Historias cruzadas
1: Experimento Fallido
No hay nada que un niño disfrute más que salir y jugar al aire libre, sentir esa vitalidad y energía desbordantes. Nada es más perfecto para un niño que poder ser libre y jugar libre.
O al menos eso pensaba él.
A sus escasos ocho años, Alexi era un niño huérfano, atrapado entre las cuatro paredes del orfanato al que había llegado tras la trágica muerte de sus padres cuando él apenas tenía seis años. Dos años en ese lugar le habían dejado más que claro que su suerte no había sido la mejor de todas.
El orfanato Spring Hill aparentaba ser un buen lugar, donde se cuidaba adecuadamente a los niños que llegaban ahí. Pero la verdad era que en ese lugar había científicos que usaban a los niños para hacer experimentos de lo más inhumano. Varias veces el pequeño Alexi escuchaba asustado los gritos de otros niños, el sonido de explosiones e incluso gruñidos semejantes a los de un monstruo.
"Duele..." Pensó el pequeño pelirrojo mientras veía el lugar donde le habían inyectado algo hacía apenas unos minutos, después miró su muñeca derecha, ahí le habían tatuado algo: "00X"... su número.
Escuchó la puerta abrirse y levantó la mirada. En la pequeña habitación entraron un científico joven de mirada bondadosa y una mujer anciana. Ambos miraban con cierto aire de tristeza a Alexi, pero el hombre trató de ser optimista.
-¡Hey, Alexi! ¿Qué tal te ha ido?- Dijo mientras se sentaba a lado del menor le ponía el puño enfrente para "chocarlas". Alexi sonrió y respondió e saludo, pero a la hora de querer hablar, tuvo que hacer un gran esfuerzo.
-B...biennn, g...gra...cias... John.- Respondió Alexi casi forzándose a hablar bien. La mujer mayor lo vio con tristeza para luego voltear a ver de mala manera a John.
-Nani, yo no participé en esto.- Se excusó poniendo sus manos al frente, luego, volteando a ver al pequeño, le preguntó.- ¿Desde hace cuánto te inyectan eso?
Alexi miró hacia otro lado como queriendo recordar algo para luego poner una de sus manitas enfrente con tres dedos levantados. Nani bajó la cabeza y John le miró algo incrédulo.
-¿¡Tres meses!?-Se incorporó de la cama del niño y se rascó la cabeza.- Vaya que se puede perder mucho tiempo encerrado en un laboratorio. Y tal parecía que sí, pues John había sentido que sólo había estado en el laboratorio por dos semanas a lo mucho. Tenía que hacer un experimento sobre el efecto de ciertas sustancias en el organismo de los humanos. Debía admitirlo, el científico empezaba a odiar trabajar ahí, experimentar con criaturitas inocentes y hacerlas sufrir simplemente le parecía inhumano. Sólo no se había ido de ahí por Alexi, le había tomado cariño al niño, y quería estar ahí para protegerlo de los demás científicos y niños lo más que pudiera.
Los científicos en Spring Hill tenían el libre acceso a interactuar con los niños, hablar, jugar conversar, o hacer cosas más oscuras con ellos. Eso era lo que preocupaba más a John, él sabía que Alexi, desde el momento en que había entrado a aquel lugar se había convertido en el objetivo de muchos. El niño había sido inclusive víctima de un grupo de niños bravucones el primer más o menos a la semana de haber llegado, los niños le golpearon y dejaron muy mal; desde ese día el niño pelirrojo le tenía pavor a salir de su habitación. Honestamente se sentía con suerte de haber conocido a John y a Nani, un científico y una cuidadora que eran diferentes a los demás.
"Tal vez... así sea mejor. "Pensó una ocasión Alexi mientras veía a unos niños jugar felices afuera. Spring Hill estaba situado justo al lado de una escuela primaria. "A lo mejor yo soy un peligro para los demás. Tal vez por eso me odien." Se dijo a sí mismo, más para criticarse que para consolarse; abrazó sus piernas y comenzó a sollozar en silencio, su voz estaba casi extinta. Los científicos le inyectaban semanalmente algo, una especie de droga, que iba inutilizando lentamente las cueras vocales del menor. Esto no le agradó en absoluto a John.
Un día, decidido el hombre fue directamente a la oficina del superior para quejarse de la situación de Alexi.
-¿Está usted loco?- Preguntó John casi a gritos a un hombre bajo de edad avanzada, el hombre frunció el ceño.
-Más bien eres tú el que está mal, John.- Dijo el superior con tosquedad.- Sabes que es parte de los procesos ir preparando a nuestros sujetos de prueba para que estén en las mejores condiciones para nuestros experimentos.
-Sí, ya lo sé- Replicó con voz cansada John.- Lo que no entiendo es, ¿por qué a él? ¿Por qué Alexi?
-Hemos descubierto que los niños con experiencias traumáticas son mejores receptores de nuestras pruebas. Alexi es uno de los que más traumas tiene registrados, es el sujeto perfecto para nuestro nuevo experimento.- Dijo el anciano con seriedad.- Aparte, tarde o temprano le hubiera tocado su turno, John.
El científico se dejó caer derrotado en su asiento, masajeándose la sien.
-Bien, bien, entiendo.- Dijo John no del todo convencido.- Lo único que quiero saber es, ¿en qué consiste el dichoso experimento?
El viejo rio por lo bajo.
-Me esperaba esa pregunta, muchacho.- Dijo mientras se acomodaba en su asiento.- Sabes que por años hemos buscado la forma de mejorar la genética de los humanos, ¿no?- John asintió.- Bien, entonces debo decirte que con ese niño estaremos a menos de un paso de lograrlo. Nuestros expertos han desarrollado una especie de droga que funciona estimulando de sobre manera ciertas partes del cerebro, como la que controla la motricidad, la resistencia, la velocidad, entre muchas otras; además, la droga desacelera a un punto prácticamente nulo el proceso de envejecimiento. ¿Entiendes eso, John? ¡Hemos encontrado la cura contra el envejecimiento! Las enfermedades y la muerte serán cosa del pasado. Acéptalo, esto es por el futuro de la ciencia.
-Pero entonces, si para eso van a utilizar a Alexi, ¿por qué le están aplicando esas drogas? ¿No ven que lo están dejando inutilizable?- Preguntó John alterado, el superior rio de nuevo.
-Eso es parte del experimento. Verás, John; al aplicarle esta sustancia, el niño irá quedando en un estado de "parálisis" que irá progresando hasta terminar como un simple muñeco, será ahí cuando pongamos en acción el experimento. El proceso tardará más de lo que esperábamos, seis años, eso es mucho, pero si todo sale bien, valdrá la pena la espera, John, te pido de la manera más atenta que no intentes interferir en esto, por tu seguridad, la del niño y la de su cuidadora. ¿Entendido?
El joven científico asintió, aun y cuando no estaba para nada de acuerdo con el viejo. Caminó por los pasillos con la cabeza inclinada hacia abajo y se dirigió al cuarto de Alexi. Al abrir la puerta se encontró con el niño durmiendo tranquilamente mientras era vigilado por su nana, Nani volteo a ver a John y le dirigió una mirada entre molesta y preocupada.
-¿Conseguiste algo?- Preguntó con un tono lleno de preocupación.- Alexi no ha podido decir ni una frase completa hoy, a duras penas y me logró decir Sí cuando le pregunté si quería comer algo.
El rostro de John estaba apagado y con una expresión como de muerto.
-No.- Dijo con un tono apagado.- Pero ahora sé el propósito de lo que le están haciendo a Alexi, y no es nada bueno... en absoluto.
-Entonces... ¿qué haremos, John? Yo no puedo escapar, pero tú sí.- Dijo Nani notablemente preocupada. De repente, su voz cambió a un tono más bien autoritario.- Llévatelo, llévate al niño de este lugar, esta noche. Yo diré al día siguiente que no sobrevivió a las dosis que se le aplicaban y murió, que tú sacaste el cuerpo y luego te suicidaste; así les perderán la pista y podrás hacer que Alexi empiece de cero, otra vez.
John se quedó incrédulo, esa anciana podía ser a veces muy inteligente. Pero... ¿funcionaría? Tal vez no, pero en realidad, valdría la pena intentarlo. Él no soportaba cómo trataban a los niños ahí, era pero que cualquier trato hacia algún animal. Alzó la vista decidido y asintió.
-Lo haré, nos iremos mañana al anochecer, lo prometo, Nani, él estará bien.- Dijo John para luego acercarle al niño y acariciarle la cabeza.- Prometo que te sacaré de aquí, Alexi, aun si es a costa de mi vida.
Cuando Alexi despertó, lo primero que vio fue a John sentado en una silla a lado de su cama, trató de hablarle pero, como en días anteriores, de su garganta no salió sonido alguno, ni siquiera un leve gemido o gorjeo, simplemente nada. Con cuidado se enderezó y picó con su dedito el hombro de John, captando su atención.
-Hey, despertaste, ¿cómo te sientes?- Alexi se agarró la garganta con las manos, haciendo entender que ningún sonido salía de su garganta.- Oh, entiendo. Bueno, pero anímate, que hoy te voy a sacar de aquí. Está noche.
El infantil rostro de Alexi se iluminó, ¿ser libre? Entonces... ¿podría jugar, jugar y ser libre? Eso le parecía emocionante, así que con emoción asintió repetidas veces. El resto del día se la había pasado emocionado, viendo alternadamente entre la puerta de su habitación y la ventana, esperando con ansias que llegara la hora en que John entrara por esa puerta y se lo llevara muy, muy lejos de ahí.
Pero el momento nunca llegó... ¿por qué habrá sido...?
John se encontraba preparando sus pertenencias cuando escuchó que tocaban a la puerta. "¿Quién podrá ser? Nani no sabe en qué habitación estoy." Pensó el joven mientras se dirigía a abrir la puerta. Para su sorpresa, al abrir se encontró con unos hombres grandes y corpulentos comenzaron a golpearle hasta dejarlo inconsciente, luego uno de ellos lo cargó y se lo llevó De ahí, nadie supo qué fue lo que le sucedió a John. ¿O sí?
Nani estaba caminando por los pasillos en su ronda nocturna cuando unos sonidos la alertaron, la anciana mujer levantó un poco su lámpara para ver mejor a su alrededor, volteó hacia todos lados hasta que vio algo que la horrorizó; por uno de los pasillos iban los mismos dos guardias, ahora cargando una bolsa negra que estaba cerrada "por completo", sin embargo, de ella se asomaba lo que parecía ser una mano cubierta de sangre. Su intuición le dijo a Nani que en esa bolsa se encontraba nadie más ni nadie menos que John.
"Esto no es bueno, ¡Alexi!" Pensó la mujer de inmediato en el niño pelirrojo, debía de advertirle, tal vez podría hacer algo. Estaba ya dispuesta a echar a correr hacia la habitación del menor cuando sintió que alguien le impedía moverse, con desesperación intentó zafarse del agarre pero en su lugar sintió un pañuelo impregnado de algo cerca de su nariz y boca, después... todo se volvió negro. Nadie volvió a saber de la anciana.
Esa mañana Alexi amaneció en su cama, miró a todos lados entre confundido y decepcionado, esperaba que sólo hubiera estado soñando y en realidad John hubiera logrado sacarlo de ese lugar. Un sonido le alertó, asustado volteó a ver la puerta y vio con horror cómo ésta era derrumbada por unos hombres muy corpulentos, uno de ellos irrumpió en l pequeña habitación y se acercó al niño para luego dejarle en el regazo un pequeño pañuelo cubriendo algo, el pañuelo estaba cubierto de sangre. Con miedo Alexi abrió el envoltorio y sus ojos se abrieron de par en par: en el pañuelo se encontraban dos pedazos de lo que parecían ser unos dedos, el primero parecí ser de un hombre, el segundo, de una persona de la tercera edad.
Los ojos de Alexi se llenaron de lágrimas, "John... Nani...".Su sentimentalismo se vio truncado de golpe cuando vio entrar a la habitación a un hombre anciano, era el superior.
-Ahora que no están esos estorbos, parece que podremos seguir con el experimento, sujeto 00X.- Dijo con una sonrisa burlona.
Alexi crispó los puños y, justo cuando estaba a punto de asestarle un golpe al viejo, recibió un puñetazo en la cabeza de parte de uno de los dos hombretones. De ahí, todo se volvió negro.
Seis años después...
Vacío, lo único con lo que podía describirse en ese momento era vacío. Se sentía vacío, inútil, una carga.
Alexi ahora tenía catorce años y se encontraba en un "estado vegetativo", ya no podía moverse, ni hablar, ni siquiera podía comer o ir al baño por su cuenta, estaba total, o casi totalmente inutilizable. Lo único que podía hacer aún era ver, escuchar y pensar.
Aquel niño pequeño y delgado lleno de energía había crecido para dar paso a un joven de rasgos un tanto aniñados y mirada decaída. "Quiero morir." Pensaba eso al menos diez veces al día, y es que, para él, la vida ya no tenía sentido. Movió débilmente los ojos para ver el calendario que estaba al lado de su cama: ese día sería el día en que se llevaría a cabo la parte final del experimento. "Por fin..." Pensó Alexi y cerró débilmente los ojos.
A los pocos minutos entraron a la habitación unos enfermeros y colocaron al joven en una silla de ruedas. Alexi estaba despierto, inmóvil, parecía un muñeco, un adorable muñeco de cabello rojo, ojos esmeraldas y pecas en las mejillas. Lo llevaron por diversos pasillos hasta que llegaron a la zona subterránea del orfanato, el lugar donde los experimentos eran llevados a cabo. Lo llevaron a través de laboratorios donde vio las atrocidades más horribles jamás vistas, unos gemelos unidos quirúrgica (y fallidamente), un hombre consumido por un extraño cristal negro con plumas, entre otros. Siguieron atravesando laboratorios hasta que llegaron a uno, el lugar donde Alexi se convertiría en el "humano perfecto".
Entre varios enfermeros colocaron al muchacho en una cama metálica y lo sujetaron de brazos y piernas con grilletes fusionados a la mesa, aunque por el momento eso no fuera necesario. Le pusieron a Alexi varias sondas y lo conectaron a extrañas máquinas que emitían pitidos.
-El sujeto está listo.- Dijo una enfermera joven acercándose al doctor.- Estamos listos para comenzar.
El doctor asintió y preparó una jeringa llena de un líquido espeso color verde esmeralda. Con mucho cuidado se acercó a Alexi e inyectó la sustancia en al brazo de muchacho. En ese momento, Alexi sintió como si algo se sacudiera dentro de él, una chispa se encendió y, tras seis largos años, el muchacho se sintió vivo de nuevo.
-Los signos son estables.- Dijo un joven que supervisaba la máquina que medía el pulso de Alexi.
Lentamente abrió y cerró los puños
-Su actividad cerebral ha aumentado.- Dijo otra enfermera.
Un gemido salió de su garganta
-Ritmo cardíaco estable.- Indicó el mismo joven de antes.
...Y los recuerdos regresaron.
Una joven enfermera se acercó a donde estaba acostado Alexi, le había llamado mucho la atención aquel espécimen, hacía apenas unos minutos parecía muerto, pero ahora... se veía más vivo que nunca. Bajó la vista y percibió un poco confundida cómo la piel de Alexi se iba haciendo más pálida y se llenaba de extrañas marcas negras. Aterrada recorrió con la mirada el cuerpo del muchacho, viendo cómo esas extras marcas lo invadían rápidamente; llegó a la zona del rostro y vio con horror cómo los ojos de Alexi pasaban de ser color esmeralda a ser de un color rojo brillante. La joven estaba petrificada del susto, tal vez por eso no pudo reaccionar cuando eso rompió los grilletes y se enderezó; para el momento en que hubo regresado en sí, ya era demasiado tarde...
Un par de científicos estaban revisando unas estadísticas cuando de repente escucharon lo que parecía ser el crujir de algo, voltearon la vista y se helaron de terror: ahí, frente a sus ojos, una pared se encontraba desmoronándose en pedazos, ellos estaban en el laboratorio más cercano a la zona superior del orfanato; vieron horrorizados que de entre los escombros aparecía una figura humana, un chico, de cabello rojo carmesí, piel pálida llena de marcas negras y ojos rojos que brillaban con furia.
Los científicos trataron de escapar para dar la alerta de evacuación, pero era muy tarde; el monstruo los asesinó de una manera cruel, descuartizándolos y haciéndoles volar las cabezas. Acabó con todos los científicos, doctores y enfermeras que trabajaban en el laboratorio, seguían los de arriba.
Todo el día, aquel monstruo les dio caza a todos y cada uno de los seres vivos que existían en el orfanato, se excitó al sentir l sangre manchar sus manos, a escuchar los huesos crujir y los cráneos romperse. Acabó entrado el atardecer, el monstruo había examinado todas y cada una de las habitaciones del lugar, sólo le faltaba una. Tumbó la puerta y entró a la que había sido alguna vez su habitación, escaneó el lugar en busca de algún signo de vida... nada.
De repente sus ojos carmesí se toparon con algo que lo dejó helado: encima de una pequeña cajonera, reposando ahí y cómo mirándolo se encontraba un pequeño conejo de peluche y ojos de botón, la tela del peluche estaba sucia, posiblemente consecuencia del apego que Alexi le tuvo por un tiempo... antes de ser convertido en eso.
Una nueva chispa se encendió en el interior de él, una chispa que posiblemente se había apagado en el momento en que se había vuelto un monstruo. La chispa de su conciencia.
-Monstruo...- Dijo Alexi en voz baja mientras se tocaba la zona del pecho que daba al corazón.- Monstruo... yo.- Sus ojos dejaron de ser color rojo brillante para ser morados. Con miedo comenzó a ver hacia todos lados, salió de su habitación y vio asustado todos esos cadáveres y restos humanos esparcidos por todos lados. Se miró las manos, sólo percibió el rojo de la sangre, sus ojos se humedecieron y calló de rodilla, mientras decía en voz baja.- ¿Qué he hecho... qué he hecho...?
Otra chispa se encendió en él, la chispa de su razón. Aun temblando se incorporó y volvió a ver todo el lugar, era un desastre, ya no era un lugar habitable. Alexi tomó una decisión: se iría de ese lugar, se alejaría de la sociedad, él era un monstruo y no quería lastimar a nadie más. En un saco metió las cosas que consideró importantes o útiles para él, ropa, alimentos, libros y el conejo de peluche. Por la noche se fue.
La ciudad era grande, demasiado para él. No conocía nada, absolutamente nada de ahí. Procuró ir por los lugares más aislados, tratando de no toparse con nadie, encontró un edificio abandonado, tal vez ese sería un lugar ideal para él. Escaló por fuera del edificio hasta legar a la azotea, al encontrarse ahí pudo apreciar las estrellas.
-Hermoso...- Dijo en voz baja, de repente, sintió una presencia detrás de él. Volteó rápidamente y se topó con unos ojos turquesa. Se trataba de un chico, estatura baja, cabello rojizo un poco largo y uno ojos turquesa que tenían una expresión muy seria, por las alza blancas que salían de su espalda, Alexi pudo deducir que era un ángel.
-¿Qué eres?- Preguntó el ángel, su voz era suave y seria. Alexi bajó la vista.
-Yo... yo monstruo.- Dijo Alexi para luego llevarse la mano a la garganta, no se había dado cuenta de cuánto había cambiado su voz desde el momento que la había perdido. El ángel levantó las cejas, ligeramente sorprendido.
-No puedes hablar bien.- Dijo más para sí mismo que para el chico, acto seguido le hizo un ademán para que le siguiera.- Ven conmigo, conozco a alguien que te puede ayudar.
No supo por qué, pero en ese momento el chico sintió cómo una última chispa se encendía en él, la chispa de sus emociones. Siguió al ángel hasta llegar a la entrada del mismo edificio abandonado, el ángel abrió la puerta y le indicó a Alexi que esperara.
Alexi pudo oír unas cuantas palabras, para acto seguido sentir cómo una mano le tomaba de la muñeca y lo jalaba adentro. El interior era lo que parecía un cuartel secreto, lleno de cosas tecnológicas extrañas pero fascinantes; lo siguiente que le llamó la atención fueron las personas, ahí adentro había seis personas, contando al ángel. Una chica castaña con lentes, un chico albino con ojos de diferente color, una pelirroja de ojos esmeralda con piel pálida acompañada de un joven castaño de ojos rosas y una chica de cabello negro y piel gris.
-Así que tú eres "el monstruo".- Dijo la castaña mientras se acercaba a él, ella cerró por un momento los ojos y al abrirlos había cierta tristeza en ellos.- Has pasado por mucho, Alexi. ¿Te gustaría quedarte con nosotros?
Alexi abrió los ojos desmesuradamente, pero luego hizo algo que no había hecho en años: sonreír.
Y bueno, aquí la primer historia de este Fanfic.
Dejaré las Pd.
Pd. ¿Qué les pareció?
Pd2. Hay un fanart que hice hace un tiempo de esos chicos, está en mi Deviantart como "Dos generaciones"
Pd3. ¿Alguien tiene una teoría de quiénes son esos chicos?
Pd4. Creo que me quedó largo TT^TT
Bueno, creo que eso sería todo, ¡nos vemos!
