11:59 pm
Estaba ansiosa, como una niña en noche buena esperando su regalo; pero yo esperaba a alguien muy diferente, pero no menos mitológico. Esperaba por un vampiro de rasgos aniñados, un tanto juguetón, bromista en ocasiones y un romántico en otras.
Había salido hace ya tres horas con la mala excusa de cazar, cuando en realidad no necesitaba de ningún don para saber que iba a comprarme algún detalle o simplemente rosas blancas, de aquellas que terminábamos arrancándole los pétalos para esparcirlos sobre el cuerpo desnudo del otro.
O quizás éste año volvería a las joyas, como aquella década en que poseía más dinero en mi cuello que en mi cuenta bancaria.
Recibir regalos de Emmett en mi cumpleaños siempre era clásico, como un novio más que un marido. Una atención, un obsequio delicado, un detalle sofisticado siempre era lo suyo, y yo me había acostumbrado a ello, no porque esperara otra cosa, si no porque con él siempre era mejor una caricia, un beso… Desde el primer cumpleaños que pasamos juntos, Emmett me explicaba lo mismo: Su habilidad para sorprender en ocasiones especiales no era un don precisamente, y yo sin darle importancia le repetía que no era de que preocuparse, que lo que viniera de él siempre me iba a gustar.
El jeep llegó a la residencia y me puse más ansiosa de lo que estaba. Me acomodé sobre nuestra cama matrimonial colocando toda mi cabellera suelta atrás, esperándolo con una sonrisa ligera. Emmett subió las escaleras a paso humano, saludando a Alice que estaba al paso.
Y entonces entró.
-Hola cielo. –Me dedicó una amplia sonrisa con aquellos hoyuelos que eran más míos que suyos.
Mi vista fue de su rostro de niño hasta la bolsa marrón que llevaba en su mano. Sonreí un poco más.
-Pensé que ibas de caza. –Le dije desinteresadamente, volviendo a moverme. Emmett comenzó a moverse también hasta el otro lado de la habitación.
-Sí, pero pasé a comprar algo. –Se sentó en el suelo, sobre la alfombra de piel blanca.
-¿Ah, sí? –Le pregunté con tono curioso mientras lo veía abrir la bolsa y sacar una caja.
Pero era muy colorida, y mi vampiro parecía ahora el niño ansioso de navidad. Y efectivamente fue así.
-¡Me compré un nuevo X-box! –Levantó el juego emocionado, mirándome entusiasmado.
Abrí los ojos como plato, cambiando esa sonrisa que se había comenzado a formar por una expresión de piedra. Apreté los labios para no decir nada, mientras que él me miraba confundido.
-Un… X-box. –Balbuceé, parándome de la cama incrédula de lo que veía y oía.
-¿Rose? –Él dijo aún sentado en la alfombra.
Lo miré una última vez antes de salir de la habitación con un portazo fuerte, pero no lo suficiente para arrancar la puerta. Con la misma velocidad de la que salí, bajé las escaleras ignorando a Alice que me pedía detenerme. Tomé las llaves de la despensa en donde estaban las de todos, y pegué el mismo portazo pero ahora en la puerta de salida. Al segundo siguiente estaba sobre mi auto encendiéndolo para perderme un momento.
CONTINUARÁ.
No olviden visitar mi perfil de fanfiction para encontrar mi facebook.
