunque realmente no se jactó nunca de eso al parecer sus medios hermanos no lo tomaron tan bien, teniendo en cuenta que ninguno era consanguíneo -osea, no eran hermanos completos- y todos Betas nadie recibía tanta atencion como ella siendo simplemente una Omega.
¿Le tenian envidia? ¿A ella? Era ridículo pero al parecer si.
El frío de la noche la golpeo de lleno tan pronto se abrió la puerta principal, se estremeció de pies a cabeza mas el miedo y la incertidumbrela hizo detenerse, temblaba cual hoja al viento. Escucho la puerta del auto de su padre color plata abrirse y sin cuidado alguno la botó en la parte trasera azotando la puerta al final.
El trato brusco hizo mella en su cuerpo, haciéndolo quejar de inmediato, su espalda punzaba ante el hecho de que habia caído sobre sus manos atadas, su estomago le dolia al soportar su peso mientras Ciarán la cargaba en su hombro, y su cabeza parecía querer explotar ante la horrible situación. Ciarán y Eóghan -los mas grandes de la familia- subieron al auto tras el volante y el copiloto respectivamente. Supuso que Seán se quedaría con Iseul.
Ninguno dijo nada en el transcurso del camino, pero se veían claramente nerviosos, era obvio, no todos los días podías vender a uno de los vástagos de tu padre. Realmente no dudaba que si alguno de los demás fuese valioso no dudarían de igual modo sacarles algún provecho.
Venderla. Eso habían dicho. Eso la alivio de cierto modo, al parecer valía mas viva que muerta, ya era algo. La muerte de su padre habia sido un duro golpe para el Clan Belmont, uno de sus pocos Alfa habia perecido dejando atras tres betas machos adultos, una hembra beta muy joven y una omega a punto de tener su primer celo; por si fuera poco ninguno era hijo de la misma madre y habia claras rencillas.
Eóghan dio una pequeña olfateada hacia donde se encontraba ella y mas que verse satisfecho se le veía molesto.
--Apestas a odio puro--Dijo mientras saboreaba el aroma que su cuerpo desprendía, solo entonces se percato de que habia dejado de llorar y sentirse miserable a pasar a temblar por la furia contenida, la impotencia y las ganas de arrancarles la cabeza --Al fin nos desharemos de ti mugrosa omega-- Dijo con desdén.
El edificio frente a ella era una enorme casa de tres pisos, la fachada era como la de un simple inmueble en obra gris, sin colores y solo con dos ventanas en el tercer piso haciendo de ojos, vacíos y fríos.
Eóghan libero sus pies y luego la jalo del brazo al punto de encajarle los dedos lejos del auto. Toda su furia fue mermando hasta que solo quedo el miedo y la incertidumbre. Al entrar en la casa lo primero que la golpeo fue el ambiente frio, no mas entrar lo que la recivio fue un largo pasillo semi alumbrado y a los costados multiples habitaciones, por fuera el lugar parecia pequeño pero era todo lo contrario, la sensacion de entrar en el infierno se intensifico al captar sonidos irregulares provenientes de las habitaciones, distinguió gemidos, algunas camas rechinando y golpeando la pared, junto algunos gritos. Empezó a sudar frío tan pronto llegó al fondo donde se hallaban las escaleras, Ciarán iba en frente y subió las escaleras con paso seguro ignorando los sonidos morbosos del lugar, miro hacia atrás donde había unas escaleras que bajaban al "sótano" preguntandose si habría mas cuartos en la planta baja de la casa también, para su desgracia su respuesta vino en forma de un grito de dolor.
Los vellos de todo su cuerpo se crisparon e instintivamente miro a su hermano Eóghan que la vio del mismo modo, desconcertado.
El segundo piso no era diferente del primero con la diferencia de que en este la actividad era mayor, los sonidos eran embrutecedores pues no había placer ni ritmo, eran gritos de dolor y llanto ahogado, todo eso combinados con el olor a sudor y encierro.
Su lado valiente y altivo moría mientras mas percibía.
De una de las tantas puertas salio un hombre fornido, sudoroso, semi calvo y grotesco, el hombre la miro hambriento mientras se acomodaba la ropa, todo en él destaco, hasta el hecho de que sus nudillos estuviesen llenos de sangre.
--¡Oh! Un nuevo jugete-- Dijo el hombre.-- que ganas de jugar contigo-- la sonrisa lasciva que le dedico fue suficiente para hacerla estremecer de asco.
Ahogo un chillido y las ganas de llorar. Trato de apresurar el paso pegándose sin querer a la espalda de Ciarán.
--Relajante, tu lugar no es aqui-- Le dijo este en el tono mas neutro posible. Ella le miro curiosa, su hermano tenia la vista fija al frente con el ceño fruncido mostrando parcialmente los dientes.
Volteo a ver a Eóghan y este miraba al hombre claramente furioso.
El tercer piso fue un descanso para sus sentidos, el lugar tambien esta lleno de habitaciones con la diferencia de que en estos no salia sonido alguno, al contrario, se veía entrar y salir a machos y hembras por igual. Relajo la mandíbula y con ella su cuerpo, no se había percatado siquiera de en que momento había tensado todo su ser.
El escrutinio del alfa comenzaba a intimidarle, el macho no paraba de verla de pies a cabeza mientras giraba a su alrededor. El aroma de su miedo empezaba a llenar la sala lentamente sin inmutar a los presentes.
--Te ofrezco 100 oros por ella-- Dijo sin mas. La oferta la ofendió de mil maneras, cien malditas monedas ¡Jodido cerdo maldito! El numero realmente era una ofensa.
-- ¡No jueges conmigo canijo! Es una omega letrada y de buena familia-- Ciarán trataba fervientemente de sacarle el mayor provecho resaltando lo que pocas veces se hallaba en un omega. -- Mínimo ella cuesta unos 1,000 oros ¡Cien es un insulto! Además fácilmente podrás triplicar el preció por ella. -- Cuando este puso su mano sobre su hombro su primer instinto fue arrancarle los dedos de una mordida pero sabia que eso no le ayudaría de mucho así que solo se sacudió su toque y gruño por lo bajo en tono de advertencia.
--No seas ridículo, ella no vale tanto-- dijo el macho recargándose en su escritorio.
Ciarán le fruncio el ceño asqueado y limpio su mano disimuladamente en su ropa mientras volvía a poner su carismática cara de vendedor.
--Es virgen y aun no cumple su primer celo -- comentó orgulloso empezando a guiar la conversación. -- Si la vendes a una familia de Bestias o de Licantropos seguro recuperarás tu inversión y más. Ellos necesitan mas de los Omegas que uno mismo y matarían por uno de calidad.
En su mente solo había espacio para insultos y blasfemias, sus manos que aun permanecían atadas comenzaron a picarle ante la necesidad de matar a su medio hermano en ese mismo instante, su sangre hervía como una tetera y su odio comienzaba a desprenderse de su piel como su aroma natural. El hombre no se veía convencido o solo tal vez era un método de compra.
Tras un regateo su precio fue fijado en 950 monedas de oro. Ciarán desapareció sin dedicarle siquiera una última mirada y Eóghan le siguio los pasos de cerca, así que instintivamente avanzo hacia ellos dispuesta a arrancarles un pedazo de carne pero el agarre del hombre en su hombro la detuvo en seco y solo ahí fue que realmente sintió miedo. Su sangre abandonó su rostro y casi todo su cuerpo, el hombre era mas alto que ella por veinte centímetros mas o menos, era corpulento y tenia una mirada siniestra, podía ver varias cicatrices en su cara, brazos y cuello, como si la guerra hubiera sido su pan de cada dia. Y lo disfrutara.
--Bien preciosa, es hora de cambiarse -- dos golpes en la puerta alertaron a su cuerpo, empezaba a sudar frío.
De el entraron dos betas, un macho y una hembra.
--Llevensela, limpienla y preparenla-- Dijo sin mas volviendo a su aciento tras el escritorio-- Estará en la primera subasta de la mañana. Salón Alpha.
El macho era un beta musculoso y por no mencionar intimidarte. De unos Cincuenta y algo, barbón, demacrado, cabello ceniza, tez morena. El hombre la empujo hacia la salida y ella avanzo con paso dudoso. La hembra por otro lado era menuda, no fea, cabello corto y castaño, tez blanca y ojos fríos como los de un asecino experimentado, quizá de unos treinta y pocos.
La llevaron a una de las habitaciones contiguas, el lugar era un baño mediano cubierto de azulejos blancos, sin regadera, sin retrete, cerca de la puerta había una llave de agua y tenia conectada una mangera y una vez ahí tras cerrar la puerta la hembra comenzó a rasgar su pijama con una navaja. Intento alejarse instintivamente pero la mujer parecía acostumbrada y la supo controlar fácilmente. Se pego lo mas que pudo a la pared mas alejada de ambos betas y trató de cubrir su cuerpo ahora desnudo.
--Chica, no hagas mas difícil mi trabajo-- dijo la mujer -- si no te resistes mi amigo de allá no te hará daño -- amenazo señalando al hombre musculoso.
Quiso llorar, quiso pelear, pero algo en su interior le dijo que seria mejor hacer caso, así que se acerco a ella con paso diminuto aun con las manos atadas.
--Bien, perfecto-- la mujer tomo la manguera y de esta comenzó a salir agua. Dio un grito y trató de alejarse pero ella la había prensado del brazo.
El agua estaba fría, la beta comenzó a fregarla con una fibra con jabon, afortunadamente no duro mucho ya que ella estaba relativamente limpia.
Le seco el cabello negro azulado, le corto lo maltratado y luego lo amarro en un chongo alto dejando caer algunos caireles atrás y a los costados de su cabeza. Coloco una peineta con adorno florar en su melena y satisfecha siguió con su cuerpo.
-- Eres una de las afortunadas chiquilla, no lo arruines. Muchos de los que llegan aquí, ni siquiera pueden tener un baño o salir ilesos de alguna de las habitaciones. Realmente, es raro que duren vivos mas de cinco años.-- fue la única advertencia que le dio la mujer antes de soltarle las muñecas que en ese momento se habían tornado rojas por las ataduras. La vistió con un vestido estilo griego color blanco con adornos en dorado en la cintura y cuello, la calzó con unas sandalias bajas del mismo estilo hasta la pantorrilla y antes de que la guiaran fuera, el macho se acerco lo suficiente para ponerle un collar de cuero negro y adornos dorados delgado con una cadena corta que se unía a unos brazaletes dorados en sus manos.
Tenia frío, tenia miedo, y no sabia que pasaría con ella de ahora en adelante.
Atravesó varias habitaciones hasta llegar a una cerca de las escaleras, dentro, había un pasillo del mismo ancho de la puerta dando lugar a una salida muy poco usual, al parecer el largo pasillo conectaba con el edificio vecino, que hasta ese momento no había reparado en él.
El sitio parecía un lugar muy antiguo, con pilares de mármol blanco como en los antiguos templos, grandes y hermosas telas colgando del techo dándole un aire misterioso a cada habitación que se perdía en los arcos, pisos brillantes que hacían resaltar el claketeo de las zapatillas de la beta. El lugar era frío e inmaculado, como una tumba. Fácilmente en el centro de todo cualquier ruido menor podría amplificarse y sonar como un mercado. Así que mientras bajaban las escaleras trato de controlar su respiracion, la beta iba frente a ella guíandola y el macho a su espalda, escoltandolas.
El medio del salón era como las puertas hacia tu propio infierno personal. Terminado la escalera había varios arcos cubiertos por telas de diferentes colores, y ella entro en uno donde la tela era color marfil, lo que le siguió fue un largo y oscuro pasillo para terminar en una pequeña habitación pobremente iluminada, bajo sus pies había una alfombra de color rojo y alrededor en vez de tener paredes había vidrios que dejaban ver parcialmente a las personas del otro lado. Distinguió fácilmente a seis personas tras de ellos, no así a sus rostros o ropa, solo siluetas.
"Un espécimen exquisito. Una hembra Omega de quince años, virgen y de buena familia humana. Letrada y sin cumplir su primer celo." La voz femenina sonó de improvisó asustandola y haciéndola saltar en su lugar. "Que empiece la subasta"
No pudo identificar de donde provenía la voz pese a que miro por todos lados. Su cuerpo comenzó a temblar ante la idea de ser vendida.
--"Ayuda"-- pidió su mente.-- "Alguien por favor, salveme"-- Pasaron algunos minutos haciendo la espera y la incertidumbre insoportables, algunas lágrimas comenzaron a caer por sus mejillas, desesperada.
"Subasta terminada. Felicidades a 'Cuervo' por ser el ganador de la subasta"
La misma beta que la había llevado la jalo lejos de la habitación y de entre la oscuridad de el largo pasillo, la metió en un pequeño cuarto que nidiquiera había pillado a ver la primera vez que había pasado, este se veía muy iluminado a comparación del otro, paredes blancas inmaculadas y camuflajeada otra puerta de maders que se abrió al poco tiempo dejando entrar a un hombre de entre los treinta y cuarenta, cabello lacio corto hasta las orejas y de un blanco poco usual, piel nivea y lisa, su ojo derecho de un azul tornasol tan intenso que opacaba el blanco de su cabello, su ojo izquierdo se hallaba cubierto por un parche negro con una X en plata. En sus dedos había varios anillos de diferentes tamaños y con diferentes piedrillas de colores y en su mano derecha llevaba un bastón con mango en forma de cuervo.
Cuando lo vio su corazón dio un vuelco, su subconsciente le decía que lo había visto en algún lado pero su mente se negaba a reconocerlo, su presencia no era en si intimidante pero había algo en esa persona que no le cuadraba nada. No era normal.
--¿Quien...?-- ni siquiera tenia la voz para preguntar nada, su garganta estaba seca.
--Dejen nos solos-- Hablo el macho de cabello blanco hacia la beta. La hembra dio una pequeña viena y desapareció.
Él vestía ropa negra, la gabardina, el chaleco incluso el pantalón, todo era de un gusto aristocratico relativamente viejo, lo único que resaltaba era su camisa blanca de cuello alto. Por alguna razón no supo si se trataba de un alfa o alguna especie, él no desprendía olor alguno y de algún modo eso la puso aun mas nerviosa, ningun habitante de caos por mas fuerte que sea podía ocultar su aroma. Él sonreía superior, petulante mientras se acercaba a ella con paso lento.
--Mucho gusto en conocerte pequeña cachorra Myung-ok.-- sus ojos se abrieron ante la sorpresa de que aquel hombre supiera su nombre. Él sonrió complacido.-- Mi nombre es Oski.
--¿C-como sabe...? -- Dijo con dificultad, su garganta se sentía como un desierto.
-Eso es lo de menos -- Eso la hizo cerrar la boca y verlo con esperanza, de inmediato pequellas lagrimas comenzaron a caer. Su padre aun muerto cuidaba de ella. Oski suspiro cansado como si el hecho de estar ahí con ella fuese tedioso. -- Vamos, salgamos de aqui.
Oski era un macho realmente arraigado a lo tradicional, no solo en su ropa. Su vehículo era un carro aun jalado por caballos, dos hermosos espécimen de pelaje completamente negro que parecían brillar por si solos. El interior del carro estaba forrado por terciopelo verde esmeralda y los asientos cómodamente acolchados.
Pero pese a la familiaridad no la liberó de inmediato de sus ataduras. Así que veía de modo intermitente por la ventana hacia él y luego a los brazaletes.
El hogar del Sr. Oski era por poco algo llamado "Casa", el lugar era literalmente un maldito castillo súper enorme y con suficientes hectáreas como para ser un pequeño pueblo. Al entrar a sus dominios fue como pasar de la ciudad a un bosque, lleno de árboles, de naturaleza, joder, hasta tenía sus propios animales vagando por los jardines.
--¡Bienvenido Amo Oski!--
Cuando llegaron a su destino un numeroso grupo de hembras vestidas de manera muy sexy recibió a Oski de modo respetuoso, inclinando sus cabezas ante su presencia. Realmente era una vista poderosa teniendo en cuenta que cada chica ahí formada a ambos lados era hermosa, todas con enormes atributos delanteros y traceros, ni como compararse, las maids tenían unas tetas enormes. Sin mencionar que se veían súper jóvenes.
El hombre parecía tener su propio harem personal ya que el único macho que trabajaba con él era el cochero. Oski bajo del carruaje y debido a sus ataduras le tendió la mano para ayudarla a bajar. Ninguna de las chicas la vio mal, al contrario, le restaron importancia.
Le miro recelosa ¿En serio pensaba añadirla a su harem personal? ¿A ella?
Entro a su "humilde" hogar siguiendolo de cerca y se sintió realmente pequeña. El techo estaba tan lejos que se apiado del pobresito diablo que limpiaba, porque si, todo estaba súper limpio y fácilmente podía ver su reflejo en el piso.
-- Cariño, lleva a esta joven a la habitación de invitados, -- Le dijo a una chica de coleta alta y lentes, al igual que las chicas que le dieron la bienvenida llevaba una blusa ajustada blanca y una falda negra -muy para su gusto- mega corta-- iré en un momento--
--Si, amo Oski--Dijo haciendo una pequeña reverencia. --Sigueme por favor--
Ella miro a Oski dudosa, este simplemente le dedico media sonrisa y camino lejos perdiéndose entre uno de los tantos pasillos. Sin mas, siguió a la hembra dos pasos mas atrás, mientras se daba el gusto de mirar todo al rededor. Había muchas pinturas, cada una parecía mas cara que la anterior pero no así de bonitas o hermosas en su caso. El castillo parecía mas un museo antiguo mas que otra cosa.
Cruzaron varios pasillos hasta el punto de creer que la llevaba al fin del mundo hasta que finalmente se detuvo en una gran puerta de roble finamente tallada. Abrió la puerta y la invito a pasar.
--Esta sera su habitación, espere al amo aquí por favor.-- la muchacha tenia ojos muy grandes y de un azul precioso. Realmente una belleza.
--disculpa-- la llamo. La joven la miro curiosa-- ¿Me van a quitar esto...? --dijo alzando sus manos donde descansaban los brazaletes haciendo sonar las cadenas.
--oh--La muchacha la miro sorprendida y rápidamente saco una llave y la libero al igual que el collar.--Lo siento, hay bálsamo en los cajones de la comoda--
--Gracias-- Se sobo las muñecas tratando de apasiguar el malestar que las marcas le causaban. Suspiro y se ento en la enorme cama de madera en medio de la habitación dejando sus pies colgando lejos del piso. El colchón era suave, tanto, que creyó que se la tragaría.
--Si me disculpa, le traeré algo de comer--
--S-si... Gracias...-- le respondió un poco antes de desaparecer por la puerta, solo entonces reparo en los detalles.
La habitación era de lo mas espaciosa, en la cama cabían fácilmente cuatro personas, las ventanas estaban de piso a techo con unas cortinas igual de largas y pesadas. El piso estaba alfombrado y lucia un diseño muy de tallado en varios colores oscuros. Una cómoda con un espejo cubierto, dos mesitas de noche a los costados de la cama con lamparas de vidrio adornado en cada una, una puerta al fondo que supuso era el baño y en la otra esquina un dos sofás aterciopelados alrededor de una mesa de té.
Se dejo caer rendida y poco a poco fue rindiéndose a morfeo. Todo lo acontecimientos sido había sido peor que subir a una montaña rusa. La cama era cálida y muy cómoda y su cuerpo le pedía a gritos descansar.
La sensación de ser observada e mi debía oscuridad comenzó a incomodarla. Lentamente comenzó a abrir los ojos encontrándose con un par de ojos rojos viéndola fijamente.
--¡Ahh!-- grito asustada e intento de algún modo alejarse del intruso pero no logro mucho ya que la cama era tan suave que le costaba moverse.
El intruso la tomo de uno de sus brazos haciéndola chillar de dolor y de algún modo, obligándola a verlo.
La oscuridad.
Ese fue su primer pensamiento.
El macho media uno setenta a lo mucho, su cabello era negro de un oscuro tan intenso que era irreal parecía brillar solo. Su piel blanca contrastaba con lo oscuro -no solo de su cabello- sino de su ropa, una casaca negra con adornos y bordes en plata, pantalón y botas del mismo color. Sus ojos eran intensos, casi demoniacos, de un rojo sangre hermoso. Olía a una mañana de rocío y a pino. Él le gruño de tal modo que sus colmillos se mostraron fácilmente, grandes y sobresalientes.
El era un alfa, pero no cualquiera que uniera conocido. Sino un licántropo.
Bueno esta es mi primera historia Omegaverse tenia ganas de una asi desde hacia tiempo pero no sabia mucho de este tema asi que para ella me base en una guía que encontré en internet que realmente me gusto xD incluso hallé detalles que actualmente ya casi nadie utiliza en este genero y me gustaron.
En fin, pienso hacer varios de este mundo con varios personajes a ver que sale. Los nombres son gaélicos en su mayoría así q la pronunciación y la escritura inglesa es diferente a como la escribí aquí, cualquier duda ya saben q pueden preguntar.
Espero lo hayan disfrutado y nos vemos en el siguiente capítulo...!
