DESEOS A LAS ESTRELLAS FUGACES

Disclaimer: nada me pertenece, solo la idea

Desde pequeña a Marie D'Acanto, más conocida como Pícara, siempre le gustó pedir deseos a las estrellas fugaces. Al principio eran los deseos típicos de una niña: que su familia estuviese bien, sacar buenas notas, recibir por Navidad aquel regalo especial, una mirada del chico que la gustaba… Pero desde que sus poderes mutantes se manifestaron por primera vez, su deseo fue siempre el mismo: no dañar a la gente.

Pícara vivía atemorizada por sus poderes, por lo que involuntariamente podía hacer. Los guantes se convirtieron en una prenda indispensable en su armario y en su atuendo, no quitándoselos nunca por mucho calor que tuviese. Ese temor la llevó a considerar sus poderes una verdadera maldición. Tener que evitar continuamente el contacto físico con otros seres vivos, por pequeño que fuese, el miedo constante a herir a otros sin querer y la falta ese mismo contacto la hacían sentirse muy frustrada. Ese sentimiento aumentó cuando empezó a salir con Bobby. Ese querer pero no poder por miedo a herirlo... Pícara más que nunca deseó curarse de sus poderes.

Pronto Pícara se dio cuenta de que, en ocasiones, desear algo con mucha fuerza no es suficiente y decidió que, ya que no podía librarse de sus poderes, al menos intentaría controlarlos. Comenzó a entrenarse con el fin de aprender a controlar sus poderes. Tenía que ser capaz, ninguna estrella por brillante o bella que fuera conseguiría que no dañase a los demás, dependía únicamente de ella. La princesa que ve sus sueños cumplidos por un hada madrina solo existe en los cuentos, aquello era la vida real y ella sola resolvería sus propios problemas. E hizo grandes progresos, día tras día sus poderes se fueron desarrollaron y llegó a adquirir cierto control sobre ellos, poco a poco empezó a poder tocar a la gente sin absorber su energía ni sus poderes, pero durante unos breves momentos. Todavía había algo que la frenaba y era su propio miedo, mientras tuviese miedo, jamás conseguiría su propósito.

El miedo la estuvo paralizando hasta que habló con el profesor Xavier. Fue una tarde a visitarle a su despacho, para contarle los progresos que estaba haciendo y pedirle ayuda y consejo. Charles Xavier estaba muy impresionado con la joven mutante. Ya no era la misma chica que conoció algunos años atrás, había crecido y madurado. Se había propuesto mejorar y lo estaba consiguiendo, había aceptado su habilidad como parte de sí misma. Ahora ya estaba lista para recibir la ayuda final, para superar de una vez por todas su temor.

-Tus poderes no son conscientes, hagas lo que hagas, actuarán siempre que entres en contacto con alguien con la piel desnuda. Lo qué sí puedes hacer es establecer un límite. Controlar cuánta energía, cuantos recuerdos, cuántos poderes absorbes. Vas por muy buen camino, Pícara. Debes seguir así, pero hay algo más que debes hacer antes. Algo que es primordial para que puedas sacar el máximo partido a tu don- le explicó el sabio profesor

El profesor le explicó también que sus poderes no habían podido desarrollarse adecuadamente debido al trauma que le causó absorber los recuerdos de Cody la primera vez que sus habilidades mutantes se manifestaron. Su mente había creado unas paredes que impedían un desarrollo total. Por lo que le ofreció una sesión telepática para derribar esas barreras mentales que impedían a sus poderes madurar. Fue una sesión larga e intensa en la que Pícara acabó desmayándose cuando esta finalizó. Despertó en la enfermería un par de horas después, con el profesor y Jean Grey a su lado. Este último le aseguró que el procedimiento había sido un éxito y que sus poderes finalmente habían alcanzado la madurez, ahora tendría que ser ella quien se encargase de darles buen uso.

Todo eso ocurrió varios meses antes de este preciso momento. Ahora era una calurosa noche de agosto. Pícara estaba tumbada en el césped de los jardines de la Escuela, con la mirada fija en la inmensa y oscura bóveda celeste. Hacía tiempo que no creía en el poder de las estrellas fugaces, pero no por ello dejaron de gustarle. Esa noche en concreto era su lluvia de estrellas favorita, las Perseidas. Y esa noche, más por costumbre que por verdadera convicción, pidió un deseo más. Pidió ver aquel espectáculo junto a Bobby.

(Flashback)

Recientemente, el mutante de hielo por fin había decidido ser sincero consigo mismo y aceptar su homosexualidad, que había reprimido durante años para evitar ser discriminado y porque no se sentía capaz de ser mutante y gay al mismo tiempo. Pero finalmente lo hizo, pues comprendió que no era justo que engañase así a las chicas ni tampoco así mismo. Había intentado tener relaciones con mujeres, con la esperanza de enamorarse realmente de ellas y ver si así el teatro se hacía realidad. Mas viendo que era imposible y que era una soberana estupidez seguir así, terminó por confesarle la verdad a Kitty, quien se había convertido en una gran amiga y confidente tras su ruptura con Pícara.

-Mereces ser feliz- le dijo la mutante intangible- Y solo lo conseguirás si te aceptas a ti mismo tal y como eres-

Tras revelar la verdad, Bobby descubrió que contaba con el apoyo de todos sus amigos, compañeros y profesores. Nunca en su vida se había sentido tan aliviado y tan ligero. Cierto era que aún contaría con el rechazo de una parte más retrógrada de la sociedad, pero ¿y eso qué le importaba? Las personas importantes para él lo amaban y aceptaban tal y como era, y se dio cuenta de que no había ninguna razón para que él no lo hiciese también consigo mismo. Eso era todo lo que necesitaba.

-Siento mucho haberte mentido, Pícara- le dijo Bobby a la joven de mechones blancos- Esperaba realmente enamorarme de ti y que pudiéramos ser felices, pero no era justo ni para ti ni para mí. Llegué a quererte, eso es cierto, y te sigo queriendo, pero no de un modo romántico. Espero que, si algún día me perdonas, podamos volver a ser amigos. Me gustaría mucho contar con tu amistad, aquí soy totalmente sincero. También espero... espero... Espero que, de algún modo, pueda servirte de ejemplo. Yo no quería aceptar quién era y eso solo me causaba pesar. Tú tampoco aceptas quién eres. No aceptas tus poderes, tu don, los temes y creo que eso te impide desarrollarlos correctamente. Te impide controlarlos. Y tú puedes hacerlo. No pasa nada malo contigo, no estás enferma, no hay razón para que te odies. Tienes una habilidad muy especial con la que puedes hacer mucho bien. Te lo digo por experiencia y porque no quiero que te pase como a mí. Solo cuando te aceptes realmente podrás ser feliz. Y te mereces ser feliz porque eres una persona maravillosa. Sabes que aquí siempre contarás con el apoyo necesario-

Y Pícara le hizo caso. Se aceptó a sí misma, aceptó su verdadera naturaleza, aceptó sus poderes. Era mutante y moriría siéndolo. Dejó el miedo atrás y confió en sí misma. Y comprobó que era cierto. En el momento en que empezó a creer que podía controlar sus habilidades, lo hizo. Y también era cierto que no tenía que pasar por ello sola, que contaba con el apoyo de todos aquellos que la querían. Ahora podía ser quién había sido siempre, una superheroína. Podía ser feliz.

(Fin del flashback)

El deseo no había terminado de formarse en su cabeza cuando escuchó pasos detrás de ella. Se incorporó ligeramente y miró a su espalda. Allí estaba Bobby, preguntando con los ojos si podía hacerla compañía. Durante un tiempo estuvo dolida con él por mentirle, pero fue el primer amigo que hizo nada más llegar a la Escuela y la persona que más la había animado y apoyado. Le seguía queriendo, aunque no del mismo modo, no como novio. Simplemente echaba de menos y necesitaba a su amigo, no quería perderlo, y él a ella tampoco. Pícara asintió a una pregunta no formulada y Bobby se tumbó a su lado. Echados en la hierba, los dos jóvenes mutantes miraban como los meteoros surcaban el cielo, apenas unas diminutas estelas luminosas que se desaparecían tan rápidamente como habían aparecido.

-Gracias por todo tu apoyo y por tu amistad- dijo ella

-Gracias a ti por la tuya- dijo él, abrazándola

Porque a veces desear no basta, si realmente queremos que nuestros sueños se cumplan tenemos que hacer algo por ellos, ponernos en camino para llevarlos a cabo. No podemos simplemente sentarnos a esperar que ocurra, depende de cada uno de nosotros, y aunque a veces las cosas no salen como queremos, no por ello debemos dejar de intentarlo. En el momento en que Pícara hizo algo por cumplir su deseo, este se hizo realidad.