Prólogo: Ellos
¿Los dioses son crueles de verdad? O ¿Es el ser humano el verdadero monstruo? ¿Quién creo a los hombres? ¿Quién creo a los dioses? ¿Quién creo a quien primero?...
[…]
– ¡Dios, sálvanos! ¡Ten piedad! ¡Ten piedad de mi hermano y de mí! ¡Dios, te lo ruego!
{Supliqué una y otra vez, mientras me encontraba de rodillas frente a mi cama.}
Los ojos me pesaban, incluso aun cuando el mundo parecía terminarse. Lloré una última vez.
{Mi corazón estaba destrozado}
– Mamá, papá, Máximo…
Lo último que había visto, eran los ojos color miel de mi hermano. Me gritaba frenético hasta que dos personas entraron en mi habitación y luego…
[…]
{Lo último que veía era la completa oscuridad}
[…]
Se escucharon unos ruidos… me sentía débil, pero abrí los ojos lentamente, todo estaba borroso.
– ¿Cree que deberíamos despertarles? – Cuestionó una voz femenina, un poco reacia, al lado de un hombre muy alto, que apenas se veía, pues estaban a oscuras.
A oscuras realmente no, pero sus parpados así lo notaban por el repentino despertar.
– No, lo harán solos – En el momento en que dijo aquello, dos de las capsulas comenzaron a abrirse lentamente, y este las señaló orgulloso – Mira. Al menos los primeros dos ya están despertando.
Un espeso humo blancuzco comenzó a salir de estas simultáneamente. En una de ellas había una chica y en el otro un muchacho. Ella dio las primeras señales de vida. Sus ojos comenzaron a abrirse y al contacto con el oxígeno de la sala, de un color sin vida y un blanco como color de su media larga cabellera pasaron a ser color aceitunado y un color rubio sucio.
Por otro lado, el joven a su lado, además de verse más adulto que ella y poseer las mismas características sin vida, pasó de ser colores neutros a una brillante cabellera color caoba y ojos de un azul oscuro.
La chica vestía con una blusa blanca que se podía notar encima de una sudadera azul con franjas blancas, tipo deportiva, pero bastante larga, más lo que parecía un short de mezclilla. Además de unas medias de rejilla y un par de botines café oscuro y bastante desgastados.
El muchacho portaba consigo unos jeans rectos de tela oscura, una sudadera negra, una camiseta grisácea abajo, y complementando con unos tenis deportivos negros con franjas verticales e inclinadas color blanco.
Nada más la chica comenzó a tener más conciencia tosió más fuertemente, como si intentara sacar alguna cosa atorada en su garganta. Luego los fuertes tosidos del chico a su lado se hicieron más intensos.
– ¿Max…? ¿Hermano…? – La chica levantó la mirada un poco y la fijó a su lado, donde estaba el llamado Max, quien era su hermano mayor – ¡¿Máximo?! – Se jaloneó al darse cuenta que su hermano apenas respondía. Estaban sujetos a donde quiera que estuviesen, y algunas figuras, aún borrosas, los observaban, podía sentirlo.
La chica inmediatamente se puso alerta, y como si fuera un flash, le llegó de repente un recuerdo. Ella y su hermano estaban muertos.
Otra capsula comenzó a abrirse, tomando los mismos pasos que las anteriores dos, y con un joven dentro. La chica volteó hasta su lado derecho, donde comenzaban a suceder los hechos que seguramente transcurrieron con ellos dos al encontrarse ahí. De la extraña nube de humo se coloro un cabello negro, tan negro como la misma obsidiana, e igual de brillante. El muchacho, con un rostro desalineado alzó la vista lentamente y preguntó con una sonrisa poco vehemente:
– ¿A caso son algo así como los enviados de la muerte?
Sus ojos eran grandes y del color de la esmeralda, verde, e igual de brilloso que una. Pero el detalle estaba en su vestimenta. Parecía un tipo de soldado.
– ¡¿Dónde estamos?! ¡¿Por qué nos tienen así?! – Esta vez habló la profunda voz varonil del que, al parecer, se llamaba Máximo. Había despertado sus sentidos una vez abrió bien los ojos. La chica iba a decir algo, pero se le adelantaron.
– Tranquilícense, no somos gente de temer – La sombra más alta dio un paso al frente. Se trataba de un gigantesco hombre de cabello platinado, ojos violeta, con un traje blanco en su totalidad, incluidos los zapatos, y una expresión serena. – Ni enviados de la muerte ni nada, somos seres que deseamos ayudarlos, a cambio de una ayuda, ya saben, las cosas no son gratuitas.
La joven rubia comenzó a sollozar por lo bajo. Estaba realmente consternada por saber que no estaba viva, o que aquella pesadilla era sumamente real.
– Alba, no llores – Dijo Max con un tono consolador y casi quebrado.
– Es que… nosotros – La chica no se calmaba.
– Liberales las muñecas, Snake, y enciende un poco esta sala. A puesto a que no ven bien – a la orden se ejecutaron las tareas.
Alba, Max, y el de nombre incognito, cayeron al suelo de rodillas, encontrándose débiles. Un par de manos intentaron ayudarles, pero el de blanco evitó que sucediera, poniéndoles los brazos en señal de alto.
Alba y su hermano se reunieron en un abrazo enternecedor, mientras que el otro simplemente se levantó del suelo sin queja alguna.
En el instante en que la luz incrementó se lograron ver los tonos monocromáticos de esa sala, parecida a un pequeño laboratorio. Algunos enormes contenedores con líquidos de dudosa procedencia color neón, tuberías conectando aparatos con otros. A los lados, otras seis cápsulas como las de ellos, pero sin saber si había alguien o no dentro de estas, y frente a estas, unas cuantas figuras.
No eran personas reales, o al menos no lo parecían. Al fondo, un joven llamaba la atención. Tenía el rostro sereno e inexpresivo, cabello rubio muy desordenado y vestimenta negra. Más adelante entre el hombre de traje blanco, una mujer con una cabellera recogida en una coleta y un traje ajustado azul celeste, y al otro lado de este mismo, un muchacho de complexión envidiable, cabello azul oscuro y expresión tan reacia como la anterior joven.
Del lado de la joven rubia, un muchacho con orejas puntiagudas, traje azul celeste y cabello rubio. Del lado del joven peli azul, un señor bajito con un pronunciado bigote, una gorra y vestido con un overol.
Detrás de ellos, en una puerta cercana a la ubicación del rubio vestido de negro, salió un hombre de edad promedio, de complexión atlética y con un traje ajustado militar.
– Como ya saben, ustedes están… – Hizo una ligera pausa y continuó – ¿cómo decirlo delicadamente? ¿Muertos? Sí, eso. – Dijo el hombre con una expresión serena. Los hermanos de antes volvieron a palidecerse ante el escenario, mientras que el otro joven no se sorprendía de aquello, de hecho, parecía resignado.
– ¡Vaya delicadeza! – Dijo a modo de queja el rubio de vestimenta azul. Pero además de esta una enorme ironía que hizo esbozar una sonrisa al otro rubio vestido de negro.
– ¿Cómo podría ser más delicado, Campeón Hyliano? – Cuestionó desconcertado el de blanco.
– Creo que la palabra que buscaba era "fallecidos" no "muertos" – Volvió a radicar con la misma ironía – Hay una enorme diferencia de delicadeza entre ambos sinónimos. Además creo que es necesaria una explicación para toda esta locura.
El muchacho hizo una mueca ante la indiferencia de sus compañeros. Aquello que hacían le parecía simplemente una porquería.
– Si, quizá tengas razón, pero lo hecho, ya está hecho – Alzó los hombros con una sonrisa divertida y poco arrepentida – Además se suponía que esa parte le tocaba a las voces más confiables del grupo. No creo que mi voz sea adecuada para explicar esto, Link – el aludido rodó los ojos con cansancio y luego resopló resignado.
Una vez la atención de los muchachos estaba totalmente captada, el gordinflón bigotudo comenzó a decir su discurso. – Nosotros somos los peleadores de diferentes universos –Este mismo les extendió la mano a los dos hermanos que se encontraban sobre el suelo. Al principio, Max dudo, pero al ver que la intención de este no era mala, aceptó la mano con gusto, levantándose con su hermana aun pegada a él – Hace un tiempo para acá hemos tenido conflictos con algunos rivales, pero esta vez fueron demasiado lejos.
Luego de ello, el bigotón observó al rubio de azul, cuyo nombre parecía ser Link. Este mismo comenzó a hablar.
– Transportan las almas de la gente para unirlas a su ejército. Almas de cualquier parte de la existencia misma. No sabemos cómo son capaces de hacer eso, los únicos son Master y Crazy Hand – Aseguró el rubio de orejas puntiagudas con una mueca en el rostro – A todo eso, es una locura… Aún sigo en toda oposición, Master Hand – Expresó el muchacho – Aun cuando podamos ofrecerles otra oportunidad.
Los ojos de los tres jóvenes se posaron en Link tras decir aquello. ¿Se refería a…?
– Eso no te corresponder a decidir, sino a ellos. – Anunció con osadía el joven rubio de negro.
– ¿Entonces no te fastidia lo de Aeris, Cloud? – Cuestionó el rubio en tono de provocación.
Como era de esperarse, al menos para los extraños personajes que bien podrían provenir de alguna obra de ficción para los jóvenes presentes, ambos rubios se encararon enfadados y con miradas que si fueran un arma habrían matado en varias ocasiones.
La rubia de coleta y traje ajustado azul, mermó el conflicto tan sólo con una mirada aún más amenazadora que la de estos dos juntos, mismos quienes tragaron grueso con el rostro serio.
– Por eso, si no toman la oferta, los dejamos partir de vuelta al flujo del tiempo. Sabes eso mejor que nadie, Link – Dijo Master Hand despreocupadamente.
– Y aún seríamos pocos a comparar con su ejército. Podríamos pedir ayuda a ejércitos de otros tiempos.
– Sabes perfectamente que eso afectaría el curso de la historia, de tu historia, de la historia de otras dimensiones. El hecho de que ustedes estén aquí ya habría sido una catástrofe, de no ser porque TÚ diosa nos ha ayudado a colaborar deteniendo su tiempo. Sabes lo frágil que es este en tu universo, ¿no? Sabes que estas personas escogidas esconden un gran fuego en su corazón. Son tan fuertes como ustedes pero necesitan sacar ese fuego – Los jóvenes se miraron entre sí confundidos, no sentían ese "fuego" arder
– Mmm… – El joven hizo un sonido desconformé – Voy a ver a Su Alteza, y a la Reina – El joven se dio media vuelta, sin siquiera voltear. Parecía muy enfadado.
Los presentes miraron la partida de Link. Aunque antes observara con intimidación, ahora Samus tenía una expresión lastimera, como si supiera la razón de que su compañero estuviera así.
– Yo iré a hablar con él – Dijo Samus yendo tras de Link.
– Sí, ve Samus – Comentó Master tranquilamente – Bueno, ya escucharon como son las cosas. No obstante les mencionaré un último detalle. Si caen en la batalla en este mundo, no podrán volver a reencarnar en el suyo, ¿aún desean esa oportunidad?
– A mi aún no me queda claro. ¿La oportunidad es volver a mí vida? – Cuestionó el pelinegro de ojos esmeralda.
– La oportunidad se trata de un deseo. Volver a tu vida es uno de ellos, o podrías pedir cualquier cosa que no rebase los límites de nuestras leyes. Como en tu mundo ya estás muerto, el hecho de que regreses después de tu muerte alteraría a las personas. Por eso sólo podemos regresarte minutos, horas, e incluso cinco años antes de tu muerte. Bueno, tú conciencia. El cuerpo físico que tienes procede de este mundo, si así quieres llamarle.
– Pero si muero aquí, mi posibilidad de reencarnar en mi mundo descenderá a cero. ¿Qué le pasa a nuestras conciencias? – Volvió a cuestionar este. Los otros dos estaban escuchando atentos.
– Tu alma podría quedarse perdida entre muchas otras a manos de Hades, o podría reencarnar en este mundo si la Diosa de la Luz se apiada de ti.
Después de pasársele por la cabeza una y mil situaciones, el muchacho por fin se decidió.
– ¡Cabo Rainer Schwarz, señor! – hizo un saludo con la mano sobre el pecho, pegando su puño y enseñándolo hacia afuera sobre la altura del corazón, y la otra mano permanecía detrás de su espalda baja, doblando el codo. [N/A: Saludo de SNK de la Legión de reconocimiento]
Max miró al muchacho. Parecía como de su edad, dos o tres años más, entre los veintidós y los veinticuatro. Vestía realmente como un soldado, hasta tenía espantosas manchas de sangre en su uniforme. Al notarlo, Alba exhalo nuevamente, sintiéndose presa de la desesperación se revisó todo el cuerpo; no sentía nada, no tenía manchas de sangre. Luego recordó que la forma de su muerte fue con dos manos sosteniendo su cuello. Sin embargo, Máximo sí que tenía manchas de sangre sobre su camiseta gris.
– ¡KYAAAAAA! – Gimió Alba con una cara inundada sobre temor.
Se alejó de su hermano precipitadamente, cruzándose con sus propios pies al intentar huir y cayendo al suelo, o eso creía, pues había sido atrapada por dos brazos fuertes. Volteó su cabeza en dirección a su rescatador. El joven de expresión serena, ojos azules y un rostro lleno de seriedad que no había pronunciado demasiadas palabras durante el encuentro.
La chica volvió a tener las mejillas rojas y las lágrimas amontonadas en la comisura de los ojos. Sin embargo, al observarse mutuamente, el joven sintió un algo que le llamaba. La veía tan… indefensa. Pronto comenzó a sentirlo otra vez. Esos deseos tan fervientes de luchar, pero por esa joven que parecía tan desconsolada. Le recordaba escenas de sus viajes, cuando después de dejar todo en paz en su mundo, viajó sin rumbo, topándose con el nuevo deber ante sus ojos. Y ahora, ante sus manos…
– Yo… yo quiero regresar a mi vida – Dijo en el instante la joven, calmándose poco a poco después de ese juego de miradas.
– ¡P-Pero Alba!... – Dijo Max con exaltación, pero antes de dictaminar algo más, Master Hand le interrumpió.
– ¡Perfecto! La conexión de almas es un éxito. Ike, desde este momento te confiero su seguridad y su entrenamiento también – Dijo el de cabello platinado.
Ike asintió, no sólo hacia el de blanco, si no también hacia la joven. Su mirada decía que no iba a fallar en tu tarea y que cuidaría perfectamente de ella. En ambas muñecas de ambos muchachos apareció un tipo de brazalete azul oscuro, y por un instante se logró ver un pequeño hilo rojo envolver sus dedos meñiques. Este unía los destinos de dos almas para conocerse, y el brazalete era un simbolismo de ello, pero físico.
– Llévala con la princesa Zelda, ella sabrá qué confeccionarle – Ike asintió y se llevó a la joven en brazos, aunque quejándose al querer regresar por su hermano.
– ¡Alba! ¡Alba! ¡Suéltala! – El muchacho intentó cruzar la puerta, pero no podía, se repelía como si se tratará de un campo de fuerza.
– No podrás cruzar la puerta a no ser qué hayas decidido aceptar la misión. Tu hermana lo ha hecho – Replicó Master ante la insistencia del muchacho.
Por la puerta salieron los demás peleadores que estaban presentes. Parecían un poco consternados, habían intentado tener contacto visual con alguno de los tres, pero no resultaba. El primero en partir luego de Ike había sido el rubio de vestimenta negra, que se llamaba Cloud. Luego el bigotudo. Ya solo quedaba el mencionado Snake, un hombre con un traje ajustado, como de espía militar, y Master Hand, con los dos muchachos pelinegros.
Ya no se veía. Ya nadie se veía tras salir del extraño laboratorio en colores monocromáticos, y líquidos extraños de colores neón. El joven comenzó a pegar en el aparente campo de fuerza que le impedía ir por ella. – ¡Lo haré! ¡Voy a hacer esto!
En el momento en que dijo aquello, logró pasar al otro lado del pasillo oscuro, que poco a poco pudo iluminarse ante sus ojos.
– ¡Master Ha…! – Entró un joven albino, chocando con Max, y rodando hasta caer al suelo – ¡Au…! ¡M-Master Hand!
– ¿Qué pasa, Robín? – Cuestionó el aludido ante el escándalo.
– Link salió muy enfadado de aquí, quería saber si ya habían despertado – Anunció muy interesado sobre el tema – ¡Por Naga! Ese golpe dolió bastante, ¿qué hacia este tirado en medio del estrecho pasillo…? ¡Oh! – En cuanto estos dos se observaron se sintieron atraídos el uno por el otro, se llamaban. Sus ojos café claro chocaban con los ojos azules del de castaño. [NO homo v:]
– Y-Yo… maldición ¿qué carajos es esta sensación? Es como si no pudiera dejar de verlo… – Anunció Max con un gesto desagradable. Inmediatamente aparecieron los mismos objetos sobre sus manos y meñique, sólo que el brazalete del joven era dorado, al igual que el del aparentemente nombrado como "Robín"
Seguido del albino llegó un hombre junto con una mujer, ambos parecían padre e hija, ambos de cabello azul cobalto, con ojos azul rey y de tez pálida. Extrañamente tenían el mismo tipo de espada sobre sus costados y vestían un tanto parecido.
Aún sobre el suelo, junto al albino, Max quedo prendado de ver la inmensa cabellera azul de la chica, y se observaron unos segundos a los ojos. Ella desvió la mirada desinteresada, y él con un ligero sonrojo en las mejillas, era una muchacha muy hermosa.
– Qué lástima. Si te hubieras visto primero con Lucina, podría haber sido tu mentora – Dijo Robín rascándose la nuca y dándose cuenta de la forma en la que miraba a la hija de su amigo peli azul – Aunque podría depender de tus tributos…
– ¡¿Eh?! No, de eso ni hablar – Anunció el hombre peli azul al lado de la chica.
Robín hecho a reír mientras que ella, bueno… parecía algo avergonzada.
– Padre, vamos – Dijo con una enorme vergüenza – De todas formas no pasó.
– ¡¿En serio?! – Max se levantó del suelo y corrió hasta Master Hand – ¿Podría haber pasado? – le tomó del frente de su traje, sacudiéndolo un poco. Este asintió con una media sonrisa.
– Podría, pero depende de tus tributos, lo que te caracteriza como un alma guerrera.
Max bajó la mirada, observó a Robín y luego este alzó los hombros con simpleza. Viró hacia la puerta y se encaminó hacia ella, resignado.
– Supongo que tengo que ir con la tal Zelda – Dijo el joven de ojos verdes, acompañado por Snake, con quien ya había hecho el "pacto" cuando Max hacía el suyo con Robín. Master asintió con la cabeza en total silencio.
Ya solo quedaban los espadachines, el muchacho albino, y Max. Master les hizo un gesto, como queriendo que se marcharan para comenzar el juego. Ya pertenecerían a ese sitio, y no podían siquiera pensar en marcharse, ni se tenían permitido fallecer en batalla, o las consecuencias, como antes dicho, serían terribles.
No obstante, antes de apagar la luz del laboratorio, ahora sólo con Master dentro, otra nueva cápsula comenzaba activarse.
¿Quién sería ahora?
[–…–Continuará–…–]
:3 CONVOCATORIA DE OCS CERRADA 21-10-2018
En fin, NOS LEEMOS LUEGO Chaito
