Disclaimer: Los personajes pertenecen a nuestra reina y señora JK Rowling.

Este fic participa en el minireto de diciembre para "La Copa de las Casas 2015-16" del foro La Noble y Ancestral Casa de los Black.

La encargada de decirme sobre qué debía escribir ha sido Black Phoenix92 la cual me retó a escribir algo vergonzoso que le hubiera pasado a Hermione. ¡Espero que les guste!

Mordiendo el agua

Los tres estábamos exhaustos, cansados y fatigados. Llevábamos dos semanas acampados en el primer lugar que se me vino a la mente cuando tuvimos que desaparecernos a toda prisa para evitar ser atrapados, el bosque al que solía ir con mis padres.

Harry y Ron habían salido para buscar algo que llevarnos a la boca aquella noche.
No siempre teníamos suerte de encontrar algo para comer, por lo que llevábamos días muertos de hambre. Tampoco podíamos lavar a menudo nuestra ropa, y empezamos a contemplar la higiene personal como un lujo.

Eché un rápido vistazo a lo poco que teníamos en aquel lugar. Una cacerola, un par de mantas, alguna que otra muda y una botella de agua a la mitad… Me quedé mirando ésta última, como si fuera la última agua del planeta. Era lo único que teníamos para sobrevivir, ¿acaso sería muy egoísta si…? ¿Se darían cuenta?

Me desvestí rápidamente, tirando la camiseta al suelo y echando los pantalones a un lado de una ligera patada, de manera que me quedé en ropa interior. Agarré la botella y la abrí sin vacilar. Sólo sería un poco, no gastaría mucho.
Cuidadosamente vertí un poco en la palma de mi mano y la derramé sobre mi cuerpo. Froté mi pecho, mi cintura, mis muslos… Hacía días que no me aseaba, y aquello se sentía tan malditamente bien que creí haber entrado en un estado de éxtasis. Las gotas caían por mi cuerpo, humedeciéndome, haciéndome sentir un leve escalofrío, arrastrando la suciedad y llevándosela consigo…

—Harry pregunta si puedes hacer algo con estas bayas—dijo un despistado Ron mientras apartaba la tela de la tienda para entrar.

Las bayas cayeron de sus manos cuando levantó la mirada y sus ojos se encontraron con mi cuerpo semidesnudo y mojado. Los dos nos quedamos en silencio, y él sólo abrió la boca a medida que repasaba cada centímetro de mi piel.
Sentí la sangre ardiendo bajo mis mejillas, adquiriendo la misma tonalidad de rojo que sus orejas.

—¿Qué es lo que dice Hermione, esas bayas son comestibles o no?—articuló Harry mientras él también entraba en la tienda, pero cuando levantó los ojos, rápidamente se dio media vuelta mientras añadía—. ¡Bueno! En realidad tampoco tengo tanta hambre. Yo os espero fuera.

Ron echó un ligero vistazo a Harry hasta que desapareció.

—¿Quieres que te seque?—preguntó, mordiéndose el labio.