Hola señoritas:
Bueno, aquí de nuevo con esta nueva locura. Espero que me acompañen en el transcurso de la historia y espero que me cuenten qué les ha parecido este primer capítulo.
Un abrazo a todas!
Cata =)
PRÓLOGO
"¿Quién podría imaginar que en pleno año 2012, una chica profesional, de 27 años de edad, para nada fea... (Quizás un poco hippy, pero no fea), independiente, responsable y sociable fuese virgen?
Sí, virgen. Ningún tipo de actividad sexual "real" durante su vida, fuera de algunas masturbaciones por ahí…
Dos novios y cero actividad sexual.
Para su primer novio, Matt Clark, ella era una quinceañera ilusa que en lo único que pensaba era en dibujar cosas lindas, crear, diseñar. Por eso quizás eligió su carrera de Diseño.
Su segundo novio... con él simplemente no se atrevió. 21 años y no dejaba que Mike Newton la tocara más allá de lo "aceptable". Cuando él lo intentaba, ella lo atacaba. Una vez incluso lo golpeó, la última vez que él lo intentó, le dio un certero golpe en un ojo. Porque claro, el hombre se aburrió. él estaba candente por meterse a la cama con su novia y hacer "cochinaditas", pero ella simplemente no quería.
Para el colmo de su mala suerte, o no tan mala suerte (no podía ser desagradecida), terminó trabajando en una empresa de renombre en el área de la arquitectura y el diseño "Art&Design", donde el arquitecto con quien trabajaba, se había convertido en un infante, con quien fantaseaba de día y de noche. Un hombre ideal, el hombre diez, su príncipe azul… y su amigo de siete años, Edward Masen, de 30 años, por quienes casi el 90% de las mujeres de la empresa suspiraban, pese a estar comprometido con Victoria Rossel , la bruja de su cuento.
¿Logrará Bella Swan cambiar su título de "Virgen" antes de pasar la barrera de los 27?¿Logrará disfrutar de los "cochinos deseos de la carne", como dice su abuelita, con su príncipe azul... o quien sea?"
1. Sobre ensueños, príncipes y despedidas
~C&A~
Desde la esquina del dormitorio echado sobre su cojín, Lincon, el pequeño y regordete perro bulldog, observaba con sus característicos ojos tristes a su ama.
Ella, que había llegado del trabajo cerca de las nueve, apenas se había dado tiempo de cenar con su abuela Aurora, para luego sentarse en su mesa de trabajo que había implementado en casa, para terminar la maldita propuesta que a ella y a su equipo los traían con los nervios de punta. La mujer a la que le presentarían la idea, era una excéntrica vieja de setenta años que hacía y deshacía con sus miles de millones de pesos, comprando propiedades, derribándolas y volviéndolas a levantar a su pinta.
Ella estaba encargada del diseño de interior de todas las malditas piezas, desde el color de las murallas hasta el diseño de los jarrones para las flores. Bueno, ella y su colega y amiga Tanya Denali, que había trabajado tan duro como ella, mientras el resto de su equipo, arquitecto e ingenieros, se encargaban de los planos, estructura, construcción y obra gruesa de la propuesta. Hacían un buen trabajo de equipo.
La empresa de construcción, diseño y arte en la que ella trabajaba, "Art&Design", era una empresa prestigiosa y muy completa dentro del rubro en Los Ángeles. El "mero jefe", como ella decía, era el estricto irlandés Aro Vulturi, ingeniero industrial de profesión. Su equipo a cargo de esta propuesta estaba conformado por el arquitecto Edward "príncipe" Masen, el ingeniero Jasper Whitlock, la diseñadora industrial Tanya Denali, Jane Simpson la secretaria y ella, diseñadora y decoradora Isabella Swan "¡Pero puede decirme Bella!"
Cuatro de la mañana y Bella por fin puedo guardar su trabajo, al fin terminado. "Y más le vale que le guste…"
Puntualmente, a la mañana siguiente llegó al edificio con su café a instalarse en su escritorio a darle el último vistazo a su trabajo, y se sintió conforme. Se acabó el café cargado mientras lo revisaba, para que espantara su letargo por falta de sueño, pero la cafeína no surtía efecto.
¡Demonios!
Así que dejó caer su cabeza sobre el escritorio, usando sus brazos como almohadas cerró sus ojos. Sólo diez minutos, lo juro…
"Se vio vestida de aldeana, recogiendo frutas en medio de un bosque, cuando sin querer, tropezó con un tronco, haciéndola caer y golpeándose la cabeza. Se quedó tendida en la tierra húmeda y cerró los ojos, sintiendo el dolor en su nuca, esperando que este se quitara… cuando sintió que alguien acariciaba su frente delicadamente. Ella abrió sus parpados y se encontró con el hombre más hermoso que jamás haya visto nunca, sonriéndole y diciéndole: Ya estoy aquí, despierta Bella… despierta…"
-¡Psss! Despierta Bella, despierta…
Un sacudón en su hombro la sacó de su hermoso sueño.
-¡¿Eh?
Alzó la cabeza medio adormilada… y,¡Oh por John Lennon! , ahí frente a ella estaba el príncipe de su sueño. Cabellera castaña con extraños reflejos cobre, enigmática mirada verde como la kriptonita sobre su rostro hermosamente pálido…y su boca… demonios…su boca…
-¡Bella, anda, despierta!- exclamó Edward, tratando de sonar serio, aunque en verdad le divertía la situación.
-Ya… ya estoy despierta…- dijo ella, frotándose los ojos con los dedos.
-Agradece que fui yo que te encontré durmiendo sobre tu escritorio y no el viejo Aro…- advirtió su "casi jefe".
-Oye, sólo fueron…- iba a terminar la frase, diciéndole que sólo había cerrado sus ojos por diez minutos, cuando miró el reloj sobre su escritorio…-¡Las nueve y media…mierda!
-Sí, las nueve y media… tendrías que estar en la sala de juntas, pero no, aquí estas, durmiendo sobre tu escritorio y soñando quizás qué cosa… a Jasper ya casi se le cae el pelo de los nervios. Aro está instalado en la cabecera de la mesa esperando nuestra maravillosa propuesta- decía Edward, ayudando a Bella a recoger sus cosas, las necesarias para la presentación.
-¿La vieja ya llegó?
-No, la citó para la tarde. Él quería ver la propuesta primero. Ya sabes, son muchos billetes en juego…
-Seguro. Oye, gracias por despertarme.
-No hay por qué, para eso estamos los amigos- le dijo Edward, guiñándole un ojo, antes de entrar a la sala de juntas.
Amigos. Si Edward Masen supiera que ella lo suspiraba desde que lo vio en la universidad, y no precisamente como amigo. Bueno, quizás él lo intuía. Y es que era obvio, pues casi el total de las mujeres que lo conocían, suspiraban al verlo. Él era todo un metro noventa de hermosura masculina, interna y externa. El sueño de cualquier chica…o en verdad, ahora era el sueño de "una" chica en particular. Victoria Rossel, la bruja de cabello de fuego y ojos de cielo, sobrina de Aro, encargada de las relaciones públicas de la empresa, puesto no obtenido por competencia laboral, sino por su estatus de sobrina.
Bella no entendía como una persona tan amable, simpático, humilde y atento como Edward, pudiera estar con alguien tan altiva y antipática como Victoria.
-¿Bella?
-¡¿Mmh?
-Tu parte de la propuesta, Bella- le dijo Edward con las palabras saliendo de sus dientes apretados. Otra vez la pilló en la luna.
-Oh, sí, claro, por supuesto- se excusó ella, levantándose, conectando el USB para proyectar su presentación y explicarla.
Distraída y algo hippy podía ser, pero muy profesional y talentosa. Durante el tiempo que había trabajado para "Art&Design" nunca habían rechazado una de sus propuestas. Siempre estaba ideando e investigando sobre tendencias, ecología y sustentabilidad para sus trabajos. Y esta no había sido la excepción.
Aro salió de la sala de juntas muy satisfecho con la exposición. Como había dicho Edward, en ese proyecto había en juego varios millones, los que seguro la empresa se echaría al bolsillo.
-¡Celebración chatarra! ¡Celebración chatarra!- exclamaba el equipo adentro de la sala de juntas, pues habían triunfado. Que al viejo Aro le gustara la idea de inmediata, sin estudiarla, era para celebrar como ellos solían hacerlo, cada vez que aprobaban sus proyectos: comida chatarra y cerveza.
Así que en la tarde, cuando la jornada laboral terminó y la anciana quedó fascinada con la propuesta también, salieron las cinco cabezas pensantes rumbo al restaurante donde solían ir a comer sándwich y patatas fritas además de las cervezas.
-Nos merecemos unas lindas vacaciones. ¿Podríamos viajar en grupo, no?- dijo Alice, mordiendo una de las patatas.
-Definitivamente. Una semana en… ¡Brasil…. O Cancún!- exclamó Tanya, asintiendo enérgicamente con la cabeza.
-¡Imagínate! Una hermosa morena dándome a beber Caipirinha en la playa de Rio…- fantaseaba Jasper, bebiendo su cerveza, mientras Edward reía y negaba con la cabeza y Jane le arrojaba una servilleta de papel amuñada.
-Lo que es yo, me conformo con que me dejen dormir un día entero… juro que sería feliz- dijo Bella, bebiendo cerveza Corona, su favorita.
-Tienes los domingos para eso- le dijo Jane, frunciéndole el ceño
-¿Viviendo con mi abuela? Creo que no. Debo llevarla a su misa, luego el cementerio… en fin- dijo Bella, alzando los hombros.
-¿Y por qué no te vas a vivir sola de una vez? Puedes dejar a tu abuelita en uno de esos hogares…- la idea de Jasper era más por el lado práctico que sentimental.
Pero ella lo tomó de mala manera.
-¿Y dejar a mi abuela sola? ¡Jamás haría eso!- respondió Bella a Jasper, enérgicamente, como si lo que hubiera dicho su colega, hubiese sido una aberración.
Y es que ella le debía todo a su abuela. Aurora cuidó de ella desde que su madre enfermó de cirrosis producto del alcohol, enfermedad que después la llevó a la muerte. Su padre se había esfumado, abandonándolas cuando los problemas con su esposa lo superaron.
Su abuela era todo para ella. Jamás la abandonaría.
~C&A~
-Estuviste silenciosa…- le dijo Tanya, mientras estaban en el baño, antes de regresar a casa.
-Sólo estoy cansada- admitió Bella, mirando a su rubia amiga por el reflejo del espejo.
Dios, Tanya era tan…dama, tan perfecta. Siempre a la moda, igual que Jane. Vestiditos ajustados, jeans talla perfecta, tacones agujas… y ella, que en su armario abundaban los jeans anchos, rotos y desteñidos, playeras con logos de sus grupos de rock favoritos, suéter anchos, chaquetas de cuero, botas y tenis, las Converse, sus favoritas. Uno que otro vestido muy onda retro, que era lo más femenino que tenía. Y cero maquillaje. Sí, ante sus amigas, que lucían como modelos de pasarela, ella era tan... normal, tan común, con su cabello castaño ondeado hasta la media espalda, con el que a veces se atrevía a experimentar con algún peinado, y sus ojos del mismo color, sobre su rostro con forma de corazón…
-¡Bueno chicas, yo ahora me voy a llevar a Jasper a la cama para tener una maravillosa sesión de sexo!
-¡Demonios Jane, no queremos los detalles!- la increpó Tanya
-Bueno… ¡Adiós!- dijo ella, alzando su mano y saliendo del baño, meciendo su trasero coquetamente.
-¿Y tú, te vas a llevar a la cama a algún macho esta noche?- le dijo Tanya, alzándole las cejas, antes de salir del baño.
-Muy graciosa, Tanya- dijo ella, adelantándose a salir del baño. No quería tener la misma conversación de siempre con su amiga Tanya, sobre salir con chicos "y desvirginarte, por amor a Dios" y dejar de soñar y suspirar con Edward Masen. Porque ella sabía de sus sueños secretos con su compañero y "amigo".
Pero ella no era de las chicas que iba de la casa al trabajo y del trabajo a la casa, sin hacer vida social ni nada de eso. Ella tenía un círculo de amigos en el trabajo y fuera de este. Había tenido un par de "acercamientos labiales" con algunos chicos, pero nada en su cuerpo se manifestaba como deseo desmedido.
Y ella tenía una teoría: pensaba que su alma errante no estaba lista, pues creía que ambas, cuerpo y alma, estaban intrínsecamente ligadas, por lo tanto, cuando apareciera el varón indicado para su alma, su cuerpo lo sabría y se entregaría por completo a él.
Mientras tanto, cuando su cuerpo rogaba por placer, ella recurría a la autoestimulación, ocupando sus dedos para masajear su clítoris y experimentar algo de agua para su sed de deseo.
~C&A~
Todos salieron del restaurante, rumbo a sus casas, pues debían madrugar y ponerse a trabajar en el dichoso proyecto al día siguiente.
Jane y Jasper se fueron juntos por supuesto, por lo que Edward se encargó de llevar a Tanya a su apartamento y luego a Bella hasta su casa.
-¿Y Aurora? ¿Está ella bien?
-Lo está… quisiera llevarla de viaje, como vacaciones- comentó Bella, pensativa mientras miraba por la ventana. Su viejita se merecía un viaje a un lugar bien soleado. Alguna vez la oyó decir que le gustaría conocer Texas y conocer a los vaqueros.
-Al acabar el proyecto puedes pedir tus vacaciones y llevarte a Aurora por ahí.
-Es una buena idea. Tendrías que cuidar a Lincon por mí.
-Tendría que estar loco, ese animal me odia, lo que me recuerda que me debes un par de pantalones…Armani.
Ella lo miró y le rodó los ojos, mientras él le sonreía. Lincon atacó a Edward la última vez que fue a su casa. Y es que Edward molestó tanto al pobre animalito, que lo sacó de quicio atacando sus finos pantalones de tela.
-¡No pagaré por eso! Fue tu culpa- responde ella, haciendo que Edward bufara -¿Y Glenda?- preguntó Bella de regreso.
Glenda era la perra labradora de Edward que Esme le había regalado hace tres años, cuando recién era una cachorrita.
-Es una perra maniaca. Tiene algo con los cojines, ya sabes. Ah, y odia a Victoria. Cuando la ve se le orina encima…
-Edward, por qué estas con ella…
-Porque Esme me la regaló.
-¡No hablo de la perra!- O quizás sí… pero no de Glenda –Hablo de Victoria.
-Pues… porque me gusta.
-¿Eso es todo Edward? ¿No hay nada más que te una a ella, por la que desees estar con ella?¿Estás con alguien porque solo te gusta, o porque es buena en la cama teniendo sexo?
-¿Y por qué no? Lo paso bien con ella, es guapa…- dijo, alzando sus hombros y explicando eso como si fuera obvio.
Bella había sido testigo ocular de las conquistas de Edward, que no eran muchas la verdad. Habían sido chicas simpáticas, aunque Bella en su fuero interno las odiaba, por el hecho de que besaban a Edward y follaban con él. Y ella no.
Ella nunca intentó nada con él, y eso hacía que Edward tuviera esa amistad con ella.
Ellos se conocían desde la universidad. No estudiaban lo mismo pero se topaban a menudo y tenían amigos en común. A Edward siempre le pareció divertida la personalidad de Bella y lo mejor, es que ella, a diferencia de las demás, no se le había abalanzado encima acosándolo. No era que ella no deseara lanzársele encima, pero para ella, era mejor tenerlo de amigo, cerca suyo que simplemente ser ignorada por él.
Desde entonces habían sido cómplices en varias vivencias y se guardaban unos cuantos secretos el uno al otro. Edward solía ir a casa de Bella a comer pastel de plátano, la especialidad de Aurora, y Bella a su vez conocía a Esme Masen, madre adoptiva de Edward, quien decía adorarla.
-Bueno, gracias por el aventón- le dijo Bella cuando estuvieron afuera de la casita de su abuela en donde vivían.
-No es nada… y trata de dormir, no quisiéramos que Aro te encuentre durmiendo sobre tu escritorio, ¿verdad?
-Procuraré dormir. Buenas noches "arma casas"- se despidió Bella de forma despectiva. Lo llamaba "arma casas" de broma, como denigrando su profesión.
-Nos vemos, "pinta muros"- respondió ácidamente, de igual modo..
Entró a su casa y se fue directamente al cuarto de su abuela, que estaba iluminado solo por la luz de la lámpara la mesita de noche. Aurora dormía con una pequeña sonrisita en los labios. Se acercó y la besó tiernamente en la frente y se la quedó observando.
¿Qué sería de su vida sin su abuela? Aurora era todo para ella. le debía lo que era y por lo tanto, sus esfuerzos ahora, eran para que ella disfrutara de la tranquilidad de su casa, sin preocupaciones. Se lo debía. Su abuela se lo merecía.
~C&A~
-¿Qué tal tu noche?- después que Bella le hiciera la pregunta a Jane cuando llegó al estudio, se arrepintió. Aquello era como el puntapié para que Jane le diera el lujo de detalle sobre su noche pasional con Jasper. Pero esta mañana no fue así. La pequeña y pálida secretaria estaba cabizbaja. Cuestión anormal en ella.
- Bien…
-¿Sólo bien? ¿Qué tienes, Jane?
Eso fue suficiente para que Jane se levantara, agarrara la caja de pañuelos desechables y enseguida arrastra a Bella hacia el baño de mujeres. Allí desata su llanto:
-Jasper…Jasper me pidió un tiempo…- hipeaba ella
-Oh… demonios Jane, lo siento…
-El muy maldito se atrevió a decirme que necesitaba su espacio, que se sentía estancado y que deseaba conocer gente nueva… ¡Ay Bella! ¿Cómo voy a seguir trabajando aquí, viéndolo todos los días? Me va a torturar.
-Jane, eres una chica fuerte, y si él necesita tiempo para su espacio y conocer gente, pues haz tu lo mismo, quien sabe y encuentras a tu media naranja…
-¡Él es mi media naranja! Pero al parecer, Jasper no pensaba lo mismo.
-Tranquila Jane…
-¡Vaya! Veo que así pierde el tiempo el par de cotorras…- dijo la bruja Victoria, saliendo de uno de los cubículos.
Podría haber salido hace bastantes, pero decidió tomar su tiempo para oír la melosa charla de esas dos…
-¡No te metas, Victoria!
Victoria las miró despectivamente de pies a cabeza, como siempre lo hacía, como si estuviese viendo a dos gusanos.
-¿Qué no me meta?- dijo, mientras lavaba sus manos -¡Me meto todo lo que quiero! Es la empresa de mi tio, y seguramente a él le interesará saber que en vez de estar trabajando, estas aquí perdiendo su tiempo en babosadas…- dijo, haciendo un desprecio antes de salir del baño.
-Ugh…. ¡La odio…!- dijo Bella, apretado los dientes
-No le hagas caso.
-¿Qué no la haga caso? Alguien tiene que decirle unas cuentas verdades a esa…
-¡¿A dónde vas?
-Ya verás.
Bella, agarrada por una determinación incontenible, fue a la oficina de la bruja, que más bien era como un salón de belleza o algo así, porque cuando no estaba maquillándose, estaba pintándose las uñas, haciéndose masajes capilares o leyendo revistas de moda.
-¡¿Qué te crees, eh? ¡¿Quién demonios te da derecho a tratar a la gente así, eh?
-Mira, hippy, date la vuelta sobre tus feos zapatos y lárgate de mi oficina…
-¡¿Crees que puedes tratarnos así porque eres sobrina del viejo Vulturi? ¡Eso no te da derecho!
-¡No me grites, Isabella!- dijo Victoria, enderezándose detrás de su escritorio
-¿Qué? ¿Ahora te vas a hacer la profesional? ¡Eres muy sínica! ¿Qué, me vas a acusar con tu tiito? ¡Pues ve! No le tengo miedo al viejo de tu tío! ¡Es más, ya quisiera…! ¡Ese viejo ni siquiera sabe a quién tiene trabajando para él! ¡él y tú son un par de cabezas huecas…!
-Señorita Swan.
La voz masculina detrás de ella, hizo que su cuerpo se helara.
¡Mierda! Su suerte no podía ser peor.
Lentamente se giró y se encontró con el tío de la bruja, o sea su jefe, o sea, el viejo Vulturi, como había dicho. Parado sobre el umbral de la puerta
-Se… señor…- tartamudeó Bella.
-A mi oficina, ahora- dijo, tranquilamente, saliendo de la oficina de su "sobrinita", mientras la arpía, en su asiento, se balanceaba de un lado a otro, sonriendo como una hiena.
¡Por los guantes de Michael Jackson! Ahora le iba a tocar hacer frente a sus palabras. Ni modo.
Salió de la oficina de la bruja sin siquiera darle el placer de mirarla para que ella le lanzara mierda verbal.
Suspiró y dio dos golpes en la puerta que decía "Gerencia". Desde adentro se oyó la autoritaria voz de Vulturi, diciendo "adelante".
-Con su permiso, señor Vulturi.
-¿Ahora me trata de señor? Escuché que se refería a mi como "viejo Vulturi" en la oficina de Victoria, ¿o me equivoco, señorita Swan? Además, puso en duda mi capacidad mental, llamándome "cabeza hueca" Nadie nunca me había tratado así, señorita Swan.
-Su sobrina es una estúpida…- susurró lo suficientemente alto para que su jefe la oyera
-Usted insiste en hablar mal de ella, en vez de estarse disculpando…
-No me disculparé- afirmo Bella, interrumpiendo a su jefe.
-Isabella, le exijo que se disculpe con ella.
Otra vez, Isabella tomó palabra, interrumpiendo al señor Vulturi.
-¡Ella se ha encargado de ser denigrante con todo el mundo a su alrededor, por el solo hecho de ser su sobrina!- hablaba mientras aleteaba con las manos, de la pura rabia y la frustración.
-No he recibido quejas de nadie respecto a eso.
-Nadie se atreve a ir en contra de ella. Además, si usted tuviese más pendiente, sabría cómo son en verdad las cosas.
"Cállate Bella, cállate por amor al cielo…" le gritaba su cordura, pero parece que ella no la oía.
-¿Me está diciendo como llevar mi empresa, señorita Swan?- le preguntó Aro, comenzando a molestarse por la insolencia de la chiquilla que tenía en frente.
-Es de estúpidos poner a Victoria en ese puesto de trabajo.
-¿Me está llamando estúpido?
-Tómelo como quiera, señor.
Aro Vulturi estaba ahora realmente molesto.
Isabella no sabía por qué no cerraba de una vez su bocota. Pero es que no estaba dispuesta a que esa mujer pasara sobre ella y que además, el viejo de su tío la defendiera.
-Isabella, no tolero las faltas de respeto ni a mi familia, ni a mi equipo de trabajo ni menos a mi persona. Así que le exijo se disculpe…
-¡No pienso hacer eso!
-Muy bien señorita Swan- dijo, mirándola fijamente, mientras se levantaba –Como usted al parecer no tener filtro alguno, ser irrespetuosa y no acatar órdenes, le pido que en este instante tome sus cosas y se retire. Usted desde este momento queda desvinculada de esta empresa. Pase por tesorería a firmar los documentos y recibir su indemnización. Lamento tener que tomar estas medidas, siendo que es un muy buen elemento, pero…
-¡Pero la influencia que la cabeza hueca de su sobrinita tiene sobre usted, es más fuerte, ¿no?- dijo ella, dejando correr el torrente de indignación que tenía dentro suyo.
¡Y que el viejo este se fuera a la mierda!
-¡Fuera de aquí Isabella!
-Con mucho gusto- dijo ella, con su orgullo por delante, dando la media vuelta y saliendo de la lujosa oficina, después de azotar la puerta.
Cuando llegó a su oficina, tuvo claridad de lo que había ocurrido.
Ella ahora estaba cesante.
Toda la adrenalina que sitio mientras encaraba al viejo de su ex jefe, se evaporó. Ahora quería hundirse en su asiento y llorar, y llorar. Pero no podía permitirse eso.
Ok, estaba fuera de esa empresa, pero seguro encontraría algo luego, en otro lugar. ¡Claro que sí, Bella!
Tomó una caja y comenzó a meter sus cosas. Las cosas que había acumulado en ese trabajo durante los tres años, casi cuatro.
Mientras recogía sus cosas, Jane entró desesperada. El "chisme" de que habían despedido a Bella ya comenzaba a circular y ella no podía creerlo.
-¿Bella?...
-Hola Jane.
-¿Entonces es cierto- dijo, acercándose a ella mientras Bella no dejaba de meter cosas en la caja.
-Corren rápido las noticias. Sí Jane, me voy.
-¡No! Iré a hablar con el señor Vulturi y le diré que fue culpa mia…
-Jane, no fue tu culpa. Te prohíbo que hagas eso, no me ayudarías.
-¡¿Pero ahora qué harás?
-Oye, hay otros lugares en los que puedo trabajar. Seguro está el puesto perfecto esperando por mí.
Mientras Jane lloriqueaba, la puerta de la oficina volvió a abrirse. Esta vez, Tanya entró hecha un energúmeno:
-¡Por qué no has…- iba protestando, cuando vio la imagen de Bella guardando sus cosas y a Jane llorando. Se supone que ella y Bella comenzarían a trabajar en el proyecto, pero nada que llegaba. Así que decidió ir por ella
-Bella, qué haces.
-Guardo mis cosas.
-¿Te cambiaron de oficina?
-No exactamente. Me despidieron.
-¡¿Qué? ¡¿Pero por qué?
-Creo que dijo que porque no soy capaz de acatar órdenes…ah, y porque soy irrespetuosa…
-Demonios Bella, qué hiciste.
-No voy a dejar que me pasen a llevar Tanya, simplemente eso.
-No te entiendo…
-Ahora no quiero hablar de eso. Tengo que salir de aquí y tú tienes mucho trabajo.
-¡Mierda, Bella!- exclamó Tanya, acercándose a su amiga y abrazándola.
-Está bien Tanya. Ya tendremos tiempo de hablar.
Antes de irse, fue hasta la oficina de Jasper, pero estaba vacía. La secretaria le recordó que hoy, Jasper y Edward estarían en terreno para comenzar con el nuevo proyecto que se habían adjudicado.
Y de alguna manera era mejor así. Evitaría seguir con despedidas de lacrimosas, de las que ya Jane y Tanya habían contribuido bastante.
¡Diablos! ¿Qué sería de ella ahora, que no tendría la suerte de ver a su príncipe todos los días? Seguro se olvidaría de ella, de la amistad que decía tener con ella y todo eso. Eso le partía el alma. Con ese pensamiento, sintió que las lágrimas comenzaban a caer por sus mejillas y su garganta escocía de amargura.
"Te extrañaré, Edward" dijo, observando el entorno de la oficina de Edward. El lugar estaba inundado por el aroma de su perfume y por todas las cosas que eran parte de él.
Miró por última vez, suspiró y salió. Era suficiente de auto flagelo.
Después de los trámites en Recursos Humanos en donde firmó el documento que la desligaba de la empresa, se dirigió a tesorería a buscar su cheque con la indemnización que no era ni más ni menos de lo que le correspondía por años de trabajo y días del mes trabajado.
Salió del imponente edificio de "Art&Design" con su caja entre las manos, vestida con jeans oscuros, sus zapatillas Converse del mismo color y su chamarra de mezclilla azul marino, sintiéndose apesadumbrada y preguntándose qué sería de ella y de su abuela ahora que no tenía trabajo.
Mientras iba por un taxi, pensó en mentirle y decirle que ahora trabajaría desde la casa para su comodidad, pero era tan mala mintiéndole a su abuelita, que decidió decirle la verdad.
~C&A~
-¡¿Bellita, eres tú?- gritó Aurora desde la cocina, cuando sintió abrirse la puerta y oír a Lincon salir disparado al recibidor.
-Sí abuelita…
-Cariño, qué haces tan temprano aquí- preguntó la abuela cuando vio a Bella entrar en la cocina.
-Emm… yo…- titubeó
-¿Qué hay en esa caja, cielo?¿Y por qué traes esa carita?¿Qué sucedió?
Bella dejó la caja en el suelo, se quitó la chaqueta dejándola en el respaldo de una de las sillas, para darse el tiempo de juntar calma y responder a su abuela que la miraba extrañada.
Pero la calma no llegó.
-Mmm… abuelita, me despidieron…- dijo, rompiendo su llanto, mientras corría a refugiarse en los brazos amorosos de su abuela, quien no demoró en consolarla.
La anciana no quiso preguntar el por qué ni comenzar a preguntar qué sería de ellas ahora. Su nieta necesitaba de su conforte y del apoyo tácito que ella no dudó en darle. Ya otras veces habían sorteado obstáculos y esta no sería la excepción.
La mujer acaricio la castaña cabellera de su nieta, mientras esta lloraba en sus brazos.
Así estuvieron un buen rato hasta que Bella pudo hablar y decirle que "por necesidades de la empresa ella había tenido que salir".
-Recorte de personal y esas cosas, ya sabes…- comentó Bella, no dándole las reales razones de su despido.
-¿Y a cuantos más despidieron?
-Oh, bueno…mmm… de los que trabajaban conmigo a nadie más, al menos. Creo que fueron personas de otros departamentos.
-Que pena. Pero mira mi niña, tenemos ahorros con que mantenerlos durante el tiempo que demores en encontrar algo, que de seguro será muy poco, porque eres una chiquilla inteligente y trabajadora y te querrán en cualquier otro lugar…
-Eso espero…- dijo ella, dando un sorbo al vaso de leche que su abuela le había servido para que se relajara.
-¡Ya verás! Hoy descansa mi cielo y ya mañana comienzas a moverte. Deja que hoy te regalonee con un pastel, ¿si?- le dijo su abuela, acariciando su barbilla.
-Gracias abuelita.
~C&A~
-¡Estoy muerto! Iría derechito a mi casa a descansar- dijo Edward, bajando de su coche.
Eran las cinco de la tarde y durante el día no habían parado de hacer mediciones, dar órdenes, hacer cambios. Él y Jasper estaban rendidos
-¿Y por qué no lo haces?- le preguntó Jasper
-Quiero mostrarle a Bella y a Tanya el muestrario de los materiales que se han importado para los detalles y la decoración. Todo muy Hindú…
-Muy estilo Bella.
-Definitivamente.
Subieron por el ascensor hasta el piso del departamento de diseño, en donde sus compañeras trabajaban y Edward se fue derecho a la oficina de Bella. Entró sin anunciarse… y vio el lugar vacío. Frunció el entrecejo y se acercó al escritorio, donde no estaban las cosas de Bella. Dio un vistazo al resto del lugar y nada de lo de ella estaba ahí.
Salió rápidamente hasta la oficina de Tanya, que estaba junto y entró. La vio hablando por teléfono mientras ella le hacía señas con la mano de que se esperara unos segundos. Edward dejó el muestrario que traía en la mano sobre la mesa y se sentó frente a Tanya.
-¿Dónde está Bella?- preguntó Edward enseguida, a penas Tanya colgó el teléfono
-Hola Edward, espero que hayas tenido un lindo día, porque aquí fue un día de mierda.
-Qué pasó.
-Despidieron a Bella.
-¡¿Qué?
-Lo que oyes. A mí no me dio detalles de lo que pasó…- mientras Tanya hablaba, Edward sacaba su iPhone y le marcaba a Bella. su teléfono estaba apagado
-¡Pero qué te dijo!
-Se dice por los pasillos que tuvo una discusión con el viejo…con Aro y él la despidió.
-¿Bella discutiendo con Aro?¿Por qué?
-Son detalles que desconozco. Aro se reunirá con nuestro equipo mañana para presentarnos al reemplazante de Bella. ¿Qué eficiencia, no?
-Ok. Iré a averiguar qué sucedió- dijo Edward.
-¿A dónde irás?
-A casa de Bella…
-¡oye, oye! Quizás su abuela no sabe nada, si vas ahora sería prematuro. Déjala que se recomponga. Salió muy triste de aquí, Edward.
-Tienes razón. Iré a hablar con Aro entonces…
-No está. Su viaje a Nueva York, ¿Lo olvidas?
-Ok… intentaré comunicarme con Bella entonces. Mientras te dejo el muestrario con los materiales que se mandaron a pedir, para que los chequees y apruebes, por favor.
-Claro. Y si sabes algo de ella, avísame.
-Ok. Lo haré.
Se fue de regreso al coche, mientras seguía insistiendo con las llamadas a Bella. Seguía manteniendo su teléfono apagado. Decidió llamarle al teléfono de su casa:
-¿Diga?
-Oh… Aurora, hola… soy Edward.
-¡Hola Edward! ¿Cómo estás?- como siempre, Aurora muy amable y cariñosamente le respondió.
-Yo bien…
-Bellita me contó eso de que despidieron a mucha gente de la empresa… espero que no hayas tenido la suerte de ella…la pobre está tan triste…
¿Despido masivo? ¿Qué le dijo Bella a su abuela?...
-¿Ella está ahora en casa?
-Sí.
-Aurora voy para allá, pero no se lo digas, ¿sí?
-Claro, y aprovechas de comer una rebanada de pastel que preparé justo hoy.
"¡Mmm…qué delicia! Pensó Edward
~C&A~
Isabella estaba recostada en posición fetal sobre su cama, mirando el cielo a través de su ventana. No podía negar que sentía tristeza por haber dejado su trabajo, lo injusto que había sido Aro, según su percepción… "Y lo malditamente bocota que soy!". Además, la tenía triste la lejanía que su despido pondría de su príncipe, a quien ya extrañaba, y de lo feliz que ha de estar Victoria con su salida.
Pero ahora tenía que dejar de pensar en su príncipe y comenzar a preocuparse de por dónde iba a comenzar a buscar empleo. Tenía unos cuantos contactos, así que comenzaría con ellos. Y es que no dejaría pasar tiempo para comenzar a preocuparse de ello, pues pese a que su indemnización, los ahorros y el sueldo de pensión de su abuela podían hacerlas vivir tranquilamente por algunos meses, había compromisos bancarios que cubrir y era importante que no se atrasara en ellos.
Suspiró y se reacomodó en su cama, cuando sintió golpecitos en su puerta, la que enseguida se abrió. Ella ni siquiera se giró a ver quién era, pues eso era obvio
-Abuelita, ya bajo a comer…
-¡Abuelita! Linda manera de llamarme- dijo Edward desde la puerta.
Bella abrió los ojos como huevo frito y se incorporó mirando hacia la entrada de su cuarto en donde su príncipe la observaba como escrutándola, con sus brazos cruzados y su postura hermosamente imponente y singular. Suspiró y entró, cerrando la puerta del cuarto tras él.
-Qué se supone que haces aquí…
-Quiero saber que pasó.
-¿Mi abuela te dejó subir?-
-¿Qué?¿Crees que me metí a la mala? Llegué hace como diez o quince minutos. Ya me comí media tartaleta de arándanos. Le dije que quería verte y ella misma me dio la idea de subir.
-¡Podrías haber golpeado! ¿Cómo entras así a mi cuarto, eh?- le reclamó ella.
-Bella, no trates de desviar mi atención- dijo, ubicándose en la cama junto a ella. Bella sintió que su cuerpo se inundaba paulatinamente de hormigas viendo como su príncipe, que pensó la olvidaría, se ubicaba ahí junto a ella.
"¡Por las trenzas de Rapunzel! Que Dios me ayude a mantener la cabeza fría…y el cuerpo..."
-Te escucho, Bella- dijo él muy seriamente, sentado en la cama, afirmando su espalda en el respaldo de la cama, muy cruzado de brazos.
Ella se ubicó de igual forma, doblando sus rodillas y envolviéndolas con sus brazos. Carraspeó y comenzó a hablar.
Mientras ella iba contando el altercado en el baño con la bruja de su novia, o chica o lo que sea que Victoria fuese, hasta que en la oficina de Aro prácticamente lo trató de estúpido, Edward negaba con la cabeza, bufaba, se despeinaba más de lo que estaba y le lanzaba miradas desaprobatorias, pero no hizo comentarios hasta que Bella terminó su relato.
-¿Tanto te costaba pedir disculpas?
-¡No has entendido nada! No se trata de ser capaz de eso o no, sabes que lo soy, ¿pero por qué iba a hacer eso, eh? Entiendo que estés de parte de tu novia y que el altercado este está directamente relacionado con ella, pero mejor que nadie sabes lo mal que ella se lleva con todo el mundo y su actitud de alteza real frente a los demás. ¡No es justo que yo pida perdón como si hubiese cometido..!
-Llamaste cabeza hueca al gerente de la empresa, a tu jefe y no fuiste capaz de disculparte con él, a eso me refería. ¡Maldición Bella! No pensaste en nada, te vas en medio de uno de los proyectos más importantes que hemos tenido…
Bella sintió la rabia burbujearle y se levantó de un salto
-¡¿Eso es lo que te importa, verdad? Que puedas perder el proyecto y bajar tus bonos, ¿no? ¡Por supuesto me reprocharías mi comportamiento, si además me enfrenté a la bru…a tu novia!
Edward la observaba con actitud calmada mientras ella aleteaba sus descargos.
-¿Terminaste de hablar tanta barbaridad, Bella?- preguntó, usando un tono serio y conciliador.
Bella tergiversó todo lo que él quería decirle o hacerle ver. Por no mantener su boca cerrada, había puesto en juego su futuro, no el de él, y la estabilidad económica que ella brindaba a su hogar. En ningún momento él pensó en lo que perdería su equipo… bueno, un elemento primordial, por cierto, pero no una amistad. Y ni siquiera había pensado en Victoria.
Pero ahí estaba Bella, hablando y no dejando hablar a los demás.
-Es mejor que te vayas, Edward- dijo ella antes de girarse y mirar por la ventana, para evitar el contacto visual con él.
-Mañana pediré hablar con Aro para que reconsidere su decisión…
-¡No te atrevas, Edward!- se giró otras vez hacia él, apuntándolo con el dedo en señal de amenaza - No pondré un pie en ese lugar... y siento si por mi culpa perderás tu asenso de puesto…- le dijo eso ultimo de forma irónica, haciendo enojar a Edward.
-¡Suficiente!- dijo él malhumorado, levantándose y saliendo rápidamente del cuarto, dejando a Bella sola y a punto de llorar allí en el dormitorio.
¡Demonios, que mujer más terca y exasperante! Pensaba Edward mientras bajaba las escaleras para ir a despedirse de Aurora y salir de allí.
Bella por cierto, cuando oyó el coche de Edward alejarse de ahí, se echó sobre la cama, en el lugar donde hace minutos él había estado, y aferrada a la almohada que apoyó su espalda, lloró desconsolada, sintiendo que ahora si había perdido a su amigo y príncipe de sus sueños.
"Adios Edward…adios…"
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