Disclaimer: los Juegos del Hambre y sus personajes pertenecen a Suzanne Collins.
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«Esto»
La sonrisa de mi rostro es tan amplia que empieza a preocuparme que se ensanche tanto que mi mandíbula se desencaje y quedarme con el look de payaso siniestro permanente. Por la arruga que hay en el ceño de Katniss, ella también empieza a temer que sea eso lo que ocurra. Al principio mi sonrisa de intensa satisfacción se le había contagiado pero, después de media hora sin ningún cambio en mi expresión, me mira como si pensase que estoy chalado.
Viendo que yo no estoy por la labor, es ella la que habla primero.
—¿Peeta? ¿Estás bien?
—Acabamos de tener sexo y lo primero que me has dicho después es que me amas. —Mis labios se abren para hablar, claro, pero la sonrisa sigue en su lugar—. Claro que estoy bien. De hecho, me gustaría morirme ahora mismo, porque estoy seguro de que nunca en mi vida volveré a sentirme como me siento ahora.
Katniss me golpea en el hombro.
—Oye, ni se te ocurra bromear con tu muerte —dice, muy seria.
La sonrisa resbala por mi rostro como gotas de lluvia contra una ventana. Vale, es posible que ahí me haya pasado. Mi cara se contrae, y mis labios empiezan a moverse mientras mi cerebro busca una disculpa que pueda suavizar la burrada que acabo de decir.
Las muchas que se me ocurren se atropellan las unas a las otras en el camino desde mi cerebro a mi boca, así que lo único que escapa de mis labios es una serie de incoherencias que me hacen sonar como si fuese la primera vez que intento hablar.
Genial, Peeta, gran manera de alejar a la chica a la que amas nada más perder la virginidad con ella. En fin, siempre podrás ser una historia graciosa de los sábados por la noche, supongo.
Katniss sonríe juguetonamente, lo que, lejos de relajarme, me pone en tensión.
—¿Es que no piensas darnos la oportunidad de mejorar esto?
Me imagino que «esto» se refiere a… Esto. El sexo, Katniss y yo.
Me harán falta semanas para acostumbrarme a esto. Si es que no he arruinado mis posibilidades de poder acostumbrarme, claro está.
—Ey, ¿desde cuándo eres tan bromista? —la acuso, pinchándole en el costado con un dedo acusador.
Ella se retuerce entre las sábanas mientras intenta ahogar las risas contra la almohada. Así, con el rostro sonrojado, el pelo revuelto y una sonrisa maliciosa en los labios, está más hermosa de lo que ha estado nunca. Grabo este momento a fuego en mi memoria, seguro de que, aunque pasen mil años, siempre seré capaz de recordarla así.
—No sé —dice, sujetándome la mano para que no le haga cosquillas y entrelazando sus dedos con los míos, lo que pone fin a la lucha—. Es un misterio a resolver, supongo.
—Será la subida de endorfinas —comento, acurrucándola contra mis brazos y dejando escapar un suspiro de satisfacción.
Katniss se escapa de entre mis brazos, haciéndome gemir de frustración. Pero no es de frustración de lo que gimo cuando escala sobre mí y aprieta su cuerpo cálido contra el mío.
—¿Te gustaría una nueva subida? —murmura contra mi oreja. Se me estremece la piel entera cuando su aliento cálido me roza el cuello, poniéndome el vello de punta automáticamente.
—Esa es la pregunta más estúpida que he escuchado en mi vida, señorita Everdeen.
Estaba muy, muy equivocado. No me va a costar nada acostumbrarme a esto.
…
NdA: ¡felices fiestas a todxs! Admito que necesitaba que una excusa para escribir cosas dulces y sin drama de por medio xD Vamos, digo yo que estos dos tuvieron buenos momentos después de la guerra, así que con esta serie de viñetas pretendo ilustrar algunos de esos posibles momentos :) Ya sabéis, los comentarios serán bien recibidos. ¡Nos leemos en el siguiente!
