Muy buenas! De nuevo aquí Siento la tardanza. Este Fanfic no es como los demás. Espero que os guste.

DULCE VIDA.

MES 1, CALOR.

Estaba muy enfadada con él. Estaba realmente harta de sus tonterías. Siempre igual. ¿Quién se creía que era? No era Sherlock Holmes. Recién cumplidos sus siete años y ya se creía un gran detective. Y no es que eso le molestara, en lo absoluto. Solo que por esas tonterías, la dejaba tirada. Y más que eso, muchas veces sentía que le molestaba su compañía. La pequeña Ran se sentía más pequeña de lo que era a su lado. Le dolía pensar que al ser él tan inteligente pensara que ella no lo merecía. Sí, solían pelearse a menudo, pero si de algo estaba segura era de que quería a ese pequeño maniático de los detectives más que a nada en este mundo. Ese día habían vuelto a discutir y a él la situación se le fue de las manos y dijo cosas que por nada del mundo sentía. Y le hizo mucho daño.

"-¡Entiende de una buena vez que me estorbas!"

Esa frase se había incrustado en el corazón de la pequeña, quien decidió correr antes de dejar que aquel imbécil al que tenía como mejor amigo la viese llorar. Le había dolido, pero mucho más, le había decepcionado. ¿Tan horrible era que no quería ser su amigo? Se había pasado la tarde llorando, encerrada en su cuarto. Ni siquiera se había dignado a salir para comer algo. Desde que Eri se fue de casa, todo en la vida de Ran parecía haber caído. Se sentía tan sóla. Su padre se pasaba las 24 horas del día dando bandazos de aquí allá, en algún bar o por el contrario, trabajando. El día después de la discusión con Shinichi no fue al colegio, convenció a su padre para que la dejara quedarse en casa con la excusa de que le dolía mucho la cabeza.

En cuanto al hijo de los Kudo, éste no podía estar más preocupado. Se había pasado tres pueblos con su amiga. Llevaba un día de perros y lo había pagado con ella, quién no tenía culpa de nada. Últimamente discutían mucho y había llegado a la conclusión de que ella se sentía inferior a él. Y que ella pensaba que no la quería o algo por el estilo. Y no podía culparla porque realmente se había portado muy mal con ella y más en esos momentos en los que más lo necesitaba. Pero sus pensamientos eran totalmente erróneos. Él la quería un montón pero le costaba mostrar sus sentimientos. Tenía pensado disculparse al día siguiente en el colegio. Pero ella no fue y aquello disparó todas sus alarmas. Ella nunca faltaba a clases. NUNCA. Ni siquiera cuando estaba enferma. Aquello lo preocupó de verdad.

"¿Y si le ha pasado algo?"

Aquellos pensamientos desmoralizaron al pequeño. Sabía que se metería en un buen lío pero en cuanto a la pequeña Ran se trataba, todo pensamiento racional abandonaba su cerebro. Y no sé le ocurrió otra cosa que escaparse del colegio para buscar a su amiga, con la preocupación de que realmente le hubiera pasado algo. Estaba muy asustado y nunca había tenido tanto miedo de perder a alguien. La buscó por toda la ciudad, sin siquiera pararse a pensar en que podría estar perfectamente en su casa. Una ansiedad terrible se adueñó por completo de su cuerpo. Cuando al fin decidió buscarla en su casa ya llevaba un rato que las lágrimas caían sin control alguno por su rostro. Subió las escaleras a toda prisa y prácticamente aporreó la puerta. Cuando Kogoro Mouri abrió la puerta lo último que se podía esperar era al hijo de su amigo Yusaku y su mujer Yukiko, llorando y medio asfixiado.

-¿¡Dónde está Ran!?

Kogoro sintió pena por el chico, parecía realmente asustado. Él debía irse a trabajar y se figuraba que los Kudo no tenían ni remota idea de que su hijo se encontraba en su casa, llorando. Decidió dejarlo entrar y que se quedara con Ran. Llamaría a sus padres para darles el aviso. Shinichi entró a toda velocidad a la casa y sin molestarse siquiera abrió la puerta de la habitación de Ran.

Ran se quedó helada al ver a su querido amigo en la entrada de su habitación, con los ojos irritados y la nariz roja, totalmente exhausto.

-¿Qué te ha pasado Shinichi?

Él no contestó. Tan solo se abalanzó sobre ella y la estrechó entre sus brazos, llorando a más no poder y casi suplicando por su perdón, jurando no volver a gritarle.

Ran devolvió el abrazo con el mismo entusiasmo y trató de calmarlo.

Aquella fue la primera vez que Ran Mouri vio a Shinichi Kudo Llorar como un bebé. Y se sintió bien, pues supo entonces que sus destinos caminaría juntos.