Drabble sobre Leo... Okey, why not? Son 500 palabras, vamos allá. PJ no me pertenece a mi, sino a Ricky Riordan. Este fic participa en el reto "Leo Valdez" del foro El Monte Olimpo.
Sigues subiendo, sin pensar. Sin pensar en que morirás de forma dolorosa, siendo un estúpido héroe más asesinado por la estupidez de unos seres inmortales. Las lágrimas recorren tus mejillas. Sí, tienes ese estúpido frasco, pero sabes que no habrá mañana para ti. Piensas en Piper, en Jason, incluso en el entrenador Hedge. Es gracioso, es cruelmente gracioso ver cómo ellos serán los héroes, y tú un fracasado. Siempre lo has sido y siempre lo serás, te dices. Y ahora, que estás a punto de morir, piensas, piensas en Calipso, en otra promesa que no cumplirás jamás, piensas en tu madre, te preguntas si te encontrarás con ella al morir. Piensas en que ojalá Festus supere la explosión. Un juramento que mantener con el último aliento, ¡y una mierda! Morirás, y no habrá cuerpo que tus amigos puedan llorar. Es mejor así te dices, es mejor que nadie te recuerde, porque tú sólo serás siempre el maquinista, el cocinero, la séptima rueda. Nunca serás un héroe, y aunque estuvieras destinado a serlo, no podrías, porque vas a morir. Calipso esperará por siempre, maldiciéndose por ser tan estúpida de confiar en el débil Leo Valdez, un pringado hasta el fin de sus días. Y ahora, que sabes que ya no hay marcha atrás, las lágrimas rebotan en el metal de tu fiel y único amigo, una máquina llamada Festus, que moriría contigo y por ti. Dicen que cuando mueres, tu vida pasa ante tus ojos. A ti te ocurre eso. Recuerdas a tu madre, a todas esas sonrisas que te causó, piensas en ese incendio que te marcó. Piensas en tu padre, aunque no lo has visto nunca, aunque no te haya hablado nunca. Le maldices, por no hacerlo a tiempo. Maldices al mundo por tu mala suerte. ¿Y sabes qué es lo mejor? Nadie te recordará, porque eres un donnadie, un fracasado. Sí, Valdez, no intentes no oír mi voz, porque sabes que es la verdad, sabes que nunca erás nadie. Y entonces todo explota, y solo se escucha tu voz: "¡CÁLLATE!". Tomas tu frasco y haces una oración a los dioses, a esos mismos dioses que te están viendo morir con sus palomitas y su refresco. Sí, Leo, sabes quién soy. Siempre lo supiste, soy la misma muerte, y estoy presente en todas las personas, soy cada una de ellas, y no soy ninguna de ellas a la vez, así que, por ésta vez, Leo Valdez, te dejaré vivir.
Fin...
