Naruto y sus personajes son obra de Masashi Kishimoto. Lo único que me pertenece es la idea y la historia, las cuales hago sin ánimo de lucro, con el fin de entretenerme y entretener a quien quiera leerla.


¡Hola caracolas! Antes de que empiecen las clases, me he dignado a hacer éste fic que... No sé de cuántos capítulos será. xD

Desde el "Icha Icha" no hago más que puro ShikaTema; así que he pensado que sería divertido hacer un fic donde se involucre otra pareja... ¡Y siempre rate M! Ya sabéis que conmigo no bajaréis de ese rango. xD

En esta ocasión he pensado en juntar el ShikaTema con algo de NaruHina; porque le tengo un cariño especial a esa pareja. ¡Y esto es lo que ha salido!

Muchísimas gracias a mis adorados y amados lectores que me dejan comentarios y sobretodo gracias a mi grupo ShikaTema de siempre, las cuales me animan mucho a seguir escribiendo.

Sin más que decir;

disfrutad de mis locuras.


Sala de usos múltiples

Capítulo I

Las paredes no hablan

.

POV General.

Las nubes blancas paseaban majestuosas por el cielo diurno de la aldea de la Hoja. Septiembre había dado paso al comienzo de las clases para los más pequeños y los trabajos para los dueños y dueñas de los establecimientos.

Konoha volvía a la rutina.

El líder de la aldea; Naruto Uzumaki yacía plácidamente recostado sobre el sillón de su oficina. Desde que fue nombrado El Séptimo Hokage de la Villa de la Hoja, se pasaba las tardes desde Septiembre hasta el Junio siguiente sentado en ese sillón, rodeado de papeles para encargar misiones de diferentes rangos, cartas de otras aldeas y qué sabía que más; Shikamaru Nara, su mano derecha, se lo organizaba todo.

—No sé qué haría sin él...- El rubio suspiró perezoso, estirando sus brazos y crujiendo los huesos de su espalda y cuello para comenzar a trabajar.

El líder del clan Nara tenía aún dos días más de descanso puesto que Naruto, al ser el Hogake, empezaba antes que las otras personas que trabajaban con él.

Lo más divertido para el Uzumaki era asignar las misiones a los más pequeños; le recordaba a la primera misión que hizo con su equipo. Podía notar la ilusión y el entusiasmo en los ojos de aquellos jóvenes.

—Cómo echo de menos aquellos tiempos...- Sonrió con añoranza.

Al pasar de las horas, Naruto notaba como la vista comenzaba a fallarle y sus tripas empezaban a sonar.

Tumbó su cabeza sobre el escritorio, encima de los papeles que estaba escribiendo y se compadeció de haberse olvidado el almuerzo que su esposa, Hinata, le había preparado. Pero, como un rayo de esperanza; la puerta sonó.

—¿Puedo pasar?- La melódica voz de su esposa inundó sus oídos.

—¡Hinata! ¿Me has traído...?- Pero antes de poder terminar la pregunta, la nombrada entró con el bento envuelto en un pañuelo con los símbolos del clan Uzumaki. —¡Gracias! ¡Eres la mejor esposa del mundo!- Entusiasmado, Naruto corrió a abrazarla.

Hinata se sentó en la silla enfrente de la mesa del Hokage y Naruto se sentó en la que le correspondía.

—Aquí hay demasiada comida ¿No?- Preguntó el Uzumaki.

—Bueno... He pensado que podríamos comer juntos.- Hinata sonrió con dulzura y luego miró hacia un lado algo sonrojada. —Por el día que es...- Volvió a mirar a su esposo, el cual se puso de pie para rodear el escritorio y sentarse a su lado.

—No hay nada que me hiciera más feliz.- Respondió dándole un suave beso en los labios.

Ambos Uzumaki comieron juntos y mientras reposaban la comida, recordaron porqué este día era tan especial.

—Cuando me pediste matrimonio...- Hinata comenzó a hablar.

Yacía con uno de sus codos apoyados en la mesa, apoyando la mano en su mejilla mientras miraba a su marido de una forma como sólo ella sabía hacer.

Naruto rió algo tímido.

Es cierto que, a pesar de que la timidez no entraba en su personalidad, cuando recordaba cosas como su primer beso, su primera vez o cuando le pidió matrimonio, las mejillas se le tornaban de un adorable color rosa.

—¡Fue la mejor decisión de mi vida!- Respondió con ánimo, volviendo a besar a su esposa.

Ella tomó su rostro con ambas manos y profundizó el beso.

—Hinata...- El Uzuamaki se asombró por el repentino cambio que la conversación había tenido; pero lejos de apartarse o molestarse, ahora fue él quien profundizó aún más el beso.

Su lengua intrusa y con ganas de jugar, se adentró entre los labios finos de su mujer, quien con algo de timidez, dejó pasar entreabriendo su boca.

La peli-azul no pretendía encender las ganas de amor de su marido; pero al parecer era demasiado tarde como para que el Uzumaki quisiera parar.

—Estamos solos en la torre.- Con una risa pícara y juguetona, Naruto tomó de la cintura a Hinata y la puso encima de la mesa.

Sin lidiar palabra alguna, sus labios volvieron a rozarse, sus lenguas se entrelazaron y notaron como la temperatura iba subiendo peligrosamente. Naruto subió la falda del vestido color melocotón que su mujer solía llevar, desde que él mismo se lo regaló el día de su anterior cumpleaños. Hinata alzó un poco su trasero para que el vestido pudiera subir y en pocos segundos estaba tirado en un rincón de la oficina del Hokage.

El rubio se separó de ella por un momento para contemplar la belleza que tenía delante; pues aún habiendo dado a luz a sus dos preciosos hijos, su mujer conservaba un cuerpo espectacular, que muchas mujeres desearían.

Aunque era solo y exclusivamente para él.

Hinata mordió su dedo índice y con una mirada algo tímida, llevó una de sus manos al borde del pantalón de su marido para atraerlo de nuevo a ella y encarcelarlo entre sus piernas; pasándolas por detrás.

Volvieron a besarse.

Sus lenguas se entrelazaban a la par, gemidos salían de la boca de la Uzumaki mientras que Naruto trataba de mantener la cordura y la paciencia; aunque de poco le sirvió su autocontrol cuando escuchó la cremallera de su pantalón bajar.

—Aunque estemos solos... Debería ser algo rápido.- Hinata, con la excusa del miedo a ser pillados; ocultó el ansia de tener a su marido dentro lo antes posible.

Naruto se abalanzó sobre ella, haciendo que dejara de bajar la cremallera del pantalón y tuviera que apoyarse sobre sus codos para no perder el equilibrio.

—Naruto...- Le miró con un ápice de súplica y confusión.

El nombrado mando que callara alzando su dedo índice. Acto seguido, se agachó quedando su rostro a la altura de la intimidad de su mujer, y deslizó las braguitas tirándolas encima del vestido.

—Me gustaría comer el postre...- Con una sonrisa victoriosa y sensual pintada en sus labios, su lengua recorrió la plenitud de su intimidad -ya más que mojada-.

Las manos de Hinata se posaron sobre su boca, tratando de acallar los gemidos que salían violentamente de sus cuerdas vocales; pues si había algo que le gustaba más que hacer el amor con su esposo, sin duda era cuando este mismo devoraba su intimidad sin compasión ni delicadeza.

Y eso Naruto lo sabía.

Llegando al clítoris, el Uzumaki comenzó a darle suaves mordiscos pasando a succionarlo y volviéndolo a morder un poco más fuerte, notando cómo los gemidos de su mujer se hacían cada vez más audibles para sus oídos.

Deliciosa melodía que solo él tenía permiso de escuchar.

Hinata llevó sus manos detrás de su espalda para desabrocharse el sujetador, tirándolo detrás de la mesa, por algún lugar; y comenzando a tocarse uno de sus pechos mientras su marido seguía devorándola, su otra mano se posó sobre los cabellos dorados de él, incitándole a seguir, presionando su rostro contra ella para que Naruto hiciera lo que más le gustaba.

Y captando las órdenes que su mujer le daba sin decir nada; Naruto hizo lo que quería. Introdujo su lengua dentro de su intimidad, abriéndose paso entre ambos labios inferiores, saboreando cada rincón de su interior.

Hinata soltó un gemido de puro placer cuando sintió cómo la lengua juguetona de su marido recorría su intimidad por dentro, haciendo que se mojara aún más si se podía. Notaba los jadeos de Naruto y sus pequeñas risas vibrar en su zona íntima. Echó la cabeza hacia atrás y no pudo evitar quedarse totalmente tumbada sobre la mesa del Hokage.

El rubio, dejando su labor con la intimidad de su mujer; volvió a ponerse de pie para observar como el cuerpo desnudo de su particular diosa yacía sobre la mesa en la que él, luego, tendría que trabajar.

—Eres tan...- Como un gruñido de cazador a punto de comerse a su presa; Naruto se inclinó sobre Hinata y ella alzó las manos para tomar su rostro y volver a fundirse en un apasionado beso.

Ambos gemían al rozar de sus intimidades, pues aunque el rubio aún guardaba la suya dentro del pantalón, saltaba a la vista -y al tacto- que estaba erecta y con ganas de jugar, así que, separándose un poco de su mujer, se incorporó para poder desabrocharse los pantalones y bajarlos, pero cuando quiso pegarse a ella de nuevo Hinata puso un pie en su pecho y se levantó.

—¿Qué quieres?- Preguntó el Uzumaki con una pícara sonrisa.

Y dejándose hacer por su morena, Naruto se quedó observando cómo Hinata le despojaba de la túnica oficial del Hokage y se la ponía ella. El rubio bufó y notó como ahora, hasta la ropa interior le apretaba.

—Por favor...- La Uzumaki se puso de espaldas ahora a su marido, apoyando una de sus piernas en la mesa mientras con una de sus manos apartaba la túnica del Hokage y con la otra abría su intimidad para dejar una espléndida vista que a su marido no se le pasó desapercibida.

En menos de un segundo, el Uzumaki ya se había quitado la ropa interior quedando únicamente con la camiseta puesta y ahora yacía a escasos centímetros de la entrada de Hinata, rozando su erección contra los labios de su intimidad, mojados por sus propios fluidos sumados a la saliva que él mismo le había regalado minutos atrás.

A punto de entrar, Hinata tomó el cuello de la camiseta de su rubio y le besó con fiereza y sensualidad; introduciendo su lengua en la boca ajena, succionándola; atrapándola entre sus labios.

Naruto sentía desfallecer, pues aunque su mujer fuera tomada por una persona tranquila y tímida, nadie; absolutamente nadie se imaginaría cómo era ella en los momentos más íntimos.

Y eso a él le hacía rozar la locura.

Se volvía completamente loco cuando sus caderas se movían con sensualidad rozando su erección entre sus preciosas nalgas; adoraba cómo mordía con delicadeza y de una manera tan sexy su lengua y, por encima de todo, amaba la forma en la que gemía su nombre.

Naruto posó ambas manos en las caderas de su mujer; ansioso por entrar en ella y con un falso enfado porque no le dejara hacer lo que quería.

Porque no le dejaba notar su suavidad, su calor.

No aún.

—Nanadaime-sama, estoy deseando notarle dentro...- La Uzumaki guiñó un ojo y mordió su labio inferior.

El corazón de Naruto dejó de latir por una fracción de segundo; pues toda la sangre que tenía estaba concentrada en otro sitio. Tragó saliva y mordió con demasiada fuerza su labio inferior y emitiendo un sonoro gruñido cuando, de una rápida y seca embestida, introdujo por completo su miembro dentro de la intimidad de su mujer.

—N-naruto... No era esto lo que...- La Uzumaki había planeado ser ella la que, por una vez, llevara las riendas todo el rato.

Pero lejos, muy lejos de que aquello ocurriera, Naruto comenzó a penetrarla de una forma rápida y dura, agarrando sus caderas con fuerza; observando como ambos cuerpos chocaban.

—Me provocas...- Susurró cerca de su oído, lamiendo su lóbulo para, después, pasar una de sus manos al mentón de Hinata y atraerlo hacia sí, siendo ahora él el dominante en el beso, succionando su lengua, mordiéndola y degustando cada rincón de la boca de su mujer.

—Naruto...- La morena, excitada por la indiscutible sensualidad de su rubio; se dejó hacer cerrando los ojos, notando cómo su lengua era devorada.

La mesa comenzó a temblar de una forma alarmante, como si se fuera a quebrar; pues las embestidas del Uzumaki no cesaban en su rudeza. Hinata apretaba sus manos en puños encima de la mesa, mirando a su marido de reojo con la respiración agitada y los cabellos revueltos. Espléndida vista para él; quien por más que evitara emitir sonido alguno para tener el placer de escucharla a ella; no podía contener sus cuerdas vocales a cada choque que daban sus cuerpos.

La morena, sin que Naruto saliera de ella, se dio media vuelta quedando tumbada de nuevo encima de la mesa; con sus piernas reposando en los brazos del Uzumaki, haciendo que las penetraciones fueran incluso más profundas.

La erección del rubio completamente mojada, resbalaba con facilidad y ambos notaban cómo un fino hilo de fluidos y saliva caía desde la intimidad de Hinata, pasando por su trasero hasta manchar la mesa.

Pero eso ahora no importaba.

El éxtasis llamaba a la puerta con ganas; el frenesí con el que Naruto penetraba a Hinata era digno de locura. Ella clavaba sus uñas en los pectorales de él por debajo de la camiseta y él se deleitaba con la perfecta visión que tenía de los voluptuosos pechos de su mujer; pues se movían deliciosamente al compás de sus embestidas.

La electricidad comenzó a recorrer sus cuerpos, Hinata tuvo que arquear su espalda al notar cómo el final se acercaba; Naruto apretó con más fuerza aún las piernas de su mujer y rezó porque le dejara correrse dentro; no tenía ninguna gana de salir.

Se sentía tan bien entre sus piernas.

—Hinata ¿Puedo...?- Pero antes de terminar la pregunta; la Uzumaki respondió envolviendo la cadera de su marido con sus piernas y atrayéndolo hacia ella para abrazarle.

—Sí, hazlo dentro...- Con un gemido de súplica, Hinata susurró en su oído; deseando notar la esencia de su marido dentro de ella.

Un par de embestidas más hicieron falta para que la pareja se dejara ir hacia el más puro placer. El éxtasis fue recibido entre gruñidos y gemidos mientras ambos se miraban a los ojos con las bocas entreabiertas; pidiendo a gritos volver a juntarse mientras Naruto derramaba absolutamente todo dentro de ella.

Un gran suspiro inundó la oficina, seguido del más puro silencio.

Recobrando la respiración, Naruto ayudó a Hinata a limpiarse con las servilletas de papel que había traído para la cena y ésta prosiguió a vestirse.

—Tendrás que venir más veces a comer...- Abrazándola desde atrás mientras se terminaba de subir las braguitas; Naruto abrazó a la morena dándole un suave beso en la mejilla.

Ella rió y asintió.

—A mí también me ha gustado mucho... Hacía tiempo que no cometíamos una locura así.- Ambos rieron.

Pero poco duró el buen humor y las risas cuando, de pronto, escucharon dos golpes en la puerta.

—¿Naruto?- Una voz se escuchó desde fuera.

Los Uzumakis, presas del pánico, corrieron a vestirse y adecentarse.

Naruto se acomodó la camiseta, se puso de nuevo la túnica del Hokage y se vistió la ropa interior y los pantalones; Hinata, que yacía buscando su sostén, no tuvo tiempo a encontrarlo, pues la puerta se estaba abriendo, así que con la rapidez digna del Cuarto Hokage; se puso el vestido y se sentó en la silla aparentando comer.

—¿Qué haces aquí?- Preguntó Naruto con una risa nerviosa al abrir la puerta.

La persona que entró se quedó parada mirando a la pareja.

Miró al rubio y dio un largo suspiro rascando su nuca.

—Eres muy... problemático.- Soltó en un bufido, cerrando los ojos y negando con la cabeza.

Naruto, rió aún más nervioso y a Hinata estaba a punto de darle un paro cardíaco pensando que al menos, por suerte;

las paredes no hablan.


¿Quién será el extraño intruso?

Oh vamos Glow, como si no fuera evidente... xD

¿Qué tal? ¿Os ha gustado? Espero que sea de vuestro agrado.

Esta idea se me vino a la mente y no pude evitar plasmarla... No sé si ha quedado justo como yo quería; pero solo es el primer capítulo, así que vamos a darme una oportunidad ¿No? :D

Muchísisisisisimas gracias por pasaros a leer y haber llegado hasta el final... ¡El próximo capítulo viene caliente! Así que cuidado. ;)

¡Besitos de chocolate para todos!