Soy un santo de Athena, soy...yo...un santo de Athena, después de tanto tiempo, me doy cuenta de lo absurdo que suena eso, de la mentira que durante tanto tiempo lleve a cuestas, yo, un poderoso guerrero, de las más grande élite, un santo de Athena, vaya farsa que invente durante tanto tiempo. Es fácil creer en fantasías, más cuando te han entrenado para ello, "serás un gran hombre, digno de admiración, grande entre los grandes, lleno de fuerza y coraje, lleno de justicia" esas eran las palabras de mi maestro, palabras que me repetía cada día, palabras que yo creí de forma equivocada, porque ahora, me doy cuenta, que si fui un hombre, pero no uno grande, más bien cobarde, que la gente no me admiraba sino me temía, y fui el más grande de los injustos ¿Dónde quedaron todas esas bellas palabras de mi antecesor? si estuviera aquí, me miraría con indignación. "Soy un Santo de Athena" ¿Es eso cierto Athena? yo no lo creo.

Era solo un pequeño cuando llegue al Santuario, recuerdo que me hallaba en el mercado intentando conseguir algo de comer y tratando sobrevivir, cuando apareció el gran Shion, Shion, aquel que fue como mi padre, cuando le vi, sentí un sensación fantástica, divina; y allí estaba yo, en un enorme lugar de ensueño, donde las más grandes leyendas jamás contadas en toda Grecia se habían llevado acabo, yo quería ser como esos hombres, fuerte, justo, fue muy rápido el momento en el que perdí esa ideología, ahora me miro frente el espejo y aquel niño ya no existe, tal vez nunca existió, me llene de orgullo e infle el pecho, creyendo hacer el bien, ¿creyendo? aun me digo esa mentira, yo solo creí...

En el Santuario, mi hogar durante tanto tiempo, tuve la suerte de tratar con Saga el caballero dorada de Géminis, admire tanto a Saga, lo admiraba demasiado, quería ser como él, un joven fuerte, respetado, él, al igual que Aioros eran hombres valerosos, sabios, fuertes; pero todo se echó a perder en una noche, cuando Aioros intento matar a Athena...sé que pasaba más atento a lo que hacía Saga que a lo que hacía Aioros, pero faltaba ser estúpido para creer que el siempre e inmutable Aioros de Sagitario era un traidor...pues fui un estúpido, en todo el sentido de la palabra, lo fui y creí ese cuento, yo lo creí, y lo sostuve durante mucho tiempo, incluso fui capaz de dejar de lado Aioria quien junto a Camus habían sido mis únicos amigos, pues yo pensaba que Aioria al igual que su hermano no merecían ser llamados santos, que Aioria no debería tener el mismo trato, no debería ser tratado como mi igual, mi estupidez no tenía limites, aun no las tiene.

Creo, muy en el fondo que era consciente de la verdad, de que algo malo se forjaba dentro del mismo Santuario, que la muerte de Shion no fue en vano, que la ausencia de Géminis no era solo eso, que la traición de Aioros era mentira...pero éramos jóvenes, y yo quería ser fuerte, respetado, no me di cuenta de lo mucho que confundí el infundir respeto, con infundir miedo, me vanaglorie haciéndome llamar Santo de Athena, cumplí cada una de las misiones que me pido el patriarca al pie de la letra. Fui detrás de traidores sin darme cuenta que yo era el mismo traidor, aún recuerdo las palabras de cada uno de ellos, "el patriarca miente" "Athena no está en el Santuario" ahora me pregunto, ¿Por qué no creí? ¿Por qué jamás solicite una audiencia con la diosa? y mi respuesta es la misma, no jure lealtad a la diosa, se la jure al patriarca. Cuando gane mi armadura, ya no estaba más Shion, ni Saga, ni Aioros, solo Arles, y a él le rendí pleitesía.

Podría decir que solo era un chico, muy joven, muy ingenuo, muy idiota, pero no me justificare con semejantes habladurías, personas como Mu se dieron cuenta de todo, aunque personas como Mu solo prefirieron marcharse y darle la espalda al asunto, él solo se fue sin intentar razonar con alguno, y sin más, se marchó, solo se marchó, seguramente se fue a sentarse, como siempre tan paciente a ver la caída del gran Arles.

¿Es que acaso Shaka, Mu, Aldebarán, Camus, Aioria y yo no podíamos hacer nada? No, ninguno lo haría, Shaka solo quería la iluminación, se trataba de él y nadie más, pensaba que estaba en lo correcto al seguir los mandatos de un hombre perverso, siempre creímos que el débil no merecía vivir, ¡ja! más bien nosotros no merecíamos vivir, los débiles siempre fuimos nosotros, Aldebarán por su parte, solo era una ficha más en juego, él solo acataba ordenes sin protestar, si mirar que tan necesario era aquello, Camus...Camus, fue un poco más receloso con el tema, pero jamás comento nada y se marchó a Siberia a entrenar a un par de niños, todos nos hicimos de la vista gorda, y aun así, nos hicimos llamar Santos de Athena…

Saori, una frágil niña llego a destrozar todo lo que el gran Arles había logrado, tomando su lugar en el Santuario, y tuve un encuentro con la realidad de lo más cruel, no solo perdí a un amigo, no, también mi gran amor y pasión por ser un santo se fue a la basura, en especial cuando vi, que el hombre detrás de la máscara, aquel hombre en el trono, aquel hombre al que le jure tanta lealtad, no eran nada más que el mis mismo hombre correcto que conocí cuando llegue a la orden, un hombre intachable, fiel a la diosa, fiel al santuario, Saga de Géminis...que patéticos habíamos sido todos al seguir el juicio de un hombre sin juicio.

Y no contento con haberme cegado por una vez, lo hice una segunda también; cuando mi compañero y amigo Camus piso el Santuario en busca de la cabeza de Athena... ¡cielos!, no solo fui un cretino al creer que Aioros era un traidor, también dude de Camus, mi sentido de persuasión es totalmente patético, pero cabe anotar que Camus y los otros hicieron una excelente actuación todo el tiempo.

Y ahí estaba nuevamente yo, supuestamente en el bando correcto, por segunda vez no podría equivocarme, jamás, yo acabaría con la tiranía, con la traición, porque yo estaba con Athena... no fue hasta que la misma Athena tomo su vida con sus propias manos que me di cuenta que otra vez había fallado, que otra vez me había equivocado, que otra vez, creí lo que se me vino en gana.

Ahora nuevamente estoy aquí, en el Santuario, luciendo mi armadura dorada, jugando a ser un guerrero, y solo puedo recordar cada maldito momento en el inframundo, recuerdo la impotencia frente a juez del infierno y recuerdo la valentía de mis camaradas frente el muro de los lamento…me pregunto ¿Esta vez haré bien las cosas? ¿Esta vez serviré bien Athena? ¿Esta vez, si será un Santo? ¿Un santo de Athena? ¿O será el mismo idiota de siempre? ¿O seré, simplemente Milo? porque es lo que eh sido todo el tiempo...solo Milo, nunca un guerrero, nunca un Santo, solo Milo, solo un hombre, Solo Milo...