Bucky respiraba apurado, estaba asustado y no entendía ninguna mierda de lo que los hombres a su alrededor hablaban, veía armas y dolor, como sus compañeros de misión estaban siendo asesinados frente a sus ojos y para él era tanto el miedo que se había quedado paralizado, esperando afrontar su destino cuando antes.

Sabía que esos hombres acabarían con su vida, después de todo se lo tenía más que merecido, estaba resignado a pagar con su vida todas las atrocidades que le había hecho a gente inocente, cuantos hombres, mujeres o niños había mandado al mismísimo infierno, pues eso era la esclavitud en américa.

Cuantas veces intentó cambiar de rumbo, siempre se prometía que esa sería la última vez que se involucraría en toda esa mierda, pero el maldito de Johann Schmidt siempre lo obligaba a volver, pues Bucky era uno de sus mejores exploradores, siempre volvía con los mejores esclavos.

Bucky no se negaba al hombre, porque el bastardo lo tenía amenazado con la vida de su madre. Desde que el tenía conciencia su familia trabajaba para los Schmidt, a una temprana edad él había decidido ir con Johann a áfrica, no sabiendo a ciencia cierta en lo que se estaba metiendo, cuando el hombre descubrió sus habilidades no dudo en seguirlo llevando a sus exploraciones, pero Bucky se negó de inmediato, sufrió un par de amenazas, pero no las creyó hasta que una noche se encontró con el cadáver de George, su padre.

Ahora su vieja y enferma madre, Winifred, dependía de él. Mientras no tuviera el dinero suficiente para llevársela a otro lugar, tenía que seguir al mando de ese maldito comerciante de esclavos. Lamentablemente, ahora eso ya no sería posible pues su vida acabaría en un par de minutos, si es que dios se apiadaba, pero el no merecía ningún tipo de misericordia, de seguro pagaría en carne propia todo el daño que le había hecho a esas familias inocentes.

Mientras observaba como aquellos hombres de piel oscura daban golpes despiadados a sus compañeros de misión, recordó como había sucedido todo.

Ellos estaban escondidos bajo unos arbustos, esperando dar con algún grupo que se hubiera alejado del pueblo en búsqueda de animales para la caza. Ya entrada tarde vieron un grupo con algo más de diez fuertes hombres, los cuales serian excelentes ejemplares para la esclavitud. Se lanzaron a la misión, atrapar a todos cuanto antes.

Bucky tenía a un hombre ya mayor bajo su cuerpo, tenía un cuchillo en su cuello y otro en su abdomen, seguramente el moreno sabría que un mal movimiento podría costarle la vida. Aunque James en esos momentos estaba dudando si valía le pena llevarlo con ellos, el hombre ya se veía entrado en edad y estaba seguro de que lo había visto cojear un par de veces, estaba perdido en esos pensamientos cuando un duro golpe le fue propinado en la parte de atrás, haciéndolo perder el equilibrio y rodar hacia el lado algo mareado.

Cuando alzó la vista pudo ver a hombres y mujeres con lanzas rodeándolos y gritándoles en algún idioma que el no entendía, pero por el tono de voz de seguro eran amenazas, quizás sentencias de muerte.

A el lo jalaron del cabello, le hicieron levantar la cabeza, de forma que Bucky no podía apartar la mirada del todo el infierno que estaba sucediendo, de ver como sus compañeros estaba siendo asesinados de forma cruel, mientras de seguro el bastardo de Schmidt se estaba atiborrando de coñac en su barco. Esa rata inmunda, ni siquiera le importaría haber perdido a todos sus hombres, siempre podría volver, estaba seguro de que de tan mala calaña era, que su pobre madre así de enferma como estaba, sería arrojada a la misma calle. Se mordió el labio con ira y tristeza, aún podía escuchar las ultimas palabras de Winifred, como ella entre lágrimas le rogó que dejara de alejarse del camino de Dios, que dejara de trabajar en aquello tan sucio, y él con una sonrisa y un beso en la frente, se había despedido de su madre prometiendo que sería la ultima vez, que muy pronto serian libres.

No sabe cuanto tiempo paso, si fueron sólo un par de minutos o quizás horas, sólo podía sentir el aroma de la pólvora, el sudor y la sangre. Cuando no quedó un hombre blanco vivo, los presentes hicieron un grito en señal de victoria o al menos eso creyó Bucky, cerró los ojos esperando que una lanza atravesara su cuerpo de una vez por todas, pero nada de eso paso.

Abrió los ojos cuando una fina y cortante tira de cuero carcomió su espalda, haciendo dar un pequeño grito de dolor, que fue recibido por burlas y hasta risas, para el siguiente golpe decidió morder su labio, no les daría la satisfacción de verlo derrumbarse.

Sus manos fueron atadas con rudeza, cuando alzo nuevamente la cabeza no podía ver lo que estaba frente a sus ojos, era un hermoso carruaje, lleno de joyas y detalles precioso, tirado por nada menos que un elefante, cuando notó que el anciano que había atado era quien subía de forma elegante, sintió como lo poco de quedaba de color en su cuerpo se había ido. Ahora tendría un destino mucho peor que la muerte, había atado a alguien de importancia, y no tenía como se pagaban ese tipo de faltas por estas tierras.

La cuerda de la cual tiraban sus manos fueron atadas al mismísimo carruaje, a sus lados los hombres que ahora entendían eran solados, se había montado sobre sus rinocerontes u otros animales, él era el único que iba a pie.

Cuando se pusieron en marcha, de inmediato sintió como las duras y finas cuerdas mordían sus muñecas, bastaba con que retrasara unos segundos sus pasos para que aquellas infernales tiras se metieran en su piel, ya no le importaba gritar o llorar le estaba doliendo como el infierno, sentía como ramas o piedras filosas rompían sus pies y como si aquel sufrimiento no fuera suficiente, un látigo de forma mordaz le rasgaba la espalda de vez en cuando.

Ya no sentía sus piernas, sentía como si mil agujas fueran clavadas por todo su cuerpo, estaba seguro de que no siquiera había un centímetro de su cuerpo que no sintiera que se estuviera quemando. Su vista estaba nublada, sus labios estaban secos y hasta respirar se había una situación dolorosa. En algún momento un par de gritos le llamaron la atención, al levantar la vista pudo notar que se estaban adentrando en un pueblo, la gente estaba por las calles, le miraban llenos de odio y repugnancia, incluso algunos le tiraron frutas o verduras en mal estado, mientras le gritaba lo que estaba seguro de que eran improperios.

A lo lejos se veía la entrada a alguna especie de castillo, si mal no recordaba en Wakanda aún había monarquía y el parecer él había atacado a algún miembro de la aristocracia, le rogaba a dios que no fuera el rey, de ser así, le esperaban días de tormento.

Al llevar cortaron de una vez la cuerda, haciendo que el cuerpo de Bucky cayera de forma ruidosa, arrancándole un par de gemidos al hombre. Lo comenzaron a patear con fuerza en el abdomen, mientras le gritaban una especie de orden, a la cual Bucky no entendía, algunas lágrimas de frustración cayeron por sus mejillas, no sabía que querían que hiciera.

Lo jalaron del caballo, hasta ponerlo de pie, sus piernas temblaban y por primera vez Barnes pudo poner atención en sus magulladas piernas, quizás lo mejor sería dejar de ver su cuerpo. Lo arrastraron un par de metros, de vez en cuando sintió la cola de algún látigo, pero sentía su cuerpo adormecido, quizás era tanto el dolor que ya no podía distinguir cuando le estaban propinando golpes de cuando lo dejaban en paz.

Finalmente lo hicieron caer de rodillas frente al trono, al mirar pudo ver como el anciano que había atacado lo estaba mirando de forma directa, a su lado una mujer de su edad tomaba unas de sus manos y susurraba un par de palabras. Junto a la pareja, a la derecha se encontraba un hermoso hombre moreno, quien lo miraba como si quisiera arrancarle la piel, Bucky ante el miedo no hizo más que bajar la mirada atemorizado, mirando de forma fugaz como hacía la izquierda había una jovencita que no le apartaba la vista, pero en ella vio tristeza.

El hombre anciano comenzó a hablar, su voz sonaba firme y dura, daba la impresión de que le estaba reclamando, quizás acusando de todas las atrocidades que habían cometido. No pudo entender ninguna palabra, sólo comprendió que el hombre al parecer se llamaba T'Chaka Udaku.

Dio un par de ordenes a sus fieles soldados, la niña del trono, que asumía era la princesa tenía los ojos aguados cuando escuchó lo que su padre había dicho. La reina tomó con firmeza al brazo de su esposo y acaricio con cuidado sus músculos, mientras le susurraba cosas, Bucky creía que estaba pidiendo clemencia, seguramente la mujer sentía asco de seguir viéndolo con vida, y pedía su muerte o algo así, o quizás todo era parte de su animada imaginación producto de la sed y el dolor.

El joven hombre, muy probablemente el príncipe, tenía una sonrisa con sorna, lo miraba con asco y con una expresión de burla, pero en él había maldad, deseo de venganza, Bucky podía sentirlo mientras los vellos de su cuerpo se erizaban.

El príncipe en algún momento empezó a hablar con firmeza a su padre, la reina y la princesa habrían los ojos asombradas mientras negaban con su cabeza, Bucky estaba seguro que pudo ver algo vidriosos sus ojos ¿o era su desesperada búsqueda de clemencia?.

El rey lo miró fijo y asistió, como si estuviera de acuerdo con sus planes, el príncipe se acercó y lo rodeo con un fuerte abrazo, mientras la reina derramaba una solitaria lágrima y la princesa se alejaba del salón a pasos firmes.

James escuchó como el rey le hablaba a la niña, repitiendo un par de veces la palabra "Shuri", seguramente ese sería el nombre de la princesa, estaba concentrado en ver como la muchacha abandonaba el lugar que la bofetada que le dieron de improviso le hizo caer al piso y rápidamente comenzar a sentir el horrible sabor de la sangre.

Al levantar la mirada se encontró con el príncipe, quien le grito de forma furiosa mientras apuntaba a su padre, Bucky estaba seguro que lo estaba amenazando por haber intentado hacerle algo a su padre, el americano no hizo más que mirar asustado, estaba seguro que de tener liquido en su organismo se hubiera orinado en ese instante.

El príncipe en un momento se apuntó a sí mismo y dijo un par de cosas, lo único que James comprendió es que el moreno se llamaba T'Challa. El hombre destilaba odio y Bucky sentía como comenzaba a temblar, dio un salto como grito muy fuerte hacia los soldados.

El un rápido acto un par de hombres lo comenzaron a arrastrar, lo jalaban del cabello y de sus maltrechas muñecas, pudo notar que lo llevaban al patio y lo amarraron a un poste que se encontraba al centro, nuevamente sintió un dolor tan tremendo por las cuerdas que dio un grito, del cual sólo recibió risas.

Lo giraron, y rasgaron su raída camisa, exponiendo su espalda. Comenzó a temblar cuando sintió el frío aire de la noche, a lo lejos sintió como algo cortaba el aire, al comprender que era comenzó a llorar. No falto mucho para que una fusta golpeara con fuerza su espalda, a lo lejos sentía una voz ya conocida, al parecer era el mismísimo príncipe T'Challa quien le estaba propinando un castigo.

Al comienzo llevaba la cuenta en su mente, pero era tanto el dolor que luego del latigazo número cuarenta había perdido la cuenta. Sentía como si su piel se estuviera cayendo a pedazos, como si sus huesos estuvieran siendo triturados en su idioma les rogaba que lo mataran antes de seguir con ese sufrimiento.

Se estaba desvaneciendo, un par de veces había estado al borde del desmayo, pero el príncipe al notar su estado le había dado una bofetada, el algún punto sus miradas se habían encontrado, para Bucky se congeló el tiempo en ese instante. Volvió a la realidad al sentir el sabor a hierro en su boca, estaba seguro de que hasta algún diente se le había removido de su lugar.

Escucho las crueles y frías palabra de T'Challa o al menos eso indicaba su tono de voz. Bucky comenzó a llorar más fuerte mientras pedía y rogaba por su muerte, sollozaba que su cuerpo ya no aguantaba más dolor, a cambio sólo recibió risas.

Rápidamente aquella infernal cola de la fusta golpeo con intensidad su espalda, sus piernas y donde alcanzara, estaba al borde de la inconciencia. Lo último que sintió fue un latigazo en su cuello y como la desgraciada punta del látigo había llegado hasta su oído, sintió un fuerte pitido mientras su vista se enceguecía.

Su último pensamiento fue hacía sus padres, le rogó a dios que mantuviera viva a su madre, y que, si tenía algo de misericordia con su alma, que antes de enviarlo directo al infierno, le permitiera reencontrarse con su padre, al menos una última vez. Escuchaba aquel idioma a lo lejos, se sentía mareado y ya no tenía control sobre su cuerpo, lentamente todo se tornó oscuro y cayó en la inconsciencia.