. Invocación .

by: ChrisManson


. Capítulo 1 .

I think I'm drowning

Asphyxiated

I wanna break this spell

That you've created

...

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—¡Oh, vamos, Ciel! —el rubio se le arrojó, envolviéndolo con sus brazos delgados, consiguiendo que el joven de cabellos oscuros y ojos azules se lo apartara de un empellón—. Por favor, por favor, por favor...

—Nada de por favor, Alois —el adolescente parecía contar hasta diez en su mente. El rubio tenía dieciséis años, dos más que él mismo, pero sin embargo era tan, tan, infantil... tanto que a veces hasta le sacaba de quicio—. No voy a jugar contigo ni con Elizabeth a la ouija, ni tampoco a la copa, o a las veinte preguntas hacia las velas, y menos que menos iré a pedir dulces. ¿Entendido? Es MI casa, son mis REGLAS.

El adolescente hizo un puchero que le asentó a su rostro el punto exacto de ternura que a Ciel lo ponía enfermo. Los rubios eran su peor pesadilla en esta tierra. Pero claro, gracias a que su madre, Rachel, salió con su padre y su tía a una fiesta de Halloween para adultos, sus "amigos" del secundario, Alois y Elizabeth, se quedarían con él a cuidarlo.

Ciel resopló. En diciembre cumpliría quince años, y estaba seguro de ser lo suficientemente maduro para no necesitar una niñera. Pero quién podría hacer cambiar de opinión a Rachel Phantomhive. Ni siquiera su padre, Vincent, lo conseguía a veces. Y eso que ambos eran bastante tercos y caprichosos. De algún lado Ciel debía haber salido así.

El caso era que allí estaba. En el elegante piso de los Phantomhive en Londres, con sus dos "mejores amigos" (y únicos, en realidad, ya que Ciel no era exactamente social en clases), la noche del 31 de Octubre, cada tanto recibiendo llamadas de críos que pedían dulce o truco. Ciel trataba de atender siempre él y darle algunos que otros dulces de la compañía Phatom... su compañía, dulces que en esa casa sobraban y que a todos fascinaban. Y no lo hacía por bondad o cariño. Lo hacía porque cuando abría Alois, siempre pedía truco, y terminaba corriendo tras los niños disfrazados... o siendo perseguido por una pandilla de niñatos que querían sus dulces.

—¡Pero Ciel! —ahora era la rubia que hablaba, quejándose, haciendo un puchero demasiado parecido al de su amigo. Ciel sintió náuseas—. ¿Que acaso no vamos a hacer nada divertido en esta noche de Halloween?

—Podemos ver unas películas de terror —sugirió Ciel, dudoso. La verdad era que el plan de sentarse a comer dulces en silencio le fascinaba, tal vez leyendo algo de Stephen King, pero al tener a esos dos ahí...

—¡Eso no es divertido! —la rubia chillaba a todo pulmón, haciendo morros y sacudiéndose la mano de Alois del hombro, quien trataba de calmarla—. ¡Y vamos a hacer algo divertido!

Ciel quiso resistirse. De verdad que quiso. Es decir, cualquier cosa sería mejor que hacer algo divertido según la mente de Elizabeth Middleford... Pero habían cosas que estaban destinadas a suceder. Ya sea a base de caprichos de Lizzie, o pucheros de Alois, o incluso la terquedad de Rachel por ir a la fiesta de disfraces con ese elegante traje de condesa. Cuando el destino se alineaba para que todo sucediera como debía suceder, ese algo iba a suceder... quisieran los involucrados, o no.

Así fue como Ciel Phantomhive terminó sentado en el suelo, a oscuras, a las once treinta de la noche, rodeado de velas rojas aromáticas de su madre —que desprendían un dulce aroma a rosas—, en un círculo de sal, y frente a un extraño símbolo pintado en el parqué oscuro con tiza blanca. Seguramente, pensó Ciel, mamá y tía Ann pondrán el grito en el cielo cuando vean lo que han hecho estos dos. Probablemente los traten de mala influencia. Con este pensamiento se regocijaba, alimentando un poco su desesperación por salir corriendo de allí. "¡Pero no, Ciel, si sales del círculo de sal estarás propenso a cualquier cosa que el ser que invoquemos quiera a hacer contigo!" le había chillado Alois, antes de amenazar que lo ataría para que se estuviera quieto. Al final había conseguido que le pasaran su libro, Carrie, que había dejado por la mitad. Estaba bastante entretenido, y lo hacía ignorar el ritual que sus amigos estaban haciendo a su alrededor. Porque eso estaban haciendo.

—Un ritual, Ciel —le había explicado Alois, casi como si fuera lo más obvio del mundo, algo de conocimiento general—. Invocaremos a algún ser del otro mundo. Durante la noche de brujas y el día de todos los muertos, los portales están abiertos y el pase entre un mundo y otro es mucho más fácil. ¡¿No te apetecería ver un fantasma?! ¡O un demonio!

—Y claro, piensas que podremos invocar un demonio, nosotros, tres jóvenes en el medio de Londres, que seguramente no seremos los únicos en intentarlo, ¡y que el demonio no nos matará! —la mirada del ojiazul era alterada—. ¿Estás loco?

—¡Pero para eso es la sal, idiota! —y Alois procedió a explicar para qué servían los círculos de sal, las veinticuatro velas rojas, una por cada hora que el ser invocado permanecería en el mundo de los humanos, y que debían prestar total y completa atención al símbolo escrito con tiza en un suelo limpio, ya que el símbolo era el nombre del ser a invocar, y una raya mal hecha o una letra mal puesta podría invocar lo desconocido.

El pentagrama en el suelo era extraño, una estrella rodeada de un círculo grueso y unas púas extrañas, llenas de letras que Ciel no conocía y que supuso, tampoco eran humanas, y eran tomadas del libro negro que decía "Demonología: Volumen 6" que tenía Elizabeth recelosamente en sus manos. La chiquilla podría ser incluso miedosa en muchas ocasiones, pero cuando se trataba de divertirse, de las emociones... oh, era la primera presente en el lugar.

El reloj iba acercándose a la medianoche, por lo que Alois comenzó a impacientarse.

—El ritual está hecho para noche de brujas, ¡apresurémonos! —chillaba, y seguía trazando con tiza aquellas líneas en el parqué. Finalmente, satisfecho con su resultado, comparándolo varias veces con el símbolo en el libro de Elizabeth, encendió las velas que faltaban y apagó completamente las luces del lugar antes de tomar asiento en su respectivo círculo de sal.

—Esto es tan ridículo —siseó Ciel, mirando a sus amigos con incluso rabia—. ¿Y ahora qué? ¿Pronunciar unas palabras mágicas y ver como el círculo se ilumina, aparece un demonio y nos concede sabiduría eterna?

—Calla, Ciel —Alois le lanzó un manotazo, pero como estaban separados por casi dos metros de pentagrama pintado en el suelo, solo fue un manotazo al aire—. Lizzie, pásale las palabras a Ciel.

—¿Piensan que yo leeré eso? —el Phantomhive miró el papel que la amable Elizabeth le pasaba, con un brillo casi explosivo en su mirada.

—¡Lo harás, Ciel! —chilló la joven—. ¡Por favor! ¡Aunque sea por probar! Si lo haces y no sucede nada, prometo que nos aburriremos con tus películas de terror... ¡por favor!

Y le hacía esos ojitos de cachorro y ese puchero que le revolvían a Ciel el estómago. Cerró los ojos y contó hasta diez, tomando la decisión.

—Está bien, yo lo leeré —tomó la hoja que parecía ser arrancada de un libro. Uno muy viejo, a decir verdad, ya que se sentía áspera y a la luz de las velas estaba amarillenta—. ¿De dónde es esto? ¿De qué libro lo han sacado?

—¡Tú lee! —chilló Alois, como queriendo callar a Lizzie, que indudablemente iba a decirle que habían arrancado la hoja de un libro que encontraron tiempo atrás en la biblioteca personal y privada de Undertaker, el cínico bibliotecario de su secundario, que parecía loco devorando galletas de perro y hablando con un tono de voz tan tenebroso que incluso daba miedo.

Ciel suspiró y se concentró. La primera parte de la hoja contenía caracteres que no conocía, en un idioma que supuso no era humano... por lo mínimo, era inventado por algún chiflado que creyera en esas cosas. Bajo, se encontraban unas cuantas palabras en latín.

Creatura tenebra noctis venit ad me, et animae non sit in nobis, nos separare —tomó aire, sintiendo un escalofrío subir por su columna, sintiendo como si el mundo de su mente y el mundo real se desconectaran. Se sentía extrañamente liviano, extrañamente helado—. Surgite, egredimini de medio tenebrarum, et te perdere.

Tembló levemente, sintiendo como un calor tan ardiente como el mismísimo fuego se extendía por su pecho y su cuerpo. Pero nada sucedió. El pentagrama en el suelo seguía intacto, y los segundos iban pasado como horas, uno tras otro con una expectativa que se iba deshaciendo como las velas, consumiéndose.

—¡Ven! —Ciel saltó al paso de un minuto entero, un minuto de murmullos externos, un minuto de risas ocultas tras los gruesos vidrios que dejaban a la vista la noche festiva para jóvenes y no tan jóvenes—. ¡No sucedió nada! Nada.

Tan pronto pronunció aquellas palabras, Ciel se inclinó, incrédulo ante lo que sus ojos estaban viendo. No. No era posible, maldición, no. Porque allí, en el centro del pentagrama, se asomaban unos dedos de uñas alargadas y filosas. Parecía que dicha criatura estaba reptando, porque ahora el interior del pentagrama era de un líquido similar a la brea, espeso y negro, y las manos emergían sin tocar el símbolo, siguiendo a una cabeza empapada de viscoso líquido con afilados y elegantes cuernos de gacela del color del ónice, y un torso embutido en algo que parecía brillar sin el opaco líquido de por medio. El Phantomhive temblaba, y siguió temblando de la incredulidad, del terror, cuando aquella criatura echó la cabeza hacia atrás y el líquido comenzó a caer en espesas gotas contra el piso, revelando una piel blanca como el papel, unas facciones finas, hermosas, un rostro ridículamente hermoso en un cuerpo delgado y fibroso.

Pero realmente sintió miedo cuando aquel ser abrió los ojos y los posó en él.

Una mirada carmesí. Ardiente como rubíes, con la misma llamarada que tendrían estas piedras al ser echadas al fuego, fundiéndose en un calor insoportable y derritiéndose entre las brazas.

Joder.

Acababan de invocar a un demonio.

No. Peor aún.

Acababa de invocar a un demonio, que lo miraba con hambre a través de esos ojos del color de la sangre.

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You're something beautiful

A contradiction

I wanna play the game

I want the friction

Time is running out/Muse


¡Hola! Damas y caballeros, os presento mi primer Long!fic. No, no será exactamente larguísimo, pero será lo suficiente para volverme un poco loco. Este capítulo ha ido suave, al ser algo así como la "Introducción"... la invocación real del demonio en 2014, fecha actual. Pero quisiera daros un par de advertencias: este fanfic contiene material yaoi y fuerte. Sadomasoquismo, principalmente, y fetiches... y os aviso ahora porque a mí me resulta estéticamente mal visto una nota de autor en el principio de la historia. No soy para nada fanático de éstas, pero cuando he de ponerlas, ¡aquí están!

Espero que os haya gustado este primer capítulo. Ya saben, si quieren comunicarse conmigo o comentar algo al respecto, pueden hacerlo aquí, dejando un review, o por MP, o dejarme una pregunta aquí: / fmlyht , que estaré agradecido de responder cualquier cosilla que tengáis para decirme. Además de, si queréis que escriba sobre algo en particular, no dudéis en pedirlo que me vienen bien los retos.

Con esto me despido hasta el próximo capítulo, que pienso que sea en una semana... ¿o es mucho? Como fuera, mis saludos y... ¡feliz noche de brujas para todos!