Esta historia es producto de la mente inquieta de mi querida amiga Yesmari, fanática de las novelas, y mía. Surgió un día hablando de eso de ser escritora y blablabla, cosa que me parecía bastante entretenida hasta que llegamos a eso de tener un editor molestándote todo el tiempo. Fue el punto para comenzar a imaginar a nuestra querida pareja Inuyasha y Kagome en aquellas circunstancias jeje... ya saben, imaginación compartida por Yesmari, pero escrito completamente por mi XD

Como se darán cuenta, es una historia simple, relativamente corta (no me pregunten cuantos capítulos exactamente, no sé, sólo sé que es corta) y con algo de humor, algo así (no igual, nótese) como Amiga e Ídolo. Mi intención es nada más entretenerlas un rato. Es un fic de "transición" como les llamo yo, a la espera de una nueva "superproducción" jaja (yo y mis exageraciones). Bien, después de tanto blabla las dejo, que lo disfruten y de antemano, gracias por leer.


"El Hombre Perfecto"

Lady Sakura Lee

Capítulo 1: Escritora en Problemas

"De pronto, su mirada del color del fuego se clavó en sus pupilas como si quisiera desnudar más que su alma. Entonces se dio cuenta que él era así, apasionado, hermoso, enérgico y sincero como ningún otro hombre. Era perfecto ¿sería cierto? Encontrar a alguien así... Sintió los locos latidos de su corazón, quiso evitarlo, quiso alejarse pero parecía que él había leído su mente, se acercó rápidamente a ella, la asió de la cintura con fuerza y..."

Kagome hizo una mueca y apretó el botón suprimir otra vez. No, aquello estaba mal, muy cursi, pensó, levantando una ceja e imaginando la cara graciosa de su amiga Sango cuando leyera su escrito. Y la de su editor. Su corazón latió fuertemente y bloqueó de inmediato el pensamiento. Se recostó en la silla masajeándose las sienes, luego de un instante se volvió a incorporar y entrecerró los ojos ante la brillantez del monitor. Ahí estaba, el cursor parpadeando intermitentemente, la escena inconclusa, perdida desde hacía mucho, sin resultado. Se recostó otra vez en la silla y suspiró. Maldición... tal vez la inspiración se le estaba agotando... tal vez la fuente creativa de su mente se estaba volviendo repetitiva, monótona... sin sentido... tal vez sólo necesitaba un descanso... ¡o quizás inspiración!

Se levantó finalmente de la silla sintiendo casi los músculos agarrotados, el cuello le dolía de sólo pensar que debía cumplir plazos. Plazo para la entrega del borrador, plazo para la publicación... Se lanzó a la cama sin gracia y ni siquiera tuvo deseos de apartar los mechones de su desordenado flequillo que le cayeron en abundancia sobre los ojos. Vaya, jamás se había sentido tan ansiosa y frustrada como ahora... había escuchado eso de la falta de inspiración y bloqueo mental pero no se imaginó que podría pasarle a ella... ya llevaba días así¡Kami sama!... ¡¡a tan poco tiempo de cumplir el primer plazo de entrega!!

- Kagome... ¿estas ahí?

Se incorporó súbitamente tomando la almohada en su regazo y esperando a que su amiga apareciera.

- ¡¡Aquí estoy!!

La joven que se apareció con una amplia sonrisa en el umbral del dormitorio la reconfortó en parte. Le devolvió la sonrisa y esperó que aquella chica, un par de años mayor que ella, se sentara a su lado como usualmente lo hacía.

- Pensé que estarías escribiendo...

Kagome puso el rostro de piedra. Hizo una mueca fugaz y luego bajó los ojos casi con derrota.

- Eee... bueno... sólo... estoy descansando...

Sango sonrió preguntándose cuando sería el día en que la vería con el cabello suelto. Desde que la conocía, poco más de 1 año, Kagome siempre llevaba el cabello atado y curvado muy bien pegado a la nuca, aunque admitía que los mechones ondulados que caían a los costados de su rostro y en el cuello le sentaban bien. Se cruzó de piernas graciosamente.

- Ah, sí, debes descansar...- Murmuró, sonriendo levemente como si se estuviera acordando de algo muy gracioso, luego levantó la vista y Kagome creyó que casi la estaba escudriñando con la mirada-... pero también debes salir a... divertirte un poco... – Alcanzó la mano hasta la mesita de noche en donde había una pequeña montaña de cartas. Les leyó el remitente y luego miró a la muchacha-... vaya... tienes admiradores hombres también...

A veces Kagome la envidiaba. Sango era una chica lista, muy segura de sí misma, con un cargo de importancia en la editorial, bien remunerado y un novio que la sacaba los fines de semana quizás a donde pero que hacía de ella volver el lunes con una amplia sonrisa y un humor de lo más envidiable...

- Son las cartas de hoy... y si vieses mi correo electrónico con los miles de mails que tengo pendientes por leer... ¿por qué me crearon esa cuenta en la editorial?

- Fue una estrategia de tu querido editor y yo estoy de acuerdo con él. Es una forma de estar en contacto permanente con tus fans- Respondió la otra sacando una esquela de un sobre y comenzándola a leer - A veces estos dan ideas muy buenas... vaya... este hombre quiere conocerte, incluso dejó su correo para que chateen... – Alzó la vista con picardía-... deberías intentarlo ¿eh?...

- Ah... ¡no juegues!... ¡no estoy tan desesperada como para entablar una relación por internet de ese modo!

- No tiene nada de malo...- Sugirió Sango dejando la carta junto a las otras en su lugar-... pero si no quieres una relación que comience así, al menos sal conmigo a un lugar real para divertirnos un rato...

Kagome hubiera querido reír, pero estaba tan preocupada por su falta de inspiración que sólo hizo una mueca burlona y se levantó de un salto de la cama. Su amiga no pudo evitar morderse la lengua para no reír ¿es que acaso esta niña no tenía sentido de la moda? Vestir una falda amarilla tan larga que rosaba los tobillos, calcetines con rayas de colores y un sweater de lana verde oscura que parecía tejido por la abuelita no era un atuendo adecuado para la más naciente y famosa escritora de novelas del Japón.

- Ahh... no, no quiero salir... siempre vas con Miroku y yo... yo quedo rezagada... no me gusta ser quien toca el violín...

- Tocas el violín porque quieres...- Musitó la otra con seriedad. Kagome volteó y la miró seria-... es cierto... los chicos que te presento... ¿qué diablos pasa con ellos?

- Ahh, no les gusto- Respondió algo fastidiada y volteando para mirarse en el espejo pequeño que estaba sobre su cómoda. Cómo odiaba aquellas conversaciones con Sango ¿para qué obligarla a emparejarse?... ¿acaso porque ella tenía un novio todas debían tenerlo? Sólo la hacía sentir peor...

- No es cierto... les has gustado a algunos... incluso te han llamado para salir nuevamente contigo... pero nunca les devuelves el llamado...

La chica encrispó las manos y respiró fuertemente. Cómo odiaba realmente estas conversaciones. ¿Acaso tenía algo de malo no querer salir con tipos que creían que por escribir novelas con tinte medio erótico era una ninfómana experta en sexo? Esos hombres con miradas tan obscenas casi la atemorizaban. Volteó y arrugó la frente sabiendo que las mejillas arreboladas la delataban.

- Ahhh ¿tiene algo de malo estar pendiente del trabajo y dejar eso de las citas para el futuro?

- Sí pero... también hay que divertirse...- Murmuró la otra.

Kagome calló. Sí, ella sabía que debía salir de vez en cuando de su casa, sino... realmente se iba a convertir en una antisocial. Caminó lentamente evitando mirarla, luego se detuvo y volteó, Sango la observaba con suma expectación.

- Tienes razón... esta bien...- Sonrió, y a la otra muchacha se le iluminaron los ojos-... pero... noche de chicas ¿te parece? Así... así conversamos y...- ¡Kami Sama! necesitaba de ella para escribir las escenas de sexo de su libro, qué patética, y su amiga ni siquiera lo sabía-... conversamos de temas privados...

Sango sonrió y se levantó de la cama, caminó hasta ella y posó su mano delicada sobre su hombro. Era ligeramente más alta que Kagome y eso la hacía sentirse casi infantil.

- No te preocupes... – Y le guiñó un ojo-... prometo que será sólo una noche de chicas... pero primero...- Bajó los ojos y apuntó con sus dedos-... te sacas esas horrorosas calcetas...

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Las calcetas y la falda se habían ido ¿porqué Sango no entendía que ese sólo era su atuendo para estar en casa? Ella no tenía tan mal sentido de la moda, cierto, pero prefería usar unos holgados jeans y zapatos bajos, a una falda ajustada más arriba de la rodilla y zapatos de taco aguja, como su amiga pretendía que vistiera para "cazar" un hombre. ¡Qué horror!

Bien, un pub era lo más adecuado para esto. Música en vivo pero agradable, personas conversando amenamente en un ambiente relajado, semi oscuro, y chicos guapos a quien mirar, para recrear un poco la vista... y que hablaban puras sandeces... ¿por qué no existía uno como el héroe de sus novelas? Tal vez pedía mucho. El hombre que describía en cada una de sus historias era simplemente perfecto. Suspiró apoyando una mano en la mejilla y dejando que su amiga escogiera la bebida que quisiera.

- Y bien Kagome...- Dijo ésta mirándola con una extraña sonrisa que a la muchacha le dio escalofríos. ¿Desde cuando sonreía tanto? Se suponía que debía estar ansiosa, desesperada y con un humor de perros esperando el día sábado para largarse con su enamorado a quien sabe dónde. Esta chica algo tramaba, pensó, agudizando la vista. Las mejillas a Kagome se encendieron como si de pronto presintiera que hubiera sido sorprendida en algo malo y que Sango lo había descubierto. Se atragantó y el corazón le latió fuertemente. Bien, no estaba segura de querer una conversación ahora.-... Kagome... ey... ¿estas bien?

- ¡Claro que estoy bien!- Respondió a la defensiva. El mesero trajo dos grandes copones adornados con sombrillas de colores y rodajas de piña en el borde, ella tomó su copa rápidamente y la bebió casi de un sorbo. Entonces abrió los ojos y casi se atoró. Sintió como el líquido dulce a piña pero ardiente en alcohol casi quemaba su garganta y el estómago. Miró tragando apenas a Sango que reía suavemente y luego meneaba la cabeza.

- Ay, pero que infantil eres, Kagome... ¿porqué estas tan inquieta?

Dejó la copa sobre la mesa y de inmediato la cara le ardió. Miró a su alrededor, todo comenzaba a... moverse... nublarse...

- ¿Inquieta?... ¿yo? – Miró a Sango otra vez ¡Kami sama! qué calor sentía ahora. Se tiró el cuello de su sweater de lana. – Estas loca... sólo estoy... preocupada... ya sabes... debo entregar el borrador pronto... y no sé si la historia esta bien... no sé si... no sé si los personajes...

- Va a estar todo bien- La tranquilizó la otra posando una mano amiga sobre la suya.- ¿Sabes? Cuando llegué a tu casa no pude evitar echarle una pequeña mirada a lo que estabas escribiendo en el computador... debo admitir que... me gusta mucho que tu héroe sea esta vez un hombre de ojos color ámbar... – Sonrió maliciosa. Kagome de inmediato retiró la mano de la suya y su rostro se contrajo demasiado-... cabello negro... cuerpo atlético y como los dioses... de carácter fuerte pero apasionado... siempre lo describes fuerte y apasionado- La joven escritora sentía como cada vez el calor la invadía y el corazón latía más fuerte-... me gusta y a tus fans les encantará... pero... a mi esa persona se me hace conocida...

- Ah ¿si?- Musitó, mirando la servilleta que tenía entre sus dedos.- No puede ser... es sólo mi imaginación...- Sonrió nerviosa y alzó la vista mirando a su alrededor, intentando esquivar aquella mirada inquisidora y astuta de su amiga. – Ya sabes que todo es ima...- ¿Estaba muy ebria como para imaginar? No, los ebrios no imaginaban... ¿o si?... ¡Kami sama!... ¡Era él!... ¡Era él!... ¿Hacía cuanto no lo veía? No, no podía ser él... se supone que estaba de vacaciones...

- Oh... mira, pero si es nuestro querido editor... jeje... parece que encontró acompañante en su estadía en Grecia...

No podía apartar la mirada de él, no podía, era como si de pronto se hubiera quedado hipnotizada ante la estampa de aquel que estaba sentado en la barra, de forma relajada, vistiendo ropas tan juveniles que le recordaron los años de universidad, donde era asediado, querido, amado... y donde el muy cretino se creía un Dios. Cuando él sonrió ella se dio cuenta que ese hombre no estaba solo, arrastró la mirada hacia su lado y entonces lo comprendió. Claaaro, acompañado por una fémina a la cual sólo veía de espaldas pero... bueno, Kagome conocía los gustos exquisitos y refinados de Inuyasha. Tuvo un extraño sentimiento de... rabia... no, no era extraño, a menudo sentía mucha rabia por él... a pesar de ser inteligente y agradable a veces, era un engreído, un petulante y frívolo hombre... nunca cambiaría...

Continuará...