Octubre 24 de 2009

Hola a todo el mundo... Bueno, estoy algo nerviosa al venir por aquí a dejar un fic. Es mi primer fic de Hetalia así que no estoy muy acostumbrada aún al manejo de los personajes, pero espero que sea de su agrado y placer. Ojalá tengan oportunidad de comentarme que tal les pareció y que errores tengo para poder corregir y mejorar. Pero bueno, como saben, Hetalia Axis Power no me pertenece, aunque daría media vida por poder tener encerrados en mi closet a Canadá, Austria y Grecia. Disfruten del día de Hetalia y nos leemos pronto,

Andrea Black


Capitulo 1


Miro una vez más por la ventana. A pesar de los años y las veces que había estado allí, aún no se acostumbraba a ese clima húmedo. El típico clima inglés no era algo que le gustara del todo, pero al menos, era mejor que el calor excesivo. Abrazó con un poco más de fuerza a Kumajiro, recibiendo un ligero "humm" como respuesta.

Suspiró antes de enfocar al frente suyo, donde Alfred yacía. Por alguna extraña razón, se había percatado que viajaban en el mismo avión y lo había invitado a compartir el auto. Y aunque eso le alegraba, no podía evitar notar el rostro ligeramente opaco de Alfred, quien no portaba su siempre brillante sonrisa. Tratando de no molestarlo, permaneció en silencio todo el viaje por las calles de Londres. Aunque dudaba sinceramente que él se percatara de su mirada.


Luego de largos minutos llegaron al hotel donde se quedarían, justo antes de que comenzara a llover. Entraron rápidamente, para luego dirigirse a buscar la llave de su habitación, que estaba en un piso distinto a la de Alfred. Se preguntó mentalmente con quien compartiría habitación, al tiempo que tomaba su equipaje y a Kumajiro, percatándose a penas, que su hermano lo había dejado solo en el pasillo.

Sin darle importancia, comenzó su camino, encontrándose con varias naciones. Las saludó a todas y cada una de ellas, recibiendo a penas dos respuestas nada alentadoras. Una sonrisa macabra por parte de Rusia y un par de insultos de Cuba, quien volvía a confundirlo con su hermano. Suspiró apesadumbrado. ¿Por qué nadie lo notaba, y los pocos que lo hacían, terminaban confundiéndolo u olvidando su nombre?

Una vez en su habitación, decidió alistarse para la reunión que se llevaría ese día. Se acercaba una fecha importante, por lo que tenían que organizar todo. Al fin y al cabo, en un par de días sería el día de las Naciones Unidas. Observó a su fiel compañero dormir plácidamente en su cama y se preguntó si estaría de animos de acompañarlo.

Se acercó hasta el oso y le rasco suavemente tras una de sus orejas.

-Kumajiro.- lo llamó suavemente, al notar como su mascota se movía. Lo llamó una vez más, percatándose que el oso habría sus ojos y lo observaba.

-¿Quién?- preguntó. Respirando profundo, le sonrió antes de responderle.

-Soy Matthew, Kumajiro. Te levantaba para saber si me acompañaras a la cumbre.- dijo el rubio, observando como el oso lo miraba unos segundos en silencio, antes de voltearse y nuevamente seguir durmiendo. Tomando eso como una negativa, se acomodó los anteojos que lentamente resbalaban de su nariz, y salió rumbo a la sala de conferencias. Ya que tal vez tendría suerte y encontraría alguien con quien conversar.


Llegó a la sala de conferencias, encontrándola completamente vacía. Suspirando, tomó asiento en el lugar donde le correspondía, para luego escuchar como la puerta se abría de golpe. Tino estaba en la puerta observando el interior con expresión preocupada. Notando la presencia de del joven de anteojos, se sonrojo al tiempo que se disculpaba, sin saber bien que nombre decir.

-Soy Canadá, Finlandia.- añadió al ver que no lo reconocía. Tino se sonrojo aún más ante esto, para luego recordar lo que lo había hecho entrar de esa manera.

-¿Has visto a Peter? Se escapó luego de que le dijéramos que no podía asistir a la cumbre y no sabemos donde pueda estar.- preguntó preocupado.

-No he visto a Peter pero, ¿No habrá ido a buscar a Arthur? Si quieres te acompaño a preguntarle. Su habitación queda junto a la mía.- sugirió Matthew al tiempo que se colocaba de pie y se dirigía hacia la puerta. Recibió como respuesta una sonrisa agradecida, mientras comenzaban a caminar hacía la alcoba del rubio de ojos verdes.

Una vez frente a la alcoba, tocaron la puerta un par de veces, antes de escuchar a Arthur contestar desde el interior. Mientras esperaban pacientes a que abriera la puerta. Escucharon apresurados pasos y gritos venir en su dirección. Giraron sus rostros y se encontraron con Romano caminar rápidamente, siendo seguido por España.

-Lovino, espera un momento.- llamó Antonio, mientras trataba de alcanzarlo.

-Cállate, bastardo. Tengo mejores cosas que hacer que soportarte a ti. Debo encontrar a Feliciano antes de que se le contagie los gérmenes del Potato Bastard.- respondió mientras seguía andando llegando casi a donde estaban los dos rubios.

-Pero Lovi-Love, dudo mucho que Ludwig le esté haciendo algo a Ita-chan.- respondió Antonio cada vez más cerca. En eso el italiano se detiene y con expresión furiosa se gira a enfrentarlo. Se encontraban justo al frente de los rubios, quienes miraban incómodos hacia la puerta. En ese momento suena como se quita el seguro de la puerta y esta comenzaba a abrirse.

-¡No me llames así!- gritó Lovino, al tiempo que golpeaba y empujaba a Antonio, quien chocó contra Tino y Matthew, cayendo los tres contra la puerta y entrando estrepitosamente al cuarto.

-¡No!- gritó Arthur, quien yacía en el suelo detrás de la puerta, antes de que el cuarto se inundara de humo.


Se tapó la nariz y la boca con la manga de su saco, intentando no respirar nada más de ese humo que llenaba la habitación, para notar que le quedaba más larga y mucho más suelta que antes. Caminó con cuidado, tratando de no tropezarse.

-Bastardo, ¿Dónde estás? Sal de ahí.- escuchó que preguntaba Romano con voz ligeramente afectada.

-Finlandia, España. ¿Están bien?- se escuchó la voz de Arthur entre el humo. Suspiró al notarse nuevamente ignorado.

-No te preocupes, Lovi-Love. Estoy bien.- respondió una voz desconocida. En eso, logro divisar la puerta y salió hacia al pasillo, sin percatarse de las miradas que le lanzaban el italiano y el inglés.

-¿Han v'sto a T'no? Est'b'mos busc'ndo a P'ter y ah'r' no l' enc'entro.- preguntó una imponente figura que venía llegando, para luego quedarse mirando en la misma dirección que los otros dos europeos. Suspirando al notar que nadie parecía reconocerlo ahora que lo notaban, decidió presentarse por enésima vez.

-Soy Canadá- comentó ante las caras interrogantes, notando como su voz no era la misma y pasando por alto, el cambio de expresión en los rostros de las otras naciones. Se llevó una mano a la garganta, y sintió como se resbalaba de su hombro la camisa y el saco. Aterrado, bajo su mirada encontrándose con que su traje le quedaba excesivamente holgado. Giró su rostro y vio como el humo se dispersaba y entrando a la habitación, se encontró con dos personas que no conocía.

-¿Canadá?- preguntó una joven rubia, que se encontraba agarrándose el pantalón para que no se le cayera. Pantalón, que extrañamente se parecía al que antes había estado usando Finlandia.

Finlandia. En eso sintió como todo caía en su lugar. Finlandia, España y él entrando a la habitación de Arthur, el humo, el sentirse más pequeño que antes, el cambio de su voz.

-¿Es... España?- preguntó mirando a la sonriente mujer de cabello castaño y ojos verdes, quien asentía en silencio. -¡¿Finlandia?!- preguntó gritando, volviendo a mirar a la joven de ojos violetas, tapándose la boca de inmediato. Su grito había sido agudo, demasiado agudo y femenino para su tranquilidad.

Sin esperar nada más, corrió hasta al baño para mirarse en el espejo y poder tranquilizarse al ver nuevamente su cuerpo. Cerró los ojos antes de poder mirarse, y respiró profundo antes de abrirlos.

En eso sintió como todo se escurecía y como su cuerpo se hacía cada vez más pesado, al tiempo que varias voces gritaban su nombre. Pero aún así no pudo responder. Su mente estaba completamente ocupada por la imagen de una mujer de largo cabello rubio devolviéndole la mirada desde el reflejo del espejo.