Los Pines eran dueños de una taberna a la que llamaban "La Taberna del Misterio". Mabel Pines y su hermano gemelo Mason o Dipper, como lo llamaban, se encargaban del entretenimiento, ella cantaba y bailaba mientras que él tocaba el piano. Algunas que otras veces ella se encargaba de ser mesera. Tambien estaban Soos Ramirez, un boxeador retirado, y Wendy Corduroy, una marimacho a la que habían echado de su hogar. Eran los "guardaespaldas" de la taberna. Si algún cliente pasado de copas comenzaba a hacer un lío o se trataba algo con Mabel, ahí estaban ellos para encargarse. Ellos tambien tenían trabajos secundarios, el de reparar las cosas y el de encargada de la barra de tragos.
El jefe era Stanley Pines, el tío de los gemelos. Él se encargaba de administrar la taberna y el dinero que obtenían, y por obtener era emborrachar a los clientes hasta el punto en que no se den cuenta cuando le sacaban las billeteras de los bolsillos. Tenía a su hermano gemelo Stanford como segundo al mando, pero él prefería encerrarse a leer libros sobrenaturales, pocas veces se lo veía.
—¡Niños, ya es hora!—Gritó Stan.
Los gemelos tomaron sus posiciones en el escenario. Dipper comenzó a tocar el piano seguido por el canto de su hermana. Ella bajó del escenario cantando y se acercó de forma coqueta a la muchedumbre de hombres en las mesas. Se acercaba al más ebrio, lo seducía con la mirada y una caricia de aqui para allá, muy discretamente le sacaba la billetera y se la pasaba a su tío que cada vez que hacía eso se ponía detrás de ella. La gente que notaba eso, o optaba por restarle atención o simplemente estaban muy ebrios para darse cuenta de lo que estaba pasando. Cuando terminaba el acto siempre gritaban por más y los gemelos complacían sus peticiones.
—¡Wow, que noche!— Dijo Mabel sentándose en la barra de tragos frente a Wendy, quien estaba limpiando un vaso —Me vendría bien algo de beber.
—Mabel, te quiero, pero sabes que aún eres menor de edad. Además tu tío me despediría si te doy alcohol— dijo Wendy.
Ella bufó —Pffshh el no tiene por que saberlo— hizo un gesto con la mano —Además si la policía no está cerca; ¡todo es legal! Ya sabes...el lema del tío Stan.
—Hazle caso, Mabel. Ya sabes que al tío no le gusta que bebamos de la mercancía sin su permiso— habló su hermano, como siempre, muy serio.
—Ughhh está bien...Wendy ¿Me darías un poco de agua por favor?
La pelirroja llenó un vaso con agua del grifo y se lo dió a la castaña quien, se lo bebió todo de un trago.
Dipper aprovechó para hablarle —Deberías cantar sólamente en el escenario y no bajar a toquetear a los clientes—
—Hey ¿Qué quieres que haga? Así es como le consigo dinero a los tíos...y de paso algún potencial lindo futuro esposo— dijo lo último en un susurro inaudible.
—No me gusta como te miran— aclaró el joven.
—Pues aguántate— le respondió su hermana.
Él quedó mirandole en silencio hasta que Stan apareció, aclarándose la garganta para llamar su atención.
—Necesito que uno de ustedes vaya con Soos a conseguir mas mercancía— dijo señalando con su pulgar hacia la salida.
—¡Yo lo haré!— Dijo rápidamente Mabel.
—Muy bien. Él está esperando afuera
Ella se levantó de su asiento y camino alegremente hacia la salida, cacheteando alguna mano traviesa de algún cliente que se atreviera a tocarla. Cuando por fin salió, Dipper se dirigió a su tío.
—¿Estará bien con esa ropa a estas horas de la noche?— Preguntó inseguro.
—Tranquilo— respondió su tío haciendo un gesto con las manos —Mientras Soos esté con ella, nada le pasará.
Ellos no habian notado que un hombre se levanto y salió unos momentos después de que la castaña lo hiciera.
Mabel y Soos caminaron hasta lo que parecía un club nocturno.
—Mabel...preferiría que no entres a este lugar. No sabes lo que puede pasar— dijo Soos algo nervioso.
—¡Tú tranquilo, Soos! Me quedaré aquí afuera— respondió sonriente la castaña.
—¿Estarás bien tú — Preguntó angustiado —Tu tío me cortará la cabeza si te pasa algo.
—Estaré bien— le dió una sonrisa reconfortante —Tú solo entra ahí y consigue lo que Stan quiere.
Él asintió con la cabeza y entró al club. La castaña se quedó parada en la entrada, cantuterreando una melodía cuando sintió algo suave por su pierna. Bajó la mirada y vió que era un gato negro de ojos amarillos.
—Aww es solo un gatito.
Se agachó para poder mimarlo pero el gato salió corriendo.
—¡Hey, espera!
Lo siguió hasta un callejón sin salida y el gato saltó por la muralla.
—Oh, genial— se dijo a sí misma quedandose mirando por donde saltó, sin darse cuenta del sonido de pisadas detrás de ella.
—Vaya, vaya, vaya, ¿Pero qué tenemos aquí?— dijo una voz detrás de ella.
Ella volteó lentamente y se encontró con tres muchachos que se veían mas o menos de diecisiete. Uno de ellos tenía un palo en la mano.
—¿Acaso no te enseñaron a no vagar por las calles a esta hora tú sola?— Dijo el que parecía ser el jefe de los tres. Estaba sonriendo maliciosamente. Era una sonrisa que expresaba diversión para él y peligro para ella.
—Para tú información, chico, no estoy sola; estoy con un amigo.
—Pues yo no veo ninguna otra persona por ningún lado. Mark, Clayton ¿Ustedes ven a alguien por aquí?
—Para nada, jefe— dijo el que se llamaba Mark.
—Ninguna sola alma, además de esta preciosura que tenemos enfrente, James— dijo Clayton.
El jefe, que al parecer se llamaba James, se rió y sacó una navaja de su bolsillo, acercándose a Mabel —¿Lo ves, niña? Estás sola.
La castaña retrocedió hasta chocar contra la pared. La tenían acorralada y no había nadie que pueda ayudarla. Jamás debió seguir al gato, su actitud infantil la volvió a meter en problemas.
—¿Qué esta pasando aquí?
Todos voltearon a ver quien era el dueño de la voz. Los tres muchachos se sorprendieron y lucían asustados.
—Bill...— susurró James.
El hombre del traje amarillo y sombrero se acercó a ellos.
—¿Y bien, no van a contestar?—
Los tres intercambiaron miradas mientras Mabel veía todo con una expresión de confusión ¿Por qué temerle a un hombre bien vestido?
—Nosotros...solo queriamos un poco de diversión— respondió Clayton.
El hombre rió —¿Diversión? Dime niña ¿Te estas divertiendo?— Se dirigió a la castaña quien negó rápidamente la cabeza. Los fulminó con la mirada y ellos agacharon la cabeza.
—Vuelvan por donde vinieron— ordenó.
Los tres salieron corriendo dejandolos solos.
El hombre se acercó a ella con las manos en los bolsillos —¿Está bien? Nunca ha estado fuera de casa de noche ¿no es así?
Ella negó con la cabeza —Gracias por salvarme.
—Ni lo mencione.
La castaña lo observó un poco: tenía el cabello rubio, aunque su sombrero lo ocultaba, y los ojos miel, pero eran tan claros que parecian amarillos.
La escoltó fuera del callejón donde lo esperaba un auto.
—¿Cuál es su nombre?— Preguntó de repente, muy cortés.
—Mabel Pines. Y ¿el suyo?
—Mi nombre no importa. Bien, Señorita Pines, ¿Quiere que la lleve a su casa?— dijo abriendo la puerta del auto.
—Yo...
—¡Mabel, ahí estás!— Dijo una voz.
Ella volteó y vió a Soos venir corriendo hacia ellos —¡Soos!
—¡Oh, que alivio que estés bien! Creí por un momento que te había pasado algo. Soos reconoció al hombre parado al lado de ella y su expresión cambió a una de temor.
—Debes cuidarla mejor. Tienes suerte de que yo estaba ahí para protegerla— dijo mirandolo con una sonrisa burlona.
—Gracias, señor, no volverá a pasar, adios— dijo rápidamente Soos, agarrando del brazo a Mabel y llevandosela con él.
—Soos ¿Cuál es tu problema? ¿Por qué actúas así con él?— Dijo la castaña, molesta.
—Ese hombre es peligroso, Mabel. Te recomiendo no acercarte a él, no trae mas que problemas—
Ella volteó a ver por última vez al rubio quien, estaba sonriendole con calma y despidiendose con la mano.
"Mabel Pines...tengo que hacerte mía"
