Como siempre les darles la bienvenida a esta nueva historia, como saben este sera mi ultimo fanfic :( pero bueno mis motivos ya los explique, espero que disfruten de la lectura y créanme que el mejor regalo que podrían hacerme es comentar, votar, recomendar la historia lo que sea para mi es muy importante difundir mis historias.

Primero les diré que la historia tendrá 15 capítulos así es sera bastante corta debido a que si le aumento mas cosas llegaría a ser aburrida y se perdería la esencia, otra cosa, actualizare cada tres días así que estén al pendiente.

Por otro lado les quiero contar que sigo escribiendo pero ya con mis propios personajes, con mis propias locaciones, etc. Espero con el tiempo dedicarme cien por ciento a crear un libro pero por ahora estoy en eso de escribir relatos cortos o historias ya que como saben es un pasatiempo que me relaja.

Al final de esta historia les dejare mi carta de despedida ya que al menos aquí en fanfiction me despediré para siempre. En wattpad seguiré publicando así que si quieren saber como me va visiten mi perfil que es: dcimaginegirl

Si tienen dudas, preguntas o simplemente desean escribirme algo dejen sus comentarios y cada una de sus dudas serán respondidas en el final de esta historia junto a mi despedida.

Últimamente mi vida ha sido una montaña rusa de emociones, la verdad es agotador si por mi fuera me bajaría de inmediato ya que es horrible sentirse invencible un día y al siguiente querer acabar con todo pero bueno, ojala de a poco encuentre el equilibrio y escribir me ayuda muchismo a lograrlo.

Esta historia estará narrada en su totalidad por Quinn ya que en la anterior supimos todo sobre Rachel así que creí que es momento de saber como se siente la rubia así que bienvenidos a Libertad.

Sonrían la vida es mas bonita si lo hacemos

Att: Caro

Twitter: dcimaginegirl


LIBERTAD

La libertad no consiste en hacer lo que se quiere, sino en hacer lo que se debe

Capítulo 1: Hermosa

Mi nombre es Quinn Fabray tengo 24 años y estudio en la academia de artes aquí en Nueva York.

Llegue hace unos meses junto a mi novia, su nombre Rachel Berry, ella es abogada y ahora está trabajando en un caso complicado y como siempre estoy orgullosa de lo que hace. Probable nadie me recuerde si solo les cuento esta parte de mi historia, pero quizás lo hagan si les digo que hace un poco más de un año vivía encerrada en una celda en la que tuve que estar por seis años ¿lo ven? Ahí si me recuerdan. Es irónico lo sé, pero es una parte de mi vida que no puedo cambiar, es parte de mí y lamentablemente es lo que la gente más recuerda de mí, preferiría que me conocieran por mi arte, pero para muchos solo soy una historia trágica que tuvo un final feliz.

Y es que mi historia es bastante amplia, pero comenzare con lo básico nací y crecí en Nueva York mis padres son Russel y Judy Fabray además tengo un hermano mayor llamado Jason, él es arquitecto y mi mejor amigo, teníamos una vida tranquila como la de una típica familia hasta que un ataque al corazón me arrebato a mi padre. Nadie está preparado para perder a un ser querido menos de una manera tan repentina pero así sucedió y ese fue el primer golpe que me dio la vida.

Apenas tenía 10 años cuando sucedió y no entendía porque había pasado de esa manera, pero lo debía aceptar ya nada se podía hacer y bueno para mi corta edad eso destrozaba mi corazón aquel mismo día y sin saberlo en el funeral de mi padre conocería a quien después me secuestraria, irónico ¿verdad? El día de más oscuridad en mi vida se convirtió en un momento decisivo. Si me preguntan si presentí algo pues diré que no aquel hombre era uno más, no había nada extraño en él.

Pero no todo era malo en mi vida y con el tiempo entendí que había cosas que no podía cambiar por más que quisiera a los 13 años entre al equipo de animadoras de mi colegio y de a poco las cosas comenzaron a mejorar, de repente era la chica popular del instituto y debo admitir que me gustaba la atención, fue así como conocí a la primera chica que llamaría mi atención.

En ese momento fue aterrador ya que no sabía si aquellos sentimientos estaban bien o mal, pero los tenía, me gustaba y no podía evitar sentirme extraña. ¿Qué iba a saber yo con apenas 13 años? Bueno para mi mamá yo no tenía ni idea de lo que sentía o de lo que quería dos años después conocí a Samanta, ella entro al equipo de animadoras y conectamos enseguida, era divertida, hermosa y muy simpática, me gustaba todo de ella y lo inevitable sucedió nos enamoramos y con ello vinieron los problemas.

Mi madre nunca estuvo de acuerdo con ello e incluso llegue a escaparme de la casa para poder estar con ella. Para ella era inaceptable tener una hija con esos gustos, una vergüenza y eso dolía, no solo tenía que luchar contra una sociedad intolerante, sino que también con mi propia familia.

Cuando cumplí 17 años finalmente encontré un trabajo en una cafetería, era sencillo limpiar mesas, lavar platos y recibía el sueldo mínimo lo que para mí era ser millonaria. Lo que más deseaba era independizarme y de esa manera dejar de depender tanto de mi madre y ese era el inicio de conseguir lo que deseaba.

Nunca hubiera imaginado que una tarde cualquiera luego de salir de mi trabajo en medio de una lluvia torrencial mi vida cambiaría para siempre.

Era una mañana bastante fría por lo que me había colocado una bufanda y un abrigo para evitar tiritar de frío cada segundo, no recordaba que Nueva York tuviera este clima, pero estaba bien ya que finalmente estaba en casa y eso era lo que importaba.

La ciudad era hermosa para mí era absolutamente perfecta y hubo un momento en mi vida en el que temí no volver a recorrer sus calles.

Mi primer día en la Universidad había sido hacia un par de semanas y de a poco me iba acostumbrando a las clases, había sido un poco difícil al comienzo, pero de a poco me iba adaptando. Además, estaba estudiando lo que me gustaba y eso lo hacia todo más sencillo.

Al llegar me senté en la parte de adelante del salón, la materia que me tocaba era historia del arte con la señorita Rivers, era una mujer de unos 34 años, pero sus clases eran bastante aburridas, no era que no me interesara por aprender de la historia solo que la monotonía de la misma me agobiaba.

Finalmente termino y me dirigí hacia el salón del señor Thompson, su estudio era enorme allí podíamos pintar lo que quisiéramos y sin duda era mi clase favorita, nunca imaginé que mis dibujos se convertirían en mi manera de ganarme la vida, pero sin duda era algo increíble.

-Buen trabajo señorita Fabray – se acercaba a observar mi pintura

-Gracias – le dije algo tímida.

-Sabe...siempre que veo sus trabajos me emociono ya que son diferentes, el realismo que nos muestra es impecable, pero no se encasille en ello, explore no tenga miedo de probar nuevas técnicas

-Lo haré muchas gracias

Si tenía razón siempre dibujaba lo mismo, pero de cierta manera a todos les gustaba, quizás era tiempo de probar algo distinto y de esa manera demostrar mi talento. Quizás era la comodidad que sentía al hacer algo una y otra vez.

Por otro lado, aun no tenía amigos y es que bueno a mí se me hace muy difícil sociabilizar y aunque todos eran muy amables conmigo yo era demasiado tímida para mantener una conversación por más de dos minutos. Ni siquiera la terapia ayudaba con ello, pero debía ser paciente, apenas iba a ser un año de todo lo sucedido y confiaba en que con el tiempo me sintiera mejor.

Los avances que tenía en mi recuperación eran muy buenos según Alex a quien visitaba con frecuencia y la escribía cada viernes.

Ella ahora vivía en Nueva York lo que sin duda agradecía y es que había pedido un traspaso para el hospital más reconocido de la ciudad, era muy talentosa y me alegré mucho cuando me dio la noticia, de esa manera no perdíamos contacto, mi recuperación y mis ganas de salir adelante se las debía a ella, durante mis días en el hospital ella me repetía que no podía rendirme y no lo hice. No era sencillo superar algo como lo que yo había vivido, pero no podía dejarme vencer, debía salir adelante y eso era lo que estaba haciendo.

-Quinn ¿verdad? – se acercó a mí una chica un tanto alta de cabello negro y piel bronceada

-Si soy yo – dije sin mirarla y concentrada en mí trabajo.

-Soy Santana López – miré que me extendió su mano y yo la saludé – es increíble como trabajas y me preguntaba si bueno ¿me ayudarías?

-Claro – asentí sonriendo

-Perfecto, ven te enseño en lo que estoy trabajando.

De esa manera conocí a Santana López una chica de Chicago que había venido a Nueva York a perseguir sus sueños, con ella platicar no era incómodo de hecho me gustaba su sentido del humor, era muy buena en lo que hacía, pero ella prefería la escultura a dibujar por lo que sin duda se le dificultaba un poco ciertas técnicas y era en ello en lo que la ayudaba.

Era la tercera semana allí y de a poco las cosas comenzaban a mejorar.

¿Lo ven? No valía la pena desesperarse por encajar y es que con el tiempo las cosas tomarían su camino. Eso era lo que me repetía día a día y de esa forma encontraba fuerzas para continuar, no les mentiré aún me sentía aterrada pero no ganaba nada quedándome en casa a pensar en mi pasado, lo mejor que podía hacer en ese momento era avanzar.

-Odio el brócoli – me decía Santana mientras almorzábamos – enserio son pequeños arboles llenos de maldad

-No es verdad – me reía – tienes que probarlos aquí los preparan muy bien.

-Paso de verdad – me decía negando con la cabeza - mejor cuéntame de ti ¿tienes novio?

-Tengo novia, vivimos juntas no lejos de aquí

- ¿EN SERIO? – me decía muy emocionada – Yo también tengo novia se llama Britt vive conmigo hace un par de meses - al hablar de su chica note como su expresión cambiaba, sus ojos brillaban y no podía ocultar su sonrisa, lo mismo que me pasaba a mi cuando hablaba de Rachel.

-Que bien, la mía se llama Rachel, Rachel Berry - le dije sonriendo.

-Aww deben ser adorables juntas prométeme que la conoceré

-Claro que si – sonreí.

Pasar tiempo a lado de Santana era bueno, no era una chica aburrida y se podía conversar de cualquier cosa.

A eso de las tres de la tarde terminé mis clases y me dirigí a tomar un taxi, aun no podía viajar en el metro ya que la aglomeración de personas me causaba ansiedad, era horrible me sentía atrapada, el aire me comenzaba a faltar y de a poco me desvanecía, es así como Rachel me sugirió no tomar riesgos y regresar en taxi a la casa. Era un poco caro, a decir verdad, pero podíamos permitírnoslo.

Llegue a casa y note que Rachel aún no estaba allí, su horario era un poco complicado ya que algunos días pasaba en casa y otros todo el día desde temprano en la mañana hasta altas horas de la noche en su oficina, lo entendía era lo que amaba y así la quería yo. Su pasión por su trabajo no había cambiado, pero si su forma de verlo, ahora ella prefería pasar en casa los fines de semana a mi lado y nunca anteponía sus casos a nuestra relación, ella me decía que había aprendido su lección y no quería cometer los mismos errores de su pasado conmigo.

Llevábamos más de seis meses de noviazgo y para mi había sido el mejor tiempo de mi vida ella me entendía a la perfección y creo que el destino nos juntó, ella no tenía que estar afuera de la casa que me tenían el día que escape sin embargo ahí estaba, creo que todo sucede por algún motivo y daba gracias cada día que ella se cruzara en mi camino. No lo negare las cosas no eran sencillas y convivir con ella los primeros meses era difícil ya que no se adaptaba muy bien, pero de a poco la veía más feliz y más cómoda con la gran manzana.

-Hola amor – entraba saludando - ¿Qué tal?

-Hola Rach – sonreí y ella se acercó a besarme – todo bien

-Dios hace más frío cada día o es mi idea

-Tu idea mi amor - le decía observándola.

-Debe ser – decía sacándose el abrigo y caminando hacia la cocina - ¿Qué tal las clases?

-Muy bien me gustan mucho en especial las del señor Thompson

- ¿El que te hace dibujar libremente? – dijo tomando una manzana y acercándose hacia mi

-El mismo, también conocí a una chica

- ¿Me debo de poner celosa? – me sonreía.

-No Rach, me refiero a que hice una amiga me cae muy bien, se llama Santana

-Mi amor – me sonrió – estoy muy feliz por ti de verdad, que bueno que todo marche bien.

Rachel era muy paciente conmigo, algo que sin duda agradecía, habíamos estado seis meses juntas, pero nunca habíamos hecho el amor, supongo que no me siento lista para dar ese paso y ella lo entiende perfectamente, aun así, me siento muy mal de no poder darle todo lo que merece y tengo miedo de perderla, miedo de que se dé cuenta de lo rota que estoy y se aleje definitivamente de mí, si ese es mi más grande miedo, pero confió en su amor, me lo ha demostrado día a día.

-Te amo - me decía mientras nos besábamos - cada día estas más y más guapa.

-Sigo igual - le sonreía sobre sus labios.

-Igual de hermosa - y volvió a besarme, con ella sentía todo eso que las obras describían como amor, esas mariposas en el estómago, esa sonrisa idiota en el rostro, aquella electricidad que te recorre el cuerpo entero.

-Te amo - y realmente lo hacía.

Cerca de las nueve de la noche yo ya estaba recostada en la cama mientras Rachel acababa de imprimir unos documentos para su trabajo.

Yo leía como siempre algún libro y es que amaba sumergirme en alguna historia y es que aprendí la libertad que un simple libro podía brindar, Rachel en cambio adoraba ver películas durante sus tiempos libres, de hecho, cada sábado nos acomodábamos en la cama y veíamos una película distinta, eran nuestros sábados de ocio y los adoraba.

-Mi equipo de trabajo es un caos

- ¿Vanessa o Patrick? – ellos eran parte de su equipo de trabajo y desde que Rachel llego a la empresa le hacían la vida imposible lo único que podía pensar era en que los celos no les permitían ver más allá.

-Patrick, dios ambos son unos idiotas si no fuera por su incompetencia ganaríamos más casos

-Bueno ya sabes que debes tener paciencia

-Incluso la persona más paciente se agota Quinn

Al decir eso no pude evitar pensar en nosotras, por dios llevábamos seis meses y aun me costaba salir de la ducha y que ella me observara, puede que mi recuperación haya sido muy rápida, pero había cosas que aún no superaba, había situaciones que me atormentaban y no me gustaba hablar demasiado sobre eso.

No quería preocupar a Rachel con tontería así que prefería callarme…no sé si hago bien, pero por el momento solo quiero ser yo quien lidie con todo esto.

Claro que había la posibilidad de que ella se cansara de mí, que entendiera que estaba tan rota por dentro y finalmente se me fuera de mi vida y esa posibilidad me atormentaba día a día.

- ¿Por qué estás tan callada? – me dijo acercándose hacia mi

-No es nada solo pensaba un poco

- ¿Segura? – no, no estaba nada segura

-Sí, no te preocupes.

Y eso era lo único que le decía a Rachel, no quería hablar más estaba harta de eso, tan solo confiaba en que conforme el tiempo pasara me sentiría mejor.

A la mañana siguiente desperté temprano y me dirigí al baño. Había pasado tantos años sin mirarme al espejo que cuando por fin pude hacerlo no reconocí a la mujer del reflejo, así es me había convertido en una mujer y la niña asustada de 17 años que confió en un extraño se había esfumado.

Miraba atentamente cada rasgo de mi rostro en el espejo y suspiraba profundamente, lentamente me retire la camiseta que usaba para dormir y volví a observarme, mi piel era demasiado blanca, bueno siempre había sido así pero aquel día lo note peor, lo note casi repugnante y me dolió pensar en eso.

Estaba solo en sujetador frente al espejo observando cada detalle de mi cuerpo ya que aún quedaban cicatrices que me recordaban que el pasado había sido real y una lagrima cayo por mi mejilla.

-Quinn – observe su reflejo en el espejo - ¿Qué paso?

-Nada – susurré y quise cubrirme rápidamente

-Hey – me sujeto de las muñecas y me obligo a mirarla – soy yo.

Lentamente me hizo girar nuevamente hacia el espejo, retiro la toalla con la que trataba de cubrirme y me pidió que mirara mi reflejo.

-Eres hermosa y no lo digo solo porque eres la mujer que amo sino porque realmente eres preciosa, mira tus ojos – me dijo señalando hacia el espejo – tienen un color precioso no muchos tienen ojos tan impresionantes como los tuyos, tus labios son perfectos y te lo digo yo que los he probado – me sonrió y yo también lo hice – tu nariz parece perfectamente esculpida, es fina y delicada, además tu cabello así todo desarreglado es lo más sexy que he visto en el mundo – se colocó detrás de mí y me abrazo – te amo y eres hermosa nunca lo olvides – dijo dejando un beso en mi mejilla – pero esos no son todos los motivos por los cuales creo que eres hermosa – dijo susurrando – eres hermosa porque eres fuerte, porque eres valiente, porque eres inteligente…eso Quinn…eso te hace realmente hermosa.

Y por un instante decidí creerle, decidí dejar que las voces en mi cabeza se callaran, quise dejar mis miedos e inseguridades a un lado, pero por más que quería hacerlo, esa era una batalla que estaba comenzando a perder.