Tenía un buen rato sin subir nada, espero me disculpen, sigo lidiando con el internado y la verdad se me ha complicado un poco. La buena noticia es q vienen 2 semanas de vacaciones pronto y un cambio de servicio que con un poco de suerte será más light a comparación de en el que estoy ahora (urgencias). En esa ocasión les traigo una historia corta que ahora sí será corta….no como esas veces donde digo q es corta y acaba siendo de 11 capítulos! D8….a lo mucho será capítulos de los cuales ya solo quedan 1 o2 pendientes y q espero no demorar mucho en escribir. Hay una advertencia, pero si se las digo spoilearé el final de la historia…así q esperaré a q lo vean o lo deduzcan XD…digamos q queda en leer bajo su propio riesgo?
DISCLAIMER: Hetalia no es mío y nunca lo será, porq siempre tengo q repetirlo? T.T
Berwald dejó escapar un suspiro y apagó la televisión.
El reloj marcaba las 10:30, aún un poco temprano para irse a dormir pero no era como si tuviera otra cosa mejor que hacer.
El sueco se levantó y procedió a alistarse para ir a la cama. Pensó en lo patético que era el hecho de irse a dormir a esa hora, sobre todo tratándose de un sábado por la noche. Lo normal sería que saliera o algo por el estilo, excepto porque no tenía ánimos de ir solo como normalmente era el caso y los pocos amigos de la oficina que podrían acompañarlo estaban demasiado ocupados divirtiéndose con sus respectivas parejas.
Se apresuró a sacudir la cabeza para sacarse esas ideas de la mente, pero de nada le valió y acabó por deprimirse de todas formas. Aunque se hubiera acostumbrado, no quería decir que le gustara estar solo. El problema era que debido a su apariencia intimidante la gran mayoría de la gente guardaba su distancia con él sin si quiera darle la oportunidad de demostrar que era diferente a lo que su exterior mostraba.
Volvió a suspirar para después dejarse caer pesadamente en la cama. Notó entones que olvidó cerrar la ventana. No hacía mucho frío, así que no se molestó en levantarse para cerrarla. Dejó sus lentes en la mesita de noche que tenía al lado y apagó la lámpara que ahí mismo se encontraba.
Despertó en algún punto de la madrugada, sintiendo una opresión en el abdomen y un cosquilleo en el pecho. Por un momento pensó que tal vez un gato habría entrado por la ventana abierta y lo estaba usando de cama, hasta que cayó en cuenta que le estaban desabrochando el pijama y que alguien le susurraba palabras cariñosas en tono suave, siendo sorprendido después con un beso un tanto apasionado.
Aunque al principio pensó que su subconciente le estaba jugando una mala pasada, no cambiaba el hecho de que esos labios sobre los suyos y esas manos recorriendo su pecho y bajando lentamente por su abdomen eran demasiado reales para ser solamente un sueño, si bien uno muy agradable además. Tal vez el sentirse tan solo en serio le había afectado.
Tras hacer acopio de toda su fuerza de voluntad, que vaya que tuvo que ser mucha, se incorporó y extendió la mano para prender la lámpara…
No hace falta decir lo grande que fue su sorpresa cuando vio que frente a él se encontraba una persona, un joven rubio que lo observaba fijamente y le sonreía de manera traviesa. Si bien la expresión del desconocido cambió de golpe a una de completo terror en cuanto se supo descubierto.
-¡OHYAAA!
-¡Lo siento, lo siento! De verdad no fue mi intención. No se suponía que despertaras…¡Ah! Q-quiero decir…de verdad lo lamento.
Luego del shock inicial (por parte de ambas partes), acabaron conversando en la sala. Berwald le sirvió un poco de café a su invitado y le ofreció un plato con galletas que el otro no dudó en aceptar.
El de lentes tomó la oportunidad para examinarlo mejor.
Tino era de estatura considerablemente más baja a la suya, y también mucho más expresivo. Era fácil decir que aún seguía bastante nervioso. Sonreía de manera forzada y desviaba la mirada constantemente, sonrojándose. Eso no hizo más que resaltar lo pálido de su piel, casi tan blanca como la única prenda que usaba: una camisa que le quedaba bastante grande y que dejaba uno de sus hombros al descubierto. Berwald no sabía qué le resultaba más llamativo: si sus ojos color violeta o sus cuernos y sus alas negras. Además de que su actitud tímida y avergonzada era un enorme contraste con lo que tan sólo momentos atrás hubiera estado a punto de ocurrir.
Al principio, al de lentes le costó mucho convencerlo que no estaba enojado y después fue el turno del ojivioleta para convencerlo de que no estaba soñando. Pero es que era la primera vez que veía a un íncubo.
-Incubo no, súcubo macho-explicó tranquilamente como si estuviera demasiado acostumbrado a ese tipo de confusión.
-¿S'cubo m'cho?-seguía sin ver la diferencia.
Tino terminó de beber su taza de café y dejó escapar un largo y profundo suspiro.
-Es muy inusual, pero hay ocasiones cuando un súcubo nace…bueno, como yo-y movió sus alas un poco para ilustrarlo mejor-Me disculpo de nuevo por lo que pasó, no es algo que me guste hacer pero no tengo otra opción si no quiero morirme de hambre.
Berwald recordó las leyendas e historias sobre íncubos y súcubos. Eran demonios de apariencia humana increíblemente atractivos y seductores que se alimentaban de la fuerza y energía sexual de los humanos. Le costó un poco relacionar a Tino con la imagen que tenía de ese tipo de criaturas demoniacas, aunque en realidad no estaba muy seguro de que pensar, puesto que era la primera vez que tenía contacto con alguien como él. Dejando de lado sus cuernos y alas, parecía una persona completamente normal. Además que su aspecto inocente tampoco le ayudaba mucho a verse como uno de esos seres. ¿O acaso sería solamente un truco? Y también estaba el hecho de que nunca había oído hablar de un "súcubo macho".
-Seguro para muchas personas les resultaría sumamente atrayente esto, pero lo cierto es que es una verdadera molestia.
El de lentes se limitó a observarlo ladeando la cabeza en un gesto de curiosidad, a lo que el otro asintió y siguió desahogándose.
-Tener que escabullirme por las noches buscando hombres de los que pueda alimentarme no es el tipo de cosas que haga por gusto-se podía percibir claramente el fastidio en su voz-Yo no soy así pero…es muy complicado.
-¿No t'enes otra f'rma?-preguntó Berwald con cautela, preocupado de hacerlo enojar o incomodarlo-P'ra al'mentarte-especificó.
-Mmm…bueno…-el rubio más bajo lo meditó unos segundos antes de responder-Puedo comer comida normal si es a lo que refieres. Pero "eso" también cuenta como alimento. Varias veces intenté simplemente dejarlo, pero no puedo. Mis instintos de súcubo son demasiado fuertes y al no alimentarlos también me hago daño.
El sueco le dirigió a su invitado una mirada cargada de compasión. Ahora se arrepentía por pensar mal de él. Nunca se hubiera imaginado que ese tipo de vida pudiera ser tan molesto para un súcubo. Definitivamente Tino cargaba con demasiados problemas.
Por más irracional que pudiera sonar, sobre todo considerando la forma en que se conocieron y lo que era Tino, ya le había tomado un cierto aprecio.
-Berwald…yo…um…quería disculparme de nuevo-el ojivioleta se sonrojó y el otro encontró ese gesto demasiado adorable-Y también…darte las gracias. Eres la primera persona con la que puedo hablar de esto sin tener que hacer nada más.
-No es n'da…-ahora fue su turno para sonrojarse.
-Tal vez sea mucho atrevimiento de mi parte pero…-inhaló profundamente como para armarse de valor-Quería saber si puedo visitarte de nuevo. Es agradable tener un amigo con quién conversar.
¿Amigo? ¿Acaso para Tino él…?
El rostro del sueco se iluminó al oír sus palabras y no lo pensó dos veces para aceptar. Tino no era el único feliz. También a él le agradaba tener a alguien que no estuviera asustado ni lo evitara, no importaba que esa persona tuviera cuernos ni alas…o que no fuera humano.
-D'jaré la v'ntana ab'erta-se apresuró a decirle y el ojivioleta rió divertido.
-Gracias, eso sería muy útil. No me gusta usar las puertas estando así, trato de evitar que me vean, mantener un bajo perfil.
Acto seguido, acompañó a Tino a la ventana de su cuarto y ambos se despidieron.
-¿De verdad está bien que regrese?-preguntó medio dudando.
-C'da vez que qu'eras-asintió convencido el más alto-La v'ntana se qu'dará ab'erta para ti… y te daré más g'lletas-agregó como para hacerlo sonar más tentador.
El ojivioleta volvió a reír.
-En ese caso definitivamente volveré-aseguró sonriendo antes salir por la ventana y alejarse volando.
Y así fue como a la mañana siguiente, cuando el sueco despertó e hizo memoria de lo sucedido, comenzó a cuestionarse si no habría sido más que un sueño, algún truco de parte de su mente para escapar de su soledad. Inevitablemente pensó en Tino y en la manera tan inusual de cómo se conocieron. Pero sus sospechas se disiparon al descubrir que la ventana seguía abierta y que sobre la mesa de su sala se encontraban dos tazas vacías.
Tal vez en verdad un súcubo lo había visitado y honestamente, esperaba que no tardara mucho en regresar.
Dedicatoria especial: Para Akira Lalaurie. Te la debía desde hace mucho, espero q te guste X3
