Aquel chico de ojos color aguamarina abrió el libro una vez que pudo estar a solas, abrió el libro y noto un pequeño bulto entre las hojas, fue directamente a la página que marcaba y vio un papel perfectamente doblado, abrió con delicadeza el papel y busco entre las demás páginas del libro…
Alnoah Zero no me pertenece, tampoco los personajes aquí utilizados.
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—Inaho.
—Selum-san.
Era de esos días en los cuales se encontraban en un café, aun la joven princesa se disfrazaba para ello aunque la guerra había acabado.
Ya no había de que conversar y el silencio domino por unos minutos hasta que volvió a hablar.
—Slaine... ¿Cómo está? — La expresión de la princesa cambio a una llena de seriedad y preocupación.
—Está bien, aún sigue sin querer comer pero ya he hablado con él varias veces.
—Lo sabía— apretó aquella falda que llevaba puesta con sus puños. —Lo mejor será que yo hablé con él.
—No.
—¿Eh? —abrió los ojos sorprendida.
—Es imposible, para todos está muerto, mantenerlo oculto es el acuerdo, que vayas podría arruinarlo todo y entonces ni tu podrías evitar los conflictos que la noticia provocaría.
—Pero...
—Lo siento, Selum-san. Me retiro, llego tarde a una cita.
Se levantó con brusquedad de su asiento dejando a la chica confundida. ¿Por qué había actuado de esa manera? Ciertamente ella podría visitar a Slaine cuando gustase pero algo de ello le irritaba. Incluso Inaho estuvo muerto para Asseilum durante un largo tiempo, la noticia de la muerte del albino la había desconcertado ya que en sus propias palabras "había roto su palabra" y después de eso se había enfadado.
Después de todo aquello Inaho había recibió una llamada referente al chico comunicando su mal comportamiento y por casualidad la princesa había entrado a su despacho en ese momento para disculpase. Lagrimas habían comenzado a recorrer sus mejillas. El castaño no hizo más que cortar la llamada y comenzar a explicar. Si eso no hubiera pasado aun seguiría muerto para ella. Vaya mala suerte que tenía.
De un momento a otro había recordado eso, se recargo más en la silla y miro al frente observando un punto inexistente en el cielo.
Su celular comenzó a vibrar.
—¿Qué sucede?
—Termino la investigación. La operación puede iniciar en cualquier momento—. La voz de Rayet sonaba por aquel altavoz.
—Voy para allá.
Durante semanas aquella chica había estado buscando rutas alternas para escapar de aquella mansión en ruinas, infiltrándose. Inaho se había encargado de conseguir los horarios de los guardias ya solo faltaba eso; parecía que todo el plan estaba hecho.
Llego a su casa y fue recibido por su hermana, Rayet estaba ahí también.
—Llegas tarde — la voz de Inko le tomó por sorpresa.
—¿Y bien? — Rayet interrumpió.
—Sera hoy, está decidido.
—¿Eh? ¿De qué hablan?
—Necesito de tu ayuda.
—Por supuesto pero, ¿de qué se trata todo esto? — La chica estaba confundida aunque estaba acostumbrada a tanto misterio por parte del castaño.
—Esta noche Slaine Troyard será liberado.
Eso no se lo esperaba.
—Estas bromeando, ¿cierto? ¡Intento asesinarte dos veces sino es que más! ¡¿Y aun así pretendes liberarlo?!
—Yuki-nee.
—Aquí está, no fue nada fácil conseguirla.
—Gracias.
—¿Estás de acuerdo con esto? — La pregunta fue dirigida a la mayor.
—No se puede evitar, si eso lo hace feliz no puedo hacer nada en contra. De cualquier forma la conseguiría.
—Inaho, ¿estás seguro de esto?
—¿Me puedes prestar tu ayuda? — la miro esperando una respuesta.
—No hay escapatoria, ¿no? — Sonrió.
—Pásame ese libro. Yuki-nee, un cuchillo. Rayet-san, escribe todo lo que descubriste es esta hoja.
Con el libro y el cuchillo en manos comenzó a hacer un pequeño hueco en el del tamaño exacto como para que entrara la llave que le había dado su hermana momentos antes.
—¿Qué hora es? — Pregunto ya cuando había terminado.
—Ya son más de las 4— respondió Inko.
—Inaho— Rayet le dio la pequeña hoja de papel ya con toda la información en ella.
—Yuki-nee.
—Lo sé, lo sé, aunque tu invitado estará enfadado por tu retraso.
Sonrió como respuesta.
Todos salieron de aquel aquella habitación.
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Ahora cada quien estaba en su posición.
—¿Cómo van las cosas por allá, Rayet-san?
La chica estaba oculta entre unas ramas observando la entrada de aquella mansión en ruinas.
—No hay ningún movimiento aun.
La comunicación ceso durante unos segundos.
—Disculpa.
La chica espero a que continuara.
—Por pedir tu ayuda para esto.
Aunque no era visible para Inaho ella sonrió. Le parecía emocionante ayudar a ese prisionero aun sabiendo de quien se trataba, tanta paz en su vida le resultaba aburrida y eso le ayudo a salir un poco de la monotonía.
—Está bien, no me molesta.
Y con ello cortaron comunicación y siguieron esperando, pero era preocupante, ya casi se daba la hora y no parecía haber algo inusual, todo estaba tan tranquilo.
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Esperaba pacientemente, según aquellas notas a media noche la vigilancia era casi nula, ¿a quién se le ocurría tal estupidez?
La última ronda era a las 11:55 pm, dándose las 12:00 am se hacia el cambio de guardias y mientras platicaban entre compañeros 20 minutos se pasaban rápido, en ese lapso él tenía que escapar. Si dejaba pasar eso tendría otra oportunidad hasta las 10:00 am en punto y se repetía el proceso.
Las notas eran claras y los horarios estaban completos, incluso contenía el tiempo aproximado en el que los guardias descubrirían que no estaba en su celda. Agradeció a la princesa, gracias a ella Inaho no lo había asesinado, aunque de alguna forma sentía que con o sin aquella petición no lo habría hecho, pero sólo era un presentimiento y aun así era sin lugar a dudas u enemigo con el cual no te gustaría tener un combate a muerte, claro, el ya había pasado por dos de ellos, ¿o más? Aquella fama que se hizo le quedaba muy bien.
Escucho pasos, se cobijó con la única sabana que tenía y fingió estar dormido. Una luz recorría la celda, cada rincón, lentamente. Segundos después los pasos fueron desapareciendo. Espero unos momentos más y se levantó, abrió el libro en la parte que dejo un separador y saco la llave, aquel tipo se las había ingeniado bien, pero aún más importante que eso, ¿cómo la había conseguido?
Saco la mano en busca del orificio donde debía entrar la llave. Después de varios intentos abrió el cerrojo, quito la llave y salió casi corriendo pero regresando de la misma forma segundos después ya que olvidaba algo importante que debía regresar, el libro.
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—Inaho, el carro con el cambio de guardias está llegando.
Se quedó pensando un momento.
—Esperemos un poco más.
—Claro.
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—Aquí—. Slaine corría por los pasillos intentando encontrar una salida.
Tanto correr le tenía exhausto y cargar con aquel libro era molesto pero tampoco quería dejarlo.
Dio vuelta y entonces la encontró, aquella puerta que lo llevaba a la jaula de cristal, puso la mano sobre ella e intento abrirla.
"¿Por qué escapas?" Una voz dentro de su cabeza le hizo esa pregunta.
"¿Allí afuera quien te defenderá?"
Una sonrisa se formó en sus labios cerrando su puño a la vez.
—Porque no sé si puedo quedarme aquí.
Terminando de decir aquello siguió su camino subiendo por unas escaleras, quizás no debió tomar ese camino pero era el que mejor conocía.
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—Tal vez no escape hoy— menciono Inko por el comunicador.
No recibió respuesta.
—Inaho, hay movimiento, todos los guardias comienzan a movilizarse dentro de la mansión— Rayet interrumpía con una voz calmada.
Chasqueo la lengua.
—Rayet-san, continúa en tu posición. Inko, ¿puedes intervenir? — Dio órdenes a las chicas, seguramente ya lo habían descubierto y eso suponía un problema.
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Slaine se escondía detrás de una puerta, "muy original", pensaba.
Los pasos se escuchaban por el corredor, corrían buscándolo, dando órdenes de donde posiblemente se pudo esconder.
Esperaba paciente, pues salir en cualquier momento no era una opción, tal vez le debió dar un arma en vez del estúpido libro.
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—Puerta... Puerta... — Se repetía constantemente, según Rayet había una puerta que la llevaría a la cocina y le daría acceso a lo que eran el vestíbulo de la mansión.
La vestimenta que llevaba era la misma de los guardias, solo rogaba para que no la encontraran y que fuera ella la primera en encontrar al chico.
—Inko, la tercera puerta.
—¡Rayet, gracias!
Escucho un "sí" y continúo con su camino intentando abrir la puerta señalada pero tenía seguro.
—No... — susurro para sí misma y miro sus alrededores, estaba sola. Con el codo dio un golpe al vidrio e intento abrirla pero el resultado fue el mismo. Suspiro y decidió darle una patada, la puerta cayo completa creando un ruido apenas audible, o eso pensaba ella.
Entro lo más rápido que pudo iluminando su camino ya que si tropezaba con algo posiblemente llamaría la atención.
"Rayet", pensaba. Había tres puertas más, nadie le había dicho que aquella mansión era un laberinto interminable o el antiguo propietario amaba las puertas, soltó un suspiro resignada y decidió probar su suerte.
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—Rayet-san.
—Inko ya entro a la mansión pero aun no encuentra al chico.
—Entiendo.
Ya era la una y aun no podían saber nada acerca del escape, incluso Inaho se sentía un poco preocupado, tal vez debió ponerle un arma dentro del libro también.
Salió de su escondite y camino hacia la mansión, no dudaba de las habilidades de las chicas pero Rayet no debía abandonar su posición a menos que fuera necesaria una distracción la cual sólo serviría una vez y aparte era la francotiradora, Inko llevaría a Slaine hasta donde estaba él y en caso de que los siguieran debía servir de apoyo para mantenerlos a raya, todo, incluida la salida de Troyard duraba no menos de una hora que sería el tiempo suficiente para escapar y que se dieran cuenta que había salido pero tal parecía que habían encontrado al murciélago mucho antes de lo planeado, eso lo irrito un poco.
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Ya no escuchaba pasos cerca, fue cuando decidió salir de su escondite que ahora era una pared, agradecía que no hubiera mucha iluminación.
Corrió subiendo por unas escaleras que no sabía a donde lo llevarían, todo ese terreno era tan desconocido, no salía más lejos que para llegar a la jaula después de cada visita bajaba nuevamente hasta llegar a su celda, esa mansión realmente era un dolor de cabeza, no sabía de pasillos y con la poca iluminación poco le servía lo que le había puesto el castaño en la hoja que le había dejado en el libro.
Escucho pasos nuevamente pero esta vez no tenía a donde correr, el pasillo estaba solo y la única puerta que le podía servir había quedado unos metros atrás, era estúpidamente largo ese pasillo y como si fuera poco con solo unos cuadros, ¿qué tipo de persona pudo vivir ahí?, se lo preguntaba.
Sin más se quedó ahí, parado, preparándose para un combate cuerpo a cuerpo aunque fueran pocas sus habilidades en eso.
Aquella luz cada vez se acercaba más, prefirió atacar por sorpresa y se pegó al muro, esperando.
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Inko aun seguía corriendo por los pasillos probando suerte con cada puerta que encontraba abierta o cerrada, esperando por encontrar a Slaine escondido pero tal parecía que toda su suerte se había ido con todos los combates en los cuales no salió herida.
—Inko.
—Inaho, ¿qué sucede?
—¿Dónde estás? ¿Ya lo encontraste?
—Aun no, quizás ya lo capturaron los militares, van varios metros en los que no veo a ninguno cerca.
—No es posible, quizás están buscando en la parte de abajo, hay pocos militares en los pisos de arriaba.
La chica corría por un pasillo que la obligaba a dar vuelta a la izquierda, mejor para ella, así ya no tendría mas lugares en que buscar por el momento.
Giro y primero hizo un reconocimiento rápido con la poca luz que tenía.
—Esto no se compara en nada a un combate real, esto parece ser más complicado—. Se quejaba.
—Es porque no tenemos el suficiente apoyo y se complica un poco.
—Puede ser... — Suspiro.
No le dio tiempo a mucho más que pensar que había pasado. Ahora estaba en el piso intentando regresar el golpe a quien quiera que fuera y sacar una de sus armas que tenía a sus costados y apuntar.
Slaine no creyó que algo tan simple pudiera derribar a un guardia, pero por más que estúpido que fuera, ponerle el pie había funcionado.
No podía asegurarlo pero podía apostar que había soltado su arma, avanzo un poco tropezando con ella, ahora el también se encontraba en el piso siendo apuntado por el guardia.
—Inko, ¿estás bien? — Preguntaba Inaho a través del comunicador, había escuchado como cayo su amiga y eso le tomó por sorpresa, quizás había chocado con un guardia.
—Sí, lo estoy, solo que tropecé con algo o alguien— Se levantó rápidamente apuntando y encontró a ese alguien.
Un momento le basto para reconocerlo gracias a la luz que llegaba a colarse de una pequeña ventana.
—Inaho, — se quitaba el casco— lo encontré.
Slaine sintió pánico con esas palabras, era cuestión de tiempo para que llegaran los demás y quizás esta vez sí terminaría muerto. El arma estaba a pocos centímetros de él, ¿por qué no se movía? ¿Porque no reaccionaba su cuerpo?
Inko camino un poco bajando su arma para poder ayudarle a levantarse.
—Slaine Troyard.
Al escuchar su nombre no dudo más y tomo el arma, apuntando.
—¡Inko...!
Ella miro atrás, grave error, un disparo paso a centímetros de ella y sintió como alguien la tiraba al suelo.
Un segundo disparo se escuchó, esta vez fue dirigido a Slaine quien tiro el arma dando una sonrisa llena de superioridad.
—Llegas tarde, tal vez se te está haciendo costumbre.
—Koumori... — Bajo su arma lentamente.
—Ina...
El segundo disparo alerto a los guardias que estaban pisos arriba.
Un tercer disparo se hizo presente a los pies de la chica cuando intento acercarse.
—Sal de aquí y prepara el auto— dio su última orden a la chica quien no dudó en hacer lo que le habían dicho.
—Slaine Troyard— el guardia apuntaba al chico quien se levantó lentamente dándole la cara.
—Rayet-san…
Dijo a través del intercambiador y en cuestión de segundos un disparo le dio al soldado en la cabeza.
Inaho agarro de la mano a Slaine y comenzó a correr por aquel pasillo donde segundos antes había salido Inko.
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Rayet al escuchar la voz de Inaho disparo a la ventana en la cual había un saldado apuntando a alguien, supuso que esa seria pero para no errar volvió a disparar a diferentes ventanas al azar destruyendo los vidrios y llamando la atención de los demás cuando vio a Inko salir, estaba a salvo y eso le quito un peso de encima por poco tiempo pues dos guardias la seguían, no dudo en disparar y a los pocos segundos escucho aquella voz diciendo "gracias".
Continúo con lo suyo.
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Slaine no podía continuar, realmente estaba exhausto y se lo hizo saber repetidas veces al castaño quien parecía no hacerle caso.
Miro a su alrededor y noto varios vidrios en el piso los cuales creaban destellos con la luz de la luna, este miro al cielo y al bajar por la escaleras no piso bien un escalón y tropezó haciéndolos caer a ambos; Inaho, quien teniendo unos reflejos envidiables antes de rodar por aquellas escaleras abrazo a Slaine recibiendo casi todos los golpes.
—Oye, Orenjiiro, ¿estás bien? — Pregunto exaltado pues el castaño no se movía.
Unos guardias al escuchar el estruendo llegaron al lugar apuntando con las armas.
—¡Están aquí! —Grito un guardia y otro bajo rápido las escaleras.
—Rayet-san, ahora—. Dijo Inaho y en un movimiento rápido dio media vuelta y disparo al soldado que bajaba— ¿Estas bien? — Volvió a disparar ahora al que había gritado antes.
No sabía porque sentía su cara un poco caliente, ¿se había sonrojado? Eso sí era imposible pero fue la culpa de ese pues antes de que se diera la vuelta para disparar había susurrado aquello en su oreja, ¿en verdad era tan patético?
—Levántate— le ordeno.
Intento hacerlo pero un dolor se lo impidió.
—Creo que me torcí el tobillo—. Llevo sus manos a su tobillo derecho y se tocó lentamente, al hacerlo sintió un dolor casi insoportable.
Inaho se agacho nuevamente y paso un brazo por la cintura ajena y con su mano libre guio el brazo de Slaine por su cuello.
—O-oye, ¿Qué haces? —aquel movimiento lo había tomado por sorpresa.
—Sólo cállate—. Dijo y lo guio hasta una mesa para que se sentara. —Inko, trae la camioneta hasta la entrada.
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Rayet al escuchar la última orden del castaño brinco cayendo del árbol y comenzó a correr a la entrada principal deshaciéndose con movimientos hábiles de algunos guardias quien caían al piso.
Entro y rápidamente comenzó a dispar a quienes se acercaban a Inaho, nunca se imaginó que ya estarían ahí pero eso lo hacía más rápido todo.
—Rayet-san—. Inaho igual dispara a los guardias esperando por Rayet, incluso el de ojos aguamarina ayudaba desde donde estaba. —Inko viene en camino, debemos llegar a la puerta rápido.
Ella asintió y miro mejor al ex prisionero, en definitiva la ropa le quedaba algo grande pues uno de sus hombros estaba descubierto.
Un disparo pasó ante ellos rozando el hombro de Slaine creando una distracción para todos.
—Ayúdame a llevarlo.
—Entendido.
Entre los dos cargaron a Slaine quien ahora se quejaba por aquel roce que comenzaba a sangrar.
—Inko debe llegar en cualquier momento.
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—Inko…
Antes de que se lo ordenara ella ya había arranco el coche pisando el acelerador pues no esperaría más.
Llego más rápido de lo esperado bajando apresuradamente, —vamos—. Grito y abrió las puertas cubriendo a los demás mientras subían.
—Listo—. Rayet ya estaba del lado de piloto y la choca subió aun disparando a unos cuantos soldados que se aceraran.
—¡Rayet! — Grito ella cerrando la puerta.
Así la chica piso a fondo y salieron de ahí.
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A excepción de Inko los demás respiraban con dificultad. Ella los miro detenidamente y suspiro aliviada.
—Lo hicimos— susurro.
—Sí— respondió Rayet.
Miro nuevamente a Inaho y después al prisionero quien tenía una mancha roja en la ropa.
—Estas sangrando— dijo asustada.
—No es nada, sólo un simple roce.
Pero antes de que hiciera algo el castaño ya tenía el botiquín y había empezado a desinfectar la herida.
—Inaho— llamo Rayet.
—Vamos a casa— Sonrió mientras ponía acomodaba la venda en el brazo con rudeza haciendo que el albino soltara un quejido.
¡Uff! Hasta que vio luz verde este primer capítulo. Gracias por leer y darle una oportunidad a este pequeño escrito.
