¡Hola fanáticas de "Dramiones"! por supuesto yo soy una fan más del club y me he animado a escribir una historia que hace tiempo que me ronda la cabeza. Me encantaría conocer vuestra opinión y si soy digna de merecer vuestros reviews. ¡Mil gracias!
Disclaimer: El mundo de Harry Potter no me pertenece, pertenece a la maravillosa J. K Rowling.
Capítulo 1: Euforia
Miró con la respiración entrecortada la puerta de roble de madera oscura. Estaba paralizada por el miedo y a la vez sentía un delicioso hormigueo en las yemas de sus dedos debido a la excitación de lo desconocido tras cruzar el umbral de esa habitación. Había subido a toda prisa las escaleras hasta llegar a su puerta pero como si le hubieran lanzado un hechizo paralizante ahora se veía incapaz de girar su pomo y enfrentar a la serpiente de su interior.
Respiró hondo una vez mas y se sintió ridícula. Hermione Granger no era una bruja que se dejara dominar por el pánico y menos cuando podía escuchar los gritos de euforia y la música en el gran salón de aquella siniestra mansión de Grimmauld Place.
La Gran Guerra Mágica había acabado con la victoria de Harry Potter. Así que, no era de esperar que la Orden del Fénix al completo festejara con una celebración que ya duraba tres días.
Tres días había acordado para despedirse y esta la última noche que vería a Draco en… sabe Merlín cuanto tiempo.
- "Basta, simplemente entra y enfréntalo de una maldita vez"- Pensó Hermione.
Sin llamar, abrió la puerta de sopetón y entró por ella cerrando con un portazo. La adrenalina corría por sus venas y prefería llamar su atención de forma brusca y dejarse de formalismos.
Hace tiempo que olvidaron sus límites civilizados.
Draco alzó la mirada hacia la puerta sin alterarse lo más mínimo. Una parte de él sabía que tarde o temprano ella lo buscaría. Bajó del alfeizar de la ventana con parsimonia y su desgastada capa negra ululó por la habitación hasta quedarse frente a ella justo en esa parte donde un haz de luz plateada procedente de la luna iluminaba su angelical rostro. La serpiente ladeó la cabeza y sonrió de forma perversa recorriendo con sus ojos de plata líquido su menuda figura. Relamió sus labios sabiendo que esos vaqueros caerían al suelo con un ruido sordo y su camiseta azul acabaría hecha trizas entre sus manos.
- Granger. - Murmuró sin apartar sus ojos de los suyos- ¿Te has cansado de la fiesta?
- Theodore y Blaise preguntan por ti. - Contestó tratando de no sonar nerviosa- Junto Harry y Ron, los cuatro han hecho desaparecer casi todas las reservas de Whiskey de fuego.
- Tu sueño hecho realidad, has conseguido la hermandad de Slytherin y Gryffindor- Sonrió de forma burlona- Un mérito al que hay que atribuirle a la más joven heroína de la Guerra.
- Méritos que también te corresponden, Malfoy. - Sonrió dando un paso hacia él- Pero no he venido a eso esta noche.
Draco entrecerró los ojos y cortó toda distancia que había entre ambos empujándola contra la puerta con su cuerpo sin ejercer presión sobre ella. La sintió temblar cuando le alzó el mentón y aproximar sus labios contra los suyos.
- ¿A qué has venido entonces, Granger?- siseó rozando sus labios intencionadamente contra los de ella- ¿Más besos hasta que recobres la cordura y vuelvas a darme con la puerta en las narices?
Hermione tuvo que hacer un gran esfuerzo para acordarse de respirar mientras el aliento mentolado del Slytherin inundaba sus sentidos. Reunió toda su valentía de leona y besó sus labios con pasión, como quien trata de apaciguar un fuego con el sabor de esa boca que se abrió para recibirla encantado.
Deslizó sus manos por su cuello hundiiendo sus dedos entre su pelo platinado mientras Draco terminó por aprisionarla con la puerta con un gruñido de satisfacción. Hundió su lengua en su boca, saboreándola y deleitándose con su sabor, al parecer también había probado el whiskey de fuego, mezclado con el perfume de su piel hacían de ella un placer para los sentidos.
- Te quiero a ti esta noche.- Logró decir cuando la boca del rubio comenzó a realizar un tortuoso camino hacia su cuello.
No tuvo que repetírselo dos veces para que el rubio la alzara contra su cuerpo y ella, en respuesta, le rodeara las piernas por la cintura. Sin dejar de besarse la llevó hasta su cama despojándose de su capa por el camino. Cayeron sobre ella con una exhalación sin que Hermione aflojara su agarre de su cuello. Por un lado, sentía que si lo hacía querría salir corriendo de allí sin mirar atrás muerta de vergüenza pero la leona que llevaba dentro rugía en su pecho presa de la pasión.
Draco se incorporó sentándose en la cama arrastrando a la bruja con ella acomodándola en su regazo a ahorcajadas. Deslizó sus manos por su estrecha cintura y tiró de su camiseta la cual, como bien había predicho, quedó hecha jirones en sus manos. Hermione lo miró con reproche y antes de escuchar alguna queja volvió a apoderarse de sus labios mordisqueándolos como si fueran el más dulce de los pecados. Sintió los dedos temblorosos de la castaña sobre su camisa intentando deshacerse de sus botones, fallando en el intento varias veces. Sonrió entre sus labios y la ayudó en la misión despojándose de su camisa más rápido de lo que ella lo hubiera conseguido en toda la noche.
Volvió a tumbarla sobre el lecho de almohadas admirando como sus rizos se esparcían sobre las sábanas blancas que en contraste con sus mejillas enrojecidas le daban un aspecto inocente y ardiente a la vez.
Comenzó a besar su cuello ascendiendo hasta el lóbulo de su oreja izquierda consiguiendo un gemido de su parte. Ella le clavó las uñas en su espalda consiguiendo que Draco se excitara con su placer e inició un nuevo recorrido hacia su pecho cubierto por un sujetador sencillo de encaje blanco. Tan puro y virginal como su dueña que se deshacía entre sus caricias.
Deslizó un tirante, luego otro hasta dar con sus ojos de caramelos que parpadearon para confirmarle que siguiera. Terminó de quitar su broche y se deshizo de su prenda lanzándolo al suelo de la habitación.
El frío y la excitación hizo que sus cumbres rosadas se irguieran ante su penetrante mirada plateada invitándolo a probar a que sabían.
Hermione ahogó un grito de placer cuando sintió esos dientes blancos rozar sus pezones y como su lengua caliente se deslizaba sobre ellos. Arqueó su espalda en respuesta a sus caricias y Draco la complació mientras sus manos buscaban el botón de sus vaqueros.
- Ahora en un buen momento para pedirme que pare, Granger. - Dijo con voz ronca pero sin detener su avance.
En respuesta, para su sorpresa, la bruja deslizó sus manos hacia el cinturón de él desabrochándolo con frenesí y quitando el botón de su pantalón oscuro de un tirón.
Sin más preámbulos, Draco abandonó todo el control que mantuvo hasta el momento e incorporándose alzó las caderas de la castaña mientras deslizaba sus vaqueros por sus largas piernas hasta desecharlos de la cama. Contempló sus braguitas blancas con deseo, nunca un color se le hizo tan seductor como aquel sobre su piel. Terminó de quitar sus pantalones y volvió a acomodarse entre las piernas de la chica.
Hermione acariciaba su espalda dibujando surcos rojos por sus uñas y Draco siseó de placer mientras iniciaba un húmedo recorrido por su ombligo con su lengua. Introdujo su mano entre sus muslos haciendo más fuerza entre ellos y permitirle mejor acceso por el elástico de su prenda interior. Sintió su tensión cuando sus dedos rozaron aquella carne trémula y volvió a incorporarse para devorar su boca mientras tragaba un nuevo grito de ella cuando introdujo un dedo en su interior.
Tan estrecha, tan caliente, tan preparada para él. Un sueño anhelado después de tanto tiempo.
Un nuevo jadeo salió de los labios de la bruja cuando introdujo un nuevo dedo en su interior. El slytherin jugaba con ella introduciéndolos y sacándolos cada vez más deprisa mientras con el pulgar acariciaba aquel punto sensible que la fundía en delicioso placer.
- Draco… - consiguió decir en su oído.
- Te tengo, Hermione- dijo mientras la torturaba con mayor frenesí- Y nunca más pronunciarás otro nombre que no sea el mio.
Sintió como el cuerpo de la bruja se contraía en un anhleado orgasmo. Terminó su tortura sacando sus dedos de su interior consiguiendo una mirada de reproche de la castaña. Draco sonrió de forma perversa y terminó por deshacerse de su íntima prenda para luego quitarse la suya.
Por primera vez Hermione se asustó. Nunca había visto el cuerpo de un chico desnudo, al menos en persona y su excitación comenzó a enfriarse debido al pánico que comenzó a sentir.
Draco abrió sus piernas una vez más y juntó sus cuerpos desnudos en un apasionado abrazo cuyo único testigo era el haz de luz que penetraba por el cristal de la ventana.
- ¿Confías en mi?- Preguntó en su oído.
Hermione lo abrazó por la espalda y asintió en el hueco de su cuello sin atreverse a contestar por el temblor de su voz.
Poco a poco comenzó a penetrarla sintiendo como una húmedad cálida los recibía. Draco apretó los dientes y apretó con fuerza las sábanas tratando de mantener el control y no desatar el deseo salvaje de poseerla como él quería. Sintió la barrera de su virginidad y empujó con fuerza para dejar de retrasar esa agonía que sentía en ella, al menos su hombro derecho cuando Hermione cerró sus dientes en torno a este.
Se quedó quieto un instante hasta que sintió como las uñas de la chica se aflojaban en su espalda.
- Mírame Hermione.- Su mirada plateada chocó con la suya chocolateada- Seré lento… relájate.
Hermione asintió y se dejó besar cuando él se precipitó sobre su boca mezclando ambas lenguas en una baile sensual y jadeante.
Comenzó a embestir profundamente llenándola por completo, una vez, dos… tres veces más y aumentó su ritmo mientras ella alzó movió sus caderas a compás de él en un baile tan primario que sólo los amantes conocen.
La habitación se llenó de los gemidos de ambos y del sonido de sus besos. La decadencia y el placer jugó su papel únicamente silenciados por el ruido de la música y las risas que se escuchaban en el piso de abajo.
Hermione entregó ese día algo más que su virginidad. Le regaló a Draco algo que hacía tiempo le había reclamado; su confianza, su respeto y su amor.
Tres sentimientos que se llevaría consigo al día siguiente.
Continuará...
