-¿Me prometes que estaremos siempre juntos?-
-¿Cuántas veces he hecho ya esa promesa?-
-Hazla de nuevo, necesito escucharte.-
-Hey, tranquilo ¿si? Nada ni nadie podrá separarnos jamás-
-Promételo.-
-Lo juro.-
Inpirado en: watch?v=Wg9Urm2_7xQ Daylight - Maroon 5
-Estúpida ganzúa-
El chico siguió moviendo con torpeza el instrumento para poder burlar el seguro en la puerta y poder entrar a aquel apartamento.
Era más de la una de la mañana y la calle era ligeramente alumbrada por un triste faro que parecía llevar siglos ahí, así que la luz no favorecía mucho la situación.
-¡Joder!- vociferó cuando la ganzúa cayó al suelo, luego recordó que no tenía que hacer ruido y se golpeó mentalmente.
-Tú ya hubieras logrado abrir la puerta- dice a la nada.
-Eso puedes apostarlo- Sam se ríe observando el respingo que da Dean al escucharle.
-¿Qué demonios...- el ojiverde se levanta con rapidez e instintivamente adopta una posición defensiva.
-"Eh, tranquilo tigre"- sonríe grande al ver el mohín que hace el mayor al escuchar una de sus frases típicas salir de sus labios.
El rubio retoma la compostura, observa al pequeño (no tan pequeño) y crecen en su interior unas enormes ganas de abalanzarse sobre él y tomarlo entre sus brazos, acariciar su alborotado cabello o mínimo darle un apretón de manos, cualquier cosa que implique contacto físico, pero en su lugar opta por meter sus manos en los bolsillos de su pantalón.
-Son casi las dos de la mañana, creí que estarías dormido dentro.-
-Hubo una fiesta para celebrar el fin del cuatrimestre- fue la simple respuesta del castaño, quien sonriente tomó la misma posición de su hermano pues le invadían los mismos sentimientos.
-Olvidaba que ya eres todo un socialité- se burla el mayor.
-En fin- suspira Sam -estabas a punto de irrumpir ilegalmente en mi apartamento, espero mínimo un saludo o algo...-
Dean se queda parado un segundo sin saber a ciencia cierta que hacer, entonces miles de recuerdos lo invaden y sin pensarlo más extiende sus brazos en una muda invitación.
Sam no duda un sólo instante y se lanza a los brazos de su hermano, justo como lo hacía cuando eran un par de niños que iban despreocupados por la vida. En un momento estaba en el último escalón de la entrada y al siguiente estaba en los brazos del rubio con su cabeza enterrada en el pecoso cuello.
El menor se aferra con fuerza al bien formado cuerpo de Dean buscando (no sabe ni de que) la protección que sentía cada vez que su hermano le abrazaba.
-Te extrañé tanto- dijo tan bajo que si Dean no lo hubiera tenido así de cerca no lo hubiera escuchado.
-Y yo a ti enano- de pronto siente un nudo en la garganta formado con todas las emociones que lo abarcaban en ese momento, aprieta aún más el cuerpo de Sam al suyo y hunde una de sus manos en el largo cabello -yo a ti...-
El castaño aspira el aroma de su hermano, una combinación perfecta, cuero, sudor y algo de aquella loción que él mismo le regaló en su cumpleaños meses antes de que lo mandaran a Stanford. No había en toda su vida olido algo parecido a la esencia de Dean.
Estaba tan perdido en sus cavilaciones que no nota como el mayor entierras su nariz en su castaño cabello y realiza el mismo proceso de reconocimiento que el pequeño hacía con él. Sam huele a vainilla, todo su cuerpo desprende el mismo aroma inocente que Dean recuerda de aquellas noches que se dormía abrazándolo porque había tenido alguna pesadilla.
Es Sam quien no soporta más aquello, su corazón late con velocidad y su respiración se vuelve igual de rápida, los nervios le invaden ante la duda de como reaccionará su hermano después de tanto tiempo separados, pero le importa poco, no piensa perder de nuevo otra oportunidad así que deja de lado sus preocupaciones y lento y vacilante presiona sus labios contra el cuello de su hermano y los deja ahí unos segundos antes de separarse y simplemente acunar de nuevo su rostro en el hueco que existe entre el hombro y el cuello del rubio.
Para el ojiverde se sintió como una eternidad aquel efímero beso. El toque fue tan mínimo y aún así una corriente eléctrica le recorrió por completo haciéndole apretar los párpados buscando concentrar toda su atención los labios de su hermano sobre su piel. ¿Cuánto tiempo había pasado? Si, sabía que extrañaba a su pequeño, pero no fue hasta ese momento que se dio cuenta de la magnitud de ese sentimiento de añoranza.
-Parecen siglos- rompe el silencio el menor, como adivinando la pregunta mental de su hermano, y el rubio cree entonces que no la pensó.
Dean separa a Sam de su cuerpo colocando sus manos en sus hombros y le sonríe con esa sonrisa "marca Dean Winchester" que es capaz de hipnotizar a cualquier ser sobre la Tierra, incluyéndole.
-¿Me invitarás a pasar o tengo que seguir tratando con la ganzúa?-
Sam ríe mostrando sus hoyuelos y saca un llavero con un cachorrito y la llave de su apartamento colgando.
-Creo que esto te funcionará más rápido- dice entregándole el llavero.
El ojiverde observa con cara divertida el cachorro de ojos saltones entre sus manos -no cambias Samantha- se burla.
-Idiota- se limita a contestar y sonríe porque Dios, cuanto echaba de menos las bromas de su hermano.
Entran al departamento cerrando la puerta tras de sí, el mayor observa el lugar con detalle.
"Es agradable" piensa.
-Tal vez no deba preguntar, pero...- Sam se gana toda la atención de su hermano, quien ya sabe con exactitud que preguntará -¿Cómo has hecho para venir aquí?-
-Con el Impala y algo de gasolina- contesta sonriendo.
-Dean...- advierte.
-Papá no está, tiene "un viaje de negocios"- levanta sus manos para hacer la imitación de las comillas -no sabe que estoy aquí...-
-Oh...- Sam suelta una pequeña sonrisa melancólica mirando al suelo.
-No quiero hablar de eso Sammy, realmente estoy muy cansado-
El de ojos pardos asiente intercambiando la melancolía por la alegría de ver a su hermano de nuevo.
-Por aquí- le llama el menor entrando en otra habitación, su habitación.
El rubio traga saliva cuando se da cuenta de que hay una sola cama matrimonial en aquel cuarto.
-Yo dormiré en el sillón de la sala, tú duerme aquí- dice el castaño al percatarse de los gestos del otro hombre.
-No, está bien, el sillón de ve cómodo, dormiré yo ahí-
xxxxxxxxxxx
Lo cierto es que ninguno puede pegar un ojo, son pasadas las tres de la mañana y ambos se encuentran mirando al techo perdidos en sus pensamientos. Tienen una mezcla de euforia por haberse visto después de aquel incidente hace dos años, pero también están llenos de dudas e inseguridades.
Por la mente de Dean pasan como flashback todas las imágenes de aquella noche que John Winchester, su padre, los descubrió. Se supone que estaría fuera, se supone que no regresaría a aquella habitación de motel tan pronto, se supone que no debía saber nada de aquello, se supone...
Recuerda el cuerpo de su hermano siendo arrancado de sus brazos y los gritos que John dio, hasta hoy no sabe exactamente que dijo, esa noche sus sentidos le fallaron y sólo pudo ver el rostro horrorizado de Sam y sus ojos llenos de lágrimas mientras su padre lo sacaba del cuarto, fue esa la última imagen que tuvo de su hermano, hasta ahora, y le duele en cada fibra de su ser cada vez que lo recuerda.
Dean siente una capa cristalina formarse en sus ojos y se obliga a apartar de su mente todo aquello, se levanta del sillón, y camina algo dubitativo a la habitación de Sam.
El menor escucha el crujir del sofá y cierra los ojos fingiendo estar dormido.
-¿Sam?- escucha al rubio.
-Mhmm- se remueve en la cama con pesadez y mira con los ojos entreabiertos a su hermano recargado en el marco de la puerta.
-No puedo dormir- y se siente tan extraño el cambio de roles, pues es ahora él el que busca al pequeño de consuelo.
Sam medio sonríe y se mueve a un lado de la cama, dejando un espacio en una clara invitación al mayor.
Dean se acerca con pasos lentos y se recuesta detrás del castaño, que le da la espalda, pasa sus brazos por el cuerpo del menor y pega su pecho a su espalda.
-Hasta mañana De- dice Sam feliz por la cercanía de su hermano.
-Hasta mañana Sammy- contesta Dean depositando un beso en la nuca ajena.
Y ambos desean quedarse despiertos sólo para sentir la cercanía del otro, porque no saben si después de esa noche podrán estar así de nuevo, pero, con el calor que el otro irradia, la seguridad que los embarga al estar así y la tranquilidad que les ocasiona escuchar sus respiraciones acompasadas, ambos se quedan profundamente dormidos después de un par de minutos.
