Hola a todos! Quisiera empezar ofreciendo una gran, gran, gigantesca, enorme, descomunal, desorvitante e intensa disculpa...Esta historia ya la habia escrito antes..se llama Secretos CArmesí, sin embargo, he decidio eliminarla completamente..por la cantidad de errores y desperfectos que tenia...la historia llego a un punto donde hasta yo misma me perdia y no sabia ni o que escribia...pero me di cuenta de mis errores gracias a todas las hermosas chicas que mehicieron el honor de dejar un comentario..a todas ellas gracias por sus consejos y sus aportes...es por eso que por ellas he decidido traer esta historia...mejorada, segun yo :P me puse a mejorar todo loq ue podia mejorarle...espero que les guste,...por favor comente. COmo dije..mil gracias a Mrs Sweeney Lovett Todd, NellieLovet, Tarastupida, MArgery Lovett y Cristine por dejarme sus comentarios y sabios consejos! mil gracias!
Aclaracion...Esta historia esta basada en la adaptacion filmica del mejor director..Tim Burton!
Crónica del día en el que Sweeney decidió enamorarse.
Las calles de Londres permanecían iguales, oscuras, solitarias y silenciosas. El cielo no daba mucho de sí, aún después de tanto su lado nubloso había sido el mismo durante mucho tiempo. No había gente, toda ella se había ido para dejarlo solo una vez más. Ningún alma rondaba por la calle Fleet y la verdad no estaba de ánimos como para ver caminar a algunos que después alimentarían a otros. Tal vez era eso, probablemente, ya no tenía sentido; su venganza estaba cumplida. Hizo pagar a quienes debían pagar. Ahora estaba ahí, frente al ventanal de su barbería buscando un motivo para quedarse o para irse. Un motivo… que contradictorio, hace quince años que no actuaba sin un motivo.
¿Qué tenía ahora de importante? ¿Johanna? Ella probablemente estaría lejos con Anthony empezando a ser feliz. Él debía hacer algo también. Alejar los fantasmas parecía ser un buen comienzo pero para qué borrar los recuerdos si fueron los causantes de mantenerlo con vida estos últimos años; de cumplir su venganza. Para qué borrarlos si ya era lo único con que se quedará si es que quisiera quedarse con algo. No, no quería olvidarla, no quería borrar a Lucy de su mente.
Recargó su brazo derecho sobre el borde de la ventana, miró el humo saliendo de las chimeneas de las casas opacando la luz de la luna. No parecía haber mucha diferencia entre el día y la noche en Londres. Para él sólo acentuaban la penumbra de la ciudad. Recordó los días maravillosos que pasaba junto a su esposa y a su pequeña hija. El cielo era tranquilo. Por las noches se podía ver un firmamento estrellado y sereno. Ahora era diferente, ahora todo el mundo había cambiado de la misma manera en que su destino había cambiado abruptamente. Hace quince años que se condensaba en el segundo más feroz y cruel de su existencia en donde la muerte se fundiera en una ardiente prisión, no sólo de barrotes, y que cayó sobre él como un rayo sentenciándolo a la última pena; quedarse tan sólo con imágenes, con recuerdos. Ésta era su condena, estaba consciente de ello pero una parte de él ni siquiera lo concebía como el error a ningún delito. Esa otra parte de él esperaba bajo cada tono gris del alba esperanzado con su inminente liberación. Si es que algún día llegara a enterrar lo que fue, desaparecer los secretos u ocultarlos aún más profundo, que quedaran en el olvido no de Benjamin Barker sino de Sweeney Todd.
El estrepitoso ruido de los carruajes sobre la piedra lo distrajeron de su labor, su mano tembló por un momento ante el descuido. El relinche del caballo le provocó un susto y jaló ligeramente la mano que sostenía la navaja hacia arriba rasgando de lado el cuello de su cliente quien dio un pequeño grito ahogado a causa de la profunda herida mortal.
El barbero se desconcertó al ver aquel hombre jalando desesperadamente bocanadas de aire. El líquido espeso salía abruptamente de la profunda cortada a pesar de que el hombre en la silla intentara cubrirla con ambas manos, en poco tiempo empezó a moverse estrepitosamente sobre la silla. Todd permanecía inmóvil aún con navaja en mano mirando fríamente al hombre que agonizaba. Lo vio retorcerse tratando de parar la hemorragia que tenía. La manta blanca atada a su cuello rápidamente se tiñó de rojo; su rostro empezó a tornarse pálido. Miró las manos trémulas y lívidas del desdichado, parecían manos monstruosas tensándose a causa de la angustia aferrándose a un cuello ya lánguido y amoratado, esas manos no parecían ser manos humanas, no parecían ser de aquel hombre.
Frunció el seño al ver su manta manchada de sangre, inclinó un poco medio cuerpo para reprocharle pero al ver los ojos del pobre hombre ya casi muerto se contuvo de hacerlo, esa mirada le hizo detenerse como si se tratara de una pared invisible…no, más bien como si le gritara por ayuda, esos ojos suplicaban auxilio.
Hay muchos que dicen los ojos son la ventana del alma, pues si así fuera ese par de ventanas empezaban a nublarse. Descubrió sorprendido al notar en aquellos ojos la vida tan lánguida, tan débil que le quedaba a aquel extraño. Notó la mortificación y sufrimiento humanos a través de esa ventana que trataba de mantenerse abierta. Escuchó un leve hilo de voz que escapaba de su boca ya tiesa, un murmullo apenas audible, sin embargo, alcanzó a escucharlo. Le pareció ridículo que el extraño se preocupara por absurdos que bien sabía no volvería a cumplir, tuvo el tiempo suficiente para ir, venir, decir, amar u odiar pues ya no le quedaba más que...
El tintineo de la campana en la puerta de la señora Lovett le causó un leve estremecimiento, por un momento la creyó subiendo las escaleras, abriendo la puerta y atormentándolo con preguntas y sugerencias, aunque no sería tan preocupante como si el que subiera fuera Toby, no podía permitir que ese niño lo descubriera, ya tenía suficiente con su comportamiento tan extraño, a demás de que ese muchacho no le veía con buenos ojos, eso sí que era un problema; que entrara y lo viera ahí junto a un moribundo desangrándose. Nunca se había demorado tanto, maldijo el descuido que tuvo; temblar ante el trote del caballo, sólo un tonto principiante tenía esos errores, aunque en realidad a éste no pensaba rebanarle el cuello; era simplemente un hombre torpe que llegó cuando estaba cerrando la barbería y que solicitó el servicio con urgencia.
Un intenso suspiro hizo que volviera la mirada hacia el hombre en la silla. La expresión de sus ojos le inquietó más que cuando notó la suspicaz y natural angustia humana al sentir que la vida se le va. Ya no era la mortificación que vio primero, en ellos veía angustia, desesperación y… vacío. Esos ojos ya no tenían vida, dejaron de ser la ventana a un alma desgraciada, ahora eran dos simples cristales vacíos, simplemente vidrio; la ventana se había cerrado.
Quitó de un jalón la manta del cuello, limpió con ella su navaja y pisó el botón junto a la silla. La señora Lovett tendría un nuevo sabor extra en su menú.
Decidió cerrar la barbería antes de que otro incauto llegara, ya tenía suficiente de errores. Antes de halar la fina cortina miró a través de los cristales de la puerta a la señora Lovett llamando con aire preocupado a Toby; una de sus manos asía con perseverancia parte de su vestido; el viento nocturno hizo flotar su cabello hacia enfrente, lo sostuvo con la mano desocupada; giró a penas media vuelta quedando casi enfrente de la puerta de la barbería y él pudo notar el ligero tono rojizo en sus mejillas a causa del frío de la noche, le pareció tenía mucha gracia, resultó una bella imagen y dejó surgir, sin darse cuenta, una pequeña sonrisa.
"Elly …espera..me." Pensó que seguramente se trataba de su esposa. Sacudió suavemente su cabeza para olvidar al desdichado hombre de hace unos momentos. Nunca le importó quienes fueran, lo que dijeran o lo que sentían y esta vez no sería la excepción. Al menos su voluntad se cumpliría pues la tal Elly lo esperaría sólo que él jamás llegaría.
Soltó la cortina y desde su lugar miró la foto que tenía junto a sus queridas amigas, caminó hacia ella para tomarla entre sus manos; en ella se veía feliz al lado de su esposa o mejor dicho de quien fuera su esposa, pero esos tiempos jamás regresarían y al igual que a la pobre Elly, a quien no le quedara, más que esperar sí, pero el final. Seguramente ya no encontrará motivo para seguir. Se sentó junto a la ventana y suspiró pesadamente.
- Nada más que vacío – dijo viendo la foto que sostenían sus manos. Probablemente era demasiado tarde para olvidar como tantas veces se lo dijo la señora Lovett. Los fantasmas lo seguirían y se apoderarían de él, se perdería en medio de la oscuridad.
- Señor Todd la cena está lista- interrumpió la señora Lovett, entrando sorpresivamente a la habitación, con un tono ligero temiendo molestar a su querido barbero, quien levantó el rostro hacia sus facciones femeninas. Sus mejillas aún estaban rosadas, pero esta vez hubo algo que llamó aún más su atención. Sus ojos. Miró sus ojos y le parecieron inquietantes, los suyos sí tenían brillo, los suyos sí tenían…
- vida
- Disculpe, dijo algo señor Todd
- No nada señora Lovett, vayamos a cenar- dijo levantándose de su lugar y guiando a la señora Lovett a la puerta. Quizá y sólo Quizás no se perdería en la oscuridad.
