-¡Mamá! Ya estoy lista ¡Hay que ir con los abuelos Weasley! –gritaba Kimberly desde la sala, ya estaba muy bien abrigada, como le había dicho su madre que hiciera. Era navidad y a la niña pelirroja le encantaba ir con los abuelos Weasley a pasar las fiestas, siempre estaban 'llenas de magia' y, ese año, recibiría un regalo muy especial. O así lo había dicho su padrino, George. Pero por alguna extraña razón, al decir que tenía una sorpresa para toda la familia, lanzo a Hermione una mirada que era entre precaución y burla.
-Tranquila, cielo –dijo la madre, tomando polvos flu de un platito que tenía sobre la chimenea- estaremos ahí más pronto de lo crees.
La castaña se metió dentro de la chimenea, junto a su hija, soltó los polvos flu y al momento, unas llamas verdes les envolvieron 'A la madriguera'. Momentos después, hija y madre salían de la chimenea de los Weasley.
-¡Hermione! –Grito George, siendo el primero en saludar-. Me alegra que llegaras –luego miro a Kimberly-. Hola hermosa –cargo a su ahijada, aunque solo fue por poco tiempo, ya que la niña no tenía cinco años… ahora cursaba su primer año en Hogwarts-. Bueno, ahora que ya estamos todos…
-No estamos todos –le interrumpió Hermione-. Alexander no debe tardar en llegar.
Y así fue, un segundo después, un joven apuesto hizo su aparición fuera de la madriguera. George frunció las cejas ligeramente, la presencia de Alexander estropeaba todo.
-Bueno, ahora si ya estamos –Resoplo el gemelo, cuando el joven llego junto a Hermione y la abrazo-. Tengo una sorpresa que les gustara a todos –comenzó, recorriendo la mesa con la mirada, sus hermanos le miraban con desconfianza, nada que llevara la palabra 'sorpresa' y fuera por parte de George, era bueno-, en especial para esta saltamontes –continuo y alboroto el cabello de Kimberly. Hermione se tensó, la imagen de otro pelirrojo saturo su mente y sintió un nudo en la garganta. Esperaba estar equivocada. George se hinco frente a la niña-. Tu madre te ha hablado de tu padre –Kimberly asintió-. Lo conoces solo por fotos y por lo que te hemos contado de él ¿cierto? –Otro asentimiento-. Bueno, llego la hora de que lo conozcas personalmente.
Unos pasos se escucharon en las escaleras, todas las cabezas presentes se giraron para mirar a la persona que bajaba por ellas. Kimberly corrió y se plató frente al recién llegado.
Alto y apuesto como siempre, con esa mirada de determinación y, aunque ahora sus facciones eran más maduras, y tenía el cabello de un castaño oscuro, aun conservaba esa mueca tan característica de los gemelos. Fred Weasley había regresado a Inglaterra.
-¿Papá? –pregunto la niña, completamente anonada.
Fred miro a su hija, por primera vez en su vida. Sorprendido y al fin convencido de que no era broma. Recién regresaba a Inglaterra, ese día había llegado y, ese día, se había enterado de que tenía una hija de once años. Ahora no había duda alguna, la niña que tenía frente a él era una copia exacta de su madre, a excepción de unas claras diferencias, como el cabello rojo, los ojos azules y una mirada traviesa de la que Fred se sintió orgulloso. Se hinco frente a ella y la miro.
-Sí, soy tu padre.
Kimberly se giró y miro a Hermione, parecía buscar su aprobación, Hermione no miraba a Fred ni a su hija, pero sintió la mirada de ésta e hizo un gesto afirmativo con la cabeza. Kimberly volvió a mirar a Fred.
-¿No piensas darle un abrazo a tu padre? –pregunto el gemelo, en medio del silencio sepulcral y extendiendo los brazos. Kimberly sonrió abiertamente y se lanzó a los brazos de su padre. La familia Weasley observaba la escena, conmovida y encantada.
Hermione estaba más tensa que nunca, apretando fuertemente el brazo de Alexander, para así evitar que su mano temblara. Volvió a sentirse vulnerable, volvía a ser esa chica de diecinueve años temblando ante la seductora mirada de Fred Weasley. Quería salir de aquel lugar, correr hasta perder la conciencia, como había hecho hace once largos años al enterarse de que Fred se había marchado. Pero no podía permitirse eso, tenía que ser fuerte, por su hija.
Mientras tanto, Alexander sentía que su mundo caía. Le había costado hacer que Hermione saliera de la depresión y olvidara al pelirrojo, que se fijara en él, llegar a donde estaban. La llegada de Fred estropeaba su relación, deseaba con todas sus fuerzas que Hermione no cancelara nada.
Nadie se dio cuenta de la rigidez y frialdad con la que Hermione saludo a Fred, ni de la mirada asesina que lanzo a George, y si lo hicieron, no lo comentaron. El ambiente siguió su curso normal, solo que agregando la enorme felicidad de tener a Fred de regreso, las explicaciones podían esperar, era navidad, no el momento de reclamar. Kimberly paso la noche entera con su padre, y nadie le quito ningún momento, la niña jamás lo había conocido y estaba emocionada, al igual que Fred. El pelirrojo escuchaba las historias de su hija, fascinado, le era emocionante ver lo mucho que su hija se parecía a é y a la vez era tan igual que a su madre, esa niña era la combinación perfecta de ambos.
Cerca de la una de la madrugada, Kimberly se quedó dormida, Fred la tomo en brazos y se acercó a Hermione, quien intentaba mantener el hilo en la conversación que tenía con Harry, Sirius, Remus y Tonks, pero el contacto visual con Fred hizo que olvidara todo lo que estaba haciendo y diciendo.
-Parece que ha quedado agotada –comento el pelirrojo, apartando el cabello que la niña tenía sobre la cara, luego miro a Hermione-. ¿Subimos a acostarla?
La castaña no miro a nadie, sabía que toda actividad en la casa se había detenido y que todos los ojos estaban fijos sobre ella, Fred y Kimberly. Intento tranquilizarse, asintió y siguió a Fred por las escaleras. Mientras más se alejaba de la gente, mas nerviosa se sentía, y la cosa no mejoraba, pues la aparente tranquilidad de Fred la hacía sentir insegura.
-Es tan hermosa –comento el gemelo, cuando salieron de la habitación donde dejaron a su hija. Hermione no respondió, ni siquiera miraba a Fred, no podía, así que el silencio se apodero de ellos.
-¿Por qué? –pregunto Hermione, después de lo que a ellos les parecieron horas.
-Lo lamento –respondió Fred de inmediato, tenía ya todo preparado, el reclamo de Hermione, sus posibles contraataques e incluso tenia respuesta para todos los posibles reproches de la castaña-. Fue algo estúpido, lo sé.
-Teníamos una vida por delante –continuo ella, sacando esos viejos sentimientos, esos que Alexander le había ayudado a enterrar.
Fred se sintió más culpable, no podía decirle la verdad a Hermione, la pondría en peligro, a ella y a su hija. Aun no estaba seguro de que haber regresado a Inglaterra hubiera sido buena idea.
-Lo sé, lo sé –repitió Fred, dejando salir su angustia-. Perdóname.
-No puedo –negó Hermione, a punto de llorar. Ni siquiera durante once años, Fred había perdido el efecto que causo siempre en ella.
-Déjame demostrarte que todo puede volver a la normalidad –pidió Fred. Deseando que no volviera a pasar lo mismo que hace tantos años, deseando que no tuviera que marcharse de nuevo.
-¿Normalidad? –repitió Hermione, con voz chillona-. Fred, te fuiste, me dejaste, sin despedirte siquiera. No supe nada de tu durante años, no mandaste ninguna carta, ninguna señal de que aún me recordaras… de que me amaras –termino dejando salir las lágrimas-. Sinceramente, ¿Cómo esperas que te perdone?
-Por nuestra hija.
-¿Nuestra? –Hermione sintió que la furia le recorría, Kimberly era más hija de Alexander que de Fred, no por sangre, si no por haber estado ahí, en momentos importantes, Fred no tenía derecho para reclamarla como 'suya'-. ¿Dónde demonios estabas cuando nació? ¿Dónde demonios te metiste cuando enfermaba? ¿Qué demonios hacías cuando pregunto por su papá?
-Yo… yo no sabía que estábamos esperando a un bebe –respondió Fred, con total sinceridad-. Tu nunca me lo dijiste –siguió, mirando fijamente a Hermione.
-Me entere el día que te fuiste a no sé dónde –contesto ella, bajando la mirada-. Vine a darte la noticia y me entere de que te habías ido…
-Déjame arreglarlo –dijo Fred tomando, con delicadeza, la cara de Hermione entre sus manos.
-¿A si? ¿Y cómo?
-Hagamos nuestra vida, ahora si, como la planeamos, con nuestra hija.
-Eso no es posible –le corto Hermione, y bajo la mirada.
-¿Por qué? –pregunto Fred, lentamente tratando de obligar que Hermione lo mirara, pero ella se negaba. Después de unos segundos, los ojos inundados en lágrimas de la castaña se encontraron con los suyos.
-Me casare en dos días.
[N/A] chan chan chan chan! No tengo llenadera! xD originalmente este pensaba ser un one-shot xD peerooo, lo alargare un poquito mas (-8 no pude resistirme xD fue magia xD Fremione me inspira y mueve mi mundo *-* aoñsfdj! Los amo tanto t-t okya(-8' unas aclaraciones importantes:
-Ron esta vivo, si… solo que aun no encuentro el momento adecuado para que hable xD
-El beso de Ron y Hermione nunca existio, y ellos nunca se vieron como algo mas que amigos :D
-Si! Los caidos en la batalla están vivos xD al igual que James y Lily 3 (amo dejarlos vivos t-t no puedo matarlos si puedo hacer el cambio)
-El porque de Fred se fue cuando tenia la relación perfecta con Hermione: Lo dire en el siguiente cap xD
-Realmente no es muy larga la historia, son como 3 capitulos xD y la publique para que no me extrañaran xD yapz._. lo publique porque no pude resistirme .
Y (si llegaron aquí desde 'El otro final') saben que no tengo internet (y si no llegaron aquí por medio de mi otro Fremione, ahora lo saben). Asi que no se cuando pueda actualizar de nuevo, por ahora todo esta en documentos, guardado en mi usb :D' espero venir a actualizar la próxima semana (yn) crucen los dedos.
He comentado demasiado D: lo lamento.-. xD si los aburri me dicen :D
Gracias por leer! Espero que les guste este fic y me acompañen hasta el final' *-* cuidence y portense bien ;)
