Lost kitten - Metric

Amistad, la definición más acertada, maciza e inequívoca. Amigos de infancia, compañeros, camaradas, sobrenombres. En el fondo todavía seguían siendo niños. Kenma Kozume sentía que la adultez era un sueño lejano, pero al igual que toda premonición algún día tendría que llegar, por otro lado, Kuroo Tetsuro no pensaba demasiado en ello, vivía el día a día si se podría decir, y se responsabilizaba, a su manera por supuesto, de ello. Aun así, el pasar del tiempo a veces hacia que el tema entre ellos se manifestara sutilmente en los vagones del tren al volver a casa. La conversación giraba en las mismas preguntas ¿Qué harían después de la escuela? ¿Seguirían en el vóleibol? ¿Trabajarían o irían a la universidad? ¿Seguirán siendo amigos? Por supuesto que a veces las respuestas se tornaban cada vez más firmes en las decisiones de cada uno, o al menos para el chico de cabello negro, ya que tenía más claro que quería seguir en el deporte, pero adentro en alguna universidad de Tokyo, por otro lado el niño pudin se sentía inseguro sobre aquella decisión. El próximo año el asiento de al lado del tren estaría vació al volver a casa. Cierta ansiedad se apoderaba de él al pensar en ello. Iba a extrañarlo, pero nunca le iba a decirle eso, demasiado vergonzoso.

- ¿No quieres seguir en el voléibol, Kenma? – le preguntó Kuroo, de nuevo en uno de sus viajes a casa. Estaba a punto de anochecer, la leve luz roja del Sol chocaba con las mejillas de los dos estudiantes.

- No lo sé – Decía el rubio mientras jugaba con su celular, sin dar contacto visual – Siempre que hablamos de esto te doy la misma respuesta ¿Por qué sigues preguntando?

- Lo sé – insistía el otro – Por eso, me preocupa.

- ¿Ah? – Pausó el juego y al fin lo miró a los ojos. Una mirada seria y un poco triste lo encontró para responderle.

- Me quedan un par meses y me iré - sigue seriamente – Yo sé que te metiste al voleibol porque al fin y al cabo yo fui quien te lo insistió, pero… - hizo una pausa – Me gustaría que eligieras lo que realmente quieres, porque a pesar de todo siempre estaré aquí.

- … - Hace tiempo que su amigo no le había hablado tan en serio, daba un poco de miedo esa cara que ponía, es como si estuviera molesto o algo así, pero en el fondo no era eso. De verdad estaba preocupado por Kenma, por él. El rubio no sabía cómo responderle, era un poco chocante verlo de esa forma, además que su personalidad no era tan fuerte como la de él -¿Por qué me dices eso? – fue lo primero que se le vino a la cabeza.

- ¿Cómo que por qué? – Le replicó – Aunque no lo creas también tengo sentimientos – desvío su mirada hacia la poca luz del día que quedaba en el horizonte – Me gustaría verte feliz y decidido cuando tenga que irme, como cuando peleas con el último jefe de uno de tus juegos, llegan a brillarte los ojos – decía tranquilamente, mientras el niño pudin se sonrojaba levemente.

- No digas cosas vergonzosas – Kenma no soportaba oír esas descripciones – Además yo también estaré ahí, por si te echan de la universidad – al decir eso volvió al juego de su celular.

- ¡Ah! ¿Por quién me tomas? – Ahí está, el Kuroo de siempre, con esa sonrisa burlona y ojos agudos que le gusta palparle la cabeza a su amigo de menor estatura – No eres nada lindo cuando me dices eso, pudín.

- Kuroo – pausa de nuevo el juego mirando fijamente al otro, con los ojos gatunos que tenía.

- ¿Eh? – respondió un poco descolocado el despeinado.

- Yo estaré siempre ahí, para cubrirte, siempre – un calor incontrolable se apodera de las mejillas del más alto, que a la vez suelta una pequeña risa, mientras que el otro vuelve nuevamente a su juego como si nada.

- Gracias…

Sus verdaderas preocupaciones se habían ido.