Hace mucho que quiero hacerlo, pero no me he atrevido hasta ahora. Los últimos rayos de sol golpean mi rostro, intentando animarne, y hacerme desistir de lo que a continuación haré, pero la desición ya está tomada, y mi tiempo terminará pronto.

La vida ya no tiene ningún sentido para mi. Eso es todo. Sin explicaciones largas y absurdas.

La vida me ha tratado con desprecio, quitándome a quienes mas quería. Eso es todo.

Si hay algún Dios misericordioso por allí, pido disculpas, por querer tomar la salida fácil y no enfrentar a los problemas cara a cara, pero estoy cansado y derrotado.

No puedo entender a la gente feliz. Saben que hay un mar de problemas y calamidades esperando tragarlos vivos, y sin bargo, una gran sonrisa está plasmada en su rostro. La gente feliz dice que no hay que rendirse, que hay que salir adelante; sin embargo, yo no los comprendo.

El concepto de "felicidad" es ajeno a mi.

Toda mi vida he pasado penurias, y sin embargo, hay gente que intenta animarme, pero siempre que hay un brillo de "felicidad" en mis ojos, un agujero de desgracia y tristeza me traga entero. Aquél agujero es tan negro como el concepto que yo tengo de "vida".

La vida nos cobra a todos, pero a algunos nos cobra mucho. Más de lo que podemos soportar.

Mis padres murieron frente a mi, cuando yo tan solo tenía ocho años. Desde ese momento mis amigos me empezaron a llamar pesimista, aunque siempre querían ayudarme. Pero no es que fuese pesimista, lo que pasa es que yo mas bien era realista.

Pero ninguno de ellos me entendía.

A mis 14 años, empezé a tener una relación amorosa con la persona que poco después sería mi salvavidas.

Sakura Haruno.

Ella era atenta, y aunque no sabía de lo que yo sufria, ella estaba allí, a mi lado.

Los muertos saldan sus deudas. Son los vivos los que pagan el precio.

Aquéllas palabras las entendí mejor después de que acaeciera un hecho que me marcó de por vida. Mi amada había muerto. Pude haberla salvado, pero el miedo me detuvo y me impidió hacer cualquier acción para intentar salvarla.

Desde ese momento no he vuelto a creer en el amor.

Cuando llegue mi final, puedo tener dos muertes: rápida y si dolor, o lenta y dolorosa.

Muchos me considerarán masoquista, pero tengo mis razones, y es que prefiero por mucho a la segunda opción. ¿Por qué?

Para saber si estoy vivo.

La muerte le llega a todos. Chicos y grandes. Hombres y mujeres. Niños y adultos. Sin embargo a la gente feliz no le importa. No puedo entender. Saben que morirán, pero tienen una sonrisa que nunca se quita de su rostro. Quisiera saber qué se siente ser "feliz".

En el edificio de 80 pisos en el que estoy parado me hace ver que las personas son como hormigas. Trabajan fuerte e incansablemente, aún a sabiendas de que tarde o temprano terminará su tiempo.

La vida es como un pestañ rápida.

Antes de arrojarme al vacío, pido una última cosa: quiero una muerte lenta y dolorosa. ¿Por qué? Para saber si soy un fantasma, porque aún a pesar de que siento que estoy muerto, quiero saber si estoy vivo.