Nada, algo corto que escribí mientras lloraba...


Katniss Everdeen no encontraba una justa razón para seguir respirando el aire, ver el techo o siquiera estar tumbada en el sofá. No, no había alguna razón para que la chica robara el oxígeno que alguien más podría estar aprovechando. Cada vez que pensaba en su vida, un nudo en su garganta se formaba con dolorosa rapidez. ¿Quién era ella, por qué estaba viva? Cada vez que recordaba como esa bomba se dirigía a su pequeña Prim, todos sus sentidos se embotaban y revivían ese momento con dolorosa crudeza. Una y otra vez dentro de su mente; los gritos, el dolor, el llanto… La última mirada de su hermana, sus lindos ojos… Desapareciendo tras una explosión que no dejo nada, ni siquiera el alma de Katniss.

Ella había sido más que su hermana, como una hija. Ya no quería más hijos, a nadie más para amar, sólo ella. Y la vida se la quito de tajo, sin una mínima advertencia; o quizá la advertencia estaba ahí, pero ella no la quiso ver, no lo quiso creer.

Tumbada ahí, en el sofá, sin nada más provechoso para hacer que pensar. O intentar sentir… Su pecho bajaba a un ritmo dolorosamente lento, cada respirar incluía una serie de movimientos internos que Katniss no quería efectuar. A veces de tanto respirar un nudo se formaba de nuevo, provocando lágrimas. Recordaba llorar mucho en el momento que sucedió todo, pero lo cierto es que ya ni siquiera recordaba que ropa traía puesta, o quienes la rodeaban. Todo se centraba en su pequeña hermana, impotencia por no poder salvarla.

Nada de lo que le dijeran ayudaba, sólo lo empeoraba. No encontraba como decirles a todos que no quería saber de Gale ni el nombre o que la dejaran sola sin pronunciar una sola palabra. Katniss no quería hablar, quería olvidarse de que era una Everdeen y que había nacido en esa época. Su mente a veces viajaba en un "¿Y si…?" dónde se imaginaba, ya no en el Capitolio, si no en otro mundo… Alguno lejano… ¿Quizá el año 2000? ¿O incluso antes? Quién sabe, lo más probable era que incluso en esa época ella hubiera sido igual que ahora, lo hubiera arruinado todo… Escuchaba la voz de Prim en su cabeza como una triste melodía a piano. Todas las frases que dijo desde que pudo pronunciar la primera palabra, hasta el último momento que pasó con ella en su hogar… Era como si su cerebro la obligara a admitirlo, pero Katniss simplemente se rehusaba. Sabía que su hermana ya no estaba, pero aún así se negaba. Negación, aceptación, duelo; esas cosas nunca fueron su fuerte. Era como si de un día para otro estuviera hueca, pero no hablaba de sus intestinos, no… Hueca en la memoria, como si una parte de su cerebro se hubiera ido, o se lo hubieran arrancado. Bueno, para que mentir; sentía un gran hueco en su pecho… Ella sabía que los sentimientos no se originaban ahí, era obvio. Un órgano vital no podía tener "sentimientos". Los sentimientos eran un error, ¿Quién los habría puesto ahí? Katniss realmente divagaba en cosas sin sentido, pero que la mantenían ligeramente cuerda. Recordaba que tenía un amigo, o tal vez dos. Pero el principal, del que alguna vez pensó estar enamorada había provocado la muerte de su hermana… Ahora sentía algo de empatía de empatía por su madre, sabía porque se quedaba embotada todo el tiempo, sin prestar atención más que a su egoísta dolor.

No había esperanza, no había nada más allá que pudiera ayudarla. ¿Qué la ayudaría? ¿Un beso, abrazo o afecto? No, nada de eso…

Ya no había nada en ese mundo para Katniss Everdeen, la chica en llamas…

Sólo la realidad…