Cuando tu vida no es todo lo perfecta que quieres, cuando estas enamorada de un hombre casado, cuando acabas comprendiendo que probablemente nunca lo tengas...
Y él te viene con que su mujer no es fea, sube por el estómago una sensación destructiva tan parecida a una enfermedad que asusta.
Entonces decides que cogerías a Narcissa por el cuello y la apretarías hasta que desapareciera, o bien a él.
A él mejor no. Estás enamorada. Será puro masoquismo, inexplicable, absurdo y temerario. Pero estás enamorada.
Mejor lo pagas con ella, con ella y su pelo rubio oxigenado. Mejor te presentas en su puerta y le gritas a la muy puta que llevas años acostándote con su marido. Pero sólo en tu mente por supuesto. Porque estás enamorada.
Y serás una de esas conformistas a las que tanto criticas con la boca entrecerrada y la nariz arrugada de pura indignación. Serás poco o nada parecida a esas mujeres valientes que saben manipular a su antojo para conseguir lo que quieren. Pero la vida real no es como las historias de duquesas, y lo más cercano a la manipulación que hay en el amor es lo que hace su esposa, y eso es algo tan vomitivo, tan bajo, tan desesperado... tan astuto, que tú no lo harás. ¿Porque estás enamorada? Sí. Estás enamorada y además no quieres parecerte a ella.
Y ahora insulta a Lucius, insúltalo en tu mente que así no se entarará. Insúltalo y llora un poco porque nunca os casareis. Que sabes que cuando vuelva mañana y te miré otra vez con sus ojos de hielo en llama, cuando alargue su mano blanca para agarrarte de la cintura y besarte como sólo un Malfoy lo puede hacer, cuando te diga riendo entre dientes alguna frase demasiado correcta que hará que se te erize el vello de la nuca, cuando te recuerde sin palabras porqué dejaste a tu marido a los pocos días de empezar con él; te entregarás a sus brazos como una esclava.
Porque estás enamorada. Y la vida apesta y Narcissa será guapa y serás siempre soltera. Pero estás enamorada.
