El señor Thomas adoraba a su esposa, ella y su hijo eran lo más importante para él.

Cada vez que llegaba de trabajar del ministerio, cansado y agotado por culpa del mago tenebroso, Lord Voldemort, todos esos problemas se iban de su mente al poder abrazar a su mujer y ver a su pequeño de tan solo unos meses regalarle esas enormes sonrisas y esos balbuceos que solo el mismo entendía.

Nunca le había dicho a su mujer que era un mago, en más de una ocasión lo había intentado, pero tenía miedo al rechazo; sin embargo, las razones por las que él no se lo decía en estos momentos, era por miedo a que tanto a ella como a su pequeño Dean, le pasaran algo.

Cada vez que veía una nueva muerte ocurrida en el mundo mágico, pensaba en ellos y sabía que él era uno de los próximos debido a su descendencia muggle.

Porque él era lo que esos asesinos llamaban "sangre sucia" y aun por encima poseía un importante cargo en el ministerio, se rumoreaba que lo querían ascender a jefe de su departamento. Eso lo alegraba, ciertamente que lo alegraba, porque todo eso lo había conseguido con mucho esfuerzo y trabajo.

Por ese miedo a que atacaran a su familia, fue que los abandono a ambos aquel día soleado de mayo. Se despidió de su mujer dándole un beso y un abrazo algo más fuerte de lo normal y a su hijo lo acunó dándole un beso en la frente; cuando hubo salido a la calle, se desapareció y apareció en un oscuro callejón donde estuvo llorando por horas.

Cuando dos meses después, fue acorralado por cinco mortífagos, ante la confusión de esos asesinos, sonrió.

Sonrió porque sabía que su familia estaba a salvo y no morirían por su culpa.

Y tal vez algún día su hijo iría a Hogwarts y sería un valiente Gryffindor al igual que él.

Con este último pensamiento murió el padre de Dean Thomas.

Merece algún review este pequeño drabble. Si lo merece háganmelo saber.

Nos vemos,

Dakota