Gabriel aparcó el coche y se quedó quieto un momento, con la mirada fija en el bloque de apartamentos que tenía a su lado y que tan bien recordaba. "Hemos llegado." Dijo finalmente dirigiendo la mirada hacia Maya. "Aquí es donde vive el Dr. Suresh."
"Muchas gracias Gabriel, sin ti no se lo que hubiéramos hecho." Maya se volvió hacia su hermano y le contó las noticias. "¿Tu también vas a verle?, supongo que si es amigo tuyo, estaría preocupado por ti."
Gabriel sonrió antes de contestar. "Si, creo que me habrá echado mucho de menos, aunque tal vez haya pensado lo peor, después de tanto tiempo." Volvió a mirar el edificio y una sensación que creía olvidada, volvió a inundarle con mayor intensidad que nunca.
Los recuerdos de los días que había pasado junto a Mohinder, cuando le había hecho creer que se trataba de Zane Taylor, eran de los más felices que podía recordar, ni todos los poderes que había conseguido reunir le hacían sentir lo mismo que tener a Mohinder cerca de él. Porque, a pesar de todo lo sucedido entre ellos dos y de que el profesor hubiera estado a punto de matarlo, Gabriel quería volver a verlo, necesitaba estar con él de nuevo.
"Hay algo que debéis saber" Dijo volviéndose hacia los hermanos.
"¿Es que acaso algo va mal?"
"No, bueno, lo que ocurre es que el Doctor Suresh que vosotros buscáis, el que escribió este libro." Dijo señalando el manuscrito. "Está muerto. Ahora es su hijo el que sigue con su trabajo."
"¿Y crees que él también podrá ayudarnos?"
"Eso espero. Por eso, preferiría hablar a solas con él primero, contarle cual es vuestro problema y ver que puede hacer. Él confiará en mi."
"¿Quieres subir tu sólo?"
"Si no os importa, claro" Maya se volvió hacia su hermano y luego volvió a mirar de nuevo a Gabriel, asintiendo con un gesto de su cabeza. "Esperadme aquí, aunque no puedo deciros cuanto tardaré." Gabriel salió del coche y desapareció al entrar en el edificio.
- o -
Mohinder miró confuso hacia la puerta cuando escuchó que alguien llamaba. Desconocía quien podía estar al otro lado, porque si se hubiera tratado de Matt, tenía sus propias llaves y Molly estaba en el colegio. Pensó que tal vez era alguien de la Organización, a lo mejor era Bob.
Se acercó a la puerta y preguntó antes de abrir. "¿Quién es?" Pero sólo recibió por respuesta una nueva llamada. "Matt ¿eres tu?"
"No, Mohinder." Volver a escuchar aquella voz, le heló la sangre de repente y le hizo retroceder unos pasos. Apenas había vuelto a pensar en Sylar desde que lo había creído muerto, pero ahora se daba cuenta que no había sido así. "Por favor abre la puerta. Necesito hablar contigo."
Podía haberse quedado donde estaba, esperar, que con un poco de suerte, Sylar se marchara, inclusó pensó en el arma que guardaba en el cajón. Pero entonces se dio cuenta que si lo deseaba podría tirar la puerta abajo y si volvía a dispararle, detendría el impacto. ¿Por qué no lo había entrado ya? "Vamos Mohinder, déjame entrar." Su voz sonaba diferente a la forma en la que él recordaba haber escuchado a Sylar. En realidad se parecía bastante a la forma de hablar que había estado utilizando cuando se había hecho pasar por Zane y que tanto le había fascinado entonces. ¿Acaso había algo en él que hubiera cambiado?.
"¿Qué es lo que quieres?" Mohinder se quedó donde estaba, mirando fijamente la puerta, como si pudiera ver a través de ella y pudiera vislumbrar la figura del hombre que estaba al otro lado. "Sylar, vete de aquí." Hubiera deseado con todas sus fuerzas poder decir eso de una manera más firme y serena, pero algo dentro de él no se lo permitió.
"Sylar ya no existe, he perdido mis poderes. Ahora soy simplemente Gabriel Gray. Por favor déjame entrar." No tenía porque creerle, de hecho, tampoco era la primera vez que le mentía, pero algo dentro de él, le dijo que estaba diciendo la verdad. "¿No crees que ya habría echado la puerta abajo si tuviera mis poderes?"
Mohinder se acercó a la puerta y puso una mano en ella. Creyó sentir a Gabriel al otro lado, ansioso por entrar, dispuesto a esperar todo el día si era necesario. ¿O acaso esos eran sus propios sentimientos?
Hasta ese momento, no había pensado lo que pudiera llegar a ocurrir si volvía a verlo, si volvía a tenerlo delante y volvía a sentir lo mismo que había rondado su cabeza cuando habían estado trabajando juntos.
Si, definitivamente tenia ganas de verlo, pero no se dejaría ganar tan fácilmente, no sin luchar primero. Porque la verdad era, que siendo Sylar le había hecho demasiado daño. Había matado a su padre, había acabado con Peter y le había usado para hacerse con los poderes de demasiadas personas. Ante eso, no había perdón posible.
Sin embargo, saber que estaba al otro lado de la puerta, era un sentimiento demasiado fuerte como para poder resistirlo y finalmente decidió abrir la puerta.
Gabriel esperó, en silencio, deseando que le hubiera convencido, que finalmente Mohinder le abriera. Estaba a punto de volver a hablar, cuando de improviso, vio la puerta abrirse unos centímetros y a través de ella reconoció, por fin, la figura del profesor. Respiró aliviado.
"¿No vas a dejarme entrar?"
"¿Por qué debería hacerlo?" Mohinder permaneció firme. Poco a poco una voz interior le decía que abriera la puerta, que se dejara de tanta parafernalia y que tratara de comenzar de cero con aquel hombre que ahora parecía simplemente Gabriel Grey.
Gabriel no dijo nada. En realidad no tenía argumentación para eso, porque desde luego, no se merecía el perdón del profesor. Le había hecho mucho daño y lo sabía, incluso sin querer herirle. Había jugado con él, sin darse cuenta de los sentimientos que poco a poco estaba creciendo dentro de si mismo. "Mohinder yo, no sabes cuanto siento todo lo que ha pasado. ¿No crees que podrías olvidar quien fui y pensar en mi como Gabriel?"
¿Acaso le había leído el pensamiento? Si, desde luego le parecía simplemente Gabriel, alguien a quien realmente no conocía en absoluto. En realidad si, estaba seguro de que cuando había hablado con Zane, en realidad se trataba de Gabriel, del verdadero Gabriel Gray y lo que no podía negar de ninguna manera, era la fuerte atracción que había sentido hacia él.
Mohinder respiró hondo y finalmente, muy lentamente, dio unos pasos hacia atrás, retirándose de la puerta, pero sin quitar los ojos de encima a Gabriel, que al ver como el profesor se movía, abrió del todo la puerta y se quedó de pie, frente a él, esperando a que le dijera algo. Pero no lo hizo, Mohinder apenas podía moverse, sentía todo su cuerpo en tensión, como si le pesara varias toneladas.
"Veo que apenas has cambiado la decoración en estos meses." Mohinder no podía creer que le estuviera hablando realmente de la decoración. Después de todo lo que había sucedido entre ellos dos, de que Mohider creyera que estaba muerto y que ahora le dijera que, en verdad, Sylar había muerto, no le podía estar hablando de la decoración del apartamento.
"¿Qué es lo que quieres, por qué has venido?"
"¿Es que no lo sabes?" Gabriel dio un par de pasos adelante, esperando que al hacerlo, Mohinder se retiraría también. Pero no fue así, el profesor, permaneció de pie, inmóvil frente a él. Por ello, continuó andando. "¿Por qué me has abierto entonces la puerta?"
Cuando casi lo tuvo a unos pocos centímetros de él, Mohinder comenzó a retroceder. ¿Y si realmente le había mentido?, tal vez mantuviera sus poderes y estuviera jugando de nuevo con él. Antes de darse cuenta, su espalda tocó la pared. Se encontraba sin salida.
Gabriel llegó hasta él y se detuvo delante. "Se que sientes lo mismo que yo, o al menos lo hiciste. Recuerdo tu mirada en la puerta de aquella habitación de motel, estabas deseando pedirme que entrara en tu habitación, te morías porque te besara, pero tenías miedo, era un completo extraño."
Gabriel puso una mano en la pared, junto al rostro de Mohinder, que lo miraba en completo silencio y parecía haber empezado a temblar. "Estoy en lo cierto ¿verdad? Me deseabas, pero el trabajo te tenía completamente absorbido." Acercó su rostro al del profesor y casi pudo sentir en él su respiración entrecortada. "¿Qué es lo que te lo impide ahora?"
Mohinder, casi perdido en la intensidad de la mirada de Gabriel, sintió su aliento sobre su cara y percibió su aroma. Cerró los ojos y respiró hondo incapaz de pensar con normalidad e incapaz de quitarse aquella noche de su cabeza, frente a la puerta de la habitación 23 de aquel motel entre montañas, con Zane a su lado, mirándolo en silencio, esperando, siempre había estado seguro de ello, que Mohinder le dijera algo, que le invitara a entrar, para acercarse más a él y tal y como le había dicho un momento antes, acabar por besarle.
Nunca había dejado de pensar en lo que hubiera llegado a suceder y se hubiera decidido a decírselo y ahora que lo volvía a tener delante, tan cerca de él, que apenas había separación entre sus cuerpos, la misma emoción que había sentido entonces, inundó todo su cuerpo de nuevo.
No sabía cuanto tiempo había transcurrido desde que había cerrado los ojos, segundos, tal vez algún minuto, pero cuando estaba decidido a abrirlos de nuevo, a afrontar sus miedos y dejar a un lado todos sus temores, sintió la firmeza, a la vez que la dulzura de unos labios contra los suyos y una mano que se movía lentamente, rodeando su cintura.
Mohinder se movió con rapidez, tratando de detener lo que estaba pasando. Aquel hombre había matado a su padre, ¿cómo podía pensar siquiera en besarle? Sin embargo, con un movimiento rápido, Gabriel le sujetó por la muñeca y volvió a llevarlo hasta la pared.
El profesor apenas podía moverse, pero al mirarlo de nuevo a los ojos, no sintió miedo, no como la última vez que habían estado juntos en el apartamento. No veía en los ojos de Gabriel el mismo oído, la misma ira, sino que ahora su mirada parecía tan distinta, llena de pasión.
"¿De que tienes miedo? Ya te he dicho que Sylar está muerto. Ahora vuelvo a ser un simple ser humano, como tu. ¿Acaso temes sentir algo por mi?"
"¿Cómo podría hacerlo sabiendo que eres el asesino de mi padre, de Peter Petrelli y de tanta gente inocente?" Mohinder apenas podía respirar, necesitaba aire fresco, las piernas le estaban fallando.
"Tus ojos no dicen lo mismo." Gabriel tenía razón. Sus ojos y su corazón no decían lo mismo que su cerebro.
Definitivamente, las piernas no iban a aguantar su peso mucho más. Tenía que hacer algo para evitar caer al suelo. Pero ya era demasiado tarde. Sintió que la habitación comenzaba a darle vueltas y que estaba perdiendo el equilibrio. Cerró los ojos para tratar de relajarse y esperó el golpe contra el suelo. Durante un segundo, creyó que caería al suelo, pero algo lo sostuvo.
Escuchó la voz de Gabriel. "Cuidado." Con rápidos reflejos y aunque le había cogido por sorpresa, Gabriel había evitado la caída. Con ambos brazos alrededor de su cintura lo sostuvo en el aire y con suma delicadeza, le ayudó a sentarse en el suelo.
"¿Por qué lo haces?, ¿Por qué me estás ayudando ahora?, estuve a punto de matarte, en realidad lo hubiera hecho si no hubieras detenido la bala." Mohinder abrió los ojos lentamente y sintió el roce calido de la mano de Gabriel sobre su mejilla.
"Ya te he dicho que ese hombre, Sylar, está muerto. Yo nunca te haría daño. No cometeré el error de perderte una segunda vez." Notó su mejilla fría, pero con su piel morena no lo había notado. Pasó su mano sobre la frente del profesor. Estaba húmeda. Gabriel no contestó.
Durante un momento, ambos se miraron. Finalmente, Gabriel, lentamente, volvió a acercarse a Mohinder y junto sus labios con los del profesor. Esta vez, no se retiró, sino que relajó todo su cuerpo, dejando los brazos caídos a ambos lados y cerró de nuevo los ojos.
Dejó que Gabriel rodeara de nuevo su cintura con sus manos con suavidad y las sintió subiendo por su espalda. No pudo evitar un pequeño gemido cuando Gabriel le mordió el labio. Hacía tanto tiempo que había deseado e imaginado esa situación. Durante días, mientras habían estado juntos, había fantaseado con lo que sería besar sus labios, sentir su piel y dejar que sus manos se deslizaran con total libertado por su cuerpo.
Pero nunca se había atrevido a dar el paso, Gabriel tenía razón, lo conocía mejor de lo que él mismo pensaba, el trabajo le había absorbido por completo y entonces, no había sido capaz de centrarse en otra cosa que no fuera la lista de su padre.
Abrió de nuevo los ojos y se encontró con Gabriel frente a él, arrodillado delante de él, mirándolo en silencio, como si le estuviera leyendo los pensamientos en ese momento. Una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios. "¿Qué ocurre?" Preguntó Mohinder.
"¿Sabes cuantas veces imaginé este momento?, el sabor de un beso tuyo, el aroma de tu pelo, la ropa que llevarías y resulta que ha tenido que suceder todo este caos para que termináramos así por fin." Gabriel acercó una mano al cabello del profesor y comenzó a juguetear con uno de sus rizos.
Entonces se acordó de Maya y Alejandro. Durante todo el viaje juntos, Gabriel había estado pensado en la forma de hacerse con sus poderes, de volver a ser aquella persona tan especial que había conseguido todos aquellos poderes.
Pero en el poco rato que había estado en el apartamento de Mohinder, aquel sentimiento había desaparecido de golpe de su mente, como si nunca hubiera existido, como si realmente se tratara del simple Gabriel Gray, del hijo del relojero. ¿Sería posible que Mohinder le estuviera cambiando de una forma tan brusca?
"Me alegró que hayas venido" La voz del profesor, le devolvió a la realidad. "Pero tendrás que marcharte pronto, las cosas han cambiado por aquí. No creo que la gente esté preparada para verte de nuevo."
"¿Estás con alguien?" Gabriel pensó que tal vez, durante aquellos meses, Mohinder hubiera encontrado a alguien y tal vez él llegara demasiado tarde como para pedirle nada al profesor.
"No como estás pensando, pero vivo con gente que no creo que se sintieran muy cómodos de verte aquí. Estuviste a punto de matarlos." Pensó un momento en silencio. "Sylar estuvo a punto de matarlos"
"Bien, pero necesito volver a verte, no puedo separarme de nuevo de ti sin saber donde y cuando puedo encontrarte." Cuando Mohinder se acercó a él, rodeó su cuello con sus brazos y rozó sus labios con los suyos antes de besarle de nuevo, le cogió por sorpresa.
"Ven mañana a la misma hora y ya pensaremos algo, ahora debes marcharte."
Gabriel se puso en pie y ayudó a Mohinder a hacer lo mismo. Lo retuvo entre sus brazos, perdiéndose en el negro absoluto de sus ojos, los había echado tanto de menos que no podía creer que aquello estuviera sucediendo de verdad. Se dio la vuelta y llegó hasta la puerta.
"Por cierto, he conocido a alguien por el camino. También tienen poderes y buscan tu ayuda. ¿Querrías hablar con ello?"
"Me conoces demasiado bien, ya sabes que si." Gabriel cerró tras de si y comenzó a andar por el pasillo.
En el apartamento, Mohinder sonrió en silencio y volvió a su trabajo. Todavía dudaba de que aquello hubiera sucedido de verdad, pero se sentía demasiado bien como para que no hubiera sido así.
Gabriel llegó al final del pasillo y se detuvo un momento, mirando de nuevo la puerta del apartamento. Había decidido ayudar a Maya y a su hermano. Después de todos aquellos días pensando cual era la mejor forma de hacerse con sus poderes y acababa de pedirle a Mohinder que les ayudara.
Desde luego, ese hombre le estaba cambiando de verdad.
